Hoy he vuelto a coincidir con Marian, la funcionaria de Correos. Ha rehusado compartir un café conmigo debido a que ya tenía la vez pedida con una persona necesitada de consuelos. Pero como Marian es incapaz de dejar a nadie con la palabra en el aire ha aceptado limitar nuestra charla a la duración de un pitillo que luego resultaron ser dos. Si hay algo que me resulta especialmente atractivo de esta entrañable funcionaria es su capacidad para simplificar las barreras de la cotidiana convivencia. Admiro la franca sinceridad de la gente abierta y sin complejos, como Marian, sobre todo en un entorno como el del madrileño barrio de Salamanca, donde no pocos de sus vecinos parecen perpetuar de por vida los carnavales.
Atónito me ha dejado Marian. Me cuenta que su adolescente hija le ha preguntado en qué consiste el llamado «sexo oral» y Marian, ni corta ni perezosa, se ha sentado frente a la pantalla del ordenador y ha tecleado la sugerente palabra «sex» en un buscador cualquiera. Luego de mostrar algo así como cuarenta millones de entradas posibles Marian se decantó por la primera de la lista y una vez hubo visualizado la ilustración más convincente, según sus propósitos explicativos, llamó a su hija: –«¿Ves esto?» — Preguntó ante la sorprendida mirada de su hija — «Pues esto mismo es lo que llaman sexo oral»
No le tembló el pulso a la buena de Marian para pinchar otros vínculos en la búsqueda científica de información extendida que resolviera del todo las dudas metafísicas de la nena. Y, ante la discrepancia que mostré por el empleo de un método tan dudosamente pedagógico, Marian resolvió con el manido adagio de que «una imagen vale más que mil palabras» y que en estos casos, cuanto más explícitas sean las respuestas, mejor que mejor, que de nada sirven los rodeos. Y así, entre enlace y enlace, Marian fue impartiendo toda una lección magistral, profusamente ilustrada, sobre los hábitos más comunes y frecuentes de la función sexual.
Al despedirse, Marian me hizo la siguiente observación: — «Por cierto, Leiter; últimamente no sé lo que le ocurre a mi ordenador que me va abriendo pantallas y pantallas sin yo solicitarlas, sobre todo cuando realizo alguna búsqueda. A veces, se bloquea y todo, y no me queda más remedio que volver a reiniciarlo…»
Bueno, lo de ser un filósofo sólo lo puedo constatar de manera académica, pero la experiencia vital, génesis de toda práctica filosófica, está aún muy verde en mi pretendida trayectoria existencial
Lo que me he atrevido a escribir de tí es producto de ese empirismo al que he aludido en el párrafo anterior. No tengo la fortuna de conocerte con mayor profundidad pero la imagen que se refleja en mi espíritu de ti es la que intento plasmar en mis entradas. Me alegra, no obstante, que te sientas conforme con la idea que he procurado edificar sobre tu personalidad. Y como para mi ese concepto vital es más que válido y coherente, pues mejor que mejor. Pero, déjame, Marian, que siga cimentando un pensamiento de tu potencialidad más explícita. No se es cómo se cree uno que es, sino como se comporta. Porque el comportamiento de las personas delata lo más íntimo de las mismas. Y yo puedo certificar que tú eres, ante todo, BUENA GENTE, que es lo más importante. Y si no es así, dedícate al arte de la interpretación. Pero como estoy seguro de que ese no es el caso concreto, te pido que sigas siendo tal y como te reflejas en mi y en otros tantos que tengan la virtud de conocerte: Amable, sincera y, sobre todo, VALIENTE. Te admiro por ello, querida Marian.
Según las estadísticas a las que tengo acceso, mis lectores son más bien escasos, pero eso forma parte de la propia filosofía de este blog, en nada proselitista. De todas formas, el hecho de que personas como tú malgasten su tiempo en leer y escribir alguna nota sobre esta bitácora dignifican el objeto de esta página y, sobre todo, animan a su autor a seguir con sus íntimas reflexiones. No dudes que seguirás siendo protagonista destacada de este blog; así te lo mereces y así lo quiero yo.
Sólo una petición, Marian: No cambies. Hazme ese favor.
Te conozco desde hace más bien poco, pero tengo la plena convicción de que eres una buena persona, que es de lo que se trata. Y, aparte, quiero que sepas que te tengo mucha estima, que me alegro mucho cuando tengo la oportunidad de coincidir contigo… En resumidas cuentas, que te quiero mucho. A ver si de esta forma me invitas de una santa vez a un café…
Besos, muchos besos. El más grande de todos para Sonia.
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DE TODOS MODOS Hola ,para que veas que lo que dijo es verdad aqui estoy sentada ,rompiendome la cabeza para ver que te pongo
lo primero decirte que me alegrea haberte conocido ,todo un filosofo de la vida .Tus blogroll me parece que se escribe asi o por lo memos ,asi viene en tu pagina me entretiemen y me divierten que es de lo que se trata sobre todo los mios me parece que tienes un concepto diferente de como soy aunque me encanta que alguien piense asi de mi.Ves mi vena literaria es bastante mala, Me gusta mas el contacto personal por eso mi trabajo me encanta cada dia pasan cosas nuevas ves a la gente hablas y por como se mueven notas como son ,en eso no me suelo equivocar de todos modos para mi gente es buena hasta que me demuestra lo contrario que son pocas veces .Espero que sigas escribiendo y deleitando a tus lectores con tus sagaces articulos suerte y hasta el lunes
Querido Leiter: soy la hija adolescente de Marian, la funcionaria de Correos. Acabo de leer tu comentario sobre el sexo oral y en realidad la historia no se parece en nada a la verdad… la conversación fue que yo decia que el sexo oral es lo que es y mi madre que era sexo por teléfono… y como sigo siendo adolescente mi opinión no tiene ninguna validez así que ni corta ni perezosa se metió en Internet a buscar sexo oral… no te imaginas su cara… cuando encima era yo… la adolescente la que tenía razón!! Bueno voy a seguir leyendo que creo que por ahí te llaman filósofo… espero que leas esto pronto Un besito! ((posdata: a veces me sorprende lo ingenuos que sois los adultos 🙂 angelitos…))
¡Adiós…! Ahora sí que la hemos liado, Patricia. Me imagino la cara de tu madre frente a la pantalla. Serás todo lo adolescente que tú quieras pero razonas como la mejor de las adultas. Siento que la historia tenga esas sutiles diferencias que has tenido a bien considerar pero, en mi descargo, relaté la escena tal y como me la contó tu mami. Que quede ahora del todo aclarado.
Por cierto, Patricia: ¿Sabes si al final tu madre se enteró de una puñetera vez de lo que es el sexo oral? Sexo por teléfono… ¡Anda que también! En fin. Tienes razón, somos muy ingenuos. Son cosas de la edad. Tranquila que ya llegarás.
No te creas eso de que soy filósofo. Son rumores sin fundamento…
Un beso, Patricia. Gracias por tu comentario.
PD: ¿Qué entenderá tu madre por «sexo virtual»? No me lo quiero ni imaginar.
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