Esta semana va de narración:

Érase una vez tres amigos que nacidos en un pueblo de extrarradio transcurrieron su infancia y adolescencia juntos (lo que se dice formaban una pandilla). No eran de familias bien, pero tampoco pobres, ni apuestos, ni feos, ni genios, ni tontos, es decir típicos chicos de pueblo. Hicieron la primaria y la secundaria juntos; luego sus caminos se fueron abriendo…

Paco era una mezcla de idealista y bohemio; ni bien cumplió los 18 años decidió emigrar y vivir solo. Al poco tiempo las noticias que llegaban de su aventura no ponía contentos a sus padres que continuaban con la tienda de  pueblo sin apuros pero no holgados para darle una mano. No obstante a su manera Paco era feliz y por sobretodo se sentía libre, viviendo en una gran ciudad en comunidad con 3 mujeres y 2 hombres, pintando, haciendo abalorios, escribiendo poemas con la esperanza de que algún día fueran publicados, fumando algo y cuando necesitaba pasaba la gorra en la puerta del metro o hacía malabares frente a un semáforo sobre Castellana .

Un día su vida cambió; conoció a Paloma, empezó a frecuentar otros amigos (los de Paloma) y ello junto a la presión de sus padres lo convenció de volver a “la buena senda”. Comenzó a preparar una oposición, la consiguió y se hizo funcionario. Se casó tuvo un hijo con Paloma y se metió en una hipoteca a 35 años.

Sigue pagando la hipoteca; su ex le sacó el piso, ve a su hijo cada 15 días y vive alquilando una habitación.

Sus padres han fallecido y Paco añora aquellos días felices de hippie, donde nada tenía pero poco necesitaba .

Pepe era fanático de los deportes y del campo. Con un poco de ayuda de sus padres empezó con una pequeña parcela y cuatro animales. Junto a su primer novia con quien se casó trabajaron duro, compraron más tierra, sembraron y fueron agrandando la explotación, pero el esfuerzo era mucho y los precios cada vez más deprimidos. Un buen día la suerte pareció cambiar; se asoció con un conocido que quería invertir y el negoció se estabilizó. A instancias de su socio decidieron incursionar como promotores inmobiliarios. Llegó el BMW, los viajes y el adosado en la costa. Sus padres le decían que fuera despacio pero él no entendía razones y vía crédito bancario siguió adelante, ¿Por qué no? Un bloque, dos, tres, construcciones en la costa y de repente el banco le exigió la cancelación del crédito. Como no tenía liquidez hipotecó primero el campo, luego vendió el adosado (en realidad lo liquidó al 50 % de su valor y mitad en B) pero los pisos seguían sin venderse.

El banco se quedó con su campo y el, por supuesto, con la deuda. Su esposa, por lo menos algo bueno, sigue con él y con su trabajo de bedel (que consiguió luego de opositar cuando veía que se les venía la noche) es el único ingreso de la casa, que por cierto es la del pueblo que le dejaron sus padres luego de fallecer y por desidia no había hecho el trámite sucesorio y todavía figura a nombre de ellos (el banco y sus acreedores no pudieron accionar).

Con 50 años no encuentra en qué ocuparse y está perdiendo la esperanza de hacerlo.

Joaquín era el más inquieto  de los tres amigos. Empezó a estudiar Derecho. En la  Universidad empezó a tontear con una compañera no muy agraciada pero de familia bien posicionada. Como era simpático y locuaz, rápidamente conquistó a sus suegros, quienes como regalo de boda les dieron un piso en la ciudad. Le costó mucho recibirse, no por falta de inteligencia, sino porque su militancia en las juventudes de Unión para Todos le quitaba tiempo. Por fin obtuvo la Licenciatura en Derecho e ingresó en un despacho de abogados por enchufe de su suegro. Al poco tiempo se divorció pero en el despacho se había hecho imprescindible; sus dotes para relacionarse hacía que los clientes llovieran como maná del cielo – de la profesión nada-   A veces concurría a algún juzgado pero sobre todo se dedicaba a su partido político y no había mitin, convención o  reunión partidaria que no contara con su presencia y por supuesto con sus servicios de RRPP en la organización del evento. Un buen día dejó el despacho, logró entrar en lista como concejal y su partido lo designo concejal de urbanismo. Como eran época de vacas flacas el ayuntamiento hizo una reestructuración, eliminó áreas funcionales y juntó Urbanismo y Medio Ambiente siendo Joaquín su responsable.

Los envidiosos dijeron que era un trepa, pero sólo él sabía lo que le había costado ser un servidor público (matrimonio, canas y una tripa generosa). En las siguientes elecciones su partido volvió a ganar y fue vicealcalde  (¡ la militancia se lo pidió!). Como en todo partido político hubieron discrepancias, surgieron líneas internas y Joaquín se enroló con los perdedores; su carrera política se opacó y desilusionado dejó la militancia.

Como se se veía joven y con fuerzas, se paso a la actividad privada y fundó una empresa de asesoramiento que brinda a las Pymes servicios de gestión ante organismos oficiales (licencias, créditos ), que si bien está creciendo no podría mantener su ritmo de vida actual sino fuera porque gracias a su constancia para ahorrar tiene campos por todo España; chalet en la Costa Brava, una distribuidora de autopartes, 2 edificios en Madrid capital con oficinas en alquiler; vive en un piso de 250 metros cuadrados en una urbanización privada y conduce una Testarosa (que compró a buen precio en un remate pues pertenecía a un narco) ¡Ah , me olvidaba!  Se volvió a casar, claro por lo civil, con una rubia 20 años más joven de la cual está muy enamorado.

Si quieren una moraleja del cuento busquen la similitud con algún caso que seguro conocen de nuestra España generosa .

Un abrazo y buen puente de San José

THENIGER