Ha concluido la cumbre del G-20 en Londres con anuncios espectaculares en términos económicos que el tiempo dirá sobre su efectividad para salir de la crisis. Los objetivos explícitos de las decisiones adoptadas son:
• El objetivo es crear 20 millones de empleos en los próximos dos años
• La meta: elevar el PIB mundial un 4% la transición a una economía verde
• La mitad irá al FMI, cuyos recursos pasan de 250.000 a 750.000 millones
• El resto será destinado a medidas para revitalizar el comercio internacional
• La nueva regulación acabará con el secreto bancario de los paraísos fiscales
• Los fondos de inversión riesgo serán regulados con más firmeza
• Reforma de FMI y Banco Mundial en 2011 y 2010, respectivamente
Es cierto que el consenso fue fruto de un grupo heterogéneo de países que no me tendrían que hacer dudar (poderosos, en desarrollo y no tanto) pero sí tengo reparos respecto a su rol decisorio y particularmente al papel que el FMI ha desempeñado en la región con sus recetas ortodoxas para el “desarrollo” de Latinoamérica.
Pero el ingrediente que será determinante y que seguramente irá a contramano de lo que el FMI “sugiera” es el calendario electoral de cada miembro de la región desde ahora y hasta el 2012
Históricamente existe opinión generalizada que una posible recuperación económica de Estados Unidos en 2010 se extendería rápidamente a América Latina, pero algunos expertos advierten que la región podría tardar algunos años más en recuperarse, debido a las tensiones políticas apuntadas.
El hecho objetivo es que entre 2010 y 2012 se celebrarán 13 elecciones presidenciales, incluidas las de Brasil, México, Colombia, Argentina y Perú.
Esto no es un hecho menor pues en general tanto las legislativas como las presidenciales provocan nerviosismo y dilaciones entre los inversores locales y extranjeros, hasta tanto se vislumbre el perfil (explícito/implícito) de los nuevos gobiernos, ya de por sí convulsionados en algunos países, por el giro populista de algunos mandatarios actuales.
Un estudio de la OCDE, indica que las principales crisis financieras latinoamericanas de los últimos 15 años sucedieron en años electorales. Es el caso de las crisis financieras mexicanas de 1980 y 1994; de la megadevaluación en Brasil, en 1999, y la crisis económica de Argentina de 2001.
Hay tres fenómenos endógenos recurrentes en las crisis financieras latinoamericanas:
• Los gobiernos que buscan su continuidad aumentan el gasto público y postergan medidas de costo social, como devaluaciones y ajustes estructurales, lo que frecuentemente obliga cuando son desplazados a los gobiernos entrantes a tomar medidas de ajuste con el consabido descontento social.
• Ante esta situación la banca internacional tiende a decirles a sus clientes en años preelectorales que posterguen sus inversiones en países latinoamericanos hasta después de la votación presidencial pues la incertidumbre es alta.
• En el plano interno estas recomendaciones negativas, a su vez, suelen provocar fugas de capitales o caídas de los niveles de inversión y actividad.
Es cierto que el comportamiento de los países no es homogéneo en el momento de definir sus políticas de Estado. Algunos países, como Chile, Costa Rica y Brasil, están manteniendo sus políticas económicas gracias a acuerdos tácitos o a promesas explícitas de los principales candidatos presidenciales de adoptar políticas responsables. En otros países, como México, Argentina y Perú, estos pactos son temas aún que ni se avizoran. Uruguay pareciera estar haciendo bien las cosas teniendo en cuenta su limitado territorio, economía y dependencia de sus vecinos; y Paraguay, todavía es prematuro aventurar el rumbo que tomará.
Párrafo aparte merecen Bolivia, Ecuador y Venezuela, el primero con una fractura institucional muy profunda y los últimos con gobiernos populistas que en lo económico están a merced de la evolución del precio del barril de petróleo .
Por eso es vital el marco de actuación que desplegará el FMI a partir de su relanzamiento de la cumbre del G20 (rol y poderío económico) y la impronta que el gobierno de Obama quiera dar a sus relaciones con el cono Sur.
Habrá entonces que estar atento a la evolución de los próximos meses que marcarán el rumbo del subcontinente y de las inversiones de España en el mismo
Un saludo y buen fin de semana
THENIGER
Poco puedo decir de este tema, la verdad. Que ojalá te equivoques y que, aunque con algunos pasos en falso, la situación general de Iberoamérica parece ir mejorando en los últimos años. No sabía lo del aumento de las crisis financieras en períodos electorales por culpa de las medidas populistas.
Por cierto, una cosa que no he entendido nunca es por qué España no tiene un Ministerio de relaciones con Hispanoamérica. La secretaría de Estado, que es lo que hay, me parece un figura insuficiente y menor para un tema tan importante y abarcador. Pienso que España lleva décadas desperdiciando su especial relación con ese continente, algo que por ejemplo sí aprovechan muy bien los ingleses con EEUU.
Y pensar que tenemos un Ministerio de Igualdad…
Saludos y buen fin de semana
Gracias por tu comentario Angel. Tampoco se que contestar a tu pre gunta, pero se me ocurre que en ese aspecto el que oficia de Ministro es el Rey Juan Carlos, que ha mantenido permanentes relaciones con todo Iberoamérica y ha permitido la fuerte inversión de España en el continente en los últimos 20 años.
un abrazo y buen fin de semana