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 Esta deliciosa música que os dejo hoy en el enlace corresponde a la antífona y salmo 109/110 O aeterne Deus de las Vísperas o vis aeternitatis de Hildegard von Bingen. La grabación del vídeo está interpretada por la Schola der Benediktinerinnenabtei — monjas que viven en la abadía benedictina de Santa Hildegarda — dirigida por el maestro Johannes Berchmanns Göschl. El sello discográfico es Ars Musici y el número de referencia de la grabación es 1202-2. La música, sensacional, nos envuelve en una clara atmósfera de misticismo y la sucesión de imágenes sobre el universo que podemos contemplar en el vídeo del enlace nos parece del todo acertada. Algo así debe de ser la llamada Música de las Esferas, concepto del que, a no tardar mucho, trataremos en otra entrega de esta serie.

 Hildegard von Bingen, aunque no os resulte muy conocida, tiene el honor de encabezar casi todos los manuales y enciclopedias acerca de la Historia de la Música al ser una de las primeras autoras musicales — con independencia de que fuese mujer — de quien se tiene constancia. Sabemos que nació en 1098 probablemente en la región alemana de Renania y que a los catorce años, en 1112, toma los hábitos en el convento de monjas de Disibodenberg, cerca de Worms, en donde en 1136 accede al cargo de abadesa. En 1147, junto con un grupo de seguidoras, funda un nuevo santuario en Rupertsberg, cerca de Bingen, con la intención de reformar con mayor libertad las prácticas dentro de su orden. La nueva institución fue ganándose el reconocimiento público y Hildegarda fue nombrada oficialmente abadesa en 1163. Entre 1150 y 1160 recopiló poemas líricos y música en su Symphonia armonie celestium y en 1151 escribe su Ordo virtutum, una obra de claras connotaciones morales. Falleció en su convento en 1179.

 Hildegarda fue especialmente famosa por las visiones que había tenido durante su infancia y que algunos eruditos modernos atribuyen a la epilepsia o migrañas. Su producción, tanto musical como literaria, fue el resultado de aquellas extraordinarias experiencias que registró en sus libros. Además, fue muy célebre también por sus supuestas profecías y milagros. Las composiciones musicales de Hildegarda comprenden 77 obras vocales de las que 43 son antífonas. (La antífona es un canto entonado «contra» un salmo en la misa, frecuentemente como estribillo entre los versículos del propio salmo). Aunque es muy probable que Hildegarda compusiera sus antífonas teniendo en la mente festividades religiosas concretas, en la actualidad es casi imposible atribuir cada pieza a una de ellas en particular.

 Los logros de Hildegarda de Bingen, quien aparte de compositora fue escritora, poeta, líder religiosa e incluso ejerció actividades diplomáticas, fueron remarcables y únicos para una mujer de su época. Entregada a la Iglesia por su noble familia, dedicó casi la mayor parte de su vida a la contemplación religiosa. Mantuvo correspondencia con papas y emperadores y llegó a escribir sobre materias como medicina y ciencia. Su música, extática y contemplativa, se compone de arreglos en líneas simples de textos religiosos, no siendo específicamente cantos llanos, sino especialmente compuestos con patrones cortos y variaciones que se repiten con frecuencia. Sirva este humilde homenaje a quien, sin lugar a dudas, tuvo que ser una extraordinaria mujer.