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 Leo la noticia en el DIARIO TÁNGER: Al parecer, el cónsul español en Tánger, don José de Carvajal Salido, se negó a contestar unas preguntas formuladas por un grupo de periodistas españoles durante una visita a la exposición pictórica del español Antonio Fuentes. Según se relata en la fuente, el cónsul no sólo se negó a realizar declaraciones a unos periodistas que pertenecían a un medio cultural sino que además les apartó con un a todas luces injustificado y descortés empujón. El editorial del medio que sirve de enlace a esta entrada apuesta por la hipotética incomodidad del cónsul a la hora de que fuese interrogado sobre las últimas y polémicas órdenes dictadas desde el Ministerio de Interior español y relativas a la detención diaria de un «cupo» de indocumentados en España, con especial referencia a ciudadanos magrebíes. Esta noticia, que fue desmentida por el propio ministro Rubalcaba tras unas declaraciones a mi juicio contradictorias, sería más que suficiente como para pedir el cese del ministro en el caso de confirmarse, a pesar de que Rubalcaba sea, posiblemente, uno de los mejores ministros de todo el actual gabinete del ejecutivo. Pero ese es otro tema. Lo cierto es que el cónsul, días más tarde, pidió perdón en privado a los periodistas agravados, circunstancia que si bien es de agradecer no lo es menos el hecho de que dicha disculpa debería haberse efectuado mediante una nota oficial. La trayectoria diplomática de don José de Carvajal Salido es del todo admirable, siendo poseedor incluso de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, y habiendo desempeñado sus tareas en distintos puntos de la geografía mundial. Por ello nos sorprende aún más este intolerable comportamiento de alguien cuya misión principal es la de establecer lazos diplomáticos y cordiales entre los países vinculados a su actividad profesional.

 Tánger, por su historia, es probablemente uno de los enclaves extranjeros que mayor vinculación tiene a España, toda vez que miles de tangerinos fueron y son ciudadanos españoles cuyo legado en la referida ciudad es absolutamente incuestionable. Ya no sólo la cercanía geográfica de Tánger, sino también el espíritu de tantos y tantos tangerinos se mantiene vivo hoy en día como puede demostrarse en la gran proliferación de foros sobre el tema que de unos años a esta parte han surgido en la Red y que tienen a Tánger como epicentro fundamental de su razón de ser. Por ello, no acabamos de entender como los distintos gobiernos españoles no prestan mayor atención a este histórico enclave, poniendo al frente de sus gabinetes diplomáticos a gente contrastadamente experta, como en el caso de don José de Carvajal, pero quizás sin ninguna particular vivencia con respecto al entorno en cuestión. Estoy seguro de cualquier tangerino podría haber representado mejor la labor diplomática española en Tánger que lo que este cónsul, según lo visto hasta ahora, ha hecho. Y reiteramos que sus disculpas son aceptadas, por supuesto, pero que una nota pública al respecto hubiese dado mayor consistencia a las mismas. Esperemos que, de ahora en adelante, no se vuelvan a repetir estos tipos de actuación que dejan en muy mal lugar a quienes llevan una labor que se sobreentiende ha de ser de cordialidad en todo momento.