Una cultura universal unificada supone casi una utopía en medio de esta aparente globalización mundial. Muchos países pobres de África, América del Sur y Asia no pueden permitirse una vida musical al estilo euro-americano a pesar de que algunas de sus economías han experimentado un enorme desarrollo durante los últimos años. En cualquier caso, las posibilidades de comunicación y formación han crecido de forma tan rápida que no resulta extraño que alguna persona perteneciente a esas culturas tan desconocidas sea capaz de llegar al reconocimiento musical de Europa. En los años treinta del siglo pasado, era prácticamente imposible que una familia propiamente hindú se interesara por la música occidental hasta el extremo de profesionalizarse en este campo. Sin embargo, alrededor de Bombay se había formado un grupo étnico importante conocido como los parsis, una minoría étnica de religión zoroástrica que, a diferencia de las tradiciones ancestrales hindúes opuestas a la occidentalización, estaba abierta a cualquier influencia artística. Los parsis se instalaron en Bombay huyendo de la islamización persa en el siglo VIII y formaron un colectivo independiente. Durante la década de los años treinta, un joven músico llamado Mehli Mehta comenzó a ejercer como violinista y director improvisado de una pequeña orquesta de ballet que había sido creada en Bombay para acompañar las actuaciones de la bailarina Anna Pavlova. Poco podría imaginar Mehli Mehta en aquellos momentos que su hijo Zubin llegaría a ser no sólo el director de orquesta más famoso de la India, sino también uno de los más populares de todo el panorama musical internacional.
Zubin Mehta nació el 29 de abril de 1936 en Bombay, India, en el seno de una familia parsi en la que el padre ejercía como violín concertino en la orquesta de la ciudad. Pronto el joven Zubin demostró unas cualidades innatas para la música y, de esta forma, a los dos años de edad ya simulaba tocar el tambor mediante dos palillos de madera que le había regalado su padre. Dotado del llamado oído absoluto y de una memoria excelente, el pequeño Mehta recibió sus primeras clases de violín y piano a los siete años, aunque tuvo que abandonarlas durante una temporada debido a que contrajo una meningitis de la que tardó en recuperarse. Además, su padre había logrado convertirse en el director de la Orquesta Sinfónica de Bombay y la comunidad parsí de aquella ciudad le becó para ampliar estudios en los EEUU, con lo que en el verano de 1945 el padre de Zubin viajó hasta América dejando sola a su familia. El pequeño Zubin, admirado de las noticias que llegaban de su padre desde los EEUU, comenzó a hacer acopio de discos y se centró en los estudios de piano. En 1949, el padre regresó a la India y se vio obligado a recomponer la Orquesta Sinfónica de Bombay, desmantelada un par de años antes con motivo de la Guerra de Segregación de Pakistán. Fue entonces cuando decidió dejar la educación musical de su hijo en manos del profesor italiano Odone Savini, quien vivía en una localidad cercana a Bombay. Con todo, los deseos del padre de Zubin eran que el joven se dedicara a la medicina y por eso decidió matricular a su hijo en la Universidad de San Javier dirigida por el jesuita español Ramón de Rafael. Este hombre, muy versado en música, descubrió que a Zubin sólo le interesaba la música y le animó en secreto a que prosiguiera con su formación musical. En 1952, Zubin recibió una carta de su primo Dady, quien se encontraba en Viena realizando estudios musicales, en la que le animaba a dirigirse a la capital austríaca para ampliar formación. La negativa de su padre fue rotunda y Zubin siguió con sus estudios de medicina. Sin embargo, ese mismo año Zubin se vio obligado a tomar la batuta por primera vez durante un ensayo de la Sinfónica de Bombay dirigiendo a su propio padre como solista. Aquello marcó el devenir de Mehta quien, desde ese momento, decidió dedicarse por completo a la música a pesar de la negativa paterna. Durante una clase de disección anatómica, Mehta abandonó el aula y comunicó a sus profesores el abandono definitivo de los estudios de medicina (en un caso muy similar al ocurrido con Berlioz más de cien años atrás).
En 1954, con dieciocho años de edad, Mehta se trasladó a Viena y en la Academia de Música de la capital austríaca se dedicó a ampliar su formación en composición, piano y contrabajo. Allí también conoció a un joven estudiante procedente de Milán, Claudio Abbado, con quien entabló una gran amistad y con el que ingresó en la Singverein de la Sociedad de Amigos de la Música para poder subvencionar sus costosas clases y de paso observar cómo dirigían los principales maestros de la época. (No deja de ser paradójico que la primera grabación discográfica de Mehta fue aquella en donde intervino como miembro del coro durante una sesión musical en donde Karajan registró la Novena de Beethoven…). Un año más tarde, Mehta superó las pruebas de acceso a los cursos de dirección orquestal impartidos por Hans Swarowski y de paso conoció a quien se convertiría en su primera mujer, la cantante canadiense Carmen Lasky. Un momento de gran orgullo para el padre de Mehta significó el hecho de que el propio Swarowski le confesó que ya no podía enseñarle nada nuevo a su hijo y que su talento como futuro director de orquesta era excepcional. Fue entonces cuando el padre de Mehta decidió trasladarse con toda su familia a Glasgow al ser admitido como concertino de la Scottish Chamber Orchestra. Mientras, Zubin Mehta prosiguió con sus clases en Viena con un breve paso por la Accademia Chigiana de Siena durante el verano de 1955. De vuelta a Viena, Mehta debutó como director en 1956 al encargarse de un concierto extraordinario para los inmigrantes húngaros que habían abandonado su país como consecuencia de la invasión soviética. Su figura llegó a hacerse muy popular en Viena — se le apodó con el sobrenombre de Der Inder (El Indio) — y en 1957, tras finalizar los cursos de dirección, dirigió a la Tonkünstler Orchester como prueba final de examen obteniendo los mejores elogios. Tras una nueva breve estancia en Siena durante aquel verano, Mehta partió para Inglaterra para ver a su familia y de paso se inscribió en un concurso de dirección de orquesta en Liverpool. Pocas semanas después, Mehta consiguió un doble éxito: Ganó dicho concurso y contrajo matrimonio en Viena con Carmen Lasky. Gracias al triunfo en aquel certamen, Mehta fue contratado como director asistente de Sir John Pritchard en la Royal Philharmonic de Liverpool. Tras un periplo realmente complicado en el que Mehta nunca llegó a adaptarse del todo, la gerencia de la orquesta británica decidió no renovarle el contrato y a Mehta no le quedó más remedio que volver a Viena para encontrar nuevas expectativas laborales.
En Viena, Mehta conoció la invitación de Leopold Stokowski para dirigir a la Orquesta de Filadelfia y por ello se vio obligado a solicitar un préstamo a la Embajada India en Viena para poder afrontar el costoso viaje a América. No sólo recibió la subvención — al gobierno hindú le interesaba la proyección internacional de uno de sus súbditos como motivo de propaganda política — sino que su padre fue también recomendado para obtener un cargo docente en la New School of Music de Filadelfia, lo que suponía un nuevo reencuentro familiar. A todas estas felices noticias se sumó la invitación de Bernstein para que Zubin Mehta fuese su asistente en Nueva York. Ya en 1960, Mehta fue contratado de urgencia por la Orquesta Sinfónica de Montreal para dirigir una serie de conciertos sustituyendo a un enfermo Markevitch (se descubrió que el ucraniano no estaba tan enfermo — se encontraba dirigiendo en París — y se decidió contratar a Mehta como titular durante la temporada 1961-1962). Con apenas 24 años cumplidos, Mehta era ya un director bastante famoso en el mundillo norteamericano y ello no pasó desapercibido para los rectores de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, quienes propusieron a Mehta ser el director asistente de un recién contratado Solti. Al húngaro no le gustó nada esta decisión y presentó su dimisión irrevocable sin casi haber dirigido a la formación californiana, lo que facilitó el ascenso de Mehta a la titularidad de la misma en 1962. De forma paralela, Mehta empezó a ser requerido como director invitado en Europa y se gano una insólita fama de conquistador amoroso (se le llegó a atribuir un romance secreto con una conocida soprano que acabó por costarle su matrimonio con Carmen Lasky). La labor de Mehta en Los Angeles duró nada menos que hasta 1978 y se caracterizó por las numerosas giras acometidas y por abrirse paso en el repertorio operístico. La popularidad de Mehta subió como la espuma gracias a diversas apariciones mediáticas que le presentaban como un showman. En 1967, Mehta fue esclavo de sus palabras al negar la posibilidad de ser el sucesor de Bernstein en Nueva York aludiendo a que la Filarmónica de Los Angeles era una orquesta muy superior a la neoyorquina. Diez años después, Mehta fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Nueva York… A partir de 1969, Mehta inició una estrecha vinculación con la Orquesta Filarmónica de Israel, entidad que acabó nombrándole director musical en 1977 y director emérito en 1991.
Mehta permaneció al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York hasta 1991 y durante este tiempo trató de desterrar los programáticos experimentos de su antecesor Boulez. La crítica musical neoyorquina atacó el conservadurismo de Mehta y, pese a los indiscutibles éxitos obtenidos, nunca llegó a estar a la altura de la salvaje genialidad de Bernstein o de la autoridad legisladora de Boulez. Con todo, el director hindú batió el récord de permanencia al frente de la formación neoyorquina y decidió reconducir su vida privada casándose con Nancy Kovac, su segunda esposa. En 1990, Mehta dirigió el primer concierto de la serie de Los Tres Tenores con motivo de la celebración de la Copa Mundial de Fútbol en Italia y ello ayudó a aumentar aún más su enorme popularidad mundial. También por estas fechas Mehta empezó a colaborar con el Mayo Musical Florentino, entidad de la que había sido su director artístico hasta 1985. Desde entonces, Mehta ha realizado una incesante actividad como director invitado en las más prestigiosas orquestas del mundo y ha intervenido en numerosos acontecimientos musicales conmemorativos. Dirigió, además, el tradicional Concierto de Año Nuevo en Viena en las ediciones de 1990, 1995, 1998 y 2007. Entre 1998 y 2006, Mehta fue el director musical de la Ópera Estatal de Munich y desde 2005 se ha venido ocupando, junto con Lorin Maazel, de la Ópera de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de la Comunidad Valenciana. Mehta reside en los EEUU pero conserva la ciudadanía hindú.
Siendo uno de los directores de orquesta más populares de la actualidad, los años de actividad de Mehta le han ido convirtiendo paulatinamente en un maestro más maduro y con mayor capacidad de expresión musical. Durante su juventud, Mehta fue criticado por dotar de un excesivo ímpetu a sus lecturas tal vez en consonancia con su edad y dentro de un estilo espectacular muy apreciado en los EEUU. Director dinámico como pocos, Mehta une a su privilegiada memoria musical una extraordinaria capacidad de trabajo capaz de llevar a cabo una incesante actividad como director y como artista asiduo de los estudios de grabación. Desde sus orígenes, Mehta ha ido pulsando todos los géneros musicales, desde los conciertos a la ópera pasando por los espectáculos musicalmente más heterogéneos, con un incontestable éxito popular que no siempre se ha visto acompañado por el de la crítica. Su técnica de batuta resulta fuerte y poderosa, aunque sus peculiares modos de dirección pueden resultar en ocasiones excesivamente vistosos y muy de cara a la galería.
Pocos directores han consumado de una manera tan rápida como Mehta la transformación de un músico interesante en una verdadera estrella comercial. El producto Mehta es sinónimo de eficacia y garantía en cualquier campo y su superioridad técnica y musical hace que continúe su actividad de manera ascendente. Capaz de versionar las partituras más complejas con los mínimos ensayos, Mehta posee una resistencia física sobre el podio a prueba de bomba que la faculta para dirigir alguna mega obra de Mahler ó Bruckner durante una sesión para, finalizada la misma, tirarse más de diez horas metido en un avión para ofrecer al día siguiente una densa ópera de Wagner en el otro extremo del mundo. Pero toda esta condición atlética — obviando su congénita tendencia a echar barriga — que le hace aparecer como un verdadero virtuoso sobre el podio no puede ocultar una cierta carencia de profundidad en algunas de sus lecturas. Lo mejor de su repertorio se encuentra en las grandes producciones sinfónicas del Romanticismo más tardío con especial atención a tres compositores: Bruckner, Mahler y Richard Strauss. A nivel operístico, divide su fidelidad entre Verdi y Puccini con alguna incursión en los extremos de Mozart y Wagner. La música de su tiempo más allá de Stravinski y Bartok ocupa un espacio del todo marginal en su programación.
En junio de 1985, quien esto escribe tuvo la oportunidad de asistir por primera vez a un concierto de Mehta en el Teatro Real de Madrid al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York y en el que se ofreció una correctísima versión de la Sinfonía Fantástica de Berlioz muy bien ejecutada por la orquesta bajo un calor asfixiante (la climatización de la sala falló y en la segunda parte del concierto los músicos tuvieron que tocar en mangas de camisa). Finalizada la sesión, Mehta estuvo muy amable durante la firma de autógrafos aunque se negó en redondo a realizar alguna improvisada declaración a nuestro grupo. Un año después se repitió la historia en el mismo escenario, esta vez con la Orquesta del Mayo Musical Florentino (Requiem de Verdi). Mehta apareció tras el concierto como un ser afable pero escasamente comunicativo.
Domingo 3 de diciembre de 1989: nada más sentarme en mi localidad del Auditorio Nacional de Música de Madrid, situada de cara al director por encima de la bancada del propio escenario, comencé a experimentar unos preocupantes síntomas de indigestión. Aguantado el tipo como buenamente pude, esperé la finalización del primer movimiento de la Octava de Bruckner dirigido por Mehta al frente de la Filarmónica de Israel para abandonar la sala. Al levantarme del asiento, dirigí la mirada hacia el director hindú al tiempo que oscilé mi dedo índice derecho en señal de desaprobación. Luego de haber vomitado toda la comida en uno de los cuartos de baño y ya más aliviado, un agente israelí me impidió de nuevo el acceso a la sala y no me quedó más remedio que escuchar el resto del concierto por el socorrido foyer. Un par de horas después, mi amigo Alfonso recriminó mi grosera conducta en un célebre pub madrileño donde nos reuníamos los miembros del grupo tras los conciertos (obviamente, esa tarde no se me ocurrió acercarme a camerinos para pedir autógrafo o declaración): –«Leiter, a mí también me ha decepcionado Mehta, que no la orquesta, pero tu actitud ha sido del todo intolerable entre músicos. Te has pasado tres pueblos, macho…»– Fue el acto más vergonzoso que protagonicé a lo largo de mi vida musical y siempre me he arrepentido de ello. Desde entonces, mi presencia en los conciertos fue reduciéndose paulatinamente hasta resultar prácticamente anecdótica. Nuestro grupo de jóvenes músicos acabó disolviéndose y comprendí que una década inolvidable de puntual asistencia por mi parte a todos los conciertos sinfónicos celebrados en Madrid había finalizado para siempre.
De entre la producción discográfica debida a Zubin Mehta podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que lo distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto de Brandemburgo nº6 de Bach, junto a Pinchas Zukerman y Daniel Benyamini, y dirigiendo la Filarmónica de Israel (KULTUR VIDEO 4250); Concierto para orquesta de Bartok dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (EUROARTS 2072248); Suite de El mandarín maravilloso de Bartok dirigiendo la Filarmónica de Berlín (SONY 45748); Sinfonía nº6 de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Israel (HELICON 29628); Concierto para piano nº4 de Beethoven, junto a Vladimir Ashkenazy y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 411901); Fidelio de Beethoven, junto a Meuer, Seiffert, Raimondi y Stabell, y dirigiendo la Orquesta de la Comunidad Valenciana (EUROARTS 2072498); Concierto para violín de Beethoven, junto a Pinchas Zukerman y dirigiendo la Filarmónica de Israel (HELICON 9614); Sinfonía Fantástica de Berlioz dirigiendo la Filarmónica de Londres (APEX 89533); Harold en Italia de Berlioz dirigiendo la Filarmónica de Israel (DECCA 4669072); la integral sinfónica de Brahms dirigiendo la Filarmónica de Israel (SONY 53279 — integral sinfónica); Concierto para violín de Brahms, junto a Pichas Zukerman y dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (RCA 55268); Concierto para violín de Bruch, junto a Pinchas Zukerman y dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (SONY 48274); Sinfonía nº8 de Bruckner dirigiendo la Filarmónica de Israel (SONY 45864); selección de piezas orquestales de Chaikovski dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (DECCA 417683); Concierto para violín de Chaikovski, junto a Itzhak Perlman y dirigiendo la Filarmónica de Israel (EMI 54108); Concierto para piano nº1 de Chaikovski, junto a Daniel Barenboim y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (KULTUR 4531); Sinfonía nº104 de Haydn dirigiendo la Filarmónica de Haydn (vídeo de referencia desconocida); Los planetas de Holst dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (DECCA 467418); Sinfonía Española de Lalo, junto a Shlomo Mintz y dirigiendo la Filarmónica de Israel (DG 457896); selección de poemas sinfónicos de Liszt dirigiendo la Filarmónica de Berlín (SONY 66834); Sinfonía nº2 de Mahler dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 440615); Concierto para violín de Mendelssohn, junto a Shlomo Mintz y dirigiendo la Filarmónica de Israel (KULTUR 4250); Sinfonía concertante para violín y viola de Mozart, junto a Pinchas Zukerman e Itzhak Perlman y dirigiendo la Filarmónica de Israel (DG 415486); Las bodas de Fígaro de Mozart, junto a Pertusi, Gallo, Mattila y Bacelli, y dirigiendo la Orquesta del Mayo Musical Florentino (SONY 687759); preludio de Khovanschina de Mussorgski dirigiendo la Filarmónica de Berlín (KULTUR 4531); Carmina Burana de Orff dirigiendo la Filarmónica de Londres (APEX 41377); La bohème de Puccini, junto a Bocelli, Fritolli, Gavanelli y Luperi, y dirigiendo la Filarmónica de Israel (DECCA 464060); Tosca de Puccini, junto a Domingo, Milnes, Price y Plishka, y dirigiendo la New Philharmonia Orchestra (RCA 70783); Turandot de Puccini, junto a Guleghina, Berti, Previati y Esteve, y dirigiendo la Orquesta de la Comunidad Valenciana (C MAYOR 700308); Concierto para piano nº3 de Rachmaninov, junto a Vladimir Feltsman y dirigiendo la Filarmónica de Israel (CBS 44761); selección de obras orquestales de Ravel dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles y la Filarmónica de Londres (DECCA 4666672); Capricho español de Rimski-Korsakov dirigiendo la Filarmónica de Berlín (KULTUR 4531); Introducción y rondó caprichoso de Saint-Saëns, junto a Itzhak Perlman y dirigiendo la Filarmónica de Nueva York (UNIVERSAL 462802); Sinfonía de cámara nº1 de Schönberg dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (DECCA 430007); Sinfonía nº3 de Schubert dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 1469202); Concierto para violín de Sibelius, junto a Midori y dirigiendo la Filarmónica de Israel (SONY 58967); selección de valses y polkas de Johann Strauss dirigiendo la Filarmónica de Viena (SONY 45808); selección de obras orquestales de Richard Strauss dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (LIM 35); La consagración de la primavera de Stravinski dirigiendo la Filarmónica de Nueva York (TELDEC 46420); Aida de Verdi, junto a Nilsson, Sereni, Corelli y Giaiotti, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Roma (EMI 58645); Falstaff de Verdi, junto a Raimondi, Lanza, Frittoli y Shtoda, y dirigiendo la Orquesta del Mayo Musical Florentino (TDK OPFALF); Il trovatore de Verdi, junto a Verrett, Nucci, Pavarotti y Banaudi, y dirigiendo la Orquesta del Mayo Musical Florentino (DECCA 430694); La forza del destino de Verdi, junto a Urmana, Guelfi, Giordani y De Simone, y dirigiendo la Orquesta del Mayo Musical Florentino (TDK 5); La traviata de Verdi, junto a Te Kanawa, Hvorostovski, Borodina y Mazzoni, y dirigiendo la Orquesta del Mayo Musical Florentino (PHILIPS 464982); Otello de Verdi, junto a Domingo y Bruson, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (ORFEO D´OR 698072); Requiem de Verdi, junto a Vargas, Cedolins, Siwek y D´Intino, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Fundación Toscanini (TDK COVREQ); selección de Conciertos de Vivaldi, junto a Itzhak Perlman y dirigiendo la Filarmónica de Israel (DG 419214); El Anillo de Wagner, junto a Lukas, Bress, Vázquez y Seiffert, y dirigiendo la Orquesta de la Comunidad Valenciana (C MAJOR 703808 — set de 8 DVDs); Tannhäuser de Wagner, junto a Kollo, Meier, Weikl y Secunde, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Baviera (KULTUR 1483); y, finalmente, Tristán e Isolda de Wagner, junto a Nilsson, Buoso, Bertolini y Wolff, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la RAI de Roma (MYTO 11239). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.
Si hablo de Mehta corro el riesgo de caer en depresión, así que intentaré ser lo más breve que pueda. Durante mi juventud tuve la suerte de conocer a uno de los últimos maestros de la tradición germánica, ya sabeis de quien estoy hablando. Pues bien, este viejo maestro que tenía una consciencia muy aguda de sus propias opiniones poseía, entre otras cosas, el anillo que Karl Mück llevaba cuando dirigía y que tenía que dejar,a la hora de su muerte, al mejor director del momento. Y el Dr Karl August Leopold Böhm eligió a Zubín Mehta. Esto ha sido, es y será siempre el trasfondo de mi depresión. Porque vamos a ver: A mi Mehta me deja mortalmente indiferente. Así que o bien la realidad es que no entiendo nada de música, y me deprime saberlo. O bien tengo razón y entonces tengo que pensar qu el Dr hizo con el anillo algo de my mal gusto, algo que mi perro hace a cada esquina en la calle pero que no se espera de parte de uno de los más grandes espíritus musicales del siglo XX. Algo extremadamente deprimante…Imposible !! La conclusión, por lo tanto, es inéquivoca: No entiendo nada al tema y Zubín Mehta es el mejor director de su generación. Me duela lo que me duela. Me guste o no me guste, es así. Pero dejando fuera las bromas: Porque c-ñ- el Dr Böhm confió el anillo de Karl Mück, el anillo de la tradición, a Zubin Mehta, el aburrido entre los aburridos, el que no tiene discurso propio, ni raices claras, ni coherencia que no sea la de su ego?? Que quiso decir con esto?? Si teneis alguna idea, venid en mi ayuda, os lo suplico…
Estimado, Leiter tuve el honor de invitarle a cenar en Gstaad,Suiza para mi fue un gran honor, habla perfectamente espanol entre otros idiomas.
Mis saludos desde la giralda.
JLF.
Consideraciones musicales a parte, celebro que un exponente venido de fuera de Europa, logre abrirse campo de una manera que podemos catalogar de meritoria, sobretodo si el país en cuestión es la India, un lugar tan repleto de pobreza y situaciones deprimentes.
Lo que no celebro es que el tío en cuestión sea tan superficial y, en ocasiones, tan destructor musical. Veamos: no discuto su talento y su formación en los más excelsos salones vieneses, pero sí la forma tan insoportable como acoge el repertorio que acomete. Lo manifiesto por sus incursiones en Wagner, las cuales sólo puedo catalogar de escandalosas desde el punto de vista escénico, aunado a una pobre comprensión del lenguaje wagneriano. Para mí resulta un contrasentido que un hindú (hijo de una cultura ancestral), quien al dedicarse a dirigir Wagner, debería comprender el Universalismo filosófico de todas las Eras que subyace en la obra del Mago de Bayreuth, resulte provocando un desarticulado sonoro más semejante a una banda sonora hollywoodense, y el escenario a una discoteca neoyorquina. Algo así, sólo Patrice Chereau y Peter Sellars. Hace poco me topé en internet con un Götterdämmerung monstruoso, infame y vulgar, dirigido por Mehta, precisamente en España. Mi indignación (y de seguro también la de Wagner desde el Walhall) no conoce límites.
Así las cosas, Mehta es musicalmente lo que Lebrecht al comentario musical: ya he nombrado a tres «innombrables» aquí!!!
Me sumo a la confusión que Jean François expresa: no entiendo qué pasó por la cabeza del Dr. Böhm cuando hizo lo que hizo.
Y no me preguntéis cuando un salvaje se me acercó a decirme que le parecía que Mehta era mejor director que… Karajan!!! No fallecí de un infarto por un milagro.
Pero al margen de todo esto, la trayectoria de Mehta es muy interesante de leer, aunque al oírlo se acabe el encanto.
Amigo y hermano Leiter, es un placer estar aquí!!! Abrazos.
A tenor con los comentarios recibidos y con las opiniones de otros colegas que aquí no aparecen, resulta incontrovertible que Mehta no es un director muy del agrado por parte de los más fervientes wagnerianos. Como yo no me incluyo en ese grupo, no puedo opinar con objetividad aunque compruebo que los juicios son similares.
Amigo Jean François, le advierto muy apesadumbrado con el tema del famoso anillo de Böhm. Ciertamente, no se entiende mucho y tal vez obedezca a un acto de pura ironía… O que ya Böhm estaba un poco viejo y le fallaba alguna bombilla. Sea como fuere, ese acto hay que respetarlo y tal vez nunca sepamos los motivos verdaderos.
Iván, Iván… Espero que a mí no me llames «salvaje» si te confieso que hay directores que me gustan globalmenta más que Karajan. Creo que debemos ser cuidadosos con nuestras expresiones. Las opiniones, por muy inversosímiles que puedan ser, hay que respetarlas aunque a veces nos parezcan del todo desafortunadas. También las propias nuestras lo pueden parecer en algún momento para algún colectivo en concreto y entonces no podemos exigir respeto. Yo me ví envuelto en grandes polémicas por declararme seguidor de Celibidache en una época en donde te podían acusar de ser un intelectualoide por tal condición. Y no te quiero contar cuando también me declaré seguidor de Boulez como director (como compositor me parece incuestionable). Mucha gente (idiota, aunque yo no se lo decía, claro) trataba de hacerme ver la presunta incompatibilidad de ambos gustos… ¡Como si la interpretación musical fuera algo cerrado como un candado y sin alternativas! Esas mismas personas compraban discos de Bernstein, de Abbado, de Mehta, de Karajan, incluso, y… Tildaban de viejo a Böhm y apenas sabían quién era Bruno Walter. Sólo Furtwängler se salvaba de la quema (y yo creo, siendo muy malintencionado, que eso lo decían por lo que leían en libros y revistas…). Bueno, y en temas de ópera no te quiero ni contar… Yo jamás acusé a Mehta, Bernstein, etc… Simplemente les decía que no me llegaban tanto. Hoy en día, algún compañero de esos lo niega todo… Pero yo tengo muy buena memoria y, a veces, mitad en broma, mitad en serio, se las tiro si nos encontramos o charlamos por teléfono.
José Luis, bienvenido y gracias por su comentario. Pues nosotros en Madrid hablándole en inglés… ¡Qué grupo de tontos éramos!
Gracias por vuestras aportaciones, Jean, José Luis e Iván
LEITER
Mi bienquerido Leiter, no me comprendiste cuando hablé de «salvaje», tal vez porque yo mismo me encargué de sumirlo en la bruma de la incomprensión.
Aunque en apariencia hay acritud de mi parte, el término es una expresión jocosa de la más pura amistad hacia un individuo que se acercó a decirme: «me parece que Mehta es mejor que Karajan», sólo por ver mi reacción cual si del anticristo se hubiese hablado. Se trataba más bien de una broma por parte de Él, quien de más está decir, es muy poco versado en el tema. Repito, sólo lo hizo por ver la expresión de mi rostro, además de robarme una sonora carcajada.
Yo sólo atiné a decirle: «Eres un salvaje», con lo que el momento continuó con risas y bromas. Naturalmente yo percibí que no se trataba de un comentario mal intencionado de su parte y así lo entendí. Es diferente a aquella vieja anécdota que referí en alguna oportunidad, sobre alguien que sin tener ni la menor idea de música, con total arrogancia y superficialidad me dijo que Bernstein era malo como ser humano en gracia de su orientación bisexual, y por lo tanto, su actividad musical también era pésima. Aquello sí que me molestó por la iniquidad del comentario en contra de un ser humano, más que contra un músico. Cosas así denotan extrema ignorancia aunada a la soberbia; no hay combinación más explosiva que esa. Allí sí que reaccioné con disgusto y argumenté. Sin embargo a ese sujeto sí debí decirle ago más que «salvaje».
Es natural que las personas sintamos preferencias por uno u otro director. En Blues hemos visto de todo; los vínculos están perfectamente establecidos: Joaquinón/Furtwängler, Frank Ar/Bernstein, Zarza/Knappertsbusch, Paixao/Karajan, Leiter/Celibidache, Monielou/Böhm, Gato/Walter…Y eso no excluye que entre todos admiremos a los mismos directores, como en mi caso soy incondicional del Dr. Böhm y de Knappertsbusch, deliro con Bruno Walter y Furtwängler, defiendo a Bernstein, etc. etc. Es algo que me parece bellísimo. Jamás lanzaré un oprobio contra alguien sólo por que su director preferido no sea Karajan, su compositor no sea Wagner o su equipo no sea el Barcelona (no, ahora está de moda el Bayern München).
Nadie es perfecto, jajajaja!!!
No me tomes a mal amigo, sabes que cuando digo algo con aparente fuerza, ló último en que pienso es en mostrarme intolerante.
Mi fuerte abrazo, amigo y hermano.
No, hombre no, no me lo tomo a mal. Pero recuerda que no todos los clientes de BLUES te conocen como yo y pueden pensar justo lo que dices en el último párrafo de tu comentario. Yo ya sé de sobra cómo es tu forma de ser y de expresarte. Ningún problema, hombre. Por cierto, ayer superamos las 2.000 visitas. Hay cosas que no entiendo, de veras. No sabía yo que este bar virtual fuera tan conocido y visitado…
Respecto al penoso comportamiento que tuve con Mehta y del que me arrepiento del todo, he de decir que aquel domingo 3 de diciembre de 1989 fue un día de esos en los que mejor hubiera sido quedarse en la cama. Recuerdo que estuve toda la mañana intentando solucionar con mi padre una avería de aguas en el suelo del bar (difícil encontrar un fontanero de confianza en domingo) en un día lluvioso. Al final logramos poner un parche y a eso de las 16.00 me comí un plato de ensaladilla rusa a toda velocidad, ya que se venía la hora del conciero encima y además tenía que asearme bien de toda la suciedad que había adquirido durante la reparación de la avería. Cuando me senté en la localidad frontal al director, en donde habitualmente se coloca el coro, noté que la famosa ensaladilla quería escaparse, bien por arriba, bien por abajo. Aguanté como pude el primer movimiento y al salir pasó lo que pasó. Y no lo quiero justificar. Yo me encontraba aislado del grupo en esa localidad, no recuerdo ahora el motivo, pero el caso es que me tocó a mí estar donde el coro (un sitio que jamás me ha gustado porque la sonoridad no es en absoluto buena. Los metales y timbales suelen ahogar a la cuerda en los ff). A la salida del concierto el comentario no era más bien las preguntas que me hacían los compañeros acerca de mi salida de localidad luego del primer movimiento y de mi actitud irreflexiva hacia Mehta. El comentario generalizado era que Fernando Martín, el jugador de baloncesto del Real Madrid, un icono que fue de los primeros en aterrizar en la mítica NBA, se había matado en un accidente de circulación en la M-30 mientras se dirigía al Palacio de Deportes de Felipe II para estar con el equipo. Ya en un pub en las inmediaciones del Auditorio (¡Qué lejos quedaban ya nuestras tascas de la zona de Ópera y Palacio Real!), yo apenas tomé un té debido a mis complicaciones gástricas. Fue cuando mi colega y mejor amigo Alfonso me reprobó mi actitud a solas, con gran dureza verbal. Mis otros compañeros obviaron el incidente. La sorpresa llegó a última hora, cuando se me acerca Alfonso y me pone una cajita adornada en la mano. —«Leiter, ya sé que ni tú ni yo celebramos nunca estas cosas, pero hoy es tu santo, San Francisco Javier…»— La cajita contenía un pin en forma de trompeta. Precioso.
¡Ah, que nostálgico que me pongo a estas horas!
Un abrazo, Iván
LEITER