Ubicado actualmente en el Lincoln Center de Nueva York, el Metropolitan es la mayor institución musical de los EEUU y uno de los escenarios operísticos más importantes del mundo. Fundado en 1880, el Met tuvo su primer destino en un viejo edificio situado entre las calles 39 y 40 para, a partir de 1966, situarse en su actual ubicación en el Lincoln Center flanqueado por el New York City Opera y por el Avery Fisher Hall (sede de la Orquesta Filarmónica de Nueva York). Con un aforo de 3.800 localidades, el Met es la institución operística más grande del mundo y cualquier cantante que se precie como figura lírica tiene allí una cita obligada e ineludible. Anton Seidl fue su primer director musical dentro de un elenco de maestros entre los que formaron parte las más distinguidas batutas de siempre, como Gustav Mahler, Arturo Toscanini, Fritz Reiner y Dimitri Mitropoulos. En la actualidad, James Levine ocupa la jefatura musical de dicho teatro mientras que Fabio Luisi es el principal director invitado (y posiblemente el máximo candidato a sustituir a Levine a corto plazo). Durante el período comprendido entre 1950 y 1972, la dirección administrativa del teatro recayó en la figura de Rudolf Bing, un gerente que cambió las viejas estructuras de la institución y que modernizó sustancialmente la misma. En este largo intervalo de tiempo, el repertorio italiano del teatro recayó en la figura de Fausto Cleva.
Fausto Angelo Cleva nació el 17 de mayo de 1902 en Trieste, Italia, y comenzó su formación musical en el Conservatorio de Trieste para más tarde acceder al Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán. En el Teatro Carcano de la capital lombarda, Cleva realizó su debut operístico en 1919 merced a una función de Verdi causando tal impresión que inmediatamente fue requerido por su paisano Giulio Gatti-Casazza para ejercer como asistente de coro en el Metropolitan de Nueva de Nueva York durante la temporada de 1920-1921. Desde entonces, Cleva inició una labor de continua progresión en dicha institución operística pasando de director de coro a asistente para más tarde ser su director principal, adquiriendo la ciudadanía estadounidense en 1931. Paralelamente a su trabajo en el Met durante los meses de invierno, Cleva asumió también la dirección de la Ópera de Verano de Cincinnati entre 1934 y 1963. Durante la temporada de 1942-1943, Cleva fue director de la Ópera de San Francisco (y posteriormente en otro período que fue de 1949 a 1955), puestos a los que añadió la dirección de la Ópera de Chicago entre 1944 y 1946, una institución a la que Cleva ayudó a mejorar sus niveles de calidad y popularidad hasta extremos insospechados. Toda esta fulgurante carrera de Cleva se completó con una brillante trayectoria como director invitado en los principales coliseos operísticos del mundo.
Con todo, el nombre de Fausto Cleva va indefectiblemente asociado a la historia del Metropolitan neoyorquino, entidad en la que fue el máximo responsable del repertorio italiano desde 1950 a 1971. Se calcula que durante estos veintiún años Cleva dirigió nada menos que 677 representaciones condensadas en 27 títulos diferentes. Por otra parte, Cleva llegó a ser muy amigo del compositor Pietro Mascagni y esta circunstancia influyó sobremanera para que Cleva se convirtiese en uno de los mejores traductores operísticos de la escuela verista, como así atestiguan muchos de sus registros fonográficos conservados en el archivo sonoro del Met. El 6 de agosto de 1971, Cleva se encontraba en Atenas dirigiendo una producción de Gluck en el Teatro Herodes Atticus, al aire libre, cuando le sobrevino un colapso cardíaco del que cayó del todo fulminado.
Con su trabajo en el Met neoyorquino durante una trayectoria que, en sus distintos cargos, superó los cincuenta años como miembro permanente de dicha institución, Fausto Cleva se convirtió en uno de los directores de ópera, mayormente en el repertorio italiano, más prestigiosos de su tiempo. Sin llegar a alcanzar en vida las cotas de merecida figura de la dirección operística, el prestigio de Cleva se elevó considerablemente tras su fallecimiento cuando fue reconocido como uno de los mejores educadores de voces de su momento. En Nueva York, el público no temía las sustituciones de última hora cuando Cleva se encontraba al frente de la representación ya que se le consideraba como un maestro capaz de sacar lo mejor de sí a cada intérprete, fuese una figura consagrada o no. Director muy astuto e íntegro, la producción discográfica de Cleva puede dividirse en tres períodos diferenciados: La primera para el sello COLUMBIA durante los años cincuenta con un repertorio basado en el verismo y el belcantismo. La segunda para el sello OMC hasta mediados de la década de los sesenta y con una fuerte presencia de Verdi en sus programas. Y la tercera, sin duda la mejor, para el sello RCA, contando con la presencia de los mejores solistas líricos del momento. De todas formas, su escaso número de registros con fines exclusivamente comerciales provocó que Cleva fuese un maestro un tanto infravalorado en su época aunque en la actualidad su prestigio esté en continuo ascenso.
De entre la producción discográfica debida a Fausto Cleva podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): La Wally de Catalani, junto a Cappuccilli, Del Monaco, Díaz y Tebaldi, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Montecarlo (DECCA 460744); Andrea Chénier de Giordano, junto a Tebaldi, Tucker, Bastianini y Roggero, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (PREISER 89632); fragmentos de Fausto de Gounod, junto a Björling y Sayao, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (PREISER 89624); fragmentos de I Pagliacci de Leoncavallo junto a Tucker y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (PREISER 89552); fragmentos de Cavalleria Rusticana de Mascagni junto a Tucker y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (89699); fragmentos de Manon de Massenet juntoa Tucker y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Columbia (PREISER 89699); fragmentos de La Gioconda de Ponchielli, junto a Tebaldiy Cossotto, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (PREISER 89660); La bohème de Puccini, junto a Sayao, Di Stefano, Siepi y Davidson, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (ZYX 100792); fragmentos de El barbero de Sevilla de Rossini junto a Pinza y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (PREISER 89132); Aida de Verdi, junto a Amara y Ludwig, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (GALA 879984); Luisa Miller de Verdi, junto a Bergonzi, Verrett, Moffo y De Palma, y dirigiendo la Orquesta de la RCA de Italia (RCA 6646); y, finalmente, Rigoletto de Verdi, junto a Warren, Tozzi, Elias y Peters, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (GRAND TIER 4995). Nuestro humilde homenaje a este gran director operístico.
Por lo que puedo apreciar, Cleva dirigía exclusivamente el repetorio operístico italiano y sólo eventualmente alguna ópera no italiana. Lo digo especialmente por el enlace del Fausto de Gounod, donde curiosamente se anuncia la dupla Jussi Björling y Bidu Sayão, lo cual me llama mucho la atención. Habrá que escucharlo detenidamente.
Por mucho que intente evadirse el tema por parte de algunos (hoy en día no tanto) lo cierto es que el Met es, como lo señalas en la entrada, ineludible. Tan importante resulta la institución, que hasta el mismo Fritz Wunderlich -una de las voces más hermosas de ayer, hoy y siempre- experimentó una fuerte sensación de miedo cuando firmó para presentarse allí, muy pocos días antes de su fatal accidente.
Volviendo a Cleva, naturalmente este se ha hecho a un merecido lugar de honor en el Met, merced a la gran responsabilidad sobre Él depositada.
Mis abrazos.
El Met impresiona desde fuera, incluso. No me extraña que imponga tanto el cantar allí. Cleva se hizo con un nombre en dicha institución aunque su figura no deja de ser desconocida fuera de América. Pero, bueno, merece su homenaje.
Un abrazo, Iván
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