Entre agradecida y envidiosa
me organizas un homenaje de encantamientos colectivos,
al vestíbulo de una mesa tapizada con naipes,
baraja de un premeditado porvenir,
donde sol y luna me sonríen con labios de madrugada
mientras sueño con tintineos de esferas efervescentes.
Me despojas de superfluas etiquetas
y das paso a un ceremonioso desfile de ninfas enamoradas;
luz de finura plateada,
sombra de exótica estirpe,
ocaso de anhelos confundidos…
Al embrujo de fetiches insolentes
me siento hechizado por infinitas caricias adormecidas.
Sobre una senda en divina sobremesa
me deslizo entre los arrullos de una oferta multicolor;
tu aliento de magia acompasa mis vaivenes,
tus susurros me desbordan la imaginación,
tu crisol de fantasías se adueña de mis deseos,
tu maliciosa complicidad se esparce como un manto pecaminoso.
Disfrutas al palpar la fruta de mi pasión oculta.
Dibujas un suspiro impenitente
al contrastar la cálida magia de mis fundamentos,
con esencias de diabólica alevosía,
con expresión de malignas purezas,
te excitas con la poesía de perversos sentimientos.
Me atrapas con tu poder,
exprimiendo el jugo de los besos ajenos;
te apropias de mí; te apropias de todo cuanto es mío.