Me animan a descubrir un presente de capricho
y contemplo tu joven cuerpo perfumado con poesías,
manjar de pasión con virutas de lujuria,
exquisita perla del deseo;
con pausa infinita voy saboreando tus misterios,
al bello contrapunto de jadeos y suspiros.

Compones la silueta de mágicas perspectivas,
decorando el paladar con tu pose trascendente;
sientes el temor de futuros escenarios
cuando una sonrisa misteriosa comparte mis anhelos.

Descansas, melancólica, en la calma de los intervalos
con guiños de amor consentido
y al rumor de las penitencias.

Y de nuevo adquieres el protagonismo
al maquillar tu rostro con nubes de felicidad;
te acoplas al vaivén de los trayectos
con un destello ilusionado,
con un suspiro de resignación al confirmar tu encrucijada
de duelos y martirios.
Tu alma sonríe escondida
mientras observas los márgenes de la rutina.

Mas, te conmueves al giro imprevisto
cuando tu estampa es apresada con ligaduras de eternidad.

Contemplas el destello de la felicidad,
la curva sinuosa que da cobijo al éxtasis;
escuchas el lejano concierto de murmullos,
el eco distante de una sinfonía espiritual.

Te sientes amenazada por las furiosas acometidas del ánimo,
evocando el recuerdo de tu principesca infancia.

En realidad, disfrutas como un manjar de ídolos recurrentes,
como un vínculo de dimensiones metafísicas;
agonizas sin pausa,
con la calma que otorga la obligada labor
con la dicha de sentirte universalmente codiciada.

 

Mañana, festividad de San Isidro, Santo Patrón de Madrid, nos tomaremos un descanso. Volveremos el sábado con el comentario de Theniger