Determinados músicos parecen haber nacido para empuñar una batuta atendiendo a su progreso formativo y a las cualidades que atesoran. Sin embargo, en no pocas ocasiones, lo que debiera haber sido una brillante y prolongada trayectoria artística sobre el podio tanto de coliseos operísticos como de salas sinfónicas, se ve truncado por circunstancias ajenas a la propia carrera como maestro de la batuta. Es entonces cuando muchos maestros en ciernes se ven obligados a reorientar su labor profesional en otros ámbitos relacionados con la música. En 1948, el director italiano Franco Ferrara, tras unos comienzos fulgurantes, se vio obligado a abandonar la práctica de la dirección orquestal por una serie de problemas relacionados con su salud. El arte de la batuta perdió al que sin duda estaba llamado a ser uno de sus más brillantes maestros pero, Ferrara, lejos de desanimarse, inició entonces una actividad como docente en materia de dirección orquestal que le llevó a convertirse en una de las mayores autoridades de su época en dicha materia. A partir de la década de los años sesenta del siglo pasado, la ruta obligada de los aspirantes a dirigir orquestas de todo el mundo pasaba por dos puntos concretos, la clase de dirección impartida por Hans Swarowsky en Viena y los cursos de dirección ofrecidos por Franco Ferrara en Siena. Si en Viena uno tenía la posibilidad de aprender a analizar minuciosamente una partitura y de guardar un respeto casi reverencial a la misma, en Siena simplemente se enseñaba a dirigir. A lo largo de su dilatada trayectoria como docente, Franco Ferrara fue el maestro de muchos jóvenes que luego ocuparían puestos de verdadera relevancia en el campo de la dirección orquestal. Su legado formativo fue tan imprescindible como inolvidable.
Franco Ferrara nació el 4 de julio de 1911 en Palermo, Italia, e inició su formación musical con apenas cinco años de edad en su ciudad natal mostrando un talento ciertamente asombroso. Más tarde, Ferrara pasó al Conservatorio de Bolonia en donde se graduó de violín, piano, órgano y composición con las máximas calificaciones y obteniendo numerosos premios. Desde entonces, Ferrara se centró en su carrera de violinista, actuando como instrumentista en diversas formaciones sinfónicas de Bolonia, Roma y Florencia hasta que en 1933 ingresó de manera oficial en la Orquesta del Mayo Musical Florentino. Allí tocó bajo el mando de maestros de reconocido prestigio como De Sabata, Erich Kleiber, Willem Mengelberg y Bruno Walter, hecho que sin duda le hizo cambiar el arco por la batuta. De esta manera, en 1938, Ferrara debutó como director en el Teatro Comunal de Florencia con un programa variado que suscitó mucho éxito. Un año más tarde, Ferrara dirigió a la Orquesta de Santa Cecilia en Roma, formación en la que ejerció como director titular entre 1944 y 1945. Desde entonces, Ferrara inició una exitosa carrera internacional como director que le llevó a dirigir por toda Italia y Centroeuropa, dirigiendo como invitado a las más importantes orquestas del mundo (Filarmónica de Berlín incluida).
Sin embargo, en 1948 Ferrara se vio obligado a interrumpir su actividad como director debido a problemas de salud que dieron lugar a todo tipo de especulaciones (se llegó incluso a poner en duda su estado mental, algo ciertamente difícil de creer debido a sus cualidades de percepción y memoria). Sea como fuere, Ferrara se dedicó a realizar algunas grabaciones para la RAI con alguna que otra incursión el mundo cinematográfico. Pero lo realmente importante fue que Ferrara también se dedicó desde entonces a la docencia, primeramente como profesor de dirección orquestal en la Academia de Santa Cecilia de Roma. Más tarde pasó a la Academia Chigiana de Siena, en donde trabajó como profesor de dirección entre 1964 y 1985, convirtiendo esta institución en uno de los centros mundiales de peregrinación para todos los jóvenes que querían formarse en esta materia. (Entre sus alumnos podemos mencionar a Riccardo Muti, Riccardo Chailly y Andrew Davis, entre otros). Con un enorme prestigio internacional como docente, Ferrara también enseñó fuera de Italia (Holanda, París, Suiza, Japón y EEUU, impartiendo allí clases en la Juilliard School, Curtis Institute de Filadelfia y en Tanglewood). En 1977, Ferrara se vio obligado a interrumpir brevemente su actividad docente debido a un ictus cerebral del que afortunadamente se recuperó por completo aunque le provocó la pérdida de cierta capacidad sensorial. De hecho, en 1983, Ferrara ofreció de nuevo cursos en Bari y organizó una serie de conciertos para jóvenes promesas de la batuta al frente de la Orquesta Sinfónica de la RAI de Roma. Finalmente, Franco Ferrara falleció el 6 de septiembre de 1985 en Florencia como consecuencia de un ataque al corazón.
Director cuya brillante carrera artística se vio truncada por problemas de salud, no obstante Franco Ferrara se destacó como uno de los mejores docentes de dirección orquestal de toda la segunda mitad del siglo XX. Sus clases fueron seguidas por alumnos de todo el mundo y se calcula que fueron unos 600 los estudiantes que lograron acceder a su magisterio. Su prestigio fue tal que grandes figuras consagradas como Bernstein, Karajan o Celibidache siempre contaron con su presencia para actuar como jurado en numerosos certámenes de dirección. (Herbert von Karajan llegó incluso a afirmar que parte de su fama internacional se debía a que Ferrara había tenido que dejar la actividad como director). Profesor afable aunque con un carácter muy difícil (sus repentinas rabietas eran temidas), Ferrara nunca toleró la superficialidad y la falta de cuidado en sus alumnos y siempre se mostró inflexible y muy riguroso en sus enseñanzas. «Yo enseño a dirigir, pero no la técnica. La técnica la deben tener ustedes ya, por supuesto»— Ferrara también se dedicó a la composición si bien sus obras son poco conocidas en la actualidad.
Debido a que la mayor parte de su vida la dedicó a la enseñanza de la dirección orquestal, son pocos los ejemplos con los que contamos de su escasa producción discográfica: Entre ellos, podemos mencionar música de Donizetti, Nino Rota, Respighi, Richard Strauss y Verdi. Nuestro humilde homenaje a este gran director y docente.
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