Según la rumorología más popular los directores de orquesta son seres que, salvo excepciones ocasionadas por desgraciadas enfermedades o lamentables accidentes, suelen vivir hasta una edad más que considerable. Para ello se arguye que el regular ejercicio físico practicado por los directores sobre el podio y que incluye, con mayor o menor vehemencia, movimientos de brazos y piernas, giros constantes de cadera y escorzos más bien forzados, a la larga favorece la tonificación corporal y el desentumecimiento de los miembros más ejercitados. Un buen número de directores se caracterizaron por poseer el aplomo y las fuerzas necesarias como para seguir actuando hasta casi el último día de sus vidas y a una edad en la que el resto de los mortales se encuentra ya disfrutando de una honrosa jubilación. Todos recordamos casos como el del doctor Böhm, quien ofreció su último concierto a los 87 años de edad y unos pocos días antes de fallecer. En los tiempos más recientes recordamos aún la simpática figura de Georges Prêtre dirigiendo el Concierto de Año Nuevo 2010 en Viena con 85 años (record absoluto de longevidad en este tipo de conciertos). En 2002 sucedió algo realmente curioso: El director alemán Kurt Sanderling decidió anunciar su retirada… ¡A los 90 años de edad! Caso realmente paradigmático de director longevo, Kurt Sanderling finalmente falleció el 17 de septiembre de 2011, a escasos meses de cumplir el centenario de edad.
Kurt Sanderling nació el 19 de septiembre de 1912 en Arys, Prusia Oriental, y en la actualidad enclave denominado Orzysz bajo administración polaca. Inició sus estudios musicales en la antaño capital prusiana, Königsberg — actual Kaliningrado rusa — y posteriormente en Berlín. En 1931 fue contratado como repetidor en la Ópera Estatal de Berlín, enclave en el que fue asistente de Fritz Stiedry y Paul Bresach. Sin embargo, como también hubo de ocurrir con otros muchos músicos de su generación, Sanderling fue apartado de su cargo con el advenimiento de los nazis en 1933 y no tuvo más remedio que adherirse a la Federación Cultural Judía de Berlín hasta que en 1936 se vio obligado a abandonar Alemania en calidad de refugiado. A diferencia de lo que solía ser habitual, Sanderling no partió para Europa Occidental o América, sino que marchó hacia la URSS al tener allí a algunos familiares. Sanderling consiguió un puesto como asistente de Georges Sébastian en la Orquesta de la Radio de Moscú, debutando con dicha formación en 1937. Dos años más tarde, Sanderling dejó su puesto en Moscú para hacerse cargo de la Orquesta Filarmónica de Jarkov, destino en el que permaneció por un espacio de tres años. En 1941, Evgeni Mravinski invitó a Sanderling a dirigir la Filarmónica de Leningrado y desde entonces se estableció una especial vinculación entre él y la orquesta, siendo nombrado su segundo director en 1941 cuando la formación fue evacuada a Novosibirsk a causa de la guerra. Sanderling se mantuvo como segundo director de la Filarmónica hasta 1960, alternando este trabajo con una labor docente impartida en el Conservatorio de Leningrado.
En 1960, Sanderling fue requerido por las autoridades comunistas para hacerse cargo de la Orquesta Sinfónica de Berlín Este, formación a la que quisieron instituir como rival de su hermana occidental, la Filarmónica de Berlín dirigida por Karajan. Sanderling consiguió elevar el nivel de la orquesta y realizar numerosas grabaciones con la misma, de tal manera que debido a su incontestable éxito fue también designado titular de la Staatskapelle Dresden entre 1964 y 1967. A lo largo de esa misma década de los años sesenta, Sanderling comenzó a frecuentar Occidente y de esta manera fue invitado a dirigir en Viena y en los Festivales de Salzburgo. En 1970 debutó en Inglaterra sustituyendo a Klemperer e iniciando una productiva relación con la entonces denominada New London Philharmonia, formación que acabó nombrándole como director honorario en 1996. También por esa época Sanderling inició una estrecha colaboración con la Orquesta Sinfónica Yomiuri Nippon de Tokio y su nombre llegó a sonar con insistencia para hacerse cargo de la Orquesta Nacional de España, pretensión que finalmente no se llevó a cabo. Tras el derrumbe de los regímenes comunistas europeos en los primeros años de la década de los noventa, Sanderling centró su actividad como prestigioso director invitado en Europa y América hasta que en el año 2002, ya con noventa años cumplidos, decidió anunciar su retirada. En 1999, Sanderling fue nombrado director emérito de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Sanderling vivió en Berlín hasta la fecha de su fallecimiento, acontecida en dicha ciudad el 17 de septiembre de 2011.
Kurt Sanderling — un director de gran parecido físico a Otto Klemperer — condensó en su larga trayectoria conocimientos, experiencia y saber a partes iguales. Representante de la tradición germánica y al mismo tiempo de la escuela rusa, Sanderling fue un director un tanto severo y parco de movimientos aunque poseedor de una magnífica técnica de batuta. Por el contrario, durante los ensayos se mostraba como un ser volcánico y repleto de visceralidad aunque siempre guardando un estimulante respeto hacia los profesores de las orquestas. Gran pedagogo, Sanderling solía esperar al fin de las sesiones de ensayos para corregir amablemente a aquellos solistas que no acertaban a lograr el punto requerido por el maestro en sus indicaciones. Su repertorio estuvo centrado en los compositores del Romanticismo, con gran predilección por Beethoven y Brahms, aunque tal vez Shostakovich — amigo personal del director — fue el compositor sobre el que tuvo una mayor afinidad. Sanderling fue también muy apreciado como director acompañante por su sentido de la elegancia y su enorme musicalidad. Director invitado en más de una ocasión por la Orquesta Nacional de España, en Madrid tuvimos la fortuna de asistir a unas memorables lecturas de algunas sinfonías de Brahms y a una robusta y sólida versión de la Sinfonía nº7 de Bruckner. Quien esto escribe tuvo la dicha de asistir como oyente a una entrevista realizada al maestro Sanderling allá por 1992 en Madrid. Mi impresión general fue que Sanderling era el genuino representante de una vieja escuela de dirección que tal vez muchos seguimos añorando en la actualidad. Pero también recuerdo como resultaba de complicado mantener la mirada hacia dicho maestro, un hombre que no apartaba sus ojos de los de su interlocutor por nada del mundo. Me pareció un hombre de una tremenda pero participativa autoridad.
De entre la producción discográfica debida a Kurt Sanderling podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para clave, BWV 1052, de Bach, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Sinfónica del Estado de la URSS (MELODIYA 1000731); Conciertos para piano nº1, 2, 3, 4 y 5 de Beethoven, junto a Emil Gilels y dirigiendo la Filarmónica Checa (ARCHIPEL 758815); Sinfonía nº5 de Beethoven dirigiendo la Philharmonia Orchestra (EMI 95445); En las estepas de Asia Central de Borodin dirigiendo la Staatskapelle Dresden (BERLIN 2342); Danzas eslavas de Dvorak dirigiendo la Filarmónica de Leningrado (MELODIYA 0013); Sinfonías nº9 y 10 de Mahler dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la BBC y la Sinfónica de Berlín Este (BBC 4232 y BERLIN 94422); La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Finnilä y Schreier, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Berlín Este (BERLIN 9402); Sinfonía nº10 de Shostakovich dirigiendo la Sinfónica de Berlín Este (BERLIN 9217); y, finalmente, En Saga de Sibelius dirigiendo la Sinfónica de Berlín Este (BERLIN 2059). Nuestro humilde homenaje a este incombustible director de orquesta.
Vaya una maravilla: el vídeo del as Estepas del Asia Central de Borodin ha sido suprimido!
La dilatada vida de Kurt Sanderling ha visto un inmensa evolución musical, que paulatinamente también ha ido decreciendo en los últimos 15 años luego de la muerte de uno de los más grandes: Celibidache. Por lo tanto, también ha sido testigo de excepción de la grandeza y la miseria en toda la extensión de los términos.
Su carrera inicia cuando la vieja escuela de la dirección orquestal aún veneraba a Hans von Bülow, Gustav Mahler y Arthur Nikisch. Creció bajo el ejemplo de Richard Strauss, Wilhelm Furtwängler, Bruno Walter y Arturo Toscanini. Se desarrolla en su cúspide, coincidiendo con los magos de la Batuta -Karajan, Celibidache, Böhm, Fricsay- acompñándoles a todos hasta sus últimos días, en los cuales también murió la mística del Director; finalmente, Sanderling abandona su corporeidad viendo el desastre que por doquier nos invade: Rattle, Plasson, Thielemann (aunque en Viena le adoren y no me han podido explicar porqué)…
A veces me pregunto qué pasa por la mente de un hombre, cuando después de ver y disfrutar del Paraiso, debe soportar la incandescencia del infierno.
Magnífica experiencia in duda la que viviste Leiter, cuando pudiste conversar con Sanderling y descubrir en Él los destellos de la Edad Dorada de la Dirección. Lo de sus ojos…Es la clave para dominar y contrrolar a los demás tan sólo con la mirada.
Y concuerdo contigo en que Sanderling tiene un curioso parecido con Klemperer, excepto porque Sanderling es mucho más feo, pero menos gruñón.
Abrazos, amigo y hermano.