En uno de mis últimos post hacía referencia a que estamos viviendo una época de cambio de paradigmas que, como suele ocurrir, no lo percibimos hasta que una vez instalados modifican sensiblemente nuestra forma de ver y sentir las cosas que nos tocan vivir. Uno de esos cambios es cómo ha modificado nuestras vidas la aparición de Internet y los ordenadores que para bien o para mal resultan hoy elementos imprescindibles para poder sobrevivir. Ni sus creadores o quienes a partir de esas ideas han desarrollado infinidad de elementos se podrían imaginar la potencialidad de las criaturas que inventaron. Salvo quien haya estado aislado del mundo en los últimos treinta años puede estar ajeno a este fenómeno de nuestros tiempos que dado su difusión ya es imposible poder parar.

Una aproximación a lo que quiero decir es que hoy podemos estar interactuando con no menos de 1650 millones de personas (estimación de la población mundial que de distintas maneras tiene acceso a la red). Se dice fácil pero es algo que hace sólo 30 años resultaba inimaginable. Y es que, al contrario de otros inventos, no estamos en presencia de una evolución sino por el contrario de una transformación revolucionaria de la sociedad cuya velocidad nos sorprende y donde la obsolescencia de los gadgets se calcula en días. No existe actividad humana en el mundo cuyo futuro (existencial ) no dependa ya o próximamente de su viabilidad en la red donde todo es posible y su incorporación sólo depende de la ecuación económica que algunos expresan para graficar el fenómeno que: Lo que no está en Internet es por que no existe .

Les desafío a que me digan cuantas veces buscan ahora en un callejero una calle o tienda. Es que no importa la actividad que se nos ocurra ya no resulta lo mismo pues se ha transformado y no volverá a ser la misma. Algunos podrán pensar que estoy exagerando pero simplemente cuantos de nosotros estaríamos en contacto si no existiera este medio (creo que sin temor a equivocarme los únicos que nos conocemos personalmente somos Leiter y el que escribe). Todo cambio de paradigma en general conlleva grandes beneficios, pero genera miedos, ansiedades y puede ser altamente peligroso para aquellos que se resisten a algo que no pueden gobernar y cuya única y exclusiva acción debe ser subirse a esa ola transformadora para asegurar como mínimo su subsistencia. Es lo que los sociólogos llaman evitar el síndrome del sapo hervido. Quien no lo perciba corre el riesgo de la desaparición pues su fuerza es incontenible. Esta transformación también está generando una alta sensación de vértigo y de caos por la velocidad que transmite entre los que no entienden que es lo que pasa con sus actividades cuando deciden permanecer al margen del fenómeno y seguir con lo ”tradicional”.

Lamentablemente está actitud los llevará rápidamente a su desaparición pues este cambio de paradigma a diferencia de otros tiene la función mutante y antropófaga incorporada con lo cual no existe un momentum donde quedará instalado sino que es vehículo de sucesivos, interminables e imperceptibles cambios. No desesperemos, en una próxima y no lejana entrada quiero compartir con ustedes algunas ideas para que no nos pille el toro, les invito a que elaboren las suyas para poder entre todos establecer una hoja de ruta común.

Hasta la próxima y un abrazo

THENIGER