Sé que para muchos de los parroquianos de LEITER´S BLUES el tema de hoy puede resultar ajeno pues seguramente José Alfredo Martinez de Hoz resultará un ignoto personaje de un país muy lejano (Argentina). No obstante es de justicia (nunca mejor la frase) dedicarle esta entrada.

Corría 1976 y en Argentina se vivían tiempos violentos. No es el lugar y el tiempo de tratar de entender el porqué de tanta locura pero si de resaltar una vez más la barbarie cometida contra miles de argentinos que en su mayoría su única culpa (si es que la tenían) era pensar de una manera diferente de aquellos que provocaron el golpe militar .

Siempre se ha dicho que detrás de cualquier alzamiento militar hay una porción de la sociedad civil que lo impulsa entre bambalinas dándole sustento y marco ideológico.

El caso argentino no fue la excepción. Detrás de las juntas militares que impulsaron el golpe existía un grupo de “influyentes” que vieron la oportunidad de consolidar sus ideas para provecho propio y de sus amigos externos.

Recordarán alguna mención anterior al Plan Cóndor  y los Chicago´s boys. Resultado de ello se destruyó la economía, se perdió una generación de pensantes (ejemplo Cesar Milstein, premio Nóbel, emigró a Inglaterra) y se dividió a una sociedad que hasta el día de hoy permanece fragmentada.

Se dice que cuando la justicia es tardía no lo es, pero no en este caso; si bien no servirá para remediar si lo será para esclarecer un poco más el período más horrible de nuestra historia

José Alfredo Martínez de Hoz, ex ministro de Economía de la última dictadura y símbolo máximo de la política que castigó “a millones de seres humanos con la miseria planificada”, como advirtió Rodolfo Walsh en marzo de 1977, fue procesado esta semana con prisión preventiva por orden del juez federal Norberto Oyarbide por dos secuestros extorsivos que el magistrado calificó como crímenes de lesa humanidad, por ende imprescriptibles.

Oyarbide decretó su “prisión preventiva de cumplimiento efectivo”

El juez destacó en su resolución, de treinta y tres hojas, entre otros aspectos, “la actuación de las máximas autoridades de la Nación disponiendo, según su parecer, designios y/o conveniencias políticas y/o personales, sobre la vida y la fortuna de las personas, al margen de toda regla de convivencia y del Estado de Derecho”.

Martínez de Hoz está imputado en otras dos causas judiciales por delitos durante la dictadura: una como jefe de la asociación ilícita que dio el golpe de Estado el 24 de marzo de 1976 y la otra por la desaparición de Juan Carlos Casariego de Bel, ex director del Registro de Investigaciones de la dictadura, secuestrado luego de oponerse a la estatización de la Compañía Italo Argentina de Electricidad

La acusación a “Joe”, el apelativo por el que se lo conocía en los 70,  no es una genérica imputación sobre su acción de gobierno: versa sobre el secuestro extorsivo de Federico Gutheim y su hijo. Un caso típico de uso de la maquinaria estatal como parte de un plan sistemático de represión y exterminio.

Este caso es curioso aunque no único. La mayoría de los detenidos, encarcelados, asesinados o desaparecidos por la dictadura fueron trabajadores. Federico Gutheim, en cambio, era un empresario.

Particularmente no creo que en la conducta de los individuos haya un componente genético que condicione el proceder de los  mismos pero en este caso resulta paradójico los antecedentes de algunos antepasados.

En el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 participaron 225 personas; 79 se pronunciaron a favor del virrey Cisneros y contra los patriotas. Entre ellas, estaba el esclavista de gran fortuna José de María Martínez de Hoz.

A fines del siglo XIX, la Sociedad Rural financió la llamada Campaña del Desierto lanzada por el general Julio Argentino Roca para exterminar a los pueblos originarios y expropiarles sus tierras. El presidente de la Sociedad Rural era otro Martínez de Hoz, bisabuelo del actual, y por esa ayuda Roca le regaló 2.500.000 hectáreas en la Patagonia.

José Alfredo Martinez de Hoz ya había participado en el gobierno de la llamada “Revolución Libertadora” que derrocó a Perón en 1955, así como también en el gobierno provisional del Dr. Guido (1962-1963) luego del derrocamiento de Arturo Frondizi.

Miembro del directorio de las principales compañías  industriales de la época y de la Sociedad  Rural (su familia ya aparece en el acta fundacional), representaba lo más de la oligarquía nativa

En los años previos al golpe, la gran burguesía agraria e industrial argentina – con nexos cercanos con empresas extranjeras – se agolpaba en el Consejo Empresario Argentino (CEA).

En 1975, José Alfredo Martínez de Hoz presidente y otros directivos del Consejo Empresario Argentino visitaron al jefe del Estado Mayor, el general Jorge Rafael Videla.

Videla dio el golpe del 76 en función de los intereses económicos que representaba Martínez de Hoz, dando comienzo a lo que se conoció como “Proceso de reorganización nacional”. Ese fue el verdadero motivo del golpe. Y la función del ex ministro es la más horrenda porque de allí se derivan todos los crímenes que se cometieron.

Su política económica significó una devastación planeada de nuestro país que incluyó delitos privados además de los públicos, los que ahora van a significar su procesamiento. Pero es bueno saber que no sólo tuvo respaldo entre los militares locales sino también en el exterior y que su figura llegó a causar la admiración de algunos poderosos personajes tristemente célebres como David Rockefeller, quien no se cansó de alabarlo en todos los foros que participaba como “modelo de gestión económica”.

Además de su nefasto plan económico su gestión durante la dictadura estuvo plagada de irregularidades como en el caso de la compra de Austral Líneas Aéreas, el de la Italo que nacionalizó por 394 millones de dólares cuando estaba quebrada, el de Papel Prensa, el juicio por administración fraudulenta (caso deuda externa) y el de instigación a la privación ilegítima de la libertad junto a Videla y Harguindeguy por el que ahora se le anula el indulto.

Martínez de Hoz está imputado por el secuestro en el 76 de los empresarios Federico y Miguel Ernesto Gutheim. Detenidos de manera ilegal, fueron secuestrados y obligados a firmar un acuerdo con empresarios de Hong Kong.

En ese convenio estaba interesado personalmente Martínez de Hoz.

La familia Gutheim, dueña de la empresa Sadeco SA, tenía otorgado un cupo de exportaciones de fibras de algodón a Hong Kong. El incumplimiento en un envío de un embarque de 4760 toneladas provocó el enojó de Hong Kong, los reclamos a Martínez de Hoz cuando viajó allí y el compromiso de que la situación se iba a corregir.

En ese contexto se produjo el arresto del empresario y de su hijo, accionista de la empresa. Los fundamentos del decreto que dispuso su detención fue que las actividades de los empresarios atentaban contra la paz interior, la tranquilidad y el orden público, y sus acciones estaban relacionadas con las causas del dictado del estado de sitio que regía en ese entonces.

Los Gutheim fueron detenidos y en pleno cautiverio fueron llevados a sus oficinas para mantener reuniones, durante cuatro días, con una delegación de Hong Kong en un intento de solucionar las diferencias comerciales. Allí estaba presente un representante de la Secretaría de Comercio Exterior que dependía del Ministerio de Economía, por disposición del ex ministro. Meses después eran liberados «sin cargos».

En esas reuniones,  les pidieron a los Gutheim US$ 2,5 millones para cumplir parte del contrato con una de las firmas de Buenos Aires relacionadas con la exportación. Luego los llevaban de nuevo a su celda.

El Juez Oyarbide entendió en su fallo que la detención de los Gutheim fue un secuestro extorsivo que perseguía que se les entregara ese dinero a los representantes de la empresa argentina, la que sugiere que está vinculada societariamente con Martínez de Hoz. Señala además que difícilmente las reuniones fueran por los acuerdos comerciales de marras, teniendo en cuenta que «las políticas económicas de la gestión de Martinez de Hoz  son reconocidas por la historia como orientadas a la destrucción del aparato productivo nacional».

Federico Gutheim falleció en 1995. Su hijo Miguel es responsable de los bienes de la empresa familiar y representa a compañías brasileñas del rubro textil.

AUNQUE DEMASIADO TARDE SE PODRÁ DECIR

SE HARÁ JUSTICIA

Buen fin de semana y un abrazo

THENIGER