amadeus

 Hoy vamos a comentar brevemente una de las películas más polémicas que se han realizado acerca de un músico, Amadeus, film del director Milos Forman, sobre la vida y circunstancias que envolvieron los últimos años del inigualable compositor, Wolfgang Amadeus Mozart. La cinta fue rodada en 1984 y tiene una duración aproximada de 160 minutos. Basada en el guión de la obra de teatro homónima de Peter Schaffer, la película contó con la colaboración de artistas de la talla de Murray Abraham, Tom Hulce, Elisabeth Berridge, Simon Callow o Jeffrey Jones. La fotografía corrió a cargo de Miroslav Ondrícek; el vestuario fue responsabilidad de Theodor Pistek y Christian Thuri; el montaje fue debido a Michael Chandler, Thomas Christopher y Nena Danevic. Obviamente, toda la banda sonora del film se basó en música compuesta por Mozart e interpretada por sir Neville Marriner y la Academy of St. Martin-in-the-Fields. La película constituyó un enorme éxito comercial y fue galardonada con ocho estatuillas en el certamen anual de los oscars celebrado en 1985. (Por increíble que pueda parecer, Mozart no fue ni siquiera nominado a la mejor banda sonora…)

La película es un continuo flash-back relatado por el compositor Antonio Salieri a un sacerdote que trata de encontrar una confesión a un supuesto crimen cometido por el músico — y delirantemente autoconfesado por sí mismo tras un intento de suicidio en la primera escena de la película — contra Mozart. En la primera parte de la película se describe someramente la prodigiosa infancia musical de Mozart y el interés de Salieri por conocer a una personalidad musical insigne. Contra lo esperado por el músico italiano, Mozart resulta ser un hombre aniñado y tremendamente extravagante, aunque confirmando su portentoso talento en lo que a música se refiere. Salieri, un hombre de educados y rígidos principios, se siente completamente perplejo al no comprender como ese «bobo» puede atesorar tales cualidades musicales. Trata de ganarse su confianza recurriendo a todo tipo de comportamientos, no recibiendo más que una educada pero ineludible ignorancia por parte de Mozart. El posterior hilo de la película sigue la narración de los hechos acontecidos desde que Mozart se liberó de la tutela del príncipe-arzobispo Colloredo hasta su muerte en diciembre de 1791. Salieri, carcomido por la envidia de sentirse ninguneado por la genialidad de Mozart, intenta aprovecharse del deterioro físico de éste en los últimos meses y, adoptando otra personalidad, le encarga secretamente componer una misa de requiem con la perspicaz intención de que, presumiblemente ya fallecido Mozart, pueda ser apropiada como composición del mismo Salieri, con lo que sería por fin considerado como un músico inmortal por haber «compuesto» un impresionante requiem a la memoria de Mozart. El plan se quiebra por la inesperada aparición de la mujer de Mozart, Konstanze, que se encontraba en un balneario recuperándose de una enfermedad y que al llegar a Viena y comprobar el lamentable estado a su marido, arrebata las partituras del requiem y las encierra bajo llave. La película finaliza con una esperpéntica loa — Yo me proclamo el Dios de los mediocres — de un Salieri completamente fuera de sí en el hospital mental donde se halla recluido. Sobra comentar que los hechos determinantes narrados en la película en lo que se refiere a la relación entre Mozart y Salieri son absolutamente falsos.

Amadeus es una película extraordinaria en lo que a características meramente cinematográficas se refiere, con un excelso guión que en apenas dos horas nos da las claves de la vida y circunstancias de Mozart. Con muy acertado esmero, a través de las últimas óperas de Mozart se va desarrollando el guión a la manera de capítulos en lo que podría dividirse la película, culminando con el proceso mediante el cual se gestó el famoso requiem, núcleo central de la obra. La selección de obras musicales que pueden escucharse a lo largo de la película está muy bien escogida y la interpretación escénica de algunos números de sus óperas es realmente estupenda. Existen momentos inolvidables, como el episodio donde Mozart interpreta una composición de Salieri delante del rey con sólo haberla escuchado una vez y que deja en evidencia al italiano, o la famosa escena en la que Konstanze le enseña unos manuscritos a Salieri y éste se queda absolutamente anonadado ante tal derroche de inmaculada perfección (Juro que a todos los que en alguna ocasión hemos tenido la suerte o desgracia de estudiar una partitura de Mozart nos ha ocurrido exactamente lo mismo); también es del todo admirable la larga escena final en la que Mozart va dictando parte por parte el Confutatis del Requiem a un desesperado Salieri, incapaz de asimilar la asombrosa y genial velocidad compositiva de Mozart. El hecho de que en esta parte se nos vayan mostrando por separado las distintas secciones orquestales y corales que configuran el Confutatis, mostradas luego en conjunto en un plano donde se ve la diligencia que traslada a Konstanze de madrugada rumbo a Viena, me parece todo un homenaje a la portentosa capacidad creativa del mejor músico de la historia. Pero, repito, esto no son sino dignas escenas cinematográficas. (Nadie jamás podrá filmar algo parecido a cómo realmente Mozart componía sus obras. Eso pertenece a otra dimensión humana…)

Pero Amadeus, en lo que a su trama argumental se refiere, es una película fantasiosa y completamente producto de la imaginación del guionista. Tanto la figura de Mozart como la del propio Salieri se hayan mayormente distorsionadas en la película. Antonio Salieri fue un gran admirador de Mozart y una persona que además no dejó de darle buenos consejos para tratar que éste se ganase a la empalagosa corte de Viena. A lo largo de su vida, Salieri gozó de un irrefutable prestigio como compositor, aunque se vio perjudicado por las nuevas e incipientes corrientes románticas que provocaron que su música pasara a un más que injustificado olvido en los últimos años de su vida. Ciertamente, acabó sus días ciego en un hospital y con síntomas evidentes de Alzheimer. Según el testimonio de dos enfermeras que lo atendían — dato este que no resulta nada claro — un día se confesó culpable de la muerte de Mozart. Lo más probable es que Salieri, como extraordinario músico que era, fuese consciente de que Mozart habría sido capaz de configurarse como un músico romántico de haber vivido más años, aspecto para el que el propio Salieri se había visto del todo imposibilitado. Por otra parte, Mozart siempre consideró a Salieri como uno de los más grandes compositores del momento. Pero aún es más controvertida la figura que sobre Mozart nos trata de hacer ver la película: Un «niñato» tonto, caprichoso, consentido, con ciertos síntomas de paranoia, aficionado al jolgorio y al alcohol, ingenuo, mujeriego y bobalicón, aunque con una prodigiosa capacidad musical (Esta última frase es lo más cierto de esa imagen). Mozart, por los testimonios y minuciosas biografías que sobre su persona se han elaborado, no fue en absoluto ese ser indolente con trazas de genio. Recibió una inestimable cultura por parte de su padre a lo largo de muchos años y visitó numerosos países en su infancia, teniendo que lidiar con lo más refinado y selecto de las casas reales europeas. Sin embargo, es muy probable que con el paso de los años se advirtiera en él una especie de liberación personal, una búsqueda de la infancia vivida como un adulto. Pero Mozart no fue un tipo remilgado y presuntuoso, como alguna que otra airada voz del mundo musical nos intentó demostrar totalmente indignada con el papel otorgado a Mozart en la película en las fechas recientemente posteriores a su estreno. Resulta del todo incomprensible como Mozart, a lo largo de su vida, fue incapaz de encontrar un trabajo estable y bien remunerado, siendo rechazadas todas sus solicitudes al respeto. Pese a que Mozart siempre quiso caminar por libre, como freelance, se vio obligado a buscar cargos bien remunerados que tratasen de solventar la perenne y peliaguda crisis financiera personal que arrastró a lo largo de los últimos años de su vida. Mozart murió rodeado de deudas e impagos, y su familia sólo pudo sobrevivir posteriormente gracias a los derechos de autor generados por sus obras. Si tenemos en cuenta que nadie ponía en cuestión las portentosas capacidades musicales de Mozart, resulta inexplicable como todas sus desesperadas solicitudes de aspirar a un cargo bien remunerado cayeran en saco roto. Obviamente debieron existir envidias y celos, pero parece más que probable que el propio carácter de Mozart fuese, cuanto menos, sospechoso como para que nunca le concedieran algún cargo de relevancia. Fue un genio; y todos los genios tienen su «punto oscuro». Ni tan «bobo» ni tan remilgado. Sobre la famosa e insolente «risa enloquecida» de la que hace gala en la película, no consta dato alguno en los testimonios y biografías más relevantes. (Se dice que tenía, de niño, una risa un tanto sonora. Y nada más)

Aparte de estas consideraciones, existen una serie de inexactitudes históricas en la película Amadeus. A continuación, resumo las que considero más evidentes:

– En la escena de un baile de máscaras, a Mozart se le pide que imite a Haendel al piano. El compositor afirma que no le gusta, ya que le resulta aburrido: Es del todo incierto: Haendel fue para Mozart — y también para Beethoven — un extraordinario y admirado compositor.

– Mozart perteneció a la masonería. En La flauta mágica hay muchos guiños a dicha adscripción que en la película se silencian.

– Leopold Mozart, su padre, jamás visitó en Viena a su hijo y nuera.

– No consta que la mujer de Mozart tuviese contacto directo con Salieri

– Konstanze no pudo nunca oponerse a la composición de La flauta mágica por parte de su marido por el hecho de que ella no se encontraba en Viena en aquellas fechas (Se hallaba recuperándose en un balneario de Baden)

– Mozart no se desmayó durante el estreno de La flauta mágica, teniendo que ser llevado a casa durante la representación. Lo cierto es que sufrió un ligero desvanecimiento en el segundo acto del que felizmente se recuperó.

– El Requiem fue encargo del conde Franz von Walsegg-Stuppach: Nada de un «encargo anónimo»

– La transcripción del Requiem fue debida a Süssmayer — quien finalmente lo terminó — y no a Salieri.

– A su entierro acudieron muchos amigos y sin paraguas: La tarde del 7 de diciembre de1791 fue primaveral en Viena.

– No consta que Mozart fuese un beodo. Sin embargo, y eso en la película se ignora, sí parece que tuvo vicio por el juego.

En YOUTUBE, podéis seguir la película de forma completa — y subtitulada, mejor que mejor– saltando de vídeo a vídeo por diversos autores. Disfrutad de ella y, sobre todo, disfrutad con la banda sonora. Inolvidable.

Publicado con la colaboración de ElGatoDigital