* Nacido el 22 de agosto de 1862 en Saint-Germain-en-Laye
* Fallecido el 25 de marzo de 1918 en París
Hijo de padre revolucionario que sufrió prisión durante un año por su participación en los sucesos de la Comuna de París y de una madre violenta y carente de sentimientos, el pequeño Claude sólo halló consuelo infantil en la figura de su madrina. A los nueve años, un amigo del padre del futuro compositor descubre ciertas aptitudes musicales en el chico y en consecuencia logra que Claude reciba clases de madame Mauté de Fleurville, una mujer que decía ser discípula de Chopin — del todo falso — pero que como profesora no era mala. En tan sólo un año consiguió que Claude aprobase los exámenes de acceso al Conservatorio y, de esta manera, el 22 de octubre de 1872 ingresa en esta institución poniéndose bajo la tutela del profesor Antoine Marmontel. Desde ese momento, Debussy demostró una gran facilidad para la lectura musical, paralela a su aversión por los principios teóricos, especialmente los de armonía (fue reprendido continuamente por su «afición» a las quintas paralelas). En 1880, aquella mujer rica que era protectora de Chaikovski, la dama rusa Nadieschda von Meck, solicitó al Conservatorio un joven para que diese lecciones a sus hijos. Debussy fue el elegido y junto con la dama tuvo la oportunidad de viajar por Alemania, Italia y Rusia. Para corresponder a la generosidad de la señora Von Meck, a Debussy no se le ocurrió mejor idea que pedir la mano de su hija en 1882. Fue fulminantemente despedido.
Tras esta fracasada tentativa Debussy vuelve a enamorarse, esta vez de madame Vasnier, cuyo marido invitaba con frecuencia al músico en su lujosa estancia de Villa Médicis. Esta pasión terminó con la obtención, en 1884, del prestigioso Premio de Roma del Conservatorio parisino y el consiguiente — e insoportable para Debussy — exilio hacia la Ciudad Eterna. La obra presentada para el evento fue la cantata L´enfant prodigue. La estancia en Roma, prevista para tres años, resultó todo un tormento para el compositor, quien acabó presentando la dimisión y regresando a París en febrero de 1887. Un año después, Debussy viajó hasta Bayreuth y se declaró un apasionado del wagnerianismo. Poco después, se conmueve con el Boris Godunov de Mussorgski. Tras unas primeras composiciones un tanto titubeantes, a principios de la década de los noventa surgen las primeras obras maestras de Debussy: Cuarteto de cuerdas (1893); Preludio a la siesta de un fauno (1892-94), cuyo estreno constituyó tal éxito que hubo de ser repetida; la primera colección de Fêtes galantes (1891-92) y las Prosas líricas (1892-93). También en esta época empieza a tomar cuerpo la creación de una ópera, Pelléas et Mélisande, concluida en 1895, y que tardó en estrenarse pese a que Debussy siempre rechazó parciales ejecuciones en concierto. Mientras, el compositor aprovechó para concluir Trois chansons de Bilitis (1897-1898) y los tres Nocturnos para orquesta, estrenados en París en 1901 durante una sesión de los Conciertos Lamoureux y que fueron recibidos con todo elogio. Pese a todo, la situación económica de Debussy era en extremo precaria, circunstancia que no le impidió casarse en 1899 con Rosalie Teixir, una mujer que trabajaba como maniquí para una firma de alta costura. La boda no fue acompañada de grandes ceremonias: Para sufragar un humilde banquete, esa misma mañana Debussy se vio obligado a dar una clase de piano a una alumna de alta posición social.
Por fin, el 30 de mayo de 1902 se estrena en la Ópera Cómica de París Pelléas et Mélisande. Las opiniones fueron del todo discrepantes, aunque se acabó imponiendo la mayoritariamente favorable de los artistas más jóvenes. Hasta 1914 la obra no dejó de representarse y en 1913 el número de representaciones alcanzó la centena. La ópera fue ampliamente divulgada por todos los escenarios de Europa. Debussy fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1903, cuestión que provocó agrias controversias entre los partidarios de Debussy y los más académicos de la Schola Cantorum de Vicent d´Indy. En ese mismo año de 1903 el compositor conoce a Emma Bardac, la mujer de un rico banquero, y el romance surge entre ambos hasta el punto de que en 1904 los amantes abandonan sus respectivos domicilios conyugales. Despechada, Rosalie Teixir, la mujer aún oficial del compositor, se dispara un tiro en el pecho y por muy poco logra eludir la muerte. La noticia corrió como la pólvora en París y muchos amigos de Debussy juzgaron severamente la infidelidad del compositor. Con todo, el 15 de octubre de 1905 Debussy presenta El mar, partitura que fue acogida con recelo. Finalmente, y luego de conseguir Emma Bardac y Debussy sus respectivos divorcios, la escandalosa pareja celebra su nueva identidad con el nacimiento en octubre de 1905 de una preciosa niña, Claude-Emma, familiarmente conocida como Chouchou. La pareja certifica su unión el 20 de enero de 1908 y se instala en un lujoso barrio de París. Sin embargo, Emma fue desheredada y el compositor tuvo que multiplicar sus actividades musicales para mantener el elevado nivel de vida. Por esas fechas, Debussy debutó como director de orquesta.
A finales de 1908 Debussy emprende una de sus creaciones más elaboradas y para las que más tiempo invirtió, Images (Para orquesta), situación que intranquilizó a su editor. La obra fue estrenada por capítulos y el tríptico completo tuvo que esperar hasta 1913 para ser definitivamente estrenado. En 1910 Debussy acepta el encargo de componer la música escénica de El Martirio de San Sebastián, obra de Gabriele d´Annunzio. Con muy poco tiempo por delante Debussy finalizó la partitura a toda prisa y el estreno tuvo lugar el 22 de mayo de 1911 en París, con más pena que gloria. Un año después, Debussy ofrece su consentimiento para que Diaghilev adaptara la música de La siesta de un fauno a sus célebres ballets. El estreno de dicha coreografía, celebrado el 29 de mayo de 1912, suscitó unas feroces críticas en la prensa más conservadora. Más éxito tuvo la adaptación de los Jeux un año después, aunque por desgracia fue pronto eclipsado por el memorable escándalo que suscitó La consagración de Stravinski quince días más tarde. Durante el verano de aquel año Debussy compuso los Trois Poèmes de Mallarmé para canto y piano casi al mismo tiempo que concluye un ballet infantil, La boîte à joujoux. En diciembre viaja hasta Rusia para dirigir conciertos y su gira se amplía por Roma, La Haya, Amsterdam, Bruselas y Londres. Es en esta época cuando se empiezan a manifestar los primeros síntomas de un cáncer de colon que se lo acabó llevando a la tumba. El inicio de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, supuso el fin de las giras de conciertos de Debussy al producirse el cierre de fronteras. La guerra afectó muchísimo al compositor. Berceuse heroïque y En blanc et noir, compuestas entre finales de 1914 y principios de 1915, no dejan de transmitir cierta angustia del compositor por los acontecimientos.
Incapacitado para prestar servicio de armas, Debussy se dedica a defender el patrimonio artístico de su país y para ello escribe una serie de sonatas para diversos instrumentos en homenaje a los maestros franceses del pasado. De las seis que tenía previstas sólo pudo finalizar tres: La Sonata para violoncelo y piano (1915); la Sonata para flauta, viola y arpa (1915); y la Sonata para violín y piano (1917). También en 1915 concluye los Doce Estudios para piano, de carácter bastante innovador. Con todo, el cáncer se agrava y Debussy se somete a una delicada y dolorosa intervención quirúrgica el 7 de diciembre de la que se repone lentamente. Pero sus fuerzas flaqueaban cada vez más en medio de grandes sufrimientos, aunque aún tuvo el arrojo de interpretar su Sonata para violín y piano el 5 de mayo de 1917. Aún sabiendo que su fin estaba próximo, Debussy presentó su carta de candidatura al Instituto el 17 de marzo de 1918. No dio tiempo ni siquiera a leerla; el compositor falleció la tarde del 25 de marzo y tres días después fue enterrado de forma muy modesta en el camposanto de Pére Lachaise. Un año después, sus restos fueron trasladados al cementerio de Passy, en donde siguen reposando en la actualidad. Sólo a partir de su muerte, la música de Debussy comenzó a extenderse a través de todo el mundo.
Pocos compositores han poseído un oído más fino para la música que Debussy. Sus obras están minuciosamente escritas, con todos los matices de ritmo, armonía y textura exactamente calculados y precisamente situados. Sin embargo, Debussy empleó esta técnica de relojero suizo para crear una música cuyo efecto es, paradójicamente, de carácter imprevisto o improvisado. Muchas de sus obras suenan tan evasivas como sus títulos sugieren. Para crear esos efectos tan originales como cambiantes, Debussy desarrolló nuevas escalas, nuevas formas de escritura para la orquesta (en bloques o en baños de sonoridades en vez de melodías o contrapuntos) y especialmente nuevas formas de tocar el piano. Lo que confiere ese atractivo a su obra es ese carácter tranquilo y suave que provoca que cada compás parezca una invención nueva, un nuevo descubrimiento. A pesar de que ha sido considerado un impresionista, sus alusiones a distintos estilos y movimientos, integradas de forma magistral en sus obras, presentan una individualidad y una inventiva que desafían cualquier pretendida categorización. Debussy fue un compositor distinto a todos los músicos anteriores y puede ser considerado como el verdadero padre del modernismo musical.
OBRAS
– Ópera, Pelléas et Mélisande
– 2 Cantatas
– 8 Ciclos de Canciones para voz y piano, destacando Fêtes galantes y Chansons de Bilitis
– Música incidental para El Martirio de San Sebastián y El rey Lear
– 3 Nocturnos
– 3 Images
– El mar
– 3 Ballets, destacando Jeux y Preludio a la siesta de un fauno
– Otras obras menores
– 24 Preludios para piano
– 12 Estudios
– 4 Suites para piano, destacando The Children´s Corner y Suite Bergamasque
– 2 Series de Images para piano
– Estampas
– 2 Arabesques
– 6 Épigraphes antiques para piano a cuatro manos
– En blanc et noir para dos pianos
– Otras obras más breves para piano y dos pianos
– Cuarteto de cuerda
– 3 Sonatas para distintas combinaciones con piano
– Syrinx para flauta
– Rapsodia para clarinete y piano
He estado escuchando algunas de los enlaces y la sensación que me produce Debussy es la misma de siempre. Su música es inaprensible, se desliza como un manso río que mueve las hojas de los sauces que crecen en sus orillas, como el rumor de las ramas de los árboles en un parque bien cuidado. Me parece interesantísima pero el estado de laxitud que me provoca me incomoda algo ya que no es relajación es atontamiento. No me hagan caso son manías.
Aquí dejo una curiosidad, Debussy, Gould y el clarinetista James Campbell:
http://www.youtube.com/watch?v=d-7ji1H01s0&feature=related
Bien dicho lo del oído fino… su música es como un verdadero caleidoscopio. Desde hace tiempo está entre mis favoritos.
Leiter, esta entrada me dejó un poco adolorido de solo pensar en lo dramatica de aquella operación de colon.
Sabés una cosa? A menudo cuando escucho a Debussy me parece escuchar a Ravel…
Abrazos!
Excelente descripción acerca de la música de Debussy, querida Zarza. En mi opinión, Debussy es un autor excelso al que tal vez cuesta acceder al principio. Pero su mayor aportación a la música fueron sus innovaciones sonoras y armónicas (más bien, el cómo se sirvió de ellas) para despejar el camino a la modernidad del siglo XX.
¿Debussy parecido a Ravel? No me lo parece así, amigo Frank. Yo creo que Ravel es más melodista y su minuciosa música del todo original. Es raro escuchar algo de Ravel que no suene a Ravel, por así decirlo. Excelentes orquestadores ambos, Ravel trataba la orquesta desde un punto de vista físico mientras que Debussy lo hizo de una manera, por contraposición, química.
Debussy y Puccini, posiblemente, fueron los compositores que tuvieron un final más doloroso con sus respectivas enfermedades. Jo, hablemos de otra cosa. Hoy me he enterado del fallecimiento de una buena amiga, una excelente restauradora de arte. Tenía sólo 45 años y el puto cáncer nos la ha arrebatado. He llevado hoy un día muy malo desde que esta mañana me comunicaron la noticia.
Abrazos, Zarza y Frank
LEITER
Perdón por hacerte recordar eso, Leiter, discúlpame.
Igual yo no dije que eran parecidos. Por otro ladon en cuanto a que Ravel suena a Ravel eso es algo tan cierto como que el sol sale por el este… Creo que ya lo hemos mencionado en una entrada de Ravel.
En todo caso, me quedaré pensando toda la noche en eso del punto de vista físico y el químico, ja, ja.
Buenas noches, amigo!
No hay motivo para pedir disculpas, querido Frank. Pero trata de entender lo que he querido decir con lo de físico y químico. Humildemente, creo que es una comparación plausible.
Un abrazo, amigo
LEITER
No te preocupes Leiter, creo haberlo entendido incluso cuando lo leí ayer por primera vez… solo que es una comparación que me dejó mucho en que pensar…
un abrazo
A propósito de Debussy y Ravel, a mi juicio lo que sucede es que eran contemporáneos, su Música es hija de la misma época; de allí que eventualmente puedan sonar parecidos en algunos compases. Sin embargo, como artistas es natural que sus creaciones siguieran los lineamientos de su propio camino, así como sus diferentes vías de expresión.
Es lo mismo que sucede cuando alguien escucha por primera vez a Mozart y a Haydn o a Händel y a Bach…en principio suenan igual, pero es obvio que cada uno tiene un lenguaje musical propio.
Dejemos la física y la química…más bien dediquémonos a la Alquimia musical en La Mer…
Abrazos camaradas.
PD. Lamento lo de tu amiga Leiter. Ahora es libre y ha volado hacia el Sol. A propósito amigo: en esa foto tocando el piano tienes cabello.
«más bien dediquémonos a la Alquimia musical en La Mer…»
Luego me das la razón sobre el componente químico de Debussy. Mientras que Ravel se sirvió de la orquestación a manera de andamiaje sobre el que posar su música, Debussy hizo de la orquestación el componente material básico de sus edificaciones.
¡Ya me dirás qué hacía yo en un rincón de los EEUU en aquellas fechas! Había que ganarse la vida de alguna manera… Tenía pelo porque era más joven e irresponsable. Fue una época muy aventurera pero divertida. Llegué a Nueva York y acabé en San Francisco. Como a los indígenas, me fueron desplazando cada vez más hacia el Oeste. Y, que conste, que no debía ser tan malo como solista. En Las Vegas me propusieron un contrato como organista para amenizar las exóticas bodas en un salón de esos donde un pastor casaba a la gente… Luego acabé en México. No sigo que me pongo melancólico.
Un abrazo, Iván
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A pesar del ser el miembro francés de este maravilloso bar de copas no voy a poder decir nada sobre Debussy.No se si es el hecho de haber nacido en la frontera con el Valle de Arán,con una familia materna judía rusa,total que hay aspectos de la «culture française» que me suenan a chino total y asoluto.Puedo admirar, pero no me llega. Ravel sí, pero Ravel era de Ciboure,Pais vasco francés, o sea que pirenaico como yo.Cuando vivía en Paris lo intenté con Debussy y con otros digamos que de la misma escuela pero padezco impermeabilidad y no lo puedo ni culpar, simplemente es así.Total que al final como cualquier fronterizo tuve que elegir y me fuí para España, y no he vuelto a escuchar a Pelleas,que tantos adoran, pero que a mi y con toda mi honestidad me resulta abrurridísimo…Y muchas veces pensé:si hubiera seguido con la dirección de orquesta al ser francés me hubieran dado a dirigir Debussy, pero es que no podría, no podría ni 5 minutos!!!
Se puede ser más claro pero no más sincero. Me alegra saber su opinión como francés y le agradezco su total sinceridad. Lo fácil habría sido decir que Debussy le gusta.
Mi abrazo, maestro Jean François.
PD: Por cierto, a mí el Pelleas tampoco me dice mucho…
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No me enorgulleszo con mi postura y aún menos pretendo emetir ningun juicio sobre Debussy. Además no es ni siquiera que no me guste, como lo digo puedo sentir admiración, pero se trata de un lenguaje musical que en nibgun caso hubiera podido abordar como interprete, como lo digo no podría ni cinco minutos. Sin embarco Ravel, por supuesto que sí. Y esto es lo que siento, lo que Ivan dice perfectamente, que son dos lenguajes musicales muy diferentes. Ravel, como hombre del sur de Francia, tenía mucha raiz,y los colores que pasan por su espectro sonoro no deberían dejar indiferente a ningun hispano.Debussy es francés dentro de lo francés, y como es conocido hay tanta diferencia entre un francés del Sur y la cultura de la Isla de Francia como la hay entre un Jerezano y uno de Puigcerdá. La diferencia es que en el caso de Francia lo de Puigcerdá hubiera pasado a ser cultura oficial de todo un pais….
Por supuesto, maestro Jean François. No es una cuestión de orgullo, como muy buen dice, sino de saber discernir dos mundos musicales tan diferentes como el estrictamente parisino y el del sur de Francia.
Un abrazo, Jean François
LEITER
a propósito leiter de lo que aquí se ha dicho sobre los «orquestadores», siempre me preocupó saber ¿como se hace para orquestar un tema compuesto por otro y por ejemplo para piano -ravel y «cuadros de una exposición» de mussorgsky por caso-? ¿que condiciones debe tener un músico para, además de componer, ser orquestador?
Delicada cuestión la que planteas, amigo Hugo. En principio, el orquestador ha de tener un perfecto conocimiento de la materia y de la partitura en su versión original. En el caso que mencionas, y salvando una Promenade que decidió excluir, Ravel se ciñó con total fidelidad a la partitura original. Esto quiere decir que, con excepción de ciertas notas que sirven para el desarrollo armónico, no añadió nada nuevo en materia de escritura. ¿Cómo se hace esto? Pues tratando de imaginar cómo sonaría una pieza para piano en versión orquestal y pasándola a la partitura. El resto es inspiración e imaginación. Desde mi humilde punto de vista, orquestar no es tan difícil como pueda parecer en un primer momento. Lo realmente complicado es hacerlo bien, con originalidad y estilo propio. La obra de Mussorgski ganó muchísimos enteros con la prodigiosa orquestación de Ravel y de hecho se suele afirmar — aunque yo tengo mis reservas al respecto — que la obra original para piano era un boceto para posteriormente ser llevado a la orquesta. Por contra, algunas orquestaciones de Bach realizadas por músicos tan competentes como Stokowski me parecen del todo aberrantes. Cuestión de gustos, por supuesto.
Mi primer ejercicio serio de orquestación consistió en pasar a orquesta las Escenas de niños de Schumann. Cuando ahora veo lo que llegué a hacer, me entran ganas de romper la partitura que aún conservo. (La famosa primera escena decidí dejarla a pizzicatos de cuerda subrayados por clarinetes en el tema B… ¡Qué despropósito!)
Un abrazo, Hugo
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Veo que el tema siguió… Leiter, con la última contestación a Iván terminé de comprender el asunto de lo físico y lo químico (creo que mi error fue haber leído ‘orquesta’ en vez de ‘orquestación’).
A mí me encantan las trascripciones de Bach: tengo una grabación de Salonen con la Los Angeles Phil donde abarca el trabajo que varios compositores hicieron a partir de Bach (Mahler, Elgar, Webern, Schoenberg y Stokowski).
Siguiendo con el tema orquestación: a pesar de lo maravillos que me parece Ravel como orquestador, en el caso de Ma mere l’oye, si bien me encanta la versión por orquesta, me gusta aún más la versión para piano (que calculo que es la original).
Abrazos!
Amigo Frank, Ma mére l´oye es una obra sencilla y encantadora tanto para piano como para orquesta, por supuesto. Pero en versión orquestal, Ravel hizo gala de su maestría como orquestador al culminar la obra en el quinto número con uno de los más geniales e inigualables crescendos de toda la historia de la música. Jamás un compositor había tratado así a la percusión. Dejo el enlace a una versión de Ramón Tébar al frente de la Orquesta Sinfónica de RTVE. El consabido crescendo surge a partir del minuto 2.53 del vídeo. Todo un prodigio de orquestación.
Un abrazo, Frank
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