En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una extraordinaria y no menos difícil pieza, el madrigal Moro, lasso, al mio duolo del compositor italiano Carlo Gesualdo (1560-1613). Este complicado madrigal pertenece al sexto volumen de la colección de los 6 libros de madrigales compuestos entre 1594 y 1611. Lo que más sorprende de este estupendo madrigal es el persistente cromatismo de su estructura, esto es, la sucesión de semitonos en el discurso melódico, innovador recurso ya empleado por Luzzasco Luzzaschi y que consigue dotar a la pieza de una atmósfera inestable y ciertamente inquietante. Ese cromatismo anuncia tiempos modernos, con una peculiar expresividad que preludia un acercamiento a lo teatral. No en vano, esta característica está preparando la fundamental aportación de otro contemporáneo aún más ilustre, Claudio Monteverdi, también un excelente madrigalista. Pero Carlo Gesualdo no fue tan sólo un privilegiado compositor freelance; su vida, como veremos a continuación, estuvo salpicada de insólitos y funestos sucesos que en nada tuvieron que ver con lo estrictamente musical.
Pese a lo mucho que se ha escrito al respecto, el madrigal italiano en absoluto fue un monopolio de los compositores franco-flamencos que trabajaban en Italia desde el siglo XV (Philippe Verdelot, Jacques Arcadelt, Cipriano de Rore, Philippe de Monte y Adrian Willaert, entre otros). Por el contrario, el siglo XVI mostró la existencia de grandes compositores italianos de proyección internacional que crearon madrigales de magnífica calidad. Entre los mismos, podemos destacar a Constanzo Festa (1485-1545), quien fundió como ningún otro el estilo flamenco con el italiano; Luca Marenzio (1553-1599), con más de 500 obras conservadas, fue uno de los precursores del ya comentado cromatismo y supo congeniar de forma modélica música y texto; por su parte, Luzzasco Luzzaschi (1545-1607), gran virtuoso del teclado, se distinguió por un madrigal concebido para voces femeninas y siguió la pauta cromática y expresiva ya iniciada por Marenzio. Pero, sin lugar a dudas, la gran figura de la culminación cromática del madrigal fue Carlo Gesualdo.
Carlo Gesualdo da Venosa nació probablemente en el mes de marzo de 1566 en Solotenza, Italia. Hijo de una familia aristocrática que tenía estrecha vinculación con la jerarquía eclesiástica, heredó los títulos nobiliarios de la familia al fallecer su hermano mayor. Al parecer, recibió temprana educación musical en la academia fundada por su padre y pronto destacó en el dominio del laúd. Dada su altísima situación social, Gesualdo nunca compuso para servir ni agradar a nadie, permitiéndose crear una música experimental y nueva en la que, siguiendo los pasos de Luzzaschi, a través de la expresividad conseguida por el cromatismo, anticipa en buena medida un nuevo concepto musical-teatral que dará origen a la ópera. Sin embargo, la boyante y despreocupada situación económica de Gesualdo no impidió que éste se viera envuelto en episodios del todo escabrosos y dramáticos. En 1586 Gesualdo contrae matrimonio con su prima, María d´Avalos, a su vez hija del duque de Pescara. Pero la joven decide echar una canita al aire y se lía en secreto con el duque de Andrea. Enterado de la afrenta un ruborizado Gesualdo, ordena que ambos sean asesinados en 1590. La pena impuesta a Gesualdo por tal execrable y salvaje doble crimen fue la de un temporal retiro voluntario… Gesualdo volvió a contraer nupcias en 1593 con Eleonora d´Este, hija del duque de Ferrara. En esta ocasión, fue el propio Gesualdo quien buscó faldas ajenas, por lo que el matrimonio constituye un estrepitoso fracaso. Además, Gesualdo parecía haberle tomado gusto al asesinato, tanto que la muerte del primer hijo del nuevo matrimonio le fue también imputada. Sin embargo, la inesperada muerte del otro vástago sumió al compositor en una enorme depresión, hasta el punto que Gesualdo se aplicó una insólita auto penitencia que incluía prácticas sadomasoquistas… En una de esas extrañas sesiones, Gesualdo fue encontrado muerto el 8 de septiembre de 1613 en su castillo de Avellino, Nápoles. (Se rumoreó que a uno de los jóvenes encargados de administrar el consentido látigo sobre las pecadoras carnes del músico se le fue la mano…)
Pese a ser un magnífico e innovador compositor, autor de 6 libros de madrigales, 2 libros de canciones sacras, 4 motetes dedicados a la Virgen y un responso para Semana Santa, Carlo Gesualdo ha pasado a la historia por ser el único caso conocido de músico asesino. En fin, como en el pecado está la penitencia, sirva nuestro humilde homenaje al músico Gesualdo… No al asesino, claro.
Qué vida tan terrible! Si algo me da…repelús es este tipo de gente que se autocastiga, qué piedad se puede esperar de alguien que no la tiene de sí mismo?
El madrigal tendré que escucharlo más. Es difícil para mi. No dejo de apreciarlo pero tengo que escucharlo más.
Esta sección me encanta!
Besos
Pues sí, en efecto, era un poco raro este Gesualdo.
No te preocupes por no entender así de primeras el madrigal. Resulta innovador y a sus contemporáneos les debió sonar igual de extraño que a ti y que a muchos. Presenta una construcción tan compleja como atractiva. Si Gesualdo hubiera vivido en el siglo XX, sería un admirador de Boulez, Xenakis, Stockhausen…
Besos, muchos besos
LEITER
El intrincado cromatismo de Gesualdo me parece un reflejo (inconsciente) de las retorcidas líneas de su biografía. Claro que el cromatismo no tiene una dimensión moral, como la otra sí. Una tragedia de sangre y oro… tremendo. Que de semejante caos provenga una música de tan alta factura es algo que me sigue causando asombro. En todo caso, pobre tipo, se construyó su propio infierno.
Excelente artículo, Leiter, ¡un abrazo!
Joaquín
Cada día que pasa admiro más tu forma de escribir, querido Joaquín. Esas seis líneas que has escrito son una joya literaria, a mi juicio.
Wagner no era un modelo de virtud amorosa, precisamente, pero su música «amorosa» no admite comparación. Es paradisíaca. Existen muchos ejemplos en la historia del arte y, efectivamente, causan asombro. Serán los misterios del alma.
Un abrazo, Joaquín
PD: Por cierto, Aviso a todos los clientes de este bar: Si queréis saber algo más sobre los orígenes de la música de Bela Bartok, visitad la página de Joaquín. Es realmente difícil encontrar un antecedente histórico-documental de ese calibre en la red. Entrada imprescindible para todos los melómanos
LEITER
Gracias amigo, es que de tanto venir a un bar con literatos, se te acaba pegando un poco de buena pluma. Un abrazo!
Leer la truculenta vida de Gesualdo y luego escuchar su Madrigal, me ha hecho recordar que según concepto de muchos, para llegar a los más elevados niveles de beatitud y comunión con la excelsa divinidad, siendo uno con ella en las Moradas Celestiales, primero hay que transitar por los caminos más execrables del vicio y la depravación, desde donde se inicia el recorrido hacia las alturas…es cuestionable sin duda, pero os repito, Gesualdo parece ser la confirmación de esa teoría.
También se dice en algunos círculos que no deseo mencionar, que el Bien y el Mal, en tanto conceptos antagónicos para la mayoría, son en verdad ideas relativas, que nacen y mueren en una misma realidad intangible. Esto significa que se entrelazan y alimentan el uno al otro en forma armónica, ejecutando y cumpliendo las Leyes Universales, sin repelerse mutuamente, pues repito, son uno en sí mismos. Nuevamente Gesualdo parece ser quien haya reunido en su ser tal concepto. El Madrigal, cuya partitura es tan característica de su tiempo (aunque con innovaciones para la época) recrea una atmósfera en la que el Músico transmite los tormentos de su propia existencia, a la vez que se esfuerza por llegar a un estado místico de contemplación con Dios. Es como si con una mano tocase el Infierno y con la otra el Paraíso, mientras su cuerpo cruza la montaña del Purgatorio, en un estado de indecisión insoportable. Así debe escucharse el Madrigal para comprenderlo mejor.
Me encanta esta entrada Leiter. Insisto en que si algún día puedo presumir de poseer conocimientos y un nivel aceptable de cultura, tú gozarás de todo mi reconocimiento en la consecución de ese objetivo, así como todos los amigos que aquí escriben sus ideas. Aún hay tanto por aprender!!!
Abrazos.
Me ha gustado mucho tu opinión sobre la concepción de dicha obra, Iván, y no dudes que así la escucharé de nuevo esta madrugada. Es más que posible que yo también aprenda algo, que es de lo que se trata.
Con gente como Joaquín, Iván, Frank, Amalia, Ángel, Pau… En este bar vamos a aprender por las buenas o por las malas, nos guste o no. Yo sí que aprendo de todos vuestros comentarios.
(Cada vez que miro el rosto de Gesualdo en la ilustración, me da un repelús… Curioso personaje este compositor)
Un abrazo, amigos
LEITER
Menuda poesía nos ha dejado Iván, eh?
Me quedo con algo de tu respuesta a Amalia, Leiter, cuando dices «Si Gesualdo hubiera vivido en el siglo XX, sería un admirador de Boulez, Xenakis, Stockhausen». Bueno, al inicio del madrigal, los primeros segundos digo, me pareció que estábamos a punto de escuchar una obra atonal (corregime si me equivoco). El resto sí suena como un madrigal, aunque distinto a lo que he escuchado de Monteverdi. Es raro, escuchando esta pieza me da la sensación que Gesualdo fuera posterior a Monteverdi, como más moderno, no sé si se me entiende… y como tu dices «Ese cromatismo anuncia tiempos modernos, con una peculiar expresividad que preludia un acercamiento a lo teatral. No en vano, esta característica está preparando la fundamental aportación de otro contemporáneo aún más ilustre, Claudio Monteverdi»
Bueno, en algo me debo estar equivocando, entonces.
No, no te equivocas, amigo Frank. Monteverdi, prácticamente contemporáneo de Gesualdo, fue también un excelente madrigalista. Pero ese párrafo al que aludes — «acercamiento a lo teatral» — indica que Monteverdi recoge algunas de las innovaciones de Gesualdo como recurso expresivo — esos cromatismos — para emplearlos en su mayor aportación musical, la instauración de un nuevo género donde se mezcla el teatro y la música y que se conoce como ópera.
Pese a intentos anteriores — Iacopo Peri y Giulio Caccini — con el estreno de L´Orfeo en 1607, se da el pistoletazo de salida al desarrollo de la ópera (Realmente, L´Orfeo, es considerada la primera ópera pese a que ya en 1600 hubo representaciones de «proto-óperas» con textos de Rinuccini y música de los compositores antes mencionados, Peri y Caccini)
Sí, efectivamente da la sensación de que estamos escuchando una obra atonal en los primeros compases de ese madrigal. Es curioso, cuanto menos, hasta dónde podían llegar los experimentos musicales ya en esa época. Curioso y valiente, claro.
Un abrazo, Frank
LEITER
Efectivamente, muchas cosas que parecen nuevas en realidad tienen sus buenos años… como lo que hablábamos en la entrada de theniger.
En realidad, creo que la torturada figura de Gesualdo es en buena parte una construcción posterior, de clarísima filiación romántica, y que somos nosotros los que vinculamos el intenso cromatismo de su música con las imágenes de un hombre atormentado. Por otro lado, conocemos al menos a otro «asesino músico», Bartolomeo Tromboncino, más antiguo que el Príncipe Da Venosa y quien también acabó con la vida de su mujer tras sorprenderla «in flagrante delicto de fragante peccato».
Enhorabuena por el blog, que no conocía.
Bienvenido, Pablo
Agradezco sobremanera la información brindada y totalmente desconocida para mí, especialmente lo de Tromboncino
Saludos y muchas gracias por el comentario
LEITER
Para más información: es más que posible que el famoso «Fata la parte» de Juan del Encina estuviera inspirado en el uxoricidio cometido por su colega (y rival) Tromboncino.
Sí, muy útil aclaración. Pero hay algo que necesito que me repitan: ¿El uxoricidio de Gesualdo fue un acto real o imaginario? Las prácticas ‘penitenciales’, ¿ocurrieron o no? Si lo anterior fuera cierto, y sin negar el cinismo del Renacimiento italiano (Maquiavelo y etcéteras), creo que la existencia de un ‘hombre atormentado’ podría ser verosímil. Sin alardes de tormento fáustico, de acuerdo, pero al menos con un par de asesinatos en la conciencia y posibles consecuencias derivadas.
En cuanto al cromatismo, creo que es un elemento que incrementa la tensión en la música, y en este caso no por influencia de una moda o escuela, sino por decisión personal. De ahí sospeché yo que la tensión voluntariamente plasmada en la obra sería reflejo de una voluntad expresiva del artista; y expresar tensión por parte de un homicida quizá se relacione con su turbia psicología.
Aunque después de todo eso, viene bien un freno como el de Pablo, para no avanzar demasiado en las reflexiones, dejando muy atrás los hechos.