– Claudio Arrau con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Riccardo Muti: Que Claudio Arrau fue uno de los mejores intérpretes de Beethoven nadie lo va a poner en duda a estas alturas. Simplemente, con escuchar los compases previos a la cadenza de este movimiento, nos damos cuenta de cómo Arrau llevaba a Beethoven en su corazón. Esta versión es pura, limpia, con los lógicos y casi inapreciables desajustes de un ya anciano Arrau, pero con una delicadeza interpretativa que está al alcance de muy pocos. Sorprende la fuerza de ataque del maestro chileno en los acordes más comprometidos de la coda, su genial y maravilloso progreso dinámico y el bellísimo sonido que sabe extraer de la complicadísima mano izquierda en este concierto. Por su parte, Muti está a la altura de lo que se espera de él, cuidando minuciosamente cada detalle y llevando los tempi acorde a las limitaciones longevas de Arrau. Es una gran versión y un magnífico legado de uno de los más inolvidables intérpretes de Beethoven que haya dado la música, el siempre recordado Claudio Arrau. ¡Bravo, maestro!
– Murray Perahia con la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Sir Colin Davis: ¡Abrochémonos los cinturones que vienen curvas! Perahia, a juicio de muchos, ha sido uno de los más grandes «mecánicos» del piano del último tercio del siglo XX. Su técnica aúna virtuosismo y lirismo a partes iguales, en lo que supone toda una demostración de facultades. Hasta el bueno de Davis se le queda mirando embobado en algunos pasajes (Colin Davis nunca supo tocar el piano con la exigencia que se le debe a cualquier reputado director de orquesta). Da gusto ver las inclinaciones del torso de Perahia a la hora de contrastar las diferentes dinámicas sonoras, todo un prodigio de técnica depurada. Su mano derecha, diabólicamente veloz, nos brinda toda una sesión del arte de la digitación pianística y de cómo atacar las escalas más complicadas sin perder la compostura. El arqueo de hombros a la hora de ejecutar fortes está en sintonía con los postulados de la tradicional escuela…¡Rusa! En cuanto a Davis, dirección aceptable, sin más. Se echa un poco de menos una mayor complicidad con los músicos en una lectura que, en ocasiones, pierde un poco de frescura orquestal. Aún así, el ciclón de Perahia eclipsa cualquier duda al respecto. Versión de referencia de un pianista absolutamente portentoso.
– Hélène Grimaud con la Orquesta de París dirigida por Christoph Eschenbach: Versión nerviosa, agitada e impetuosa de una desmelenada Hélène Grimaud, la excelente y polifacética pianista judeo-francesa. Ya advertimos que tanto nervio debe ir siempre acompañado de un equilibrio que evite caer en pasajes de claridad opaca, que es justo lo que le ocurre a Grimaud en ciertos fraseos vertiginosos de la obra. Si comparamos esta versión con las anteriores, encontramos que el dinamismo de la interpretación nos oculta una mayor calidad en la resolución de las líneas más comprometidas de la pieza. Vemos también como en las transiciones la pianista francesa deja colgada — a causa de su nervioso ímpetu — alguna cuerda que sobrecarga dudosamente los acordes sostenidos al pedal. Aún así, la técnica es encomiable y los ataques contrastadamente poderosos. Es una gran versión, pero le falta claridad, aspecto fundamental a la hora de interpretar a Beethoven. En cuanto a la orquesta, Eschenbach deja todo el protagonismo a la solista — fijaos como apenas levanta la mano izquierda — y se limita a arropar a la misma. Dadas las características de la interpretación, pienso que no es una mala idea (Eschenbach es también un grandísimo pianista)
– Maurizio Pollini con la Orquesta del Festival de Lucerna dirigida por Claudio Abbado: Versión de acentuados matices clásicos, donde observamos a un Pollini al que ya se le empiezan a notar los años, hablando en términos de edad, que no de arte, que lo derrocha y a raudales. La madurez de Pollini se traduce en un exquisito e inolvidable sonido, propio de un maestro que está ya de vuelta de todo. Notamos, eso sí, cierta falta de claridad a la hora de abordar algunas escalas y un detrimento generalizado de la técnica en aras de una expresividad mayor y así, la pulcra manera con que el artista milanés matiza determinados pasajes en pianissimo es absolutamente magistral y difícilmente imitable. Pollini logra que el Steinway suene de manera celestial, con un fraseo aterciopelado propio de los más grandes pianistas del repertorio romántico. Más mérito, si cabe, para un artista muy comprometido en su trayectoria con la música contemporánea, donde es uno de los mejores especialistas. La coda, majestuosa, es resuelta de una forma verdaderamente prodigiosa, mostrándonos al gran Pollini de los mejores recitales. En cuanto a Abbado… ¡Sensacional! Dirige con soltura y cuidando de cualquier detalle por mínimo que sea. Su dominio de la partitura es absoluto, logrando unos matices orquestales propios de uno de los más grandes directores de orquesta de la actualidad. Mi reverencial admiración, maestro.
Qué música Leiter. Si es que Beethoven es mucho Beethoven…
Bueno, me quedo con el piano de Arrau y la dirección de Abbado. Menudo director.
Ahora, ninguna me gusta tanto como la que te he recomendado alguna vez de Lang Lang y Eschenbach. A ver si tienes la oportunidad de escucharla. Verás qué precisión la del chino. Y qué bien suena la orquesta.
En cualquier caso, me has tocado la fibra. Los Conciertos para Piano de Beethoven son mi debilidad (por cierto, ahora estoy descubriendo a otro monstruo: Chopin).
Un abrazo, crack
Pues por más que he intentado encontrar en algún portal de vídeo la versión de Lang-Lang no he encontrado sino un buen vídeo que habla de las particularidades del intérprete chino a la hora de enfrentarse con la partitura. Pero lo que es el concierto entero o, al menos, el tercer movimiento para comparar no lo he visto. Si tú — o alguien otro — conoce algún vídeo, por favor que ponga el enlace y lo comentaremos. El CD sí lo he escuchado y me parece tremendo, con una enorme técnica y una precisión, como muy bien dices, asombrosa. Aunque… Bueno, mi crítica me la reservo. (No es mala del todo, pero con algún «idem»)
Me encanta que estés ahora enganchado a Chopin. Prueba a escuchar una de sus mejores obras, a mi juicio, el Segundo concierto para piano. Ahí te dejo un enlace.
Anticipo que durante el próximo mes de mayo hablaremos, y mucho, de Beethoven en la sección GALERÍA DE MÚSICOS. Serán TRES entregas. Espero que sean de tu agrado
Gracias por tu cada vez mayor afición a la música, Ángel.
Un abrazo
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Permaneceré atento a las próximas entregas sobre Beethoven.
Acabo de escuchar, íntegramente y por dos veces, el Concierto para Piano nº 2 de Chopin en el enlace que has dejado.
Grandísima versión.
Me encanta Chopin porque es envolvente, reconfortante y beethoveniano. Intenso, con peso. Y lleno de sorpresas, matices y cambios de humor. Te hace ingresar en un territorio boscoso del que sales con el corazón agotado pero lleno de emociones. Como Beethoven, quien únicamente le supera en rigor expositivo y claridad melódica.
Sublime el tercer movimiento, en el que el entrañable Rubinstein parece tocado por los dioses.
En fin, música con mayúsculas.
Buenos tus comentarios sobre la música de Beethoven y de Chopin que suscribo plenamente. Para algo eres el Kapellmeister de BLUES… De veras, muy acertadas tus exposiciones. Enhorabuena, Ángel.
Ese tercer movimiento al que te refieres de Chopin es una verdadera tortura para los estudiantes de piano de último grado. Has de tener una digitación prodigiosa, sobre todo en la mano derecha, para acometer las múltiples escalas, amén de un buen sentido rítmico y del rubato. Un simple fallo y todo se va al garete. La coda, los compases finales tras la llamada de las trompas, es una de las más difíciles de ejecutar de toda la literatura concertística para piano. Aunque, desde mi particular punto de vista, el concierto nº4 de Beethoven es más difícil conceptualmente en su ejecución global. Lo «cojonudo» que tenía Rubistein era que aunaba técnica y expresividad a partes iguales. Fue muy famosa su frase: «Si un día dejo de tocar el piano por cualquier razón, al día siguiente lo noto claramente. Si estoy dos días sin tocar, mi esposa lo nota enseguida. Si estoy tres días, lo nota todo el mundo…»
Rubistein, además, fue un pianista original como pocos. Con frecuencia se le iba la memoria y empezaba por Beethoven, pasaba por Brahms, seguía con Chopin y volvía luego definitivamente a Beethoven, para desesperación de los directores de turno y de un público un tanto sorprendido. Bueno, hay mucho de leyenda urbana en esto… De cualquier manera, su Chopin es de absoluta referencia. Sus grabación de la integral de los Nocturnos (RCA, referencia 89563) sigue siendo insuperable a día de hoy.
Ya hablaremos de él en próximas secciones a inaugurar aquí después del parón veraniego. Rubisntein es una fuente de anécdotas, algunas de ellas verdaderamente jugosas.
Un abrazo, Ángel
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…dando unas vueltas aparezco por aquí, a dejar un comentario casi a fines de año. Eso se llama puntualidad! En fin, vamos a la música. Sé que el Cuarto concierto de Beetho es el que más te gusta de los cinco (yo me inclino por el Quinto), y de hecho es seguramente el más demandante para el solista. Además tiene esas inspiraciones como el cello que se pone a cantar a dúo con el piano mientras la orquesta los cobija… qué inspiración más portentosa! Es como un concierto dentro del concierto, un instante dentro de otro, porque es tan inesperado y a la vez tan bien conseguido… De Claudio Arrau no hace falta decir más que es una gloria para los chilenos que amamos la música. Y la Grimaud es una gloria. Ejem! Digo, una pianista gloriosa. Perahia es el amo de los matices entre los pianistas modernos. Pollini una creatura de otro mundo, difícilmente comparable a cualquiera de la nueva generación (perdón, Helenita, ya sabes que te tendré paciencia).
Sobre Chopin, la metáfora del bosque que propuso Ángel me parece impecable! Me recuerda aquella otra de Schumann, «cañones escondidos entre flores». La proximidad entre Beethoven y Chopin me pareció muy novedosa; no se suele apuntar esos parecidos.
Los Nocturnos tocados por Rubinstein… todavía no los escucho en su totalidad (ya, vale, luego me ahorcan con la cadena de la bicicleta) pero si hasta ahora tengo una referencia, es latina, y doble: Claudio Arrau y Maria João Pires.
Un abrazo!
Bueno, reconozco que los Nocturnos de Rubinstein son insuperables, casi a modo de convencionalismo, pero ello no desdeña la labor de don Claudio Arrau (Uno de los mejores pianistas de todos los tiempos). Sobre la Pires, en esa integral, tengo mis dudas. Me gusta, pero presenta algún que otro altibajo a mi juicio. Esta mujer llegó con la compañía del diablo cuando se presentó en España: En Madrid, se le rompió una cuerda del piano en pleno 9 de Mozart (Hubo que parar). Y en Barcelona, días después, se le cayó todo un foco en medio del piano…
Una integral que no me gusta en absoluto es la de Barenboim. Se pierde, se recarga y se va de la obra definitivamente.
Sí, el Cuarto es el que más me gusta (Y ese pasaje del violoncelo que citas es angelical, tanto por su originalidad, como por que entra amansando el torbellino de compases precedentes). Pero es una cuestión de gustos, nada más. A mí de Beethoven me gustan hasta los andares… El Quinto es una obra maestra absoluta que, por cierto, acabo de escuchar hace sólo unos breves momentos. Me pasa igual con Brahms: Me gusta especialmente la Segunda Sinfonía… Dentro de otras tres obras grandiosas que escucho obligadamente una vez al mes como mínimo. Las preferencias no son excluyentes en la obra global de los genios. Escuchas la Cuarta y te parece la mejor. Escuchas la Primera y te parece la mejor… Y eso que hablamos de obras de repertorio.
¿Cómo te van a ahorcar con la cadena de la bici siendo paisano de don Claudio? Su Beethoven, especialmente las sonatas, son difícilmente superables. En 2010, en esta temporada, hablaremos de él con detenimiento.
Con Perahia tengo vicio. Cada día me sorprende más. Lástima de los extraños accidentes que han condicionado en parte su carrera.
¿Grimaud? Aún es joven. Démosla tiempo. Para Mozart, prefiero a la recientemente desaparecida Alicia de Larrocha. Y a la Pires, extraordinaria con la música de Mozart.
De cualquier forma, la técnica pianística ha ganado una consistencia inimaginable hace unos 25 años. Ahora, cualquier tonto desarrolla una técnica pasmosa. Pero se echa en falta musicalidad.
Te confesaré que uno de mis predilectos es Brendel. Un monstruo. Un todo terreno. Un tío que toca bien todo a cuanto se enfrenta.
Del chino no hablo. No me da la gana. (Con lo que me costaba a mí hacer una descendente cromática de izquierda para que venga el capullo ese sonriendo al ejecutarla en octavas a mayor velocidad…)
Y no olvido que quien más me alucinó en direto tocando la Apassionata fue Barenboim. Dudo que lo pueda hacer igual de bien ahora.
Un abrazo, Joaquín
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Bueno, ya que de pianistas hablamos, te diré que concedo tus descargos sobre los Nocturnos de Pires (jeje, a veces también cae la noche en la mente del pianista), pero su toque es alado; por eso Mozart le viene bien. Aunque Mozart, la verdad, me gusta definitivamente con Clara Haskil. Aunque hay muchos más. Sí, Brendel es un monstruo, aunque haya quien lo encuentre cerebral. ¡Bonita cosa que para criticar a alguien lo acusen de tener cerebro! ¿Adónde hemos llegado? ¿Eh? En Brendel me gusta especialmente Schubert. Otro pianista que me gusta es John Ogdon, aunque ése iba siempre en plan volcánico. Nikita Magaloff tiene un Chopin impresionante. Y Clifford Curzon era extraordinario, de esos que todo lo tocan bien. En la actualidad, siento una íntima alegría cada vez que recuerdo la vuelta de León Fleisher a los escenarios. Y en cuanto a Barenboim, siempre lo he preferido pianista antes que director, pero últimamente se ha puesto muy bueno en la segunda faceta. En sus años de pianismo pleno, tenía una capacidad de matizar realmente asombrosa, y su concepción del legato era magistral, clarísima. Lo único que tenía antes y sigue teniendo ahora es la afición a los tempi lentos, que no me gustan tanto.
¡Y dejamos a tantos fuera! Pero para inicio de conversación no está mal. Consigue unas tapitas por ahí, yo coloco un vino chileno, y listo, que lleguen todos. Hasta tu bici… jajaja.
(Lo que dices de Lang Lang, lo comparto… Ahora encontré un chico llamado Peng Peng —manía de repetir el nombre, supongo— que con 14 años se toca el concierto de Liszt como quien toma agua… y uno que padecía angustias cuando le decían Dussek…)
¡Venga con ese vino, Joaquín! ¡Yo traigo jamón ibérico!
Sigamos con el tema: Y entiendo perfectamente lo que dices de Brendel. Has dicho algo en lo que coincido plenamente y es que su Schubert es de cinco estrellas.
De Clara Haskil tengo algún disco de conciertos de Mozart, acompañada de Fricsay y Berlín (Si mi memoria no me falla). Es una de las grandes referencias, a mi juicio. Ingrid Haebler me parece más «sosa». Uno que me llama la atención es Geza Anda. Y Eschenbach, para obras de piano solo, me encanta. De las integrales, me quedo con la archiconocida de Barenboim y la English, aunque no le van a la zaga la de Perahia. Un poco inferior, la de Brendel. Uno que no hemos citado es Casadesus, extraordinarias sus versiones con Szell.
Curzon es otro de los grandes, por supuesto, pero es un pianista muy olvidado en España. Tengo un 20 y un 27 por el, con Britten, que son sencillamente magistrales.
Magaloff: Una de mis grandes contradicciones. Fíjate, tengo una caja enorme con todo su Chopin y… Me gusta, pero yo, perdóname, veo que aporrea un poco el piano. No sé, tengo esa sensación a veces. La brillantez de las polonesas y los estudios, de perlas, pero los Nocturnos… Sigo prefiriendo a Rubinstein y a Arrau. De los rusos, mi mago particular es Richter. Gilels, con todo lo que se ha escrito de él, me deja un poco frío en ocasiones. No sé si conoces a Elisabeth Leonskaia. Tocó un Primero de Brahms en Madrid de referencia.
Leon Fleischer tiene una de las mejores integrales de Beethoven, acompañado, como no podía ser de otra manera, por Szell (¡Vaya monstruo de director!). Desconocía que había vuelto a los escenarios (Este hombre debe ser ya muy mayor, ¿No?). Me recuerda un tanto a Serkin, cuando se puso a grabar con Abbado.
Y Barenboim: Tú lo has dicho. Su legato es insuperable. Yo creo que va con tempi lentos para extraer todo el jugo (Dannny siempre fue un admirador de Celibidache…) del piano. También le ocurre como director y, como muy bien dices, cada día va a más en esta faceta.
No hemos hablado de Katchen, uno de los mejores para Brahms.
Si es que nos ponemos a hablar de pianistas y no paramos… Anda que no hay. Ya daremos una vuelta por los clásicos (Fischer, Cortot, etc..)
¡Estos chinos! ¡Qué peligro tienen!
Un abrazo, amigo. Muy bueno el vino.
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Quisiera comentar aunado a todo lo que ya se ha comentado aqui, no han mencionado me parece al gran talento que hoy dia esta y a mi parecer es uno de los mejores si no es que el mejor pianista en la actualidad por su tecnica tan fina/delicada/perfecta, sus interpretaciones hoy en dia ya bastante maduras, y no estoy hablando de lang lang, chino virtuosisimo pero a veces un tanto mecanico y en cierta veces tecnica atropellada en las escalas complejas y rapidas, bueno hay bastantes videos ya, les recomiendo naturalmente los mas recientes ya que hay desde que era un niño de 10 años mas o menos me parece, donde toca el 1er. concierto de tchaikovsky, y lo 2 de chopin, bueno les estoy hablando de Evgeny Kissin, ojala pronto tenga comentarios al respecto…
Se agradece el comentario, Oasis
Seguramente hablaremos de Kissin en un futuro no muy lejano pero tenga en cuenta que esta entrada, específicamente, trata de comparar una serie de versiones de los pianistas que protagonizan los vídeos. Yo no he encontrado ninguna versión disponible de Kissin en YOUTUBE en lo relativo a este concierto. De tener constancia de la misma, por supuesto que hablaríamos de Kissin y su versión.
Aún así, humildemente juzgo que Kissin es un verdadero portento del piano. Ya le dedicaremos una entrada en exclusiva durante la próxima temporada. Prometido.
Gracias de nuevo por el comentario, Oasis
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