En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el segundo movimiento, Scherzo, de la Sinfonía nº1 del compositor ruso Mili Balakirev. La versión que se ofrece en el vídeo se corresponde con una lectura debida a la Orquesta Sinfónica Estatal de Rusia dirigida por Igor Golovchin y dicha grabación se encuentra disponible en el sello NAXOS (Ref 8550792). La parte principal es una rápida y ligera carrera de la cuerda sobre la que enseguida surge una melodía vagamente orientalizante ejecutada por los instrumentos de madera. La turbulencia se va intensificando antes de llegar al trío, contrastado con una sencilla y sentimental melodía cuyo mayor interés reside en las paráfrasis orquestales. Tras la reexposición del vigoroso motivo de apertura, el movimiento concluye de manera serena y dócil. Estrenada en San Petersburgo el 11 de abril de 1898 bajo la dirección del autor, la Sinfonía nº1 de Balakirev fue comenzada en 1864 para dejar abandonada su escritura hasta casi treinta años más tarde y completarla en 1897. Bien puede afirmarse que esta obra sentó las bases de un estilo sinfónico eslavo unificado del que Chaikovski fue su principal referente. Curiosamente, este Scherzo que hoy ofrecemos no era el original de la obra, movimiento que acabó transfiriéndose a la siguiente sinfonía del autor.
El arte ruso del siglo XIX fue capaz de solapar el romanticismo revolucionario con el burgués dentro de una concepción del todo nacionalista. Si bien Pushkin fue el creador de una nueva literatura con carácter universal, Nikolai Gogol fue el iniciador del realismo romántico ruso hasta llegar a las legendarias figuras de Tolstoi y Dostoievski. A nivel pictórico, el realismo romántico conoció la figura de Ilia Repin, un historicista que acabó retirándose a Finlandia y que posteriormente fue tomado por la propaganda soviética como un antecedente del realismo socialista. Sin embargo, y debido a su enorme extensión, Rusia fue durante muchas generaciones un país musicalmente esquizofrénico. Muchos compositores miraban hacia Occidente y en consecuencia creaban obras de forma y estructura netamente germánicas. Uno de los primeros compositores que trató de apartar la mirada hacia el Oeste para centrarla en el Este fue Glinka, el verdadero iniciador de la escuela nacionalista rusa. Su labor fue recogida tanto por Dargominski como por un grupo de jóvenes compositores agrupados en torno a la figura de Mili Balakirev. Verdadero motor y alma del llamado Grupo de los Cinco Rusos, Balakirev es paradójicamente uno de sus miembros menos conocidos en la actualidad.
Mili Alexeyevich Balakirev nació el 2 de enero de 1837 en Nijni-Novgorod y desde muy temprano recibió formación musical por parte de su madre. Gracias a la ayuda desinteresada del mecenas Alexander Ulibishev, el futuro músico pudo viajar en 1855 hasta San Petersburgo para encontrarse con Glinka. Desde ese momento decidió proseguir con la propuesta de éste de crear una escuela nacionalista rusa y así, entre 1857 y 1862, reunió en torno suyo a una serie de jóvenes compositores que constituirán el conocido Grupo de los Cinco Rusos. De carácter absolutamente complejo e irascible, Balakirev fundó en 1862 la Escuela Gratuita de Música y realizó una actividad tan febril que terminó por provocarle una severa crisis personal que se añadió al disgusto causado por la disolución del Grupo de los Cinco en 1870. Durante los siguientes cinco años, Balakirev se refugió en el misticismo y abandonó completamente la actividad musical, llegando incluso a trabajar como operario en el ferrocarril de Varsovia. En 1883 despertó de su letargo y fue nombrado director de la Capilla Imperial de San Petersburgo tomando como asistente a Rimski-Korsakov. Fue a partir de esta fecha cuando dio a conocer lo mejor de su producción, formada por dos sinfonías, dos poemas sinfónicos, tres oberturas, una serie de piezas breves para piano y unas cuarenta canciones. Balakirev murió el 29 de mayo de 1910 en San Petersburgo.
A pesar de su irritable carácter, Balakirev dedicó casi toda su vida a dirigir escuelas de música, a promover conciertos y a estimular a gente con verdadero talento. Su carrera fue intermitente, pero compuso algunas obras destacadas en un estilo ruso del todo inconfundible y caracterizado por un desarrollo melódico amplio, fácil y exótico. Compositor más empírico que escolástico, la lentitud de su proceso creativo obedeció más bien a causas físicas que técnicas. Con su decisiva participación en el Grupo de los Cinco Rusos, Balakirev coadyuvó a cambiar el rumbo de una música rusa que desde entonces fusionó con éxito las formas clásicas con los estilos folklóricos rusos. Nuestro humilde homenaje a este gran compositor.
Qué buen tributo a un compositor bastante más importante de lo que su fama actual permite adivinar. Balákirev fue sobresaliente por su intuición en un país donde esta facultad ha sido de capital importancia para las artes —y supongo que eso refleja muy bien el aspecto oriental de la cultura rusa—. Supo adivinar el potencial enorme que contenía el amplísimo folklore de su tierra, tuvo el suficiente entusiasmo para persuadir de sus ideas a otros y lograr, al fin, una propuesta estética que ha perdurado hasta hoy. Más meritorio como visionario que como compositor, Balákirev, con todo, marcó época. Y una confesión muy personal: Balákirev me parece uno de los mejores sinfonistas rusos. Bastante superior al promedio, Rimsky incluido. Se expresa muy bien con el lenguaje sinfónico. Pero insisto, es una mera apreciación personal.
¡Gracias por esta entrada!
No sé si coincidirás conmigo en que el grado de popularidad de los miembros del grupo de los Cinco Rusos parece ir en inversa proporción a la calidad técnica de sus obras. Tu opinión coincide plenamente con la mía, Joaquín. Balakirev y Borodin me parecen superiores a Rimski como autores sinfónicos. Eso sí, Rimski y Mussorgski son incomparables a nivel operístico.
Un entrañable abrazo, maestro Joaquín
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Plena coincidencia, mi querido amigo: Balákirev y Borodin para sinfonías, Rimsky y Mussorgsky para óperas, y Chaikovsky para cualquiera de ambas y para todos lo demás… jeje.
Un fuerte abrazo desde ultramar!
Joaquín
Puedo hacerles dos preguntas? Qué lugar ocuparía Prokofiev en esta selección? Mencionaron sinfonías y óperas… ¿Y en cuanto a ballet? De seguro Piotr entra al menos en los primeros lugares de la lista, no?
Abrazos
Bueno, Prokofiev es ya posterior a los autores citados. Para mí, es el mejor compositor ruso de ballets, por encima incluso de Chaikovski.
Un abrazo, Frank
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Claro, la categorización de más arriba se ceñía a los límites del siglo XIX. Si abrimos el listado al siglo XX y decimos ballet, junto con Prokofiev entra Stravinsky, obviamente, y también Khachaturian. Y si decimos sinfonía, se impone el nombre de Shostakovich; que quizá sea no sólo el mejor músico ruso de todo el siglo (aunque Prokofiev era más inspirado, creo yo), sino probablemente uno de los mejores de la historia. Eso, a pesar de lo difícil que puede llegar a ser.
Otro abrazo
J.