Hans Rosbaud y los directores de orquesta
Uno de los directores de radio más significativos fue Hans Rosbaud. A lo largo del siglo XX fueron tomando importancia para los directores de orquesta dos puntos de actividad aparte del concierto y de las representaciones operísticas: El estudio de grabación discográfica y la radiodifusión. Mientras que la industria fonográfica se decantaba por el artista virtuoso del podio y lo seguía desarrollando, la radio pasó a ser el dominio de una clase de directores distinta y menos ruidosa. Además, como los directores no se mostraban en primera persona al público, no se buscaba por ello a las figuras más rutilantes.
El nuevo medio radiofónico gustaba de colaborar con directores deseosos de experimentar y abiertos a la novedad. En los últimos tiempos las instituciones radiofónicas han ido perdiendo en buena medida la loable tradición de seguir una praxis musical que se apartaba un tanto de los directores estrella.
Hans Rosbaud nació el 22 de julio de 1895 en Graz, Austria, en el seno de una familia en donde la madre era profesora de piano. De ella recibió Hans sus primeras lecciones musicales hasta que más tarde ingresó en el Conservatorio de Frankfurt para ponerse bajo la tutela de los profesores Bernhard Sekles y Alfred Hoehn. En 1921 Rosbaud debutó como director en Mainz tras haber superado una oposición organizada por la Escuela de Música Municipal, institución que adquirió una enorme reputación bajo su mandato en toda Alemania. Tras haber dirigido con regularidad los conciertos sinfónicos de aquella ciudad, Rosbaud fue nombrado en 1929 director de la Orquesta de la Radio de Frankfurt, entidad en la que empezó a desarrollar su afición por la música de su tiempo como lo prueba el hecho de que estrenó muchas obras de los compositores contemporáneos. Tras la llegada de los nazis al poder, Rosbaud no quiso comprometerse políticamente y en 1937 abandonó Frankfurt para ocupar el menos expuesto cargo de director de ópera y conciertos sinfónicos en Münster. En 1941, cuatro años después, ejerció un cargo similar en la anexionada ciudad de Estrasburgo. Allí Rosbaud ofreció una floreciente actividad musical que, no obstante, chocó en muchas ocasiones con la política llevada a cabo por las autoridades alemanas. Rosbaud defendió y ayudó a muchos profesores de la orquesta que estaban siendo perseguidos por los nazis y se ganó por ello una enorme reputación en la ciudad.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Hans Rosbaud no tuvo ningún problema con las autoridades aliadas por su conducta y fue nombrado por las mismas director de la Orquesta Filarmónica de Munich — agrupación que en los años del nazismo se había convertido en la orquesta oficial del III Reich — con todo tipo de apoyos para que iniciara la reconstrucción musical en la devastada ciudad bávara. Rosbaud fue el primer director alemán en actuar en Francia tras la guerra y fue muy bien recibido. A partir de 1948 Rosbaud abandonó Munich y volvió a comprometerse con una nueva orquesta de radio, la Orquesta Sinfónica de la Radio del Suroeste de Alemania (Baden-Baden), entidad en la que permaneció hasta su muerte. Ya en 1950, Rosbaud alternó su labor en Baden-Baden con la dirección de la Orquesta Tonhalle de Zurich, y desde aquellos momentos fue considerado como uno de los mejores difusores de la música moderna gracias, en buena medida, a su destacada presencia en el Festival de Música Contemporánea de Donaueschingen. En 1954 Rosbaud dirigió la primera representación en Hamburgo de la ópera Moses und Aron de Schönberg y tres años después también la dirigió en Zurich. Por esos mismos años Rosbaud fue repetidamente invitado para dirigir en América y causó una enorme sensación sobre todo en Chicago, ciudad en donde su nombre sonó con insistencia como candidato a sustituir a Fritz Reiner en la Sinfónica. Cuando aquel rumor parecía que iba a llegar a buen puerto, la muerte sorprendió a Rosbaud en Lugano, Suiza, el 29 de diciembre de 1962.
Hans Rosbaud era natural de Graz, como el doctor Böhm, ciudad en donde se dice que viven los austríacos más gruñones. Pero mientras que Karl Böhm fue un artista que adquirió su gran oficio gracias a las experiencias acumuladas, Rosbaud fue desde el principio un analítico de las partituras, un exégeta de la música y un apasionado abogado del modernismo. Su categoría intelectual y su destacada técnica de dirección le convirtieron en una de las figuras más importantes de la dirección orquestal de posguerra.
El camino vital de Hans Rosbaud se desarrolló de manera consecuente con los campos de acción adecuados para él, muy lejos del estrellato de otras figuras relevantes. De haberlo deseado, Rosbaud se habría convertido en otra estrella de la dirección, como así se demuestra en el hecho incontestable de que fue muchas veces equiparado con Furtwängler por oposición estilística. Como buen arquitecto de los grandes formatos, Hans Rosbaud encontró en Mahler a uno de sus compositores fetiche con interpretaciones tan modernas como sobrias.
En lo relativo a otro constructor de catedrales sonoras como Bruckner, el director de Graz tradujo su música con una clara orientación estructural y eliminando cualquier aura religiosa. Sibelius fue otro de sus grandes aciertos, conforme a un estilo de dirección poco efusivo y especialmente dedicado a extraer la más certera objetividad de la música. Pero Rosbaud fue sobre todo un director dedicado al repertorio del siglo XX y con especial atención a los compositores de la Segunda Escuela de Viena. Dentro de la tradición literalista, Rosbaud representó el necesario puente entre Toscanini y Pierre Boulez, director este último que siempre declaró su total admiración por el maestro austríaco.
Hans Rosbaud es a día de hoy, especialmente en Alemania, una figura de culto para los expertos de música cuyo concepto de la interpretación valora principalmente el descubrimiento objetivo de las obras y la fidelidad a las partituras. Esta concepción musical, a veces confundida con la funcionarial falta de colorido, no fue bajo ningún término la percibida por Rosbaud. La cultivada perfección técnica adquirida en la radio no fue lo más decisivo, sino que únicamente fue un excelente medio para hacer progresar una concepción musical aumentada y profundizada.
Hans Rosbaud fue un verdadero renovador de la cultura musical desde un espíritu inequívocamente ilustrado. Pero, dentro de su racionalismo, supo hacer patente con todos los medios a su alcance la espiritualidad y sensualidad de las obras. Para Rosbaud, el apasionamiento y la objetividad nunca fueron conceptos antagónicos.
De entre la producción discográfica debida a Hans Rosbaud
Podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra señalada)
- Concierto para violín de Beethoven, junto a Ginette Neveu y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden (TAHRA 684)
- Conciertos para piano nº 1 de Beethoven, junto a Walter Gieseking y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (APPIAN 5511)
- Concierto para piano nº5 de Beethoven, junto a Robert Casadesus y dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (PHILIPS 426106)
- Sinfonía nº7 de Bruckner dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden (TUXEDO 1207)
- Orfeo et Euridice de Gluck, junto a Danco, Alarie y Simoneau, y dirigiendo la Orquesta de los Conciertos Lamoureux (PHILIPS 434784)
- Sinfonía nº7 de Mahler dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín (VOX BOX 5520)
- Sinfonía Turangalila de Messiaen, junto a Yvonne Loriod y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden (HÄNSSLER 93078)
- Concierto para piano nº9 de Mozart, junto a Walter Gieseking y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (APPIAN 5511)
- Concierto para piano nº21 de Mozart, junto a Monique Haas y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden (HÄNSSLER 93129)
- Moses und Aron de Schönberg, junto a Fiedler y Krebs, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte de Alemania (CBS 78213)
- 5 piezas para orquesta de Schönberg dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden (WERGO 64032). Nuestro humilde homenaje a este magnífico director de orquesta.
En mi humilde concepto, siempre he considerado que la grabación de Rosbaud del «Emperador» de Beethoven, es una de las lecturas de mayor excelencia que se han realizado hasta nuestros días de esta obra inmensa. Combina el inevitable carácter glorioso que una visión épica del Mundo exige, con la romántica y dulce contemplación del entorno, para desembocar en un sincero deseo de libertad para toda la Humanidad. En dicha grabación, Rosbaud logra el equilibrio perfecto entre la orquesta y el piano, dejando a Monsieur Casadesus en entera libertad para dar auténtica vida al instrumento solista, sin que ello suponga que el uno (el solista) se sobreponga al otro (la orquesta); hay una conjunción armónica de ambos para producir un impecable sonido beethoveniano, digno de ser inmensamente admirado.
No me produce la misma sensación su interpretación de la Séptima de Bruckner. Creo que falta Bruckner y ese carácter íntimo y solemne que impregna toda la obra desde la primera nota. Esta Sinfonía una vez s einicia, tiene el poder de lograr que el espíritu del oyente se despoje de todo el mundo fenomenológico que le rodea, para acceder a planos superiores de entendimiento. Rosbaud interpreta esta obra de manera muy normal y le resta inspiración por desgracia. No es así que se dirige Bruckner y menos la Séptima: moriré con una sola idea en mi mente y es, que se trata de la más perfecta -absolutamente perfecta- música jamás compuesta. Por ello se le debe dirigir siempre con total y prístina inspiración.
Karajan y Celibidache.
Aún así, aplaudo a este contemporáneo del Dr. Böhm, hasta que mis manos queden rojas.
Abrazos, amigo y hermano Leiter.
Si ya te comentaba en privado, querido leiter, la alegría y agrado que me ha supuesto la lectura de las últimas entradas, lo reitero ahora en público por esta visita que propones al arte de Rosbaud. En lo personal, habiéndome acercado de manera autodidacta a la historia de la música clásica y de sus intérpretes, siempre he seguido el criterio de verificar conmigo mismo el impacto, la consonancia entre tal o cual músico y mis ideas, para luego definir mis preferencias. Y Rosbaud supuso siempre un impacto. Lo escuché primero en aquella versión del Concierto Emperador que alaba Iván. Y esta misma semana –feliz coincidencia– estoy disfrutando un disco de la DG con grabaciones de este director junto a la Filarmónica de Berlín interpretando a Sibelius. El sonido es monoaural… ¡pero qué música bien tocada, bien descrita, bien expuesta, bien entendida!
No he explorado a Rosbaud como campeón de lo moderno, pero llegará ese momento también. Por lo pronto recojo la observación de leiter: este director congenia el análisis racional con el sensualismo sonoro de una manera extraordinaria. Puede que no siempre se remonte a las alturas, pero jamás desciende a la mediocridad.
Gracias por la entrada, querido amigo!
Yo también opino que la música sinfónica de Bruckner es tan trascendente que parece no admitir muy bien una lectura excesivamente rigorista. De todas maneras, entre los directores que así lo ejecutan me quedo con Rosbaud. Sus maneras delatan un conocimiento casi perfecto de las partituras y demuestra, a su manera, que el sensualismo y la racionalidad no siempre han der ser conceptos divergentes. A mi humilde entender, le veo un director muy apropiado para Mahler. Y, por supuesto, coincido con vosotros en que su acompañamiento del Emperador es realmente sublime, permitiendo al solista desenvolverse con facilidad y no molestando en ningún momento (cosa que no siempre ocurre en esta obra, por desgracia).
Mi abrazo, amigos y hermanos Iván y Joaquín
LEITER
Muy apreciado y estimado maestro Leiter, siento pena por no poder participar como me gustaría en la fase actual debido al agotamiento tras haber abierto mi tienda gastronómica online. Se aprende mucho leyendo estas magnificas entradas pero no alcanzo con el ritmo ya que me gustaría poder escuchar con más tranquilidad y tiempo. Me han sorprendidas algunas cosas en cuanto a diferencias entre culturas,directores como Fritz Bush o Clemens Krauss, considerados como referencias asolutas e inmensas al otro lado de los Pirineos no son tan conocidos En España y lo mismo con Munch…pero son estas diferencias las que nos permiten aprender más, iendo a la fuente y escuchando. Asi que por aqui ando siempre leyendo y escuchando a pesar de no disponer ni de tiempo ni de fuerzas. De Rosbaud poco puedo decir, imagino que el ambiente que le rodeaba en su infancia en Graz era muy distincto al del Dr Böhm. En Böhm hay una cultura burguesa conservadora con gran aficción a las convenciones, un legado católico austriaco que le pega a la piel hasta llegar a una edad muy avanzada, en Rosbaud nada de todo esto. Pero si bien es cierto que el tempo inciial del emperador es muy adecuado las entradas de los metales en los acuerdos inciales, por encima de las cuerdas, hubieran no osbtante hecho saltar al doctor con un tremendo NEIN !!!
No es esto 100% conforme a las convenciones vienesas…
¡Es un placer volver a saber de usted, maestro Mounielou! Nuestra tristeza por su prolongada ausencia se ve del todo compensada por una enorme alegría de saber que se encuentra muy atareado con su negocio gastronómico. Eso sólo puede significar que dicho negocio está funcionando bien y por ello nos felicitamos. Lo primero es lo primero. Ya habrá tiempo de hacer comentarios en este bar con un buen fino o amontillado y un poco de jamón Joselito (aunque nos tengamos que rascar el bolsillo… Ja, ja)
Ciertamente, ahogar la cuerda en beneficio de los metales no parece casar muy bien a la tradición vienesa. En caso de elegir, yo también me quedaría con la lectura de Backhaus y el doctor Böhm para el Emperador antes que con la de Rosbaud/Casadesus. De todas formas, gustos aparte, me gusta la soltura de Rosbaud en su hacer permitiendo que la música fluya sin mayores conflictos. En este concierto beethoveniano he escuchado versiones, algunas consideradas como de referencia por la crítica, en las que cada cual, solista y director, parece ir por su lado sin ningún acople. Sólo daré una pista: esas versiones son bastantes modernas… Y coincido con usted, Jean François, en que Böhm y Rosbaud proceden de entornos distintos y por tanto su naturaleza es radicalmente distinta. De todas formas, en su línea, a mí Rosbaud me encanta. Me parece un campeón del análisis que dirige sus versiones como un todo orgánico, con fluidez, sin stops o cedas el paso forzados. Reitero que esto lo digo dentro de la línea interpretativa de Rosbaud.
Mi admirado y fraternal abrazo, maestro Mounielou.
PD: lamento no haber podido contestar antes su mensaje. Ayer no sé que ocurrió pero tuvimos en toda la calle donde vivo frecuentes cortes de luz por una avería, por lo que opté por apagar el ordenador para evitar problemas de sobretensión.
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