No todos los directores de orquesta buscan el éxito fácil y poco comprometido con la cualidad artística. De siempre, hubo maestros que centraron sus objetivos en el rigor interpretativo y para ello basaron su carrera en el oficio y en la seriedad, a veces poco comprendida por un sistema musical que premia a los artistas más fotogénicos e ignora, de manera injusta, a quienes realizan su labor en silencio y en la lejanía de una orquesta de provincias. Estos directores se han ido curtiendo en la soledad de teatros de ópera y salas de conciertos un tanto apartados de los circuitos musicales más conocidos y su proyección artística ha resultado lenta pero inexorable. Nadie les ha regalado nada y por lo tanto su progresión es tan solo producto de su constante trabajo y diario esfuerzo. Para estos maestros, la música está muy por encima de cualquier personalismo individual. Uno de estos directores fue el berlinés Hans Schmidt-Isserstedt, tal vez hoy no muy conocido fuera de los círculos especializados, pero creador de una de las mejores orquestas de radio alemanas, la Sinfonieorchester des Norddeutschen Rundfunks.
Paul Hans Ernst Schmidt-Isserstedt nació el 5 de mayo de 1900 en Berlín y desde muy joven se inició en el estudio del violín para más adelante ingresar en la Musikhochschule de Berlín, en donde estudió con Franz Schreker y Ertel de 1920 a 1923, y en la Universidad de Berlín para cursar estudios de filosofía y musicología que posteriormente fueron ampliados en Heidelberg y Münster. Isserstedt se doctoró en 1923 con una valiosa tesis titulada La influencia de los compositores italianos en la instrumentación de las óperas juveniles de Mozart, obra que ha sido referencial para muchos estudiantes en años posteriores. Tras escuchar y ver dirigir a Artur Nikisch en concierto, Isserstedt decidió centralizar sus actividades musicales como director de orquesta y de esta manera inició su andadura como repetidor en la Ópera de Wuppertal de 1923 a 1928, llegando a formar parte de la plantilla de la orquesta como violinista y debutando como director de la misma en 1928. De ahí pasó ese mismo año a dirigir en Rostock hasta 1931 y luego a Darmstadt en 1933 — típica progresión artística de un Kapellmeister en aquellos tiempos — para obtener su primer cargo relevante en 1935, año en el que fue designado director de la Ópera de Hamburgo. Durante los años del nazismo, Isserstedt trató de mantenerse ajeno a cualquier vinculación política aunque, no obstante, fue nombrado director musical de la Ópera de Berlín durante los difíciles meses finales de la Segunda Guerra Mundial. Por esta misma época, Isserstedt viajó con frecuencia hasta Barcelona para dirigir en el Liceu. Ya finalizada la guerra, Isserstedt fue designado por las fuerzas británicas de ocupación para llevar a cabo la fundación de la Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte de Alemania (NDR Sinfonieorchester) basada en Hamburgo.
Desde 1945 a 1971 se mantuvo Schmidt-Isserstedt al frente de la agrupación hanseática, orquesta a la que convirtió en una de las mejores formaciones de radio alemanas y con la que llevó a cabo numerosas giras por Europa, la antigua URSS y los EEUU. En 1955, Isserstedt fue también nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Estocolmo, cargo en el que se mantuvo hasta 1964 y que alternó con una brillante carrera como director invitado por las mejores orquestas del mundo. Fue un director muy vinculado y requerido por la Orquesta Filarmónica de Viena — sus conciertos en Viena eran muy esperados por crítica y público — y también destacó como un gran director de ópera, resultando especialmente memorables sus interpretaciones wagnerianas en el Covent Garden londinense durante la década de los años sesenta. Tras haber llevado a cabo una estrecha colaboración con la London Philharmonia, Schmidt-Isserstedt falleció en Holm-Holstein, Alemania, el 28 de mayo de 1973. Antes de morir, Isserstedt fue nombrado miembro de la Real Academia de Estocolmo.
Hans Schmidt-Isserstedt fue un director que nunca cortejó la publicidad mediática de otros colegas contemporáneos, por lo que su nombre no fue muy conocido fuera de los círculos musicales habituales. Con todo, Isserstedt trabajó siempre en silencio y con un rigor encomiable, creando una orquesta prácticamente de la nada y haciendo de la misma uno de los mejores conjuntos sinfónicos alemanes. Isserstedt fue un genuino representante de la corriente anti-subjetivista, convirtiéndose junto con Hans Rosbaud en uno de los mayores exponentes de la tradición objetiva austro-alemana frente a los excesos románticos propios de directores como Furtwängler o Abendroth. Su técnica de batuta resultó del todo ejemplar, con un inmejorable sentido de las dinámicas sonoras, el fraseo y la claridad interpretativa. Sus lecturas resultaron muy notables por su precisión a la hora de elegir los distintos tempi y por dotar a las mismas de una tensión acorde con su gran musicalidad, todo ello evitando los gestos excesivos y las teatralidades formales de otros colegas. Isserstedt fue un director muy apreciado por todos sus colegas, mucho más que por el propio público, y se ganó una merecida reputación como director acompañante constantemente solicitado por los mejores solistas de su época. Basó su repertorio en los clásicos y románticos alemanes, acercándose también a la música de Dvorak, Chaikovski, Bartok y Stravinski, y con el tiempo se convirtió en uno de los mejores traductores de Hindemith. Algunas de sus grabaciones discográficas son referenciales a día de hoy y suelen ser citadas por la crítica más exigente.
De entre la producción discográfica debida a Hans Schmidt-Isserstedt podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): la integral sinfónica de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 467892 — integral sinfónica); los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Wilhelm Backhaus y dirigiendo la Filarmónica de Viena (URANIA 418); Concierto para violín de Brahms, junto a Ginette Neveu y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la NDR (TAHRA 684); selección de Peer Gynt de Grieg, junto a Aulikki Rautawaara y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (HAFG 10191); La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Nan Merriman y Fritz Wunderlich, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la NDR (BELLA VOCE 107011); Concierto para violín de Mendelssohn, junto a Georg Kulemkampff y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DUTTON 9800); Sinfonía nº39 de Mozart dirigiendo la Sinfónica de Londres (FONTANA referencia desconocida); Concierto para piano nº20 de Mozart, junto a Vladimir Ashkenazy y dirigiendo la Sinfónica de Londres (DECCA 7041); Las bodas de Fígaro de Mozart, junto a Steiner, Krause, Mathis y Horst, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Hamburgo (ARTHAUS MUSIK 101263); Y, finalmente, Concierto para violín de Schumann, junto a Georg Kulemkampff y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DUTTON 9800). Nuestro humilde homenaje a este excepcional director de orquesta.
Otro director al que me acerqué primero por simple curiosidad y junto al cual permanecí hasta hoy, celebrando sus virtudes artísticas. Ignoraba su andadura previa al inicio de su gran obra, la NDR de Hamburgo, y ha resultado ser del todo congruente con su perfil humano y su tranquila pero inflexible tenacidad.
Un amigo suele definir a Schmidt-Isserstedt como un músico con el don de la transparencia; logra desmenuzar las texturas, logra realzar las ideas enhebradas en la partitura. Y tu explicación lo complementa: esa lucidez interpretativa viene de una seria aplicación a la música, a estudiarla, a entenderla.
Me agrada muy particularmente ese desdén hacia los medios. Tiene algo de esa idea griega sobre la aristocracia, orientada hacia las cosas superiores y desentendida de las pequeñeces cotidianas que podrían absorber esa dedicación.
Tengo los dos Conciertos para piano de Brahms interpretados por él, por «su» NDR y por Claudio Arrau. Luego de esta entrada, creo que volveré a ellos este fin de semana.
Un fuerte abrazo, querido amigo y hermano!
Estoy convencido de que tanto tú como yo teníamos algún disco de Schmidt-Isserstedt y no teníamos ni idea de quién era ese director de acompañamiento. Pero el caso es que sonaba muy bien. Creo que ahí se resume el buen hacer de este director.
Yo creo que este director era el paradigma alemán de hacer bien las cosas, tal vez sin genialidades, pero efectuando un trabajo del todo riguroso. Esos maestros habían estudiado — digamos que a la antigua — y sabían muy bien lo que se traían entre manos. Y coincido contigo. Schmidt-Isserstedt es un director de esos que permite que todo lo escrito se escuche, aunque sean unos clarinetes dentro de un fortissimo orquestal. Esto es una de las cosas que yo más valoro dentro de la dirección orquestal. Que todo se escuche, que haya nitidez, que exista trasparencia y equilibrio sonoro. Si no es así, ¿para que voy a rellenar el papel pautado de unos óboes en un lleno con protagonismo de trompas, trompetas y trombones? Si así lo hiciera, dejaría la parte de óboes en silencio. No se si me entiendes lo que quiero decir, maestro Joaquín. Tal vez por eso, aunque Schmidt-Isserstedt sea un puro producto alemán, yo sienta tanta admiración por los directores clarificadores de la Escuela Francesa.
Mi abrazo, amigo y hermano Joaquín
LEITER
Lo de la segunda de Brahms es exactamente como Vd lo explica, Leiter, con suma precisión, chapeau !! Es un tema de respiración muy delicado, para conseguir el apoyo en el tercer tiempo. Y lo dificil es también equilibrar la parte marcada por Brahms con un «un poco stringendo» y el ritardando que le sigue inmediatamente. Es que los directores actuales no saben, de forma general, llevar a cabo un stringendo. Simplemente aligeran el tempo más allá de lo necesario.Y luego, cuando hay un ritardando de esta naturaleza, hay que respirar con el instrumentista en un tipo de compartir musical muy sutil. Con todo esto hay que introducir cierta «técnica brahmsiana» de respiración anticipando los cambios de tempo con suma deliadeza, más que nunca los músicos deben percibir que el director está anticipando en su mente, bueno creo que se podría hablar de un «master» de dirección brahmsiana y son muy pocos los que lo tienen.
No quiero criticar a Isserstedt porque efectivamente, y más comparado con los de hoy, realiza un trabajo muy pulcro. Pero hay una chispa que lo separa de los grandes de su misma generación, y creo que es apasionante intentar detectar donde está esta chispa que falta. Indudablemente lo hace bien, incluso en esta obertura. Pero el conjunto no arranca con este espíritu vibrante que otros, incluido Giulini, que suele ser un director que no me gusta mucho, consigue. Y le diré que esto es algo que me atormenta..pienso: estás seguro que lo conseguirías, o te quedarías en el nivel de Isserstedt? Encontrarías esta chispa que marca la diferencia? Es tan sútil, amigo, tan sútil ! Entonces hablo de «respiración intuitiva» que es: marcar el ritmo y dejar tocar. Y luego, mientas oyes, dosificas. Es una forma de dirigir que por un lado indica el marco y por otro, al mismo tiempo, sigue a la orrquesta. Lo que llamo «respiración mental» es una forma de indicar que no resulta de la escucha sinó de un concepto musical. Y en todo esto las diferencias son milimétricas, y las palabras no sirven de nada!!
Un fuerte abrazo
Jean François
Claro, maestro Jean François, pero es que eso último resulta ciertamente complicado y está al alcance de tan solo unos privilegiados. El cerebro ha de adaptarse a dos situaciones distintas — lo que se escucha y lo que se pretende escuchar — que si bien forman parte de la dirección orquestal, no es menos que lograrlo a efectos plenos es del todo difícil. Sí, la verdad es que transmitir esto en palabras resulta una pretensión casi imposible.
Ah, Giulini. Ya le tocará el turno aquí en esta temporada. Me parece un director seductor en muchas de sus versiones, un director que casi siempre me apasiona por su manera de dirigir con el corazón. Ya hablaremos de él en su momento.
Mi abrazo, maestro Mounielou.
LEITER
Observo con tranquilidad que no soy el único a quién le llamaba la atención que Schmidt-Issersted fuese poco nombrado en ciertos círculos, los pretendidamente muy conocedores. Las referencias que de él he tenido se limitaban a una impecable Novena de Beethoven con la Wiener (que me fue robada) y el Concierto para Violín de Beethoven junto a Henryk Szeryng, versión muy querida por mí. Ahora mismo escucho el enlace de la Pastoral y me complace mucho la luminosidad orquestal que percibo en la interpretación, una elegancia pocas veces alcanzada; sin ser demasiado lenta ni innecesarimente precipitada, la melodía fluye limpiamente y otorga al oído una sensación de pureza musical muy reconfortante. Realmente cobra un carácter metafísico, atmósférico, lectura indispensable en ciertas partituras como la Sexta.
Su nombre siempre me fue familiar y lo tuve como cercano, aunque sus grabaciones no abundan en mi colección. Aprecio mucho ese comportamiento aristocrático que señala Joaquinón, comparándolo con la Antiguedad Clásica. Muy bien indicado.
Ya escucharé con detenimiento los restantes enlaces, aprovechando la tormenta que se aproxima.
Mis sinceros abrazos, Leiter, Jean-François y Joaquín.
¡Cuidado con esa tormenta eléctrica!
Yo creo que todos hemos descubierto un poco más a Schmidt-Isserstedt, un director con su altibajos pero garante de solvencia germánica. Y a todos nos ha ocurrido lo mismo. Teníamos algún que otro disco de él y nada más (y ese concierto con Szeryng también lo poseo, creo). Como siempre, Szeryng mejor en disco que en vivo.
Mi abrazo, amigo y hermano Iván
LEITER