Director de orquesta, Muck
Indice de contenido
Hacia 1880, Boston alcanzó su madurez como centro musical y se convirtió en el hogar de un gran número de músicos europeos que aportaron la experiencia y tradición del viejo continente a la emprendedora y próspera América. Los líderes políticos se dieron cuenta de la necesidad de apoyar las iniciativas culturales y artísticas, por lo que empezaron a incluir todo tipo de ayudas a la Orquesta Sinfónica de Boston, entidad formada en 1881 a iniciativa de Henry Lee Higginson.
Desde sus principios la orquesta tuvo a una serie de directores de origen germánico, como Wilhelm Gericke, Arthur Nikisch y Emil Paur. Otro de esos directores sería Karl Muck, titular de la orquesta en los períodos de 1906-1908 y de 1912-1918. Sin embargo, esta relación terminó de una manera del todo abrupta y con Muck encarcelado. Los compromisos políticos, a veces, juegan estas malas pasadas.
Biografía
Karl Muck nació el 22 de octubre de 1859 en Darmstadt, Alemania, y comenzó su formación musical estudiando piano en el instituto de Wurzburg luego de que toda la familia se trasladase hasta Suiza, país del que adquirió la nacionalidad Muck en 1880. Titulado en Filología Clásica por la Universidad de Heidelberg, Muck a punto estuvo de perder la vida en aquella ciudad debido a un duelo de honor que mantuvo y que le ocasionó alguna que otra cicatriz en la cara.
Con todo, Muck decidió ampliar su formación musical en el Conservatorio de Leipzig y a partir de 1884 empezó a dirigir modestos conjuntos en Zurich, Salzburgo, Brno y Graz. Dos años más tarde obtuvo su primer cargo de relevancia en Praga, ciudad en donde trabajó hasta 1892. Durante estos años Muck fue el encargado de presentar El anillo de Wagner en Rusia con enorme éxito, circunstancia que coadyuvó a su posterior nombramiento en 1892 como director de la entonces Ópera Real de Berlín, cargo en el que se mantuvo por un período de veinte años y que alternó con otras actividades.
De esta forma, Karl Muck llegó a dirigir en el Covent Garden en 1899 y fue también un habitual de los Festivales de Bayreuth, en donde llegó a ser el director titular en 1903 luego de haber ejercido como asistente desde 1892. De igual manera, de 1903 a 1906 lideró la Orquesta Filarmónica de Viena y de 1906 a 1908 marchó hacia los EEUU para dirigir, en una primera etapa, a la Orquesta Sinfónica de Boston.
De los dos períodos en los que Muck estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Boston, fue el segundo el de mayor fecundidad artística. Al principio Muck tuvo ciertas dificultades con el repertorio, ya que su trayectoria artística estaba muy centralizada en la música alemana y especialmente en Wagner.
Poco a poco fue programando obras francesas y cumpliendo con los compromisos de modernidad exigidos por la gerencia de la formación. Por ir a Boston, Karl Muck llegó a rechazar un cargo tan importante como la dirección de la Ópera de Munich en 1911, asunto en el que tuvo que ver mucho el más que aceptable salario que Muck recibió en América. Pero esta relación, un tanto idílica, entre Karl Muck y la Orquesta Sinfónica de Boston se quebró con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Al entrar los EEUU en el conflicto en la primavera de 1917, Muck presenta su dimisión alegando sus simpatías por Alemania.
El presidente de la orquesta no sólo rechaza la dimisión, sino que le firma una prórroga de cinco años más de contrato. Al final de ese año se impuso por costumbre en las orquestas norteamericanas el ejecutar el Himno Nacional Norteamericano antes de cada concierto y el propio manager general de la orquesta bostoniana trató que Muck evitara seguir esa costumbre debido a sus simpatías por el régimen de Guillermo II. Pero entonces algunos sectores de la prensa empezaron una campaña ciertamente hostil contra el director germano a la que se sumó la de algún que otro grupo patriota norteamericano. Durante el concierto ofrecido por la agrupación el 30 de octubre no se interpretó finalmente el Himno Estadounidense y las cosas entonces se salieron de madre al ser falsamente acusado Muck de no querer realizar dicha interpretación.
Tras unos meses de relativa calma, Muck fue arrestado el 25 de marzo de 1918 ignorándose del todo su ciudadanía suiza. La acusación fue delirante: En las notas marginales de la partitura de La Pasión según San Mateo de Bach dijeron encontrar apuntes de propaganda pro-alemana… Muck estuvo encarcelado en Georgia hasta el 21 de agosto de 1919, fecha en la que tanto él como su mujer fueron puestos en un barco rumbo a Copenhague. Muck jamás volvió a los EEUU tras este patético incidente.
De regreso a Alemania, Muck se hizo cargo de la Orquesta Filarmónica de Hamburgo y posteriormente volvió a Bayreuth tras la reapertura del Festival en 1924. Sin embargo, en 1930 renunció a su posición en Bayreuth al sentirse eclipsado por la figura de Toscanini. También renunció en 1933 a la titularidad de la orquesta hamburguesa en abierto conflicto con las nuevas autoridades nazis pese a que en mayo de 1933 dirigió en Leipzig un concierto de homenaje a Wagner al que asistió el propio Führer. En octubre de 1939, Muck recibió una condecoración de Hitler en forma de insignia del Águila Alemana con dedicatoria.
Gravemente enfermo desde un tiempo atrás, Muck falleció el 3 de marzo de 1940 en Stuttgart. La Orquesta Sinfónica de Boston, enterada de la noticia, suspendió el ensayo que estaba realizando en aquellos momentos y tributó un celebrado homenaje a su antiguo maestro… ¡A buenas horas!
Según los distintos testimonios de la época, Muck tenía un estilo de dirección un tanto severo y muy económico de movimientos, con mínimos gestos siempre apoyados en la batuta. Fue un director además muy apreciado por sus dotes de acompañamiento orquestal a los solistas de conciertos, aspecto que resaltó especialmente el famoso pianista Artur Schnabel.
A diferencia de otros colegas de su generación, Muck mostró siempre un gran respeto por la partitura y nunca quiso tener un mayor protagonismo que la música que interpretaba.
Discografía
Entre los registros discográficos de Karl Muck podemos reseñar algunas de sus versiones de las más célebres obras wagnerianas: Obertura de El holandés errante dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (CENTAUR 2142); Preludio al Acto III de Parsifal dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (PEARL 9843); Preludio al Acto III de Lohengrin dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (APPIAN 5521); Preludio de Los Maestros Cantores dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (PEARL 0024); y, finalmente, la Marcha Fúnebre de Sigfrido de El ocaso de los dioses dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (SYMPOSIUM 1345). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.
Espléndido segundo tema de esta Obertura que nos trae tu regreso, amigo Leiter.
La carrera artística de Muck hace constar que los reveses no son más que pábulo para la la Gran Obra. Escuché los enlaces y los encontré apolíneos y rigurosos. He aquí que el desorden del mundo nos más que orden para la Obra…
Imagino a Muck en Boston rodeado del particular puritanismo chauvinista norteamericano. ¿Entonar el Himno Nacional? Con todo respeto, sólo los totalitarismos entonan su himno para aturdirse y después (no) oír lo que sigue a sus exaltaciones. La catástrofe antecede al orden constructor del artista y Muck lo ejemplifica…
Un fuerte abrazo, Leiter y amigos cofrades…
Enhorabuena por el inicio del nuevo curso de este bar de copas que tiene mucho de una universidad …Es un placer leer de nuevo sus publicaciones, Maestro Leiter !
Y me alegro-mucho-de que el curso empieze con Karl Mück. Karl Mück es un referente muy importante de la tradición alemana, visto desde los ojos de hombres como el Dr Böhm era una referencia oblidaga del más alto nivel, un verdadero referente dentro de la tradición más que todo en lo que toca a Wagner.
Con los enlaces que aqui tenemos podemos ver una vez más lo que suelo decir: Que el Wagner de principios de siglo no era el de Furt ni el de Kna, que ciertamente son immensos en sus interrpetaciones wagnerianas. La época anterior era, curiosamente, más….moderna !!!
Ni hay «fondu» en el sonido, es decir como un magma de lava ardiente del cual surgen las llamas, ni hay este tipo de visión cosmo telúrica que marca muchas interpretaciones wagnerianas de la época del gran drama que sacudió a Europa a mediados del siglo…hay una transparencia, una visibilidad sonora muy sorprendente, y también una humanidad aparentemente más sencilla. Se oye todo ( el preludio de Meistersinger es propiamente increible al respecto), el trabajo del detalle es increible ( las persusiones, estos timpani del inicio de la marcha fúnebre, que no se han vuelto a oir de esta manera), y hay un cantabile en las cuerdas que anuncia hasta el propio Toscanini.
Digo muchas veces que karl Böhm subió al podio de Bayreuth con el deseo de reanudar con la tradición de Karl Mück, y así fué. Le añadió su sentido personal del discurso épico, pero siempre pensaba en Mück y sabemos con que emoción encontró algunas partituras de los vientos donde aparecía estas palabras escritas a mano: Ojo, solo tocar esto con el Dr Mück !
Sin embargo no hay que confundir la transparencia de principos de siglo con el trabajo de Pierre Boulez y succesores, si se tiene en cuenta que la búsqueda de la transparencia no tiene que ser lo mismo que una perspectiva con bases analíticas. El análisis no era la meta a principios de siglo, nunca podía ser una meta en sí, por lo menos en el mundo germánico. La prirodad era, a través de cierta trasparencia, que la música esté ante todo «habitée», es decir…revestida por un sentimiento sacro de presencia y misterio. Lo que pasa es que este aura de presencia sacra no se conseguía con el «fondu» sonoro posterior sinó más bien por la magia de los timbres instrumentales y todos los claros oscuros, los contrastes de luz..todo esto trabajado y obtenido a traves de un sentido de la dinámica basado en las respiraciones y que hoy en día ha desaparecido. En este sentido, lo que nos queda del Parsifal de Karl Mück es algo que no tiene precio y que merece ser estudiado compas por compas.
Un saludo a todos y seguimos !!
Jean François Mounielou
¡Pero qué maravilla el discurrir de Mounielou! Le felicito, amigo. Puso Usted en palabras la sensación informe de mis pensamientos. Una pregunta ¿a qué se refiere Usted con «fondu»?
Saludos cordialísimos
Lo curioso de todo el tema, maestro Otto, es que las acusaciones que se vertieron sobre Muck fueron realmente insólitas (se llegó a decir que mantenía comunicaciones secretas con submarinos alemanes) y todo ello sin olvidar la nobleza de dicho director, quien pidió incluso la renuncia voluntaria a la dirección de Boston por su germanofilia. Pero allí topó con los patrioteros de toda época y ya se sabe que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Coincido contigo en lo de los himnos y banderas. Todos han de ser respetados en la forma en que representan a un estado… Pero ya ves lo que ocurre en tiempos actuales cuando, verbigratia, en un estadio de fútbol se ejecuta el himno nacional de una selección visitante.
¡Qué gusto saber de nuevo de usted, maestro Mounielou! Creo haber entendido su tesis cuando en una frase del todo antológica afirma que la interpretación wagneriana de antaño era incluso más moderna que la actual. Y me parece también excelente su sentido de diferenciar la transparencia orquestal con la mera analítica objetiva. No se trata de aligerar sino de clarificar a Wagner (y muchos olvidan que Wagner concibió El Anillo para ser ejecutado exclusivamente en un recinto de las características acústicas de Bayreuth). Me da que Karajan iba un poco por esa línea. De todas formas, yo me rindo ante una interpretación tradicional wagneriana de Knappertsbusch… No lo puedo evitar. Me parece algo muy por encima de todo el resto.
Mi abrazo, queridos amigos Otto y Jean François.
LEITER
Karl Muck, uno de los grandes Directores wagnerianos de la historia, fue posiblemente el mejor intérprete del Genio de Bayreuth, antes de 1945 y por encima incluso de Furtwängler. No dirigía a la manera de Knappertsbusch o de Böhm (quienes marcaron pauta en la post-guerra), pero su estilo reflejaba fidelidad a la vieja escuela, la del viejo y real Bayreuth, en donde el texto cantado exigía fidelidad a la pronunciación alemana y que algunos detractores llamaron «escupitajo de consonantes», además por la dureza que los papeles principales exigen. Este aspecto constituía la vertebración del estilo wagneriano y fue precisamente Karl Muck quien más esfuerzos hizo por guardar estricta fidelidad a este aspecto.
Pero fue el campo orquestal en donde recayó el mayor beneficio de esta batuta. No hay que olvidar que a diferencia de otros Compositores operáticos, Wagner prestaba muchísima atención a la Orquesta, de tal forma que esta fuera un personaje activo y protagonista en la escena: lo que el texto cantado no dice, es manifestado por la Orquesta, incluso de manera mucho más poética y mística que la más eximia voz. Muck supo guardar el debido equilibrio de todas las líneas melódicas y muy bien dice Maestro Monielou, bajo su dirección todo se escucha de manera fidedigna, con lo que la esencia del mensaje subyacente se conserva intacto.
No hay que olvidar además, que con Muck la Orquesta wagneriana retumba profunda, grave, solemne; es efectivamente esa puerta que conduce a la Gnosis de Wagner, la misma que es capaz de despertar visiones ocultas al oyente que se encuentre perfectamente en conexión con tal Revelación.
El tercer Acto de Parsifal amplía esta descripción mejor que cualquier discurso y es a la vez, una de las mejores interpretaciones que dicha obra. Las dimensiones místicas de Parsifal allí adquieren el nivel de la llama prometeica para la cual fueron concebidas.
Ningún lugar del mundo mejor que el propio Bayreuth para la Música de Wagner. Por eso se empeñan en destruirlo día tras día; es vergonzoso lo que allí se aprecia (desprecia) hoy.
Ahora, respecto a Knappertsbusch puedo asegurarles que escuchar a Wagner bajo su dirección, me hace perder el control: como bien me manifestó Leiter, eso no es excelencia. Es una maravilla de otra galaxia. Lo suscribo punto por punto.
¿Y Karajan? Ya sabeis lo que pienso. Escuchad especialmente el primer Acto de La Valkiria, con Jon Vickers, Gundula Janowitz y Martti Talvela, especialmente el «Winterstürme wichen dem Wonnemond»; ¡a ver si alguien va a decir que eso no es Wagner al más puro estilo!
Maestro Monielou, para mi es un honor volver a saludarle, ciertamente Blues es una Universidad.
Y por supuesto mi fiel saludo a Otto y Leiter.
De todas formas, conseguir un adecuado equilibrio entre solista y orquesta es algo muy complicado y que sólo los viejos maestros supieron hacer. Y si esto no se consigue da la sensación de que los cantantes chillan. Incluso, en las versiones de estudio, la colocación de la orquesta resulta fundamental para ejercer ese equilibrio tan necesario. Existen, por desgracia, (y no voy a citarlas) versiones que descuidan del todo este aspecto.
Mi abrazo, amigo Iván
LEITER
Excelente inicio, amigos maestros todos. El curso arranca con nivel. Magnífica la palabra Gnosis bajo la pluma de Iván, y para mi efectivamente Karl Mück es un genial exponente de la gnosis wagneriana. Su tercer acto de Parsifal me tiene de rodillas. Cuando hablo de Kna, no intento situarlo ni arriba ni abajo, Kna es Kna, como se le llama siempre en Francia, y como tal se sostiene solo en toda su genialidad. Lo que digo es que las interpretaciones de mitad del siglo estaban influenciadas por un tipo de angustia metafísica, reflejo de lo que pasaba en la tierra y que para hombres como estos maestros reflejaba algo mucho más grande, algo propiamente cósmico. Ahora bien, la genialidad de Kna y la de Furtwaengler en Wagner pasan por lo que llamo el «fondu» que es muy dificil de describir: se genera una fusión dentro del sonido que es como una corriente de lava de la cual salen llamas como si de erupciones solares se tratara, Y esto es muy diferente de la vieja escuela de los años 20, más transparente.
Karajan era un genio y fue el más grande pero para mi esencialmente en su primera época. Su Wagner es a veces muy personal pero de todos modos inmenso. No olvidemos tampoco lo que nos queda de Bruno Walter en Valkiria, que es propiamente inmenso y muy alineado con laa tradición de los años 20.
Y el Dr Böhm? Pues escuchad esto, a mi este Wagner me vuelve loco:
http://www.youtube.com/watch?v=NAYMkbpTvDQ