Durante la época más espectacular del desarrollo de la industria fonográfica (desde finales de los años sesenta del siglo pasado hasta finales de los setenta) se fue constituyendo la idea de la grabación integral. Esto supuso que las obras completas de toda una vida de composición se lanzaran en pesados paquetes de discos sobre los oyentes. Dicha acción tuvo un cierto efecto arquitectónico y significó, para la recepción global de la música, el descubrimiento de obras en muchas ocasiones olvidadas. Además, los aficionados ya no sólo reclamaban las obras maestras, sino que cada vez se interesaban más por las piezas de juventud de los compositores más reconocidos, por obras de músicos poco conocidos y por períodos de la historia musical que hasta entonces habían pasado casi inadvertidos. Especialmente atractivas resultaron las ediciones de obras completas en compositores que no terminaban por integrarse del todo en la actividad musical corriente. En ese sentido, Hector Berlioz siempre se encontró entre los compositores injustamente relegados hasta que el director británico Sir Colin Davis acometió la brillante tarea de recopilar discográficamente toda su obra. Su labor, del todo meritoria y artísticamente encomiable, supuso una de las grandes hazañas en la historia de la industria fonográfica. Ya sólo por eso, el nombre de Colin Davis ocupa con justificado merecimiento un puesto de privilegio en la lista de los grandes directores de orquesta de nuestros días.
Colin Davis nació el 25 de septiembre de 1927 en Weybridge, condado de Surrey, en el seno de una familia inglesa que no tenía antecedentes musicales de ningún tipo. El pequeño Colin recibió sus primeras nociones musicales como una asignatura más en el Christ´s Hospital y decidió consagrarse al estudio del clarinete, ingresando más tarde en el Royal College of Music de Londres para ponerse bajo la tutela del clarinetista Frederick Thurston. Allí recibió también clases de armonía, contrapunto y composición, dejando de lado algo tan importante como el estudio del piano. Durante su período de servicio militar, Davis formó parte como clarinetista de la banda de la Household Cavalry y parecía que su futuro como instrumentista estaba ya del todo definido. Sin embargo, antes de finalizar la década de los años cuarenta, Davis ya tuvo sus primeras actuaciones como director orquestal en modestas agrupaciones y sobre la base de una formación autodidacta. En 1949, Davis debutó oficialmente como director en Suecia al frente de la Orquesta de Cámara de Kalmar, formación constituida por músicos procedentes del Royal College. Un año más tarde, realizó su debut operístico en el modesto Chelsea Opera Group de Londres pese a que anteriormente había sido rechazada su solicitud de acceso a las clases de dirección orquestal en el Royal College por su incapacidad para tocar el piano. Con todo, Davis realizó algún concierto en Cambridge y en Oxford al mismo tiempo que dirigía agrupaciones corales por los suburbios londinenses. En 1952, Davis fue invitado a participar en los festivales de ballet del Royal Festival Hall y poco a poco su nombre fue haciéndose famoso en los círculos musicales londinenses. De esta forma, en 1957 aceptó un contrato de dos años como director de la Orquesta Escocesa de la BBC y debutó también en la Ópera del Sadler´s Well con un rotundo éxito. Por entonces, Davis empezó a destacar como un gran intérprete de Mozart y firmó sus primeras producciones discográficas.
En 1959, Davis fue el director elegido para sustituir a Otto Klemperer en un concierto que habría de celebrarse en el Festival Hall con la Philharmonia Orchestra y un elenco de cantantes de la categoría de Sutherland y Schwarzkopf. El éxito de aquella cita fue extraordinario y Davis fue rápidamente requerido para dirigir las grandes orquestas inglesas y extranjeras. Un año más tarde, la historia volvió a repetirse al reemplazar Davis a un enfermo Beecham en el Festival de Glyndebourne. El nuevo éxito de aquella gala condicionó que Davis fuera nombrado director titular de la Ópera del Sadler´s Well… Pese a que seguía sin saber tocar el piano. Ese mismo año de 1960, Davis registró su primera grabación discográfica enteramente dedicada a Berlioz. Habiendo debutado como director invitado de la London Symphony, formación con la que llevó a cabo una gira intercontinental, en 1964 Davis se desvinculó del Sadler´s y se dedicó a realizar una nueva gira como director invitado de las más prestigiosas orquestas europeas, llegando a dirigir en el Metropolitan neoyorquino en 1966 con la compañía de Britten. Ya en 1967, Davis fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de la BBC de Londres y con esta formación realizó una serie de grabaciones de títulos mozartianos que fueron muy bien recibidos por crítica y público. Tras unos años en los que alternó dicho cargo con una incesante actividad como director invitado, en 1971 Davis asumió el reto de sustituir a Sir Georg Solti al frente de la Ópera del Covent Garden. No fueron en absoluto fáciles los comienzos y las críticas llegaron a ser del todo arbitrarias por comparación (Solti había realizado una anterior labor realmente meritoria). Con todo, Davis supo ganarse el favor del público tras una magnífica representación de Elektra de Richard Strauss. Sin embargo, los problemas no terminaron ahí y de nuevo brotaron las críticas tras una serie de representaciones — Wozzeck y El Anillo wagneriano — que tal vez no se ajustaban del todo al estilo interpretativo de Davis. De hecho, Davis fue requerido en 1977 para debutar en Bayreuth (fue el primer director británico en actuar allí) con unos resultados artísticos más bien discretos. Como contrapartida, Davis fue nombrado principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Boston en 1972 (un par de años antes se le había ofrecido la titularidad de dicha formación, cargo que rechazó al decantarse por la dirección del Covent Garden). A pesar de todos los inconvenientes, la etapa de Colin Davis al frente del Covent Garden se prolongó hasta 1986 y sus resultados globales pueden ser calificados como de muy satisfactorios.
En 1983, Davis fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera en sustitución de Rafael Kubelik. Con esta formación llevó a cabo una interesante labor discográfica que le sirvió para aumentar notablemente su repertorio personal. Si bien sus años en Munich fueron realmente productivos a nivel artístico (Davis llegó a rechazar la titularidad de la Orquesta de Cleveland y la de la Filarmónica de Nueva York), no deja de ser cierto que su figura en la capital bávara se vio un tanto oscurecida por la presencia de Celibidache al frente de la vecina Orquesta Filarmónica de Munich. Tras diez años de vinculación, Davis abandonó Munich en 1993 luego de haberse comprometido unos años antes con la Orquesta de la Staatskapelle de Dresde en calidad de principal director invitado (Davis tuvo el privilegio de convertirse en el primer director laureado de dicha formación). Después de haber dirigido en numerosas ocasiones a la Orquesta Sinfónica de Londres como invitado, Davis fue finalmente nombrado director titular de la misma en 1995 en sustitución de Michael Tilson-Thomas. Tras once años de gestión, Davis se convirtió en el director titular que más tiempo duró en este cargo y fue nombrado Presidente Honorífico de la agrupación. A partir de 2006, año en que abandonó la titularidad de la orquesta londinense, Davis se ha dedicado preferentemente a la docencia en su calidad de presidente de la Academia de Música Von Weber de Dresde y como Jefe de Estudios Orquestales en la Royal Academy of Music de Londres. Su labor pedagógica se ve complementada con la dirección ocasional de algún concierto y representación operística en calidad de director invitado. A día de hoy, Sir Colin Davis está considerado, junto a Sir Thomas Beecham y Benjamin Britten, como el mayor referente musical surgido a lo largo del siglo XX en el Reino Unido.
Sir Colin Davis encarna las mejores virtudes del arte interpretativo inglés que desde los tiempos de Beecham había perdido toda su mala fama de diletantismo. Sus hábitos de dirección pueden resultar un tanto discretos, aunque su competencia e incorruptibilidad están fuera de toda duda. Davis es un director polifacético que rehúye de innecesarias acrobacias con la batuta pese a que no deja de tener un toque de director tradicionalmente genial. Alejado por completo del dramatismo propio de la tradición germánica, Davis atesora un estilo límpido, claro y del todo respetuoso con las partituras. Afable y cercano en su relación con los profesores (suele utilizar términos muy cariñosos para dirigirse a ellos), Davis evita cualquier distancia insalvable entre ellos en aras a que la interpretación no se resienta de un aditamento expresivo ajeno a lo que el compositor escribió en la realidad. Nunca ha pretendido reelaborar la obra de arte, sino más bien sacarla del plano de su escritura para conferirle el relieve necesario: –«La partitura es como un plano del Monte Everest, pero no el Monte Everest mismo. Nuestra labor consiste en transformar dicha partitura en una experiencia real»– Su estilo de dirección es más bien conservador, sirviéndose de una amplia y poderosa batida a la hora de marcar entradas y dinámicas, y con una gesticulación que a menudo se ve reforzada por un canto sordo en su boca que trata de seguir la línea melódica principal de la ejecución.
Colin Davis se aproximó a Berlioz con un apasionamiento en absoluto forzado. Sus interpretaciones de la obra del compositor francés sintetizan, con gran acierto y sabiduría, el dramatismo inherente de la propia música con una sobriedad del todo necesaria para garantizar una mínima contención exigible que logra evitar los desbordamientos apasionados, una peculiar trampa que suele encerrar la música de Berlioz y en la que han caído muchos directores de relumbrón. Pero la relación entre Davis y Berlioz no resultó tan fácil como pudiera imaginarse; desde un principio, Davis tuvo que pelear a cara de perro con los productores discográficos para persuadirles de que la música de Berlioz podía ser del todo accesible al gran público mediante los discos. Y, sin lugar a dudas, lo consiguió. Hasta entonces, la música de Berlioz sólo había sido interpretada con profundidad por la escuela francesa (Monteux, Ansermet, Cluytens, Munch… ) y dentro de un claro compromiso de ineludible obligatoriedad. Pero el repertorio se encontraba reducido a unas pocas obras sinfónicas del compositor. Davis tuvo el mérito de explorar toda la música de Berlioz con una entrega veces rayana en lo sobrenatural. Otro autor de especial importancia en la trayectoria artística de Davis ha sido Mozart, compositor del que Davis nos ha brindado versiones — sobre todo en el ámbito escénico — de auténtica antología. A nivel de música contemporánea, Davis ha priorizado en sus compatriotas — Tippett y Britten — y en la música de Stravinski, dejando un tanto de lado la experiencia dodecafónica y atonal con la curiosa excepción del compositor español Roberto Gerhard, músico afincado en Londres y que fue amigo íntimo del director.
De entre la producción discográfica debida a Sir Colin Davis podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): La integral sinfónica de Beethoven dirigiendo la Staatskapelle Dresden (PHILIPS 639502 — integral sinfónica); los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Evgeni Kissin y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 06311 — integral); Concierto para violín de Beethoven, jumnto a Yehudi Menuhin y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 92845); Concierto para violín de Alban Berg, junto a Gidon Kremer y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (PHILIPS 412523); Beatriz y Benedicto de Berlioz, junto a Gritton, Naouri, Shkosa y Tarver, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 4); Benvenuto Cellini de Berlioz, junto a Berbié, Blackwell, Cuénod y Gedda, y dirigiendo loa Sinfónica de la BBC (PHILIPS 416955); Los troyanos de Berlioz, junto a Heppner, De Young, Lang y Mingardo, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 10); Sinfonía Fantástica de Berlioz dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (PHILIPS 701202); Sinfonía fúnebre y triunfal de Berlioz dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 724902); Harold en Italia de Berlioz, junto a Nobuko Imai y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 416431); Lélio de Berlioz, junto a Carreras y Allen, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 456143); Requiem de Berlioz dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 724902); Te Deum de Berlioz dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 464689); La condenación de Fausto de Berlioz, junto a Bastin, Veasey, Van Allan y Knight, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 416395); La infancia de Cristo de Berlioz, junto a Pashley, Cameron, Rouleau y Morison, y dirigiendo la English Chamber Orchestra (DECCA 443461); Sinfonías nº1 y 3 de Brahms dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (RCA 60388 — integral sinfónica); Peter Grimes de Britten, junto a Vickers, Summers, Harper y Bainbridge, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (PHILIPS 462847); Concierto para violín de Dvorak, junto a Sarah Chang y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 57521); El sueño de Gerontius de Elgar, junto a Rendall, Von Otter y Miles, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 83); Concierto para piano de Grieg, junto a Stephen Kovacevich y dirigiendo la Sinfónica de la BBC (PHILIPS 464702); El Mesías de Haendel, junto a Shirley-Quirk, Wakefield, Watts y Harper, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 464703); La Creación de Haydn, junto a Bostridge, Henschel y Matthews, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 628); selección de sinfonías de Haydn dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (PHILIPS 442614); Los planetas de Holst dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 29); Hansel y Gretel de Humperdinck, junto a Damrau, Allen, Silja y Connell, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (OPUS ARTE 1011); Sinfonía nº8 de Mahler dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (RCA 62834); La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Norman y Vickers, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 411474); Werther de Massenet, junto a Carreras, Von Stade, Allen y Bell, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (PHILIPS 475496); La flauta mágica de Mozart, junto a Hartmann, Keenlyside, Damrau y Selig, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (OPUS ARTE 7002); Don Giovanni de Mozart, junto a Roni, Van Allan, Ganzarolli y Burrows, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (PHILIPS 422541); Las bodas de Fígaro de Mozart, junto a Varady, Titus, Donath y Furlanetto, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (RCA 63837); Idomeneo de Mozart, junto a Norman, Harper, Woodland y Snarski, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la RAI de Roma (OPERA D´ORO 1340); La clemenza di Tito de Mozart, junto a Burrows, Mintom, Von Stade y Popp, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (PHILIPS 586302); Requiem de Mozart, junto a Heilmann, Hendrick, Blasi y Lipovsek, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (RCA 76236); selección de sinfonías de Mozart dirigiendo la Staatskapelle Dresden (DECCA 972202 — integral con las trece últimas sinfonías); Concierto para piano nº24 de Mozart, junto a Evgeny Kissin y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 82879); los 5 Conciertos para violín de Mozart, junto a Arthur Grumiaux y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 438323); Tosca de Puccini, junto a Caballé, Carreras, Murray y Wixell, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (PHILIPS 438359); Concierto para piano de Schumann, junto a Evgeni Kissin y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 82879); Concierto para violoncelo de Schumann, junto a Yo-Yo Ma y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (SONY 92757); la integral sinfónica de Sibelius dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 191 — integral); Ariadne auf Naxos de Richard Strauss, junto a Martínez, Villars, Christof y Anthony, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Dresde (KULTUR 2909); Oedipus rex de Stravinski, junto a Moser, Norman, Bracht y Ionita, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO 71831); Concierto para orquesta de Tippett dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 420781); Falstaff de Verdi, junto a Pertusi, Henschel, Alvarez y Moreno, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 55); Otello de Verdi, junto a Clayton, O´Neill, Rose y Finley, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (LSO 700); Requiem de Verdi, junto a Vaness, Quivar, O´Neill y Colombara, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (RCA 60902); y, finalmente, Tannhäuser de Wagner, junto a Weikl, Wenkoff, Jones y Schunk, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (DG 1148509). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.
Para mí supone toda una cátedra magistral el leer y conocer la trayectoria de Colin Davis, un director cuyos aspectos biográficos eran poco conocidos por mí, no así su eximia calidad con la batuta.
Coincido en que es un director que ocupa un merecido lugar en el Panteón de los Directores, aunque naturalmente no lo sitúo en el escalafón supremo donde sólo están los de siempre. Pero Colin Davis podee un don casi intuitivo para sus lecturas de la música de Mozart -siempre me han gustado su versiones- y para el barroco, como lo prueba el enlace en que dirige el «For unto us a Child is born» del Mesías -de lejos, uno de los mejores corales de este Oratorio.
Y aunque es poco lo que de Berlioz he escuchado bajo su batuta, ya son muy frecuentes los elogios que escucho acerca de su producción discográfica con la música del Maestro francés. Prestaré atención a ello y me formaré una debida idea al respecto.
Me cuesta un poco asociarle a Wagner; me parece que carece de tda esencia para dicho repertorio; si en Mozart es interesantísimo, obviando experimentos intrascendentes, y traduciendo fielmente el contenido, en Wagner luce difuso, como si se diluyera, aunque no es desechable del todo: pero algo del espíritu wagneriano se pierde, dejando tan sólo interpretaciones que se destacan por la técnica musical exquisita, aunque ambivalente. Con todo, su Tannhäuser que circula en DVD, puede verse con buenos ojos, lo que no implica que haga yo algunas críticas indispensables al respecto.
Pero antes de hacerlo, volveré a ver dicho DVD en su totalidad.
Sea como fuere, insisto en este justo reconocimiento a un director que, sin lugar a dudas, es de inmensa valía.
Abrazos, amigo y hermano Leiter.
Sir Colin Davis ha sido un director solvente que ha acometido distintos repertorios con mayor o menor fortuna. Estoy contigo, Iván, en que algunas versiones operísticas de Mozart no suenan del todo mal bajo la batuta de Sir Colin, aunque muy de lejos de los referentes centroeuropeos. Por descontado, su grabación de El Mesías de Haendel con la London Symphony de 1966 es, a mi juicio, referencial, aunque buena parte de la crítica — incluso británica — no lo tiene tan claro. Pero lo mejor, sin duda, de Davis es su Berlioz. De sus muchos registros de la Fantástica hay uno excepcional al frente de la Concertgebouw. Además, Davis ha promocionado la música de Berlioz y gracias a él el compositor galo es mucho más extenso en repertorio. Su labor en este aspecto es del todo encomiable.
Por contra, reconozco que me llevé una soberana decepción con su integral sinfónica beethoveniana al frente de la Staatskapelle Dresden. Me parecieron lecturas del todo superadas, en el estilo similar de otros muchos directores, sin ningún aporte original. No sé de esa manía de llevar obras al disco sin aportar nada nuevo (guste más o menos) y en algo tan trillado como las sinfonías de Beethoven. Por otro lado, en UNITEL CLASSICA suelen pasar muchos vídeos de Davis bien dirigiendo solo, bien acompañando a solistas de relumbrón (Arrau). Se le ve como un director dotado de mucha fuerza y personalidad que ha ganado una enorme experiencia con el paso de los años. Pero vuelvo a lo de antes: tampoco veo que aporte nada nuevo u original.
Empero, apruebo tu última frase aludiendo a un director de inmensa valía. Eso no lo vamos a poner en duda.
Mi abrazo, amigo y hermano Iván
LEITER
No se, de verdad no entiendo nada a como , desde la misma técnica de dirección, si es que existe alguna técnica, como se puede dirigir tan mal la obertura de Tannhauser….es un misterio total para mi. Pensaba que con las brumas claro oscuras de Ron Whisky lo había oido todo pero aqui tenemos un caramelo inglés a la vez azucarado y avinagrado. Yo me quedo en Calais y no cruzo el charco, que en el norte de Francia se come también muy buena chukrút. Me niego en pasar y entrar en este mundo donde se respira al revés. Y lo más incomprensible es que se trate de Colin Davis, un director muy solvente. Das ist eine sheize.
Se trata de lo que hemos afirmado con anterioridad: Sir Colin aborda repertorios con desigual fortuna. Así de simple.
Un abrazo, amigo Jean
LEITER
Magistral entrada, Leiter, muy objetiva y equilibrada. Ya hemos hablado en una ocasión de Sir Colin, un director para el cual siempre sentí mucho respeto, no solo por su trabajo con la obra de Berlioz, el cual es digno de admiración, sino también por su estilo equilibrado y convincente. Siempre trabajo muy bien el tejido orquestral y esto no es poca cosa, es un director solvente donde los hay. Luego, más tarde, y especialmente en el repertorio germano, me decepcionó bastante, es que…no lo reconocí. Parece que algo se ha caido, o que ha caido en las nuevas convenciones, no lo sé. Suelo decir que el ser humano es como una barrica de roble americano, tiene que tener mucho cuidado cuando de verdad llega a la madurez. Si se queda como vino entonces no para de crecer, envejece pero es cada día más bueno, pero si se deja pasar a vinagre, pues lo mal es que ya no puede volver a ser vino. Con esto no digo que Davis sea vinagre, pero parece que el vino, en algun momento, se ha algo avinagrado. Bueno, solo es una opinión…Un abrazo !
Coincido en ello, maestro Mounielou, y es que Sir Colin no parece haber abordado del todo bien a los grandes clásicos durante su etapa de madurez. Pero siempre nos quedará su Berlioz. Yo, particularmente, no creo que se haya caído o avinagrado (muy buena expresión la suya, Jean) sino que más bien no ha tenido en ningún momento claro hacia a dónde quería llegar, por ejemplo, con Beethoven. Y cuando no se aporta nada nuevo pues… Se desmorona todo. Incluso la Staaskapelle Dresden. Davis sabía de los proyectos de sus paisanos Pinnock, Gardiner y Norrington en este tema y quiso servir de adalid a la causa tradicional. Pero tan tradicional fue que a día de hoy se comentan más las versiones de sus paisanos que su propia integral. En fin, esto también no deja de ser una opinión mía…
Un abrazo, Jean François
LEITER