Gran pianista, Alicia de Larrocha
La noticia me sorprendió mientras estaba escuchando el boletín informativo en la radio la mañana del viernes 25 de septiembre. Una música de Albéniz dio paso al triste comentario de Carlos Francino: –«Esto que ustedes están escuchando es un fragmento de la Suite Iberia interpretado por Alicia de Larrocha, la célebre pianista española que ha fallecido esta madrugada en Barcelona…»– Es posible que no me creáis pero, mientras me estaba duchando, recordé mentalmente esa música de Albéniz y mis ojos se nublaron hasta el llanto.
Alicia de Larrocha fue la mejor intérprete pianística española de todos los tiempos. Con su desaparición se cierra una de las páginas más brillantes de la historia de la interpretación en España. Alicia de Larrocha fue, sin lugar a dudas, la intérprete que con más ahínco se dedicó a la divulgación de la música española, con grabaciones discográficas verdaderamente antológicas y dignas de consideración. Nacida en Barcelona el 23 de mayo de 1923 en el seno de una familia profundamente marcada por la música — su madre y su tía fueron alumnas de Enrique Granados — Alicia de Larrocha dio muestras de un precoz talento y a los cuatro años de edad inició sus estudios musicales con Frank Marshall, discípulo de Granados y continuador de su escuela en Barcelona. Sólo dos años más tarde debutó en concierto público con obras de Bach, Mozart y, por supuesto, de Granados.
Uno de los hitos más destacados de sus primeros años como pianista fue su debut en el Palau de la Música Catalana el 14 de diciembre de 1930 con piezas de Beethoven, Schumann y Granados. La pequeña Alicia empezó a ser toda una celebridad en el mundo musical barcelonés y su sensibilidad musical, impropia para una chiquilla de su edad, fue alabada por toda la crítica. Durante cuatro años de duros estudios Alicia fue ampliando repertorio y llegó a debutar con orquesta en el mismo Palau el 28 de octubre de 1934 interpretando un concierto de Mozart junto a la Banda Municipal de Barcelona dirigida por Lamote de Grignon. En ese mismo año, Alicia dio muestras de su faceta como compositora y presentó en el Conservatorio de la capital catalana dos pequeñas obras, Fantasía y Choral. La década siguiente fue la de su consolidación como artista fuera de serie, con numerosas giras de conciertos a lo largo de toda la geografía española y con un repertorio ampliado que abarcaba a Mozart, Beethoven, Falla, Albéniz, Schumann, Franck, Chopin y Granados, entre otros.
Un hecho importante ocurrió el 17 de mayo de 1943, durante un concierto de presentación de un discípulo de la escuela de Frank Marshall en el que Alicia de Larrocha tocó la recreación pianística de la parte orquestal de Noche en los jardines de España, obra con la que se dio a conocer Juan Torra, el mencionado alumno de Marshall. Este primer encuentro artístico entre ambos pianistas acabó en matrimonio poco tiempo después. Juan Torra, un magnífico pianista, decidió sacrificar su prometedora carrera como concertista en pro de la su esposa, quien en aquellos tiempos tenía unas condiciones más favorables para triunfar. Juan fue el encargado de la educación de los hijos que fue otorgando el matrimonio ante las inevitables y numerosas giras de Alicia. En 1947, Alicia de Larrocha ofrece su primer concierto en el extranjero y un año después debuta en París con un gran éxito. Sus giras por Francia, Bélgica e Inglaterra fueron cimentando paulatinamente su fama internacional pero fue en 1968 cuando su estrella se consagró definitivamente durante un recital en el neoyorquino Carnegie Hall en el que interpretó obras del padre Soler, Schumann, Chopin y Ravel. El famoso — y temido — crítico de The New York Times, Harold. C. Schonberg, otorgó su bendición a la artista española con las máximos elogios. Sin embargo, en ese mismo año de 1968, Alicia de Larrocha sufrió un estúpido accidente que por poco no la obligó a abandonar los escenarios: Al apearse de un taxi en Nueva York su dedo pulgar derecho fue pillado con la puerta del vehículo, ocasionándole lesiones de gravedad. Los médicos norteamericanos rechazaron operar la mano dañada al no poder garantizar el éxito de la intervención quirúrgica. Afortunadamente, Alicia visitó en Barcelona al doctor Trueta, un prestigioso cirujano que acababa de jubilarse de su cátedra de Oxford. El profesor Trueta decidió operar a la artista y la intervención constituyó un gran éxito, quedando recompuesta la mano de la pianista quien, a modo de agradecimiento, homenajeó al doctor con un recital íntimo celebrado en enero de 1969.
Durante la década de los setenta, Alicia de Larrocha se dio a conocer en el continente oceánico por medio de dos triunfales giras por Australia. A partir de estos años su fama traspasó fronteras y fue constantemente requerida por los mejores directores de orquesta y por los gerentes de las más prestigiosas salas de conciertos del orbe. Su emotiva interpretación en 1988 del Concierto nº4 de Beethoven en el Palau de la Música Catalana fue unánimemente considerada por la crítica como «extraordinariamente difícil de superar». Con esta impecable trayectoria, no resulta extraño que a lo largo de su carrera Alicia de Larrocha obtuviera infinidad de premios y distinciones: Llave de la Ciudad de Barcelona (1968); Lazo de la Dama de Isabel la Católica (1972); Premio Liszt de Budapest (1980); Musician of the Year (Nueva York, 1982); Premio Nacional de Música (1984); Commendeur dans l´Ordre des Arts et des Lettres (París, 1988); Premio Príncipe de Asturias (1994); Premio de la Unesco (1995); Premio de la Fundación Guerrero (1999)… Además, fue doctora honoris causa de las universidades de Michigan, Vermont y Pittsburg y Académica de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su legado discográfico la hizo merecedora del Grand Prix du Disque, el no menos prestigioso Deutsche Schallplattenpreis y cuatro Premios Grammy. Alicia de Larrocha puso punto y final a su carrera en 2002 como consecuencia de una enfermedad.
Por su exquisita sensibilidad, Alicia de Larrocha fue considerada como una excelente intérprete del repertorio romántico aunque su mayor afinidad la encontró siempre en la música española, especialmente en Albéniz y Granados, compositores que siempre estuvieron estrechamente ligados a la dilatada trayectoria artística de la pianista catalana. El legado discográfico de Alicia de Larrocha es excepcional, destacando su portentosa grabación de Iberia de Albéniz (DECCA); la integral de la obra de Granados (DECCA); Noche en los jardines de España de Falla, acompañada por Sergiu Comissiona y la Suisse Romande (DECCA); y las Cançons i dansesde Mompou, así como muchos de sus preludios (RCA). Pero Alicia de Larrocha también nos dejó un monumento discográfico en algunos conciertos de Mozart (Especialmente el 9, 20, 21, 23, 24, 25 y 27) grabados con la English Chamber y Sir Colin Davis (RCA) y en muchas de sus sonatas (RCA).
La noticia del fallecimiento de Alicia de Larrocha fue prácticamente ignorada en muchos informativos de televisión españoles, más preocupados por las andanzas de una conocida «presentadora» en relación a unas denuncias que ponían en cuestión la Ley del Menor, por los habitantes de la casa de un popular programa que se aburren tanto de estar encerrados que sólo saben hacer «edredoning» o por las disputas entre dos familias a causa de la herencia de un famoso torero fallecido ahora hace 25 años. Esto es lo que hay. Perdónanos, Alicia. No tenemos remedio. Aún así, sé que en algún recóndito lugar del universo los ángeles estarán alucinando con tus interpretaciones de Albéniz y Granados. De eso, estoy completamente seguro. Nuestro humilde homenaje desde esta no menos humilde página a quien ha sido, fuera de toda discusión, la mejor pianista española de la historia, Alicia de Larrocha.
Sí es verdad que tenía una sensibilidad especial, muy femenina.
Lo estoy comprobando al escuchar alguno de los enlaces que has puesto.
No conocía a esta intérprete, quizá porque estaba retirada desde 2.002, o quizá simplemente porque, como comentas, en este país no le prestamos demasiada atención a nuestros verdaderos artistas.
Por cierto, y hablando del panorama actual de intérpretes pianísticos españoles, me estoy acordando de una entrevista que le hicieron a Achúcarro, creo que el año pasado, en la que decía que ahora mismo no hay nadie en España que se atreva con Hammerklaiver. Menudo panorama, ¿no? Esto hace aún más lacerante la pérdida de músicos como Alicia de Larrocha.
Leiter, perdona que aproveche este post para recomendarte un artículo de Antonio Muñoz Molina que publica hoy Babelia con el título de «Músicas de un siglo».
A ver si tenemos la oportunidad de comentarlo. Me parece realmente interesante.
En cuanto a lo referido por Achúcarro, gran maestro español del que hablaremos en noviembre, perdona que no me meta en esa afirmación. Para otra sección de este bar virtual de copas estoy preparando un panorama de pianistas españoles y hacer esa crítica reultaría inadecuada para quien esto escribe. Tenemos muchos y muy buenos pianistas que han de emigrar para adquirir una formación que en España es del todo imposible. Llegar a ser un aceptable concertista de piano es incluso más difícil que llegar a ser un mediocre director de orquesta. Y existen muchos jóvenes que están dedicando lo mejor de su vida a intentar llegar, luchando por conseguir «becas» y peleando contra todas las adversidades imaginables. La afirmación del maestro Achúcarro, dada su indiscutible autoridad, no la pondré yo en duda. Pero tampoco emitiré un juicio que creo que no debe resultar muy agradable para todos esos jóvenes que actualmente se sacrifican para dominar la quintaesencia de un teclado.
En cuanto al artículo de Muñoz Molina, correré esta tarde a buscar el libro de Alex Ross que comenta. En líneas generales, la música contemporánea no tiene aceptación para el gran público. Pero resulta que para intentar asimilar esa música a veces es imprescindible poseer un mínimo conocimiento musical. En mis guiños musicales a veces pongo algo de música «moderna», recuerdo una entrada de John Cage, y entiendo que es complicado comentar algo para un público profano. Yo soy de la opinión de que uno debe acostumbrar a su oído a la ausencia de tonalidad, a tratar de no comparar lo que escucha de Boulez, por ejemplo, con algo de Mozart. Me estoy metiendo en un jardín. En otras palabras, uno debe abrirse, debe ser receptivo con toda la música que entra por el oído. Obviamente, si uno sabe en qué consiste la dodecafonía o la atonalidad, ha estudiado armonía y tiene una noción de historia de la música, le resultará más fácil. A mí me encanta el aspecto científico de la música: El tratar de descubrir armonías extrañas, melodías secundarias, etc… Yo siempre digo lo mismo: Traten de escuchar, no esa melodía fácil y que ya saben del segundo movimiento de la Quinta de Beethoven, sino la línea rítmica, lo que otros instrumentos hacen. Con una partitura es mucho más fácil, claro, pero para eso ya hay que tener un mínimo conocimiento musical.
Me he metido definitivamente en un jardín, querido kapellmeister. Creo que, lejos de aclarar algo, lo he complicado más.
Un abrazo, Ángel, y gracias por citar el magnífico artículo de Babelia
LEITER
Un estupendo homenaje, merecidísimo, para esta gran pianista. Al menos podemos seguir escuchando sus hermosas interpretaciones.
besos
No, no te has metido en ningún jardín, Leiter, se te ha entendido perfectamente. De hecho, esa actitud receptiva es la que me ha permitido a mí, un completo autodidacta, llegar a los clásicos.
A donde no me ha llevado, al menos de momento, es a entender a los contemporáneos. Y no es porque no lo haya intentado. Y porque no lo vaya a seguir intentando.
Lo que pasa, y ahí es donde quería llegar, es que es muy posible que en esa música del siglo XX haya, como ha sucedido con el resto de manifestaciones artísticas, mucho de experimentalismo vacuo, de búsqueda de lo extravagante como mero intento de hacer algo nuevo o romper con lo establecido. Ojo, no estoy diciendo que toda la música culta del siglo XX haya caído en el vanguardismo, pero sí que la música no ha sido del todo ajena a esa tentación, a esa deformación, a ese falseamiento o instrumentalización tan característicos de esa época marcada por el desconcierto.
Un cuadro de Miró, que quizá interiormente nos provoca risa, vergüenza ajena o al menos estupefacción, es más llevadero, en definitiva, que dos horas de ruido ininteligible torturando nuestros sentidos. Por eso quizá no sea tan extraño que mucha de esa música contemporánea esté hoy prácticamente ausente de las salas de conciertos, y que, sin embargo, algunas de las más absurdas e incomprensibles corrientes pictóricas sigan copando las salas de los museos más prestigiosos del mundo.
No renuncio a entender la atonalidad, Leiter, lo seguiré intentando. Al menos hasta el momento en que vea claramente que detrás de esa música sólo hay snobismo y experimentación.
Mientras tanto, seguiré pensando que se trata de arte verdadero y que soy yo el que aún no se encuentra capacitado para entenderlo.
«Lo que pasa, y ahí es donde quería llegar, es que es muy posible que en esa música del siglo XX haya, como ha sucedido con el resto de manifestaciones artísticas, mucho de experimentalismo vacuo, de búsqueda de lo extravagante como mero intento de hacer algo nuevo o romper con lo establecido.»
Vaya nivel de comentarios que estamos teniendo últimamente en BLUES… ¡Joder, que me emocionan vuestras apreciaciones!
Claro que sí, querido Ángel — te ganas el título de Kapellmeister día a día — y yo he sido muy crítico con ello. ¿Sabes que ocurre? Cuando tú declaras que existe una mistificación en algunas partituras (4, 33´´ de John Cage, cuatro minutos y pico de absoluto silencio) te dicen que NO ENTIENDES, QUE NO SABES, QUE NO ESTÁS EN LA ONDA… Y es jodido, francamente, escuchar eso. ¿Qué música o concepto musical puede haber en una partitura que consiste en cuatro minutos y medio de absoluto silencio? NINGUNO, así de claro. Cuando yo redacté esa entrada procuré ser lo más aséptico y neutral posible y me limité a exponer las teorías musicales que justifican esa extraña vanguardia. Y así lo seguiré haciendo. Pero me molesta que algunos me digan que NO ENTIENDO o NO SÉ. Seguramentre será cierto, pero ¿Qué demonios hay que entender para escuchar silencio en cuatro minutos y medio y definirlos como creación musical? Que me lo expliquen.
A mí la atonalidad, el dodecafonismo, la politonalidad me encantan, Ángel. Efectivamente, hay mucho de experimentación pero, cuando te pasas muchos años estudiando armonía en un libro como el de Schonberg — Tratado de armonía — y escuchas ciertas cosas, te acaban llegando al corazón.
Ángel, si me lo permites, un simple consejo: Escucha la música que te de la gana y que te apetezca. De esa manera, te sentirás capacitado para entender aspectos que por ahora no aciertas a desentrañar. Al menos, antes de lo que piensas. Pero nunca te subestimes. Lo que A TI TE GUSTE es GENIAL y punto. Tiempo habrá para descubrir otras cosas.
Hay que ser receptivos, por supuesto, pero no intentando caer en posiciones que interiormente nos desagradan. Si a uno no le gusta Schonberg, pues que lo diga y punto, que no pasa nada. Yo conocí a un primo que no le gustaba la tortilla de patatas…
Un abrazo, Ángel. Gracias por tu extraordinario y muy valiente comentario. Me parece que te voy a ascender a Generalmusikdirektor en Navidades…
Un abrazo, buen amigo.
LEITER
Gracias Leiter, pero de momento me sobra con el título de Kapellmeister.
Por supuesto, seguiré tu consejo, como siempre.
Otro día hablaré de mis sensaciones sobre Fidelio, que he visto y escuchado este fin de semana en su totalidad siguiendo los enlaces del post.
Ahora es que vengo un poco chafado tras el partido del Madrid.
Un abrazo.
gracias por darnos más datos de esta gran artista
A proposito ¿sabeis en que calle nació de Barcelona?
¿hay alguna placa?
¿Hay algun museo o casa museo dedicada a ella?
muchas gracias
Nació en la Calle Córcega esquina Enrique Granados (estaba predestinada) de Barcelona. No, no existe ninguna placa.
Bienvenido al blog, Alberto
Hasta donde puedo saber, Alicia de Larrocha nació en la casa que sus padres tenían entre las calles de Enrique Granados (Curiosísima coincidencia) y Córcega.
Desconozco si existe algún museo dedicado a ella, aunque intuyo que no.
Gracias por su comentario, Alberto.
LEITER
Muchas gracias Leiter.
Voy a mandar una instancia al ayuntamiento para que si no existe se pongan manos a la obra,creo que se lo merece,pese a que ella en vida parece ser que era la cosa más sencilla y alejada de pomposidades.Que mejor ejemplo para todos.
Gracias por lo de la dirección.Pasare para ver si hay alguna placa
Alberto
Gracias a usted por el interés mostrado por Alicia de Larrocha, Alberto. Si no es mucho pedir, le agradecería que nos confirmase la ubicación del nacimiento de Alicia y si existe alguna placa conmemorativa al respecto. Cuente con mi humilde firma para esa instancia.
Saludos
LEITER