En el enlace al vídeo que os he dejado para hoy podemos escuchar la magnífica interpretación del primer movimiento de la Sonata para flauta de Francis Poulenc a cargo de a cargo de Emmanuel Pahud y Eric Le Sage al piano. El suizo Emmanuel Pahud (Ginebra 1970) es uno de los mejores flautistas de la actualidad, como así lo corrobora el hecho de que con sólo 22 años ingresara como solista en la Orquesta Filarmónica de Berlín (Es el instrumentista más joven en conseguir un puesto en la prestigiosa orquesta en toda su historia). Su repertorio discográfico, casi en exclusiva con el sello EMI, incluye las grabaciones fundamentales de todo el repertorio de flauta, desde Vivaldi a Gubaidulina. Por su parte, Eric Le Sage (1964, Aix-en-Provence) es un destacado pianista francés que tiene el honor de haber grabado la integral pianística de Francis Poulenc, serie que ha sido alabada por la crítica y que ha recibido numerosos galardones.
Esta obra de Poulenc, escrita en 1957, está dedicada a la memoria de Elisabeth Sprague Coolidge, una conocida mecenas estadounidense, y fue interpretada por primera vez por Jean-Pierre Rampal en el mismo año en el Festival de Estrasburgo, con el propio Poulenc al piano. La pieza, en absoluto solemne, está brillantemente escrita y tiene la virtud de contar con unas melodías sinuosas y penetrantes que persisten días y días en la mente del oyente. El primer movimiento que aquí ofrecemos es pausado y deliciosamente punzante, con dos temas principales claramente contrastados. Existe además una versión de concierto con orquesta que, sin embargo, desmerece un tanto el fulgor pianístico de la partitura original, mucho más adecuado para la obra.
Poulenc nació en el seno de una cultivada y adinerada familia parisina — la del industrial farmacéutico Rhône-Poulenc — en 1899 y a pesar de que estudió piano desde niño no fue hasta 1913 cuando se toma su formación musical en serio, estudiando piano con Ricardo Viñes y composición con Charles Koechlin. Ya por entonces formó parte del conocido Grupo de los Seis franceses — Louis Durey, que muy pronto dejó el grupo; Germaine Tailleferre, la única mujer; Georges Auric, importante creador de bandas sonoras; Arthur Honegger, el menos desenfadado y más cercano al neoclasicismo; Darius Milhaud, el más variado, original y creativo; y el propio Francis Poulenc — un grupo inicialmente formado en el neoclasicismo menos convencional y que tomó a la figura de Erik Satie como mentor, aunque su verdadero ideólogo fue el poeta Jean Cocteau. Con 24 años, Poulenc compuso una pieza para los ballets rusos de Diághilev (Las Ciervas), vivaz y claramente stravinskiana que tuvo un enorme éxito. Con ese ballet se metió en el bolsillo a todo el París de buen tono y pasó las décadas de los años veinte y treinta componiendo brillantes piezas ligeras que se adaptaban perfectamente al ambiente frívolo de la alta sociedad parisina de la época.
Hacia 1935, Francis Poulenc cambió su enfoque de la música. Se convirtió al catolicismo y compuso docenas de obras serias y solemnes sobre temas religiosos (Letanías para la virgen negra de rocamador, Concierto para órgano, cuerdas y timbales). Formó pareja con el cantante Pierre Bernac, una unión públicamente homosexual, y durante los 22 años siguientes realizaron giras por todo el mundo. Para Bernac compuso canciones tan conmovedoras y serias como no se habían escrito desde los tiempos de Gabriel Fauré. En sus últimos años reapareció ocasionalmente la alegría burlona de su primer estilo (Concierto para piano) aunque el tono general de sus obras siempre fue melodioso y decididamente romántico.
Poulenc sabía que no era un innovador pero creía que aún existía un lugar para música nueva compuesta a través de métodos tradicionales. Fue un consumado maestro de las melodías naturales y sin pretensiones, y su forma de mezclar las armonías neoclásicas con los toques agridulces de la canción popular francesa le da a su música un encanto distintivo y sutil, incluso cuando ahonda en la tragedia. Alegre o melancólica, su música refleja fielmente su personalidad (Era maníaco-depresivo, turbulento y tuvo la ya referida valentía de hacer pública su homosexualidad). Con los debidos respetos, es uno de los compositores de segunda fila más encantadores de su tiempo. Nuestro humilde homenaje a su figura
Bello, sosegado, sencillo, limpio, dulce. Gracias, Leiter, una vez más. Era la música que necesitaba este domingo.
Es una obrita preciosa, la verdad
Pues si era eso lo que necesitabas, estupendo.
Beijinhos
LEITER
Yo no le hacía mucho caso a Poulenc hasta que me topé con «Diálogos de Carmelitas». Y en concreto la escena de la muerte de la Priora, que puede encontrarse en YouTube interpretada por la monumental Anja Silja (qué monstruo de artista!). A partir de ese momento, compré un sombrero para descubrirme ante Poulenc.
Mis respetos, Amigo Leiter!
Joaquín
Pues ahí tienes el enlace, Joaquín
Estupendo corte, sí señor
Un abrazo, Joaquín
LEITER
Creo que a todos los flautistas nos apasiona esta obra. Es tan agradecida de escuchar como de interpretar, aunque a Emmanuel Pahud se les de da bastante mejor que a mi jejeje.
Pues inicialmente tenía enlazada otra versión, la de James Galway, que los responsables de YOUTUBE decidieron suprimir… En fin
Gracias por el comentario, Tatharmith.
LEITER
No creerías que iba aperderme mi sección favorita? Estos guños son pequeños descubrimientos maravillosos!! Mira que la flauta no es mi instrumento favorito, pero esta pieza es deliciosa!!!
Beso, leiter
Ya sabía yo de tu incompatibilidad con el timbre de la flauta después de ciertos comentarios sobre un ratón en Pekín, sobre una esperpéntica procesión humana…
De veras, la sonata es una maravilla. Escuchadla entera a través de los vídeos.
Besos, muchos besos, mi reina
LEITER
jajaja, creo que no es por eso, es porque ya sabes que en los coles, en música, tienes que «aprender» a tocar la flauta…y suena tan mal tocada por un montón de escolares que creo que aborrecí su timbre. pero lo que es maravilloso, lo es, y se nota!!
Besos