Sajonia es una de las regiones alemanas con una tradición musical más viva y consciente. A pesar de todos los cambios políticos y sociales, Dresde fue siempre una ciudad tan conservadora en el aspecto musical como Munich. No obstante, como lugar de estrenos mundiales de muchas óperas de Richard Strauss, la ciudad siempre permaneció ligada al idioma musical del Romanticismo tardío alemán. Por otra parte, se suele afirmar que los más sacrificados trabajadores alemanes proceden en su mayoría de Sajonia, en atención al abierto espíritu luterano que enfoca toda vivencia al servicio de Dios. Rudolf Kempe tuvo unos orígenes más bien humildes y se vio obligado a aprender el oficio de forma debida, esto es, pasando de una orquesta a otra hasta ir ascendiendo en la escala cualitativa. Por eso, no debe extrañar que Rudolf Kempe haya sido uno de los directores con más vitalidad y energía que hayan surgido nunca en Alemania. Eso lo da la tierra, como también el hecho de que, nacido y criado en Dresde, Kempe haya pasado a la historia como uno de los mejores traductores de Richard Strauss.

 Rudolf Kempe nació el 14 de junio de 1910 en Dresde, Alemania, en el seno de una familia aficionada a la música. Con seis años de edad empezó a recibir sus primeras clases de piano mientras que a los doce se inició también en el estudio del óboe bajo la tutela de Johann Könnig, primer óboe de la Staatskapelle Dresden. Dos años más tarde Kempe ingresó en la Escuela Superior de Música de Dresde para proseguir sus estudios de óboe y de composición y dirección con los profesores Fritz Busch, Theodor Blumer y Kurt Striegel, iniciándose también en el aprendizaje del acordeón. En 1928 fue contratado como primer oboísta en la Orquesta de la Ópera de Dortmund para seguidamente pasar a la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig, formación en donde tuvo la oportunidad de ser dirigido por batutas del prestigio de Beecham, Furtwängler, Kleiber y Bruno Walter. En 1935 se le ofreció de forma casi casual dirigir un ensayo de una ópera de Mozart con tanto éxito que desde ese preciso instante Kempe dedicó todos sus esfuerzos a convertirse en director. Después de trabajar en la Ópera de Leipzig como repetidor y director asistente, Kempe fue contratado en 1942 como repetidor y director de la Ópera de Chemnitz. Reclutado por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, Kempe fue apartado de cualquier actividad bélica y tal vez por ese motivo no se tuvo en cuenta su pasado por las nuevas autoridades aliadas al término del conflicto.

 Tras la guerra, Kempe retornó a su puesto en Chemnitz para más tarde, en 1948, trabajar junto con Hermann Scherchen en la Ópera de Weimar. Atendiendo una invitación de Joseph Keilberth, Kempe partió un año después para Dresde y desde 1949 fue su director titular, aunque no tuvo mucha paciencia para aguantar a las autoridades de la RDA y de esta forma abandonó el puesto en 1952 para sustituir a Solti en Munich. Un año más tarde Kempe dirigió por primera vez en el Covent Garden y luego en el Met, aunque unas discusiones con el intendente de Munich, Rudolf Hartmann, le hicieron abandonar la capital bávara antes de que finalizase su contrato. A partir de 1960 Kempe trasladó su centro de interés principal a la actividad de conciertos y se le vio con mucha frecuencia en Londres, ciudad en donde se hizo cargo de la titularidad de la Royal Philharmonic a la muerte de Beecham. Ese mismo año también debutó en Bayreuth dirigiendo el ciclo completo de El Anillo. De forma paralela, en 1965 Kempe se hizo cargo de la Orquesta Tonhalle de Zurich y poco después alternó dicha labor con la dirección de la Orquesta Filarmónica de Munich, siendo su titular hasta el día de su muerte. Toda esta ingente — y difícil de resumir — actividad parecía no tener fin incluso cuando en 1963 Kempe tuvo que renunciar temporalmente a sus compromisos debido a una enfermedad. En 1975 se le ofreció la titularidad de la Orquesta Sinfónica de la BBC, cargo en el que permaneció tan sólo un año. Marcado por la enfermedad, Kempe falleció el 12 de mayo de 1976 en Zurich.

 Rudolf Kempe fue uno de los directores más admirados por las orquestas debido a su cortesía en los ensayos y a la claridad de sus procedimientos expositivos. Tenía un especial don, vivo y emocionante, para transmitir su profundo amor a la música tanto a las orquestas que dirigía como al público. Dotado de una excelente técnica de batuta, Kempe manejó con destreza todos los recursos de la dirección orquestal para dotar a sus interpretaciones de una altísima cualidad sonora. Capaz de señalar con cada brazo diferentes modos de compás, esta destreza técnica sólo pudo ser igualada años después por Pierre Boulez aunque con mucha menos flexibilidad. Figura brillantísima y elegante sobre el estrado, fue ante todo un músico profundamente alemán y conservador. La inteligencia artesanal ocupaba un primer lugar por encima de cualquier sentimentalismo inmaduro. Para él fue siempre natural la búsqueda de la sensualidad sonora y el efecto conseguido con el mayor gusto posible. Con una mano que dejaba entrever un modo tan infalible como seguro, Kempe fue un representante de la música de alto nivel y, en cierto sentido, un director-espectáculo cuyas formas externas no constituían un fin en sí mismas, sino que obedecían más bien a una expresión irreprimible de musicalidad tan rica como disciplinada. 

 Su repertorio estuvo basado en todo aquello que asimiló desde pequeño en Dresde, por lo que cualquier otra música ajena con la que tuvo que lidiar más tarde nunca llegó a entusiasmarle del todo. Mahler le resultó extraño, al igual que Haydn y Mozart. Kempe se encontró siempre más a gusto con el Romanticismo alemán, con Beethoven y Brahms como baluartes sinfónicos y Wagner y Strauss en el terreno operístico. Sus grabaciones de las obras orquestales de Strauss marcaron la pauta durante mucho tiempo y es difícil encontrar versiones que puedan equipararse en inspiración a las suyas. Por contra, algunas de sus grabaciones wagnerianas resultan bastantes mediocres, sobre todo aquellas que fueron grabadas en directo. Kempe nunca fue un perfeccionista a cualquier precio y en ocasiones pecó de ingenuidad con algunas compañías discográficas y algunos productores poco imaginativos. Tal vez por ello, Kempe nunca llegó a alcanzar el podio de las estrellas más mediáticas de la dirección orquestal pese a que su valía como director estuvo muy por encima de la de otros colegas con mayor renombre. Con todo, Rudolf Kempe sigue siendo una verdadera figura de culto para muchos melómanos entre quienes humildemente me incluyo.

 De entre la producción discográfica debida a Rudolf Kempe podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Sinfonía nº6 de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Munich (EMI 29557); Concierto para piano nº5 de Beethoven, junto con Jakob Gimpel y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (REGAL 9002); Sinfonía nº2 de Brahms dirigiendo la Filarmónica de Munich (ARTS MUSIC 43014); Concierto para piano nº1 de Brahms, junto a Jakob Gimpel y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (EMI 20010); Requiem Alemán de Brahms, junto a Elisabeth Grümmer y Fischer-Dieskau y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (EMI 64705); Sinfonía nº4 de Bruckner dirigiendo la Filarmónica de Munich (LIVING STAGE 35164); Preludio a la siesta de un fauno de Debussy dirigiendo la Staatskapelle Dresden (PROFIL 8053); Sinfonía nº9 de Dvorak dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TESTAMENT 1269); Kindertotenlieder de Mahler, junto a Fischer-Dieskau y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (EMI 67557); los 4 Conciertos para trompa de Mozart, junto a Alan Civil y dirigiendo la Royal Philharmonic (EMI 67597); Don Quixote de Richard Strauss dirigiendo la Staatskapelle Dresden (EMI 64350); Metamorfosis de Richard Strauss dirigiendo la Staatskapelle Dresden (EMI 64350); Sinfonía Alpina de Richard Strauss dirigiendo la Staatskapelle Dresden (EMI 64350); El caballero de la rosa de Richard Strauss, junto a Köth, Wunderlich, Waas y Grüber, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera (MELODRAM 30048); Salome de Richard Strauss, junto a Hesse, Vickers, Laubenthal y Rysanek, y dirigiendo la Orquesta Nacional de la RTL Francesa (MELODRAM 30047); La mujer sin sombra de Richard Strauss, junto a Rysanek, Benningsen, Hopf y Schech, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera (MYTO 212); Lohengrin de Wagner, junto a Ludwig, Frick, Grümmer y Thomas, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (EMI 67411); y, finalmente, Los Maestros Cantores de Wagner, junto a Frick, Kusche, Unger y Höffgen, y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (EMI 64154). Nuestro humilde homenaje a este portentoso director de orquesta.