albinoni 

 He aquí el famosísimo e inmortal Adagio de Tomaso Albinoni, compositor nacido en Venecia el 14 de junio de 1671 y muerto en la misma ciudad el 17 de enero de 1751. ¡Qué belleza!  ¡Qué profundidad!  ¿Verdad?  ¡Qué patetismo!  ¡Qué sabiduría!  ¡Qué…!   Vamos a ver si dejamos clara una pequeña cuestión. El celebérrimo y multi versionado Adagio de Albinoni… ¡NO ES DE ALBINONI!  ¡QUÉ QUEDE CLARO DE UNA VEZ POR TODAS!  El bueno de Tomaso Albinoni sólo y exclusivamente prestó la línea del bajo, repitiendo las notas una y otra vez. Fue, en pleno siglo XX — concretamente en 1945 —  cuando el musicólogo italiano REMO GIAZOTTO añadió esa expresiva melodía de violines con armonías un tanto elegíacas. El resultado de tal adicción es un hábil pastiche más propio para una banda sonora de un film acaramelado con final resuelto de pañuelos en platea o, mejor quizás, para esos discos de guapos y descamisados tenores — aprendices de tenores– que venden multitud de discos en Navidad gracias al patrocinio de unos conocidos almacenes españoles de corte anglosajón…  ¡Sí, esos que van de DIVOS por la vida!  ¿Acaso Pavarotti era guapo?  ¡Ay, Dios, qué lucha!

 Tomaso Albinoni nunca tuvo necesidad para componer, debido a sus  privilegiados orígenes — configurando el papel de «diletante amateur»  y conociendo a más nobles que músicos — que ya se aprecia en sus primeras obras, especialmente en sus Doce Conciertos, Op. 5.  Se casó con la soprano Margherita Raimondi  y su ópera más famosa es conocida como Artamene. Su producción instrumental, de la que tan sólo una parte fue editada en vida, le coloca junto a Vivaldi y Marcello en los primeros puestos de los compositores venecianos de su tiempo. De sus casi 50 óperas — la última fechada en 1741 — sólo cuatro han sobrevivido completas, y eso teniendo en cuenta que una de ellas se reduce a un intermedio bufo. También compuso unos 100 conciertos y distintas obras de cámara. Su extraordinario don melódico hizo que muchos músicos, entre ellos Vivaldi y Bach, utilizaran sus obras como material de enseñanza, concretamente, las Doce Sonatas para trío, Op. 1.  Además, Albinoni fue un precursor en lo relativo a usar la forma de los tres movimientos de manera consistente en sus conciertos. Su Concierto nº2, Op. 9, es una de las más bellas páginas que jamás se hayan escrito para el óboe. Sorprende por la variedad de sus ritmos, por sus audaces modulaciones, por sus admirables melodías y por sus conseguidas imitaciones canónicas.

 Con ello, es muy injusto atribuir a este compositor una de las obras más famosas de la historia de la mal llamada música clásica y, por ende, restarle los supuestos méritos a su verdadero autor, Remo Giazotto. ¿Qué pienso yo del Adagio de ¿Albinoni?  Pues siento decirlo, pero me parece una música edulcorada, muy sobrevalorada y tremendamente efectista.