Con frecuencia se le atribuyó al estilo orquestal soviético una fría y maquinal perfección, un adiestramiento y orientación musical casi deportiva. En muchas ocasiones los directores rusos fueron comparados con los americanos, aunque con un grado mayor de brutalidad orquestal que de exquisitez. Por otro lado, se llegó a repetir hasta la saciedad en Occidente que los maestros rusos eran sólo buenos intérpretes para su música autóctona. Este tipo de afirmaciones contribuyeron muy poco a caracterizar lo que se desprendía de los impulsos e intenciones musicales de algunos directores soviéticos. Sin embargo, hubo directores que, aparte de tener en cuenta de manera casi obligada el repertorio ruso, tuvieron un horizonte mucho más amplio que abarcó desde los clásicos vieneses hasta las sinfonías del tardío romanticismo. Kiril Kondrashin fue durante muchas décadas uno de los directores de primer orden en la Unión Soviética. Su maestría musical no se entendió principalmente en efectos circenses, sino en el más puro contenido estructural de la música. En absoluto fue Kondrashin ese director estatalizado al que hubiesen deseado ver los que sólo se preocupan de la representatividad.

Kiril Petrovich Kondrashin nació el 6 de marzo de 1914 en Moscú en el seno de una familia en donde los padres eran violinistas en la Orquesta del Teatro Bolshoi de Moscú. A la edad de seis años Kiril recibió sus primeras nociones musicales para más tarde, entre 1932 y 1936, estudiar teoría y dirección en el Conservatorio de Moscú bajo la tutela de los profesores Nikolai Zhilyayev y Boris Khaikin. Habiendo debutado como director en el Teatro de los Niños de Moscú en 1931, Kondrashin trabajó como director asistente de Stanislavski y Demirovich-Danchenko en el Teatro Musical a partir de 1934, llegando a dirigir una opereta francesa de Planquette. Cuando su antiguo profesor Boris Khaikin fue nombrado director del Teatro Maly de Leningrado, Kondrashin decidió acompañarle y allí estuvo trabajando desde 1936 a 1943, obteniendo en 1938 el premio de la Competición de Directores de la Unión Soviética en base a su gran oficio y a una no menor técnica interpretativa. Su labor al frente del Teatro Maly en los complicados años de la Segunda Guerra Mundial fue recompensada por las autoridades soviéticas ofreciéndole en 1943, y bajo circunstancias del todo dramáticas, la dirección del prestigioso Teatro Bolshoi de Moscú, institución que se había trasladado a las afueras de la capital en vista de la invasión nazi. Con todo, Kondrashin llegó a convertirse en uno de los mejores directores de ópera de la URSS y, finalizada la guerra, fue condecorado por partida doble con el Premio Stalin en 1948 y 1949. Sin embargo, el Teatro Bolshoi — tan conservador en sus preferencias musicales como la Ópera de Viena o el Met de Nueva York — no satisfizo la condición interpretativa de Kondrashin a largo plazo. Dedicado cada vez más a la dirección de conciertos sinfónicos, Kondrashin abandonó el Bolshoi en 1956 para dedicarse a dirigir en calidad de invitado a las más prestigiosas orquestas de la URSS.

En 1958 Kondrashin dio un gran impulso a su carrera internacional al ser el director acompañante del pianista Van Cliburn — ganador del Premio Chaikovski ese mismo año — a lo largo de una serie de giras por la URSS y los EEUU. Dos años más tarde, Kondrashin fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Moscú, cargo en el que se mantuvo hasta 1975 y en el que amplió su prestigio internacional en base a numerosas giras de conciertos por todo el mundo. La agrupación moscovita llegó incluso a rivalizar bajo la batuta de Kondrashin con la que por entonces era considerada la mejor orquesta de la Unión Soviética, la Filarmónica de Leningrado del maestro Mravinski. Durante los quince años que estuvo al frente de la Filarmónica de Moscú, Kondrashin se convirtió en uno de los mejores embajadores de la música de Shostakovich por el mundo. En reconocimiento a sus logros, Kondrashin fue condecorado en 1972 con la más alta distinción cultural de la URSS, el título de Artista del Pueblo de la Unión Soviética. Tras abandonar la dirección de la Filarmónica de Moscú en 1975, Kondrashin alternó sus tareas docentes en el Conservatorio de Moscú con su actividad como director invitado por todo el mundo. A pesar de gozar de cierto privilegio para salir al extranjero y atender sus contratos, Kondrashin decidió solicitar asilo político en Holanda en diciembre de 1978 aprovechando la regular colaboración que mantenía desde tiempo atrás con la Orquesta del Concertgebouw, formación que poco después le nombró director invitado permanente. Luego de unos espectaculares conciertos al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, se le nombró director titular de dicha agrupación en sustitución de Rafael Kubelik. Sin embargo, y antes de poder ocupar ese nuevo puesto, Kondrashin falleció repentinamente en Amsterdam el 7 de marzo de 1981 como consecuencia de un infarto de miocardio.

La primitiva experiencia de Kondrashin como director operístico fue decisiva para poder desarrollar posteriormente una brillante carrera como director sinfónico. Prescindió de la batuta desde muy joven y utilizó todo un catálogo de recursos gestuales, desde movimientos con los dedos hasta una obsesiva fijación visual, para hacer entender sus requerimientos a las orquestas. Sus lecturas solían ser radiantes y dramáticas, tendiendo a una interpretación de tipo programático que estaba en consonancia con sus inicios como director de ópera. Sin llegar a la fría lucidez de su colega Mravinski, tal vez el mayor exponente de la tradición soviética, Kondrashin demostró ser un profundo analista de las partituras y un sensible alquimista de la sonoridad de las formaciones tonales que solía entusiasmar a oyentes y músicos con sus variadas indicaciones. Kondrashin fue además uno de los grandes defensores de la obra de Shostakovich, compositor al que supo interpretar bajo un nuevo prisma de subjetividad radical muy alejado de la consideración oficiosa de músico del partido. Partiendo asimismo de Shostakovich, Kondrashin elaboró también una nueva concepción de Mahler más seria y alejada del ámbito teatral. Por desgracia, su prematura muerte nos privó del que posiblemente hubiera sido el período de su mayor madurez como director ya instalado en Occidente.

De entre el legado discográfico debido a Kiril Kondrashin podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para violín de Beethoven, junto a David Oistrakh y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (BBC LEGENDS 4127); Concierto para piano nº5 de Beethoven, junto a Van Cliburn y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (VIDEO ARTISTS 4452); Sinfonía nº2 de Borodin dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (PHILIPS 438280); Concierto para piano nº2 de Brahms, junto a Van Cliburn y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (VIDEO ARTISTS 4453); Doble Concierto de Brahms, junto a David Oistrakh y Mstislav Rostropovich, y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (BBC LEGENDS 4197); Concierto para piano nº1 de Chaikovski, junto a Van Cliburn y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (TESTAMENT 1440); Concierto para violín de Chaikovski, junto a Nelli Shkolnikova y dirigiendo la Sinfónica de Moscú (DOREMI 7819); Variaciones Rococó para violoncelo y orquesta de Chaikovski, junto a Daniil Shafran y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (BRILLIANT 93096); Concierto para piano nº1 de Glazunov, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (referencia desconocida); Ruslan y Ludmila de Glinka, junto a Petrov, Verbitskaia, Krivtchenia y Prokovskaya, y dirigiendo la Orquesta del Bolshoi (PREISER 90663); Suite Masquerade de Khachaturian dirigiendo la Orquesta Sinfónica de RCA Victor (RCA 63302); Sinfonía Española de Lalo, junto a Leonid Kogan y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (EMI 67732); los 2 Conciertos para piano de Liszt, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Sinfónica de Londres (PHILIPS 464710); Sinfonías nº1, 3, 4, 5 y 7 de Mahler dirigiendo la Filarmónica de Moscú, la Sinfónica del Estado de la URSS y la Filarmónica de Leningrado (MELODIYA referencia desconocida); Concierto para violín de Mendelssohn, junto a David Oistrakh y dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de la URSS (URANIA 333); Sinfonía concertante para violín y viola de Mozart, junto a David e Igor Oistrakh, y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (DECCA 470258); Concierto para piano nº1 de Prokofiev, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Joven Orquesta de Moscú (URANIA 383); Cantata de Octubre de Prokofiev dirigiendo la Filarmónica de Moscú (referencia desconocida); Concierto para piano nº3 de Rachmaninov, junto a Emil Gilels y dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de la URSS (ARCHIPEL 343); Capricho español de Rimski-Korsakov dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la RCA Victor (RCA 63302); Concierto para piano de Rimski-Korsakov, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Joven Orquesta de Moscú (URANIA 4208); Concierto para piano nº5 de Saint-Saëns, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Joven Orquesta de Moscú (URANIA 4213); la integral sinfónica de Shostakovich dirigiendo la Filarmónica de Moscú (MELODIYA 01065 — integral con 10 CD´s); y, finalmente, Concierto para violín nº2 de Shostakovich, junto a David Oistrakh y dirigiendo la Filarmónica de Moscú (MUSICAL CONCEPTS 1062). Nuestro humilde homenaje a este formidable director de orquesta.