El 21 de enero de 1958 se truncó la vida del que posiblemente haya sido el mejor director de orquesta que haya dado España, Ataúlfo Argenta. Su muerte, a los 44 años de edad y cuando se hallaba en un imparable ascenso artístico, supuso uno de los golpes más duros recibidos en la historia de la vida musical española, sólo comparable a la trágica desaparición del maestro Enrique Granados en aguas del Atlántico en 1916. Perteneciente a un grupo generacional de directores de orquesta que podría ser delimitado por Karajan (nacido en 1908) y Bernstein (nacido en 1918), Argenta elevó la calidad de la Orquesta Nacional de España en los once años que permaneció de titular a unos niveles que aún hoy en día no han podido ser igualados. Director fuerte, temperamental, nervioso en lo rítmico y desgarrado en lo dramático, no hubo maestro latino en sus años capaz de dirigir con tal hondura y brillo el repertorio que va de Beethoven a Mahler.
Ataúlfo Exuperio Argenta nació el 19 de noviembre de 1913 en Castro Urdiales, Cantabria, en el seno de una familia en donde el padre, gran apasionado de la música y pianista aficionado, ejercía como jefe de estación de ferrocarril mientras que la madre trabajaba como costurera. Observando los efectos que producía la audición musical en el chiquillo, los padres decidieron contratar a doña Justa Blanco como profesora de piano y solfeo, y más tarde a don Vicente Aznar como profesor de violín. Con apenas siete años, el pequeño Ataúlfo ingresa en el Círculo Católico de Castro Urdiales para recibir clases gratuitas de música y cinco años después ofrece su primer concierto de piano público en el Teatro de la Villa con obras de Albéniz, Chopin y Rossini entre otros autores. Días más tarde repite junto a la orquestina del Círculo y luego también como solista de violín acompañado de piano. Por otra parte, los domingos solía tocar el piano en el cine mudo que se proyectaba en el Teatro de la Villa y por el que recibía una peseta como pago. El padre de Ataúlfo, viendo que Castro Urdiales se quedaba pequeño para la formación de su hijo, solicita el traslado a Madrid que finalmente es concedido. Argenta, en una sola sesión, se examina de por libre en el Conservatorio de Madrid de solfeo, de cuatro años de piano y tres de violín, obteniendo unas brillantes calificaciones. Tras ello, se matricula oficialmente en dicha institución para ampliar sus estudios de piano, armonía e historia de la música bajo la tutela del profesor Fernández Alberdi. En 1928, con quince años de edad, Argenta ingresa como tenor en la Masa Coral de Madrid y en muy poco tiempo consigue ser el ayudante del maestro Benedito. Dos años más tarde, Argenta culmina sus estudios en el Conservatorio madrileño con las máximas calificaciones y se presenta a un concurso de piano patrocinado por la cantante Cristina Nilsson, pese a que su padre fallece repentinamente días antes de la celebración del mismo. Argenta logra ganar la competición y recibe un piano de cola como recompensa que no le queda más remedio que vender para aliviar un tanto la precaria situación económica en que se encontraban su madre y hermana. También debido a ello, Argenta se ve obligado a trabajar en la misma oficina en donde lo hacía su padre y durante los fines de semana toca el piano en diversos merenderos. La situación, bastante desesperada, se arregla cuando una hermanastra de Argenta que vivía en Lieja regentando un hotel le ofrece a Argenta y a su familia alojamiento gratuito en aquella ciudad belga. Argenta no se lo pensó y partió para Bélgica.
En Lieja, Argenta estudió virtuosismo con Jean du Chastain y composición con Armand Marsik. Pero la familia no se adapta al entorno de Lieja y en 1932 decide volver a España. Argenta se matricula en la clase de composición de Conrado del Campo y a los veinte años dirige por primera vez una orquesta de estudiantes. En julio de 1936 parte con un grupo de instrumentistas hasta Mondáriz, localidad en donde tenían pensado tocar en los balnearios de verano. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil le hace trasladarse hacia Salamanca y posteriormente hacia Segovia, ciudad en la que realiza un curso de radiotelegrafista y adquiere el galón de cabo primero del ejército sublevado. En 1937 contrae matrimonio en Segovia con su novia de siempre y también compañera de estudios musicales, Juanita, y desde entonces es llamado con asiduidad para ofrecer recitales de piano a los oficiales. Sin embargo, un año más tarde Argenta es detenido bajo la acusación de pasar informes secretos al ejército republicano en su condición de radiotelegrafista. Trasladado a la prisión de Segovia, Argenta recupera la libertad tras demostrar la falsedad de la acusación. Entretanto, la mujer se traslada a Asturias y allí da a luz al primer hijo de la pareja, a quien Argenta conocería un año y medio después del nacimiento. Finalizada la Guerra Civil en 1939, Argenta logra reunirse de nuevo con su mujer y su hijo en Madrid.
El 30 de noviembre de 1939 Argenta ingresa como pianista en el Teatro Coliseum de Madrid y poco más tarde acepta una oferta para tocar en Oviedo. En medio de aquel concierto, Argenta recibe la noticia de la muerte de su recién nacido hijo Enrique, noticia que sin embargo no altera la exitosa actuación del pianista merced a una extraordinaria profesionalidad. Al contrario, Argenta tocó de una manera tan emotiva por el triste acontecimiento que los contratos le llovieron al terminar la actuación. Decide entonces dejar su trabajo en el Teatro Coliseum y emprende una gira de recitales que le lleva por las principales ciudades españolas. En la primavera de 1940 ofrece un recital en el Teatro Español de Madrid al que acude un pianista alemán, Winfried Wolf, quien aconseja y ayuda económicamente a Argenta para que acuda a Alemania a perfeccionar su técnica. Argenta parte para Alemania y deja a su mujer y su hija en Madrid. Instalado en Postdam, Argenta alterna sus estudios con la ejecución de algunos exitosos recitales, con lo que su nombre empieza a ser conocido en los círculos musicales alemanes. Gracias al apoyo del prestigioso director alemán Carl Schuricht, con quien le unirá desde entonces una estrecha amistad, Argenta consigue dirigir la Orquesta de la Radio de Berlín y unos meses más tarde logra la cátedra de piano del Conservatorio de Kassel, circunstancia que permite que su mujer y sus dos hijas se puedan trasladar hasta Alemania y vivir con él en la localidad de Wolfsanger. Ya reunida allí la familia, Argenta se inscribió en el curso de dirección de orquesta de Münster. Sin embargo, un bombardeo aliado destruyó la ciudad antes de que empezara el curso y Argenta, ante el cariz que estaba tomando el curso de la guerra, se ve obligado a dar cuántos recitales puede con el objeto de ganar dinero y poder regresar a España. Tras una larga odisea, la familia Argenta regresa por fin a España el 6 de diciembre de 1943.
El 7 de mayo de 1943 se nombra a don Bartolomé Pérez Casas director titular de la recién creada Orquesta Nacional de España y un año más tarde Carl Schuricht viaja hasta España para dirigir en calidad de invitado tres conciertos con dicha orquesta. Se produce así el feliz reencuentro entre el maestro alemán y Argenta, quien por otra parte es nombrado director de la Orquesta de Cámara de Radio Nacional tras haber actuado en numerosos conciertos y recitales. Además, Argenta logra por oposición en 1945 la plaza de profesor de piano, celesta y timbres de la Orquesta Nacional. A lo largo de todo el año de 1945, Argenta alternó su labor como profesor de la Orquesta Nacional con la de director de la Orquesta de Cámara, formación con la que ofreció un elevado número de conciertos por toda la geografía española. Pero la gran oportunidad se presenta el 11 de octubre de ese mismo año al dirigir la propia Orquesta Nacional en el Teatro Calderón con un programa formado por obras de Weber, Brahms — Segunda Sinfonía — Bach, Debussy y Turina. El éxito es de tal envergadura que Argenta es nombrado segundo director de la Orquesta Nacional el 31 de agosto de 1946. En enero de 1947 Argenta ofrece el ciclo completo de las sinfonías de Brahms en uno de los mayores acontecimientos artísticos de toda la historia interpretativa de la música en España. La progresión de Argenta resulta imparable y, junto a su labor ya casi como titular exclusivo de la Orquesta Nacional, también se pone al frente de las orquestas de Bilbao y Barcelona, todo ello sin abandonar su actividad al frente de la Orquesta de Cámara de Madrid.
En junio de 1948 Argenta viajó hasta Londres para dirigir a la Orquesta Sinfónica de Londres con José Cubiles al piano. El concierto, ante más de diez mil espectadores, resultó apoteósico y unas fechas más tarde repetirá en París al frente de la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París, teniendo que saludar cinco veces al auditorio y volver a salir a petición del público cuando ya la orquesta se había retirado del escenario. Argenta logró por entonces la mayor proyección internacional que jamás había alcanzado director de orquesta español ninguno. En 1949 falleció el maestro Pérez Casas y Argenta se quedó como único director titular de la Orquesta Nacional de España. Ese mismo año debutó también con la prestigiosa Orquesta de la Suisse Romande invitado por su director titular y gran amigo, Ernest Ansermet. Ya en 1950, Argenta sale de gira a París con la Orquesta Nacional y, tras el primer concierto ofrecido en el Teatro de los Campos Elíseos y en donde el maestro tuvo que salir a saludar hasta diez veces, se coloca el cartel de no hay billetes para la segunda sesión. Este segundo concierto, con la Sinfonía nº5 de Beethoven y el Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo con la intervención solista de Narciso Yepes, hace que el teatro se venga abajo. Aún de madrugada y horas después de finalizar el concierto, Ataúlfo Argenta seguía firmando autógrafos ante una interminable cola de aficionados que incluso siguieron aplaudiendo al maestro español en la calle. Tras este feliz acontecimiento, Argenta es requerido para dirigir a la Orquesta Nacional de la Radiotelevisión Francesa en el Festival de Burdeos. El éxito obtenido es similar y se le ofrece grabar la Sinfonía Fantástica de Berlioz con la Orquesta del Conservatorio, versión que no tardó en ser galardonada con el Grand Prix du Disque Française.
De regreso a España, Argenta siguió con una febril actividad al frente de la Orquesta Nacional de España y como director invitado de otras orquestas españolas. Fuera de España, Argenta se consolida como uno de los directores más requeridos del momento y desde 1950 a 1958 dirige a las más importantes formaciones de Europa, como la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Viena, la Nacional de Francia, la Orquesta de Santa Cecilia de Roma, la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Londres y la Suisse Romande, entre otras. En esta última formación fue propuesto para suceder a Ansermet. En 1953 Argenta dirigió el ciclo completo de las nueve sinfonías de Beethoven en la Plaza Porticada de Santander y, al concluir la Novena, recibió una ovación que duró más de quince minutos. Al año siguiente, Argenta es unánimemente reconocido como uno de los mejores directores del momento y su figura se codea con otros maestros de su generación como Karajan, Giulini o Celibidache. Sin embargo, un escrito muy crítico con la situación musical española de aquel momento provocó que se desatase una increíble campaña para expulsar a Argenta de su puesto titular en la Orquesta Nacional. Argenta estuvo a punto de marcharse a Suiza para tomar las riendas de la Suisse Romande, pero su mujer y sus amigos le hicieron recapacitar sobre dicha decisión. Tras una serie de aclaraciones y disculpas — muy manipuladas por el régimen de la época — Argenta vuelve a dirigir a la Orquesta Nacional en el Palacio de la Música y recibe una histórica ovación de bienvenida. Pero tanta actividad empieza a pasarle factura en su salud. En 1955 suspende la mayor parte de sus actividades y es internado en un sanatorio de la sierra de Madrid, en donde consigue recuperarse satisfactoriamente. En 1956 vuelve a dirigir y es nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y condecorado con la Cruz de Isabel la Católica. En 1957 la ascensión artística de Argenta parece no tener límites y la prensa le elige como uno de los personajes más populares de la vida española. Desaparecidos Furtwängler, Toscanini y un emergente aunque malogrado Cantelli, el podio de la dirección orquestal pasa por cuatro nombres: Celibidache, Karajan, Bernstein y Argenta. En Italia incluso le ven como el legítimo sucesor de Toscanini. En EEUU y Australia se pelean por conseguir sus servicios, pero Argenta siempre quiso consolidarse primeramente en Europa como director.
El 17 de enero de 1958 Argenta dirige El Mesías de Haendel en el Monumental Cinema al frente de la Orquesta Nacional y con la participación del Orfeón Donostiarra. El mismo programa se repite el día 19 de enero. El lunes 20 de enero, bien temprano, Argenta acompaña a su mujer y a su hija Ana María al aeropuerto de Barajas para tomar un avión con destino a Suiza. La pequeña presentaba unas complicaciones en la columna vertebral y se decidió que viajara a Suiza con su madre para ser tratada por especialistas de aquel país. De regreso del aeropuerto, Argenta conduce su propio coche y acude al Teatro Real para ensayar el próximo programa previsto con la Orquesta Nacional y constituido por obras de Mozart, Vivaldi y Schumann. Esa misma tarde ofrece una entrevista en su domicilio madrileño y a eso de las ocho de la tarde sale con su vehículo hasta su otra residencia de Los Molinos, en la sierra madrileña. Al parecer, Argenta se había dejado allí olvidada una partitura y fue a recogerla. Nunca más volvió a Madrid con vida. El martes 21 de enero, uno de los obreros que estaba realizando labores de mantenimiento en casa del músico descubre el cuerpo sin vida de Argenta. Según la autopsia, Argenta murió como consecuencia de la inhalación de monóxido de carbono al arrancar el motor de su coche en el garaje y tenerlo encendido un rato, junto con la calefacción, para que adquiriera temperatura. Esa misma mañana, la Orquesta Nacional aguarda la presencia del maestro en el Teatro Real para iniciar el ensayo cuando alguien entra en la sala y anuncia: –«No esperen al maestro. Argenta ha fallecido»– Juanita vuela de regreso urgente a España al conocer la noticia y todos los profesores de la Suisse Romande la acompañan hasta la escalerilla del avión. El maestro es enterrado el día 23 de enero en el cementerio de la Almudena y se suspenden todas las actividades musicales en España durante esa semana. La Orquesta Filarmónica de Viena suspende los conciertos que ese año tenía programados con Argenta para no sustituirlo. Por otra parte, los conservatorios de Madrid, Viena y París cierran sus puertas en señal de luto. La noticia del fallecimiento de Argenta es portada en todos los diarios del mundo y la Orquesta de la Suisse Romande decide apadrinar al único hijo varón de Argenta, Fernando, pagándole todos los estudios. El 31 de enero, la Orquesta Nacional se presentó por primera vez al público sin su admirable director. Los músicos, en pie, interpretaron con impresionante expresión de dolor el Coral de la Cantata 140 de Bach, escuchada por el público también en pie y en un religioso silencio.
Ataúlfo Argenta, el más grande director de orquesta surgido nunca en España, uno de los mejores intérpretes de Brahms y Beethoven de su época, una persona tremendamente admirada en Francia y Suiza, el mejor director de su generación en opinión de Ansermet, el sucesor de Toscanini según los italianos, la personalidad musical más relevante de la música en España desde los tiempos de Falla… Pues sólo existe un vídeo grabado del NO-DO en donde se puede apreciar su técnica de dirección. Pero lo más tremendo es que si tecleamos su nombre en la sección del buscador de vídeos de GOOGLE sólo aparecen estos ejemplos de Brahms, Chabrier, Guridi, Falla, Rodrigo y Serrano. Algo realmente lamentable. De todas formas, dejamos constancia de algunas de las más relevantes grabaciones de Ataúlfo Argenta: Suite Iberia de Albéniz en orquestación de Fernández Arbós dirigiendo la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (URANIA 269); Sinfonía Fantástica de Berlioz dirigiendo la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (DECCA 798002); el Concierto para violín de Chaikovski acompañando a Alfredo Campoli y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Londres (DECCA 798002); Images de Debussy dirigiendo la Orquesta de la Suisse Romande (DECCA 466378); El amor brujo de Falla dirigiendo la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (EMI 75097); los 2 Conciertos para piano de Liszt, acompañando a Julius Katchen y dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Londres (DECCA 470257); la Sinfonía Fausto de Liszt dirigiendo la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (URANIA 269); la Sinfonía nº3 de Mendelssohn dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Viena (ORFEO D´OR 277921); Capricho Español de Rimski-Korsakov dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Londres (DECCA 466378); la Sinfonía nº9 de Schubert dirigiendo la Orquesta Cento Solisti (EMI 75097); Don Juan de Richard Strauss dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Viena (ORFEO D´OR 277921); y las Danzas Fantásticas de Turina dirigiendo la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (URANIA 269). Nuestro humilde homenaje a este fabuloso director de orquesta español tan prematuramente fallecido.
La inevitable pregunta es «hasta dónde habría podido llegar?»
Su palmarés es inusual. El leitmotiv de su carrera fue el aplauso del público; ovación interminable cada vez que asomaba por el palco. Por otra parte, el ser casi reverenciado por Carl Schuricht y por Ernest Ansermet, además del reconocimiento tributado por -nada menos!- que la Wiener Philharmoniker, ofrece un claro indicio de la magnitud de Argenta. Y me parece que ya en vida era toda una leyenda.
La Norna es implacable: sus designios son inescrutables. Cómo puede comprenderse una muerte tan temprana cuando la Majestad desenrrollaba su roja alfombra al paso del Maestro Español? Me es imposible dejar de pensar en otros que corrieron igual suerte: Fritz Wunderlich en el canto, y -más recientemente- Karl Richter, el gran intérprete de Bach.
Qué habría sucedido en España -en su ámbito cultural-, de haber vivido más años? Cuál sería el panorama actual?
Estos interrogantes nunca se resolverán. Pero jamás dejarán de surgir, con una cierta dosis de lamento.
Saludos buen amigo.
que vida la suya leiter…
yo había leído que había fallecido víctima de un accidente automovilístico, por lo que supuse que había chocado o que había sido atropellado.-
Ataúlfo Argenta. Este fue el primer nombre de director de orquesta y quizás de músico que oí siendo bien pequeña, era mi abuela paterna la que lo pronunciaba mientras tocaba el piano para satisfacción de mis padres, contaba cosas de él ya que lo conocía, por mi parte yo me escondía cuanto podía al sentir las miradas anhelantes de mis padres que esperaban su niña tocase el piano cosa que intenté pero ni paciencia ni ganas ni aptitud me acompañaron.
Gracias Leiter, ahora tengo un poco más claro no lo grande que era Argenta si no como pudo conocerle mi abuela.
Nunca sabremos que hubiera pasado de no haber sufrido ese accidente pero es muy triste que figuras como la suya mueran sin haber rendido todo su potencial y eso en menor o mayor grado nos afecta a todos.
A propósito, cómo era el nombre de ese jovencísimo Director italiano, discípulo de Toscanini, quien falleció en un accidente de avión? Creo que Don Arturo nunca supo de su muerte porque, o bien Él mismo había fallecido o fallecería veinte días después.
Toscanini lo consideraba su heredero musical directo.
guido cantelli iván.
como tosacanini estaba muy enfermo y lo esperaba para que pasara las fiestas de fin de año con el y su familia, no le dijeron nada acerca de su muerte, mientras que toscanini, inquieto, preguntaba porque no llegaba…
http://en.wikipedia.org/wiki/Guido_Cantelli
Mil gracias Hugo!
No sabemos hasta dónde podría haber llegado Argenta, pero sí sabemos hasta dónde llegó a pesar de su juventud. Como ya hemos advertido, Argenta llegó a ser considerado como uno de los cuatro mejores directores de su generación junto con Celibidache, Bernstein y Karajan. Eso lo dice todo.
A tenor con el comentario de Hugo, quisiera hacer un breve inciso que considero importante: Durante muchos años — y aún ahora — circuló un maledicente rumor acerca de las circunstancias que rodearon la muerte de Argenta y en el que se hacía constar la presencia de una segunda persona, mujer para más señas, que presuntamente también habría fallecido en el garaje. Esta historia, que sólo podemos calificar como de insidiosa, se vio retroalimentada por el hermetismo informativo de la época. Pero jamás ha habido prueba alguna que confirme tal irreverente y malévola hipótesis.
Un abrazo
LEITER
Argenta tenía “ese no sé qué” que distingue a los buenos intérpretes, esos que le infunden vida propia a la música que hacen sonar. La alusión a Cantelli, otro director promisorio que falleció de golpe, me hace recordar que Karajan fue uno de los sobrevivientes de una generación entera que se apagó a mediados los ’50: Argenta, Cantelli, Erich Kleiber, por ejemplo. Y habría que añadir a Fricsay, que sólo vivió hasta comienzos del ’63. Poquito más de un lustro que fue luctuoso para el arte de la dirección orquestal.
En materia de herencias truncadas, así como Toscanini no pudo descansar en Cantelli, tampoco Ansermet pudo hacer lo propio con Argenta, pues entiendo que lo tenía «fichado» para sucederlo al frente de la Suisse Romande. Sólo Furtwängler tuvo algo más de fortuna, al poder heredar a Karajan sus logros con la Filarmónica de Berlín.
Yo estoy convencido de que Fricsay habría podido acabar liderando la generación que mencionas, Joaquín. Pocos maestros llegaron a alcanzar una madurez tal a su edad. En cuanto a Argenta, su futuro estaba ciertamente en Ginebra. Y de ahí, ¿quién sabe? Posiblemente hubiera acabado dirigiendo una de las Top-Five estadounidenses. Lo peor de todo es que, con su fallecimiento, se cerró la página más brillante de la dirección orquestal en España. Su muerte provocó un vacío que, cincuenta años después, aún no ha sido cubierto.
Un abrazo, Joaquín
LEITER
Totalmente de acuerdo: Fricsay, de haber vivido más, habría cambiado el panorama musical de Europa en términos de influencia y autoridad por parte de un músico. Por otra parte, no sé si cabría decir, leiter, que esa secuencia de muertes musicales afectó el legado de experiencias que pasan de una generación a otra. Es decir, me pregunto si con ellos no murieron también escuelas y tradiciones musicales centenarias, que necesitan personas vivas en quienes perdurar. Tal vez sea un poco exagerado enfocarlo así. Tú me dirás, amigo. Lo cierto es que a fines del siglo XX ya casi desaparecieron las «escuelas musicales», aunque también eso es resultado, pienso, de la globalización.
Las escuelas de dirección fueron desapareciendo conforme se avanzó en la estandarización de la grabación discográfica dictada por las principales compañías. Yo creo que se debería descartar todo registro que no fuese efectuado en vivo (sí, es una utopía, pero lo creo ciertamente). A mí cada vez me interesan menos las novedades discográficas de los artistas actuales cuando aún podemos contar con registros de Furtwängler, Fricsay o Kleiber, entre otros. Me he vuelto un tanto radical de un tiempo a esta parte y es raro que pierda el tiempo escuchando la gloriosa integral de Bruckner registrada por Fulanito de Tal con apenas treinta años de edad y sólo cinco de trayectoria artística. Para eso, me imagino yo mi propia versión y me lo paso mejor. Creo que el viejo Celibidache tenía mucha razón con respecto a las grabaciones discográficas…
El próximo lunes podremos discutir largo y tendido sobre la figura de Fricsay. Ya lo adelanto.
Un abrazo, maestro Joaquín
LEITER