Escuela orquestal, Hans Swarowsky
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En el mundo de la dirección orquestal, tan importante resulta la capacidad artística de quien aspira a abrirse un camino en este terreno como una sólida formación recibida por parte de los mejores maestros. La fijación por escrito de la sabiduría y la actitud que transmiten algunos profesores famosos aclara sólo parcialmente su influencia y a menudo no hace comprender aquello que es finalmente decisivo para convertir a alumnos con talento en músicos mundialmente famosos.
Determinadas figuras de la dirección orquestal no han destacado por su especial pedagogía a la hora de transmitir sus conocimientos en cursos o clases magistrales. Su ámbito de actuación parece resolverse exclusivamente sobre el podio y, tal vez por ello, presentan ciertas lagunas de concepto para acometer una actividad docente. Por el contrario, otros maestros han sabido unir a su carrera artística como directores la envidiable facultad de ser unos excelentes educadores para las nuevas generaciones de músicos.
La clase de Dirección Orquestal de la Escuela Superior de Música de Viena es posiblemente la mejor y más famosa cátedra del mundo en la enseñanza de dicho arte. Mucho de su prestigio se debe a quien, desde 1946 a 1975, se hizo cargo de aquella enseñanza. Hans Swarowsky es más recordado hoy en día como docente que como propiamente un director de orquesta al uso. Su influencia en la formación de numerosos directores, algunos de los cuales ocupan en la actualidad los cargos musicales más relevantes a nivel internacional, ha resultado tan determinante como decisiva.
Biografía
Hans Swarowsky nació el 26 de septiembre de 1899 en Budapest, antaño perteneciente al Imperio Austro-Húngaro y en la actualidad capital de la República de Hungría. Inició sus estudios musicales en Viena bajo la formación teórica de Schönberg y Webern, mientras que la práctica le fue tutelada por Busoni, Steuermann y Weingartner, entre otros profesores. Paralelamente, Swarowsky cursó estudios de Historia del Arte y Psicología (con Freud) en la Universidad de Viena. Más tarde, su formación teórica fue consolidada merced al trabajo docente de profesores como Richard Strauss y Clemens Krauss.
Sus primeras actuaciones como director le llevaron a Stuttgart y Hamburgo, desde donde fue llamado a la Ópera de Berlín para suceder en 1933 a Fritz Busch. Sin embargo, tres años después las autoridades nazis le prohibieron dirigir en Alemania y desde 1937 fue titular de la Ópera de Zurich, cargo que alternó brevemente con la dirección de la Orquesta Filarmónica de Polonia en Cracovia. En 1944 fue nombrado jefe dramaturgo de los Festivales de Salzburgo y se le autorizó incluso a dirigir en Munich, ciudad en donde entablaría una estrecha relación con su antiguo profesor Richard Strauss.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Swarowsky fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Viena entre 1946 y 1948 para a continuación ejercer como director de la Ópera de Graz. Ya en la década de los años cincuenta del siglo pasado, Swarowsky mantuvo una activa carrera como director invitado de las más prestigiosas orquestas, realizando además una notable producción discográfica. En 1957 inició su vinculación como director permanente de la Ópera de Viena al tiempo que se hizo también cargo durante dos años de la Orquesta Nacional de Escocia en Edimburgo.
Tras realizar una exitosa carrera como director invitado a lo largo de todo el mundo, Swarosky falleció en Salzburgo el 10 de septiembre de 1975.
Pero si bien Swarowsky fue reconocido como un excelente director de gran presteza técnica, tal vez su mayor logro como músico se produjo al frente del aula de Dirección Orquestal de la Academia de Música de Viena desde 1946. Sus clases en la materia constituyeron la meca de peregrinación de una generación de futuros directores de orquesta entre los que se encontraron nombres luego tan importantes como Claudio Abbado, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Giuseppe Sinopoli o Jesús López Cobos.
Allí también se instauró la Competición Internacional de Directores que lleva su nombre y que atrae periódicamente a los músicos noveles con mayor proyección de todas las partes del planeta. Con todo, la labor docente e investigadora de Swarowsky se amplió con la traducción al alemán de un buen número de óperas de Verdi y Puccini, al tiempo que trabajó como colaborador de nuevas ediciones de partituras, como una nueva edición crítica de las sinfonías de Mahler o la edición original del texto de El Murciélago de Johann Strauss.
Una gran parte de sus trabajos teóricos en materia de dirección orquestal fueron recopilados por Manfred Huss bajo el título de Wahrung der Gestalt, obra que fue traducida en España por el director de orquesta granadino Miguel Ángel Gómez Martínez en 1988 bajo el título de Dirección orquestal: Defensa de la obra (Ediciones Real Musical ISBN 84-387-0309-7). En este extraordinario tratado recopilatorio, el maestro Swarowsky incide en la defensa de la obra como único camino posible para llegar a una verdadera interpretación musical.
El libro se completa con una serie de capítulos destinados a la interpretación analítica y al arte de dirigir, complementados a su vez con una serie de magistrales comentarios sobre la obra sinfónica de compositores como Beethoven, Schubert, Mahler, Bruckner, Schönberg y Stravinski. El libro cuenta también con una amplia sección dedicada a la ópera.
Saber leer una partitura significaba para Swarowsky reconocer en ella todo lo que no tenía que ser escrito, práctica habitual de su época. El director ha de aprender a leer correctamente la música para preservar su forma original y reconstruir su verdadera autenticidad. Puesto que en la música sólo tenemos lo escrito ante los ojos, cualquier intérprete está en la obligación de llevar a cabo el proceso de pensamiento que conduce al descubrimiento de los detalles a los que la obra debe su forma. En consecuencia, la interpretación de la música sólo puede ser representación de lo que es intelectualmente existente en la pieza sonora.
En otro orden de cosas, Hans Swarowsky fue un destacado intérprete de los períodos clásico y romántico, aunque tal vez su mayor especialidad fueron los compositores modernistas. Director dotado de un fuerte sentido de la arquitectura musical, sus grabaciones nos revelan a un notable estilista capaz de ambientar con suma precisión los diferentes episodios de las obras que dirige. Con todo, uno de los mayores problemas que ha tenido que soportar Swarowsky es el lío monumental que existe en torno a algunas de sus grabaciones discográficas.
Resulta que un discípulo suyo, Alfred Scholz, vio el negocio de realizar una serie de discos atribuidos falsamente a Swarowsky y destinados al mercado de bajo precio. Así, una serie de grabaciones de las sinfonías de Bruckner ejecutadas por la extraña Orquesta Filarmónica del Sur de Alemania fue falsamente atribuida a Swarowsky por Scholz. Y, para enredar aún más las cosas, resulta que Swarowsky llevó a cabo una serie de registros con esa misma orquesta del Sur de Alemania, formación reclutada al efecto por profesores procedentes de Praga y Bamberg. Todas estas circunstancias afectaron negativamente a la reputación de Swarowsky debido a la nula calidad de algunas versiones que ni siquiera fueron dirigidas por él mismo.
De entre la producción discográfica Hans Swarowsky
Verdaderamente debida a Hans Swarowsky podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada):
- Concierto de Brandenburgo nº4 de Bach dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Bamberg (ZYX 4001);
- Concierto para piano nº4 de Beethoven junto a Guiomar Novaes y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (VOX 58530);
- Concierto para piano nº2 de Chopin, junto a Menahem Pressler y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (VOX 11380);
- Noche en los jardines de España de Falla, junto Guiomar Novaes y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (VOX 58520);
- Concierto para piano de Grieg, junto a Guiomar Novaes y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (VOX 58520);
- Concierto para piano nº1 de Mendelssohn, junto a Menahem Pressler y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (VOX 11380);
- Obertura de La novia vendida de Smetana dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (Referencia desconocida);
- Valses de Johann Strauss II dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (SR 9620).
Nuestro humilde homenaje a este gran director y profesor. Desde www.leitersblues.com
La respuesta al porqué el profesor Swarowsky goza de mayor reconocimiento como pedagogo y formador de directores orquestales, más que como director él mismo, salta a la vista al escuchar las obras por él dirigidas: hay un estricto rigor académico en ellas, un permanente tensión que exige perfecta sujeción a la partitura sin llegar a un excesivo pulimiento que le reste espontaneidad a la música. Hay mucha vida en su interpretación, pero también mucha magistralidad.
Tan sólo en el 4° Concierto de Brandemburgo y en Noches en los Jardines de España, percibo cierto fluir libre de expresividad y sentimiento, aunque sin llegar a un total despliegue de esto. Pero en «Frühlingstimmen» se tiene la impresión de estar en el propio salón de clases, donde Swarowsky dirige para que todos sus alumnos le vean y le escuchen «cómo debe» dirigirse una orquesta. Incluso me parece verle lanzar una mirada fulminante a aquel joven estudiante español (madrileño) que ha tenido treinta segundos de desatención durante la hora de clase…
No pude escuchar el enlace del 4° Concierto para Piano de Beethoven. Me anuncia que el vídeo es privado y que no tengo autorización para verlo. ¡Que se vayan preparando! Tengo el viejo disco de 33 rpm y puedo escucharle cuando se me antoje.
Saludos amigo y hermnao Leiter. Que tu salud mejore cada día más.
Creo que no es necesario ser un gran director para ser un buen pedagogo…No se si ya conté mi conversación de hace muchos años con Caudio Abbado, la reproduxco a continuación:
-Sabe Vd quien es Giulini, verdad?
-Si
-Pues cuando yo estudiaba Giulini vino un día y me vió dirigir
-Y?
-Pues me dijo: Para dirigir hace falta tener un sentido especial para dosificar . Vd no lo tiene, debería dejarlo.
Ser pedagogo es saber diferenciar por una parte lo que pertenece al obligado respecto hacia lo escrito y por otra el impulso específico del alumno el cual debe desarrollarse libremente. Dirigir frente al espejo ( yo nunca lo hice, tengo espejo mental…) es como el toreo de salón…en algun momento habrá que enfrentarse al toro, y en materia de dirección lo primero que hay que aprender es dejar a los músicos tocar libremente. Es muy sencillo: cuando la partitura se vuelve realmente compleja hay que soltar y confiar en ellos. Esto es lo que no se puede aprender en el espejo. Mi profesor, Jean Claude Hartemann, cuya carrera había estrepitosamente fracasado despues de haber llegado alto dentro del panorama francés de los 60, también era muy buen profesor, justamente en este sentido. Tenía un talento pedagocico inceible, hasta que llegara el momento en el cual, en su paranoia, llegaba a considerar al alumno como rival potencial…entonces lo destruía, y fué lo que me pasó.
Se dice que Swarovski odiaba a mas de un gran director, especialmente al Dr Böhm al cual por lo visto no soportaba. Lo claro es que por su lado el Dr Böhm era sumamente anti-pedagogico, sea con los cantantes, con los músicos o con jovenes directores. No creia en esto, al menos de que tuviera certeza asoluta del talento del otro, entonces sí, pero su mundo se dividía en dos: los que no pueden y nunca podrán, y los muy pocos privilegiados que ya lo han entendido todo y que solo hay que refrescar….
Un abrazo
Jean François
Una frase me llama la atención Jean-François: «en materia de dirección lo primero que hay que aprender es dejar a los músicos tocar libremente».
Exactamente eso decía Karajan. En pocas palabras significa que cuando se sabe lo que hay que hacer, se hace con total naturalidad y se deja de lado todo aquello que pueda interferir con la actividad. Así las cosas, es el director quien debe crear las condiciones para que sus músicos produzcan música fluidamente, hasta el punto (y esto es increíble) que sea el director el que siga a su orquesta y no a la inversa, como comunmente se entiende la ecuación.
Karajan siempre puso un interesante ejemplo de sus años de juventud, cuando aprendió a galopar. Dice que al comienzo sentía que el caballo saltaba demasiado y qu él no podría controlarlo, hasta que el instructor le dijo: «quien está saltando es usted, no el caballo. Asuma usted la postura correcta y verá cómo el animal se comporta con naturalidad, de manera que el galope se hace menos dificultoso. No lo incomode». Y así, Karajan aplicó ese principio a la dirección orquestal: «no incomodes».
Y me parece que idéntico ocurre con la pedagogía musical. El profesor debe enseñar, desde luego, pero debe darle total libertad para que los estudiantes puedan moverse en su propio radio de acción y a su antojo, de manera que contruyan su propio conocimiento y lo desarrollen paulatinamente. El saber no es un producto acabado, hay que edificarlo día a día.
Y muy cierto: no se necesita se run gran director para ser un gran docente. Un cosa no supone la otra necesariamente. Grandes directores (Dr. Böhm) podían ser pésimos pedagogos como usted muy bien lo señala.
Un ambrazo maestro Monielou.
Bueno, superadas en principio ciertas complicaciones personales, ya estoy por aquí de nuevo. Pido disculpas por mi ausencia de estos días y doy gracias a Iván por haber comandado la nave. Y también a Jean François. El sábado publicaré una entrada explicando los motivos de mi ausencia durante esta pasada semana.
Hemos dado con un tema fundamental en esta entrada y ese no es otro que la enseñanza de la dirección orquestal. Estoy totalmente de acuerdo con lo que habéis afirmado en los comentarios previos. Opino que, al menos en los tiempos que yo conocí, existe un excesivo rigorismo en enseñar una disciplina que sólo, sólo se aprende con la práctica. ¡Sí, claro que debemos aprender a manejar las manos y a marcar entradas y compases! Pero eso no es todo. Se supone que un estudiante de dirección es un joven que ha cursado con éxito otras temáticas teóricas que incluyen la composición y el dominio de, al menos, un instrumento. Pero a diferencia de otras disciplinas, un estudiante no dispone de una orquesta en su casa para ensayar. Sí de un clarinete o un piano, pero no de una orquesta.
Los clases de dirección orquestal ahondan mucho en la llamada técnica de batuta, algo ciertamente importante pero no absolutamente imprescindible. Creo que muchos alumnos no llegan por ver cortadas de raíz sus dotes, que podrán ser mejores o peores, pero que no dejan de ser las suyas propias. En este punto, coincido plenamente con lo expresado por Iván. Eso de mirarse al espejo fue un recurso muy utilizado en la flamante Cátedra de Dirección Orquestal estrenada a bombo y platillo en el Real Conservatorio de Música de Madrid allá por los años ochenta (o finales de los setenta, creo). Así poco se aprende. Aspectos como la seguridad, el sentido de la respiración, el liderazgo, etc… Son realmente complicados de transmitir en una clase. La dirección orquestal plantea tanto misterio y embrujo en sí que, a modo de grosera comparación, es como tratar de enseñar a un joven que impregne de arte su muleta en una Escuela Taurina. Se le podrá enseñar a medir distancias, a estudiar los comportamientos del toro, los terrenos… Pero A TOREAR no. Pues eso mismo ocurre con la dirección orquestal.
El talento, y de esto creo entender un poco, se reconoce a la legua. Pronto se da uno cuenta de quién vale para la música (generalmente quien ha estudiado con fines personales y objetivos profesionales, o sea, quien ama y vive la música) de aquel quien lo hace como distracción u obligación. Existe mucha gente con talento que por desgracia no ha logrado un porvenir en la música. Otros, como yo mismo, no teníamos ni talento ni nada de nada… Pero muchos de esos alumnos talentosos tuvieron la desgracia de dar con profesores aún peores que no trataron de pulir las condiciones de sus alumnos.
Swarowsky en Viena (y otro tanto Ferrara en Siena) eran las rutas obligadas para aquel que tratara de abrirse paso en el complicado mundo de la batuta. Otra opción era que te tocara la lotería de ser admitido en algún curso dictado por Celibidache… Lo cierto es que Swarowsky se ganó una enorme reputación en Viena y prueba de ello es que muchas de las «figuras» actuales pasaron por su aula. Supo ser un buen pedagogo que tal vez vio frustrada su propia carrera en beneficio de la enseñanza, de la enseñanza de algo tan difícil y complejo como la dirección orquestal.
Y a dirigir se aprende día a día. No son pocos los directores consagrados que se estremecen al escuchar sus propias grabaciones pretéritas. Algunos hasta se avergüenzan de las mismas. Y es lógico, puesto que el buen director es aquel que trata de superarse y asimilar cada día más. No el que dirige aquí o allí por dirigir (y almacenar una buena chequera, de paso).
En fin, que todo es muy, pero que muy complejo en este mundo de la batuta.
Un abrazo, mis queridos amigos.
LEITER
Es una alegría volver a verlo otra vez por aqui, querido amigo. A ver: hay una cosa que creo que es importante. El talento va según instrumentos. Uno está dtado de un talento espec´fico para el piano, otro para el violín. Y lo que llamo aqui talento no solo es la capacidad de ejecutar con talento sinó el reloj interno, creo que ya hemos hablado alguna vez de ello. Es el viaje de la obra a través del reino de la imaginación, modelado por el reloj interno, hasta el momento d ela ejecicución. Esto va por instrumentos, y en este sentido la orquesta es UN INSTRUMENTO. El talento para dirigir es asolutamente específico, no puede ser importado desde otras disciplinas, siempre faltará «algo» como en el caso de los pianistasque se hacen directores. Y el viaje interno es ante todo específico. Pues bien; Los seudos directores que son importados desde otras disciplinas son los que necesitan espejo y técnica de baututa. Los demás, los que tienen este talento, simplemente necesitan encontrarse con la realidad, es decir enfrentarse con situaciones de dificultad o de peligro que tarde o temprano van a encontrar, ya sacar sus soluciones bajo la mirada de alguién dotado de talento Y de experiencia. Nada más..recuerdo haber dirigido el menuet de la sinfonía Haffner y no me salía como yo quería, no había manera. Despues de los primeros compases en fuerte viene el piano y no había manera de que esto encontrara su sitio. Mi profesor me miró fijamente y me dijo: pero si a ti te gusta como bruno Walter hacía esto…encuentra, encuentra como lo conseguía, encuentra la llave !! Y yo mirando mi mano: un, dos, tres, y que pasa? Nada, no caia en su sitio el dichoso «piano». Cuando de repente me grita mi profe, que podía mostrarse muy desagradable: pero será imbécil éste tío, la mano noooo, la respiración !!! Respira esto y caerá solo…Y otra anecdota: al final de la obertura del Barbiere de Rossini, hay una «bajada» rápida de los primeros violines en ritmo sincopado,y yo mirando a los primeros y marcando fuerte 1.2, 1.2, y nada, no salia. Y me dice el profe. Otra vez ! Y yo, marcando aún más el ritmo para que sigan, un desastre. Ahora otra vez, y voy: y en el momento de la bajada me grita: No te muevas !!!…y yo con la batuta en el aire, no me moví, y los violines lo hicieron solos estupendamente…!!! Estos son recuerdos de una clase en condiciones, nada que ver con tecnicas de batuta, a mi profesor no le gustaba para nada mi batuta porque le recordaba al dr Böhm, y él lo odiaba. Pero nunca se metió en esto, me dejó libre. Y si se metía era diciendo con mucha prudencia: yo creo, por lo menos es mi opinion, que para resover esto deberías marcar así..ahora, tu eliges,eres libre..
Un abrazo
jean Franóis
Encantado de saludarle de nuevo, maestro Mounielou.
No me acuerdo qué director dijo eso de: En un forte, no miréis a los trombones. Si lo hacéis tocarán mucho más forte y apagarán la orquesta. Pues eso mismo.
Y en cuanto a lo de Rossini — creo intuir el pasaje que dice — está claro. Si no respiras, no hay nada. Sirva como descargo que ese pasaje es complicado de ejecutar puesto que uno ya se ha contagiado del vertiginoso ritmo y ahí ha de «frenar» — según se mire — y dinamizar para lograr una buena claridad orquestal. No es fácil en absoluto. Entiendo perfectamente que las negras sincopadas de los primeros violines se ejecuten con cierto desparramo. No es fácil para a la orquesta ahí manteniendo todo lo anterior y dejando que la cuerda grave inicie un vertiginoso ascenso de escala. ¡Yo lo hubiera hecho mucho peor, maestro Mounielou! De todas formas, mentalmente, ahí hubiera dirigido mi mirada a los violoncelos ya que el pasaje que tienen es un poco complicado técnicamente si vamos a buena velocidad. Para transmitirles seguridad, vamos (O sea, que hubiera sido un desastre total).
Mi admirado abrazo, amigo y maestro Mounielou
LEITER
Leiter, creo que es exactamente lo que hay que hacer en un momento así, mirar a los violoncelos (anticipando) y dejar en paz a los primeros violines …también hay una anécdota del Dr Böhm al respecto, en el primero ensayo que hizo con el LSO en los años 70.con la segunda de Brahms . Había cierta tensión, digamos que cierto miedo en los profesores de la orquesta sobre como iba a reaccionar el viejo «Herr professor» y sabemos cual era la mirada de Böhm cuando anticipaba con los ojos. Así que llegó este momento en la parte final del primer movimiento cuando hay un ralentendo y tocan los «Hörn» (ay que no conozco los nombres en español, los «cors» en francés). Y es un momento muy delicado…que hizo el Dr Böhm? Desvíó la mirada, no se si al otro lado o hacia su partitura, durante todo el pasaje…y luego miró a los profesores, con una sonrisa en la cara, y dijo: good,good, very good ! También hablaba el Dr de un momento muy peculiar del primer movimiento de la séptima de Bruckner y decía: es que no falla, aqui si miras a los metales, debes saber que se van a equivocar siempre.
Y bueno, como hay que hacer ésto que dice Vd, que los metales no apagen a la orquesta…es esto técnica de batuta? o es asunto de intuición, según lo que se estipuló en los ensayos, para mandarles en el momento justo ( hay que colocar «rigtig» esta fracción de segundo…) una mirada de anticipación y en seguida apoyar a las cuerdas para subir su volumen, esto se puede aprender en una clase de dirección? Tengo serias dudas al respecto.
No voy a hablar de Isserstedt, pero en laa obertura de Le Nozze de Figaro dosifica los volúmenes entre maderas y cuerdas y para mi esto funcciona mal, no está equilibrado porque lo hace más desde la mente ( concepto moderno objectivista) que desde la intuición, no es «anticipación intuitiva»…resultado: la vibración del conjunto se apaga.
Un abrazo
Jean François
Creo que el momento que dice de la Segunda de Brahms, maestro Mounielou, es donde surge una trompa solista (horn) sobre un fondo casi plano de cuerdas. Tras unos compases, se suma una segunda trompa efectuando el relleno armónico. El problema es que la cuerda también apoya ese relleno con tono de dominante en los segundos violines (o violas, no recuerdo ahora muy bien) y si no se respira bien — de nuevo la respiración — todo se mezcla de manera espesa. Si miras a las trompas en ese momento, tenderán a apoyarse en el primer pulso y no atenderán a la respiración del último pulso débil del compás ternario, con lo que el efecto de dinámica sonora será desmesurado. Y ahí es precisamente donde juega el saber anticipar. Y como ahora todos dirigen en paralelo, pues… Surge el desastre (No sé si logro explicarme, Jean François) Además, aquí, muchos directores tienden a acelerar y no entiendo tal motivo. Tal vez sea porque de esta manera quieren contrastar con el episodio de la coda final, esos diálogos entre maderas y trompas, que permanece en el mismo compás. Creo, humildemente, que muy pocos directores realizan esa transición con buen resultado. Pero digamos que ese pasaje es ciertamente complicado de llevar a la práctica con total pulcritud.
Estoy escuchando a Schmidt-Isserstedt en esa obertura. A ver, mi impresión es que existe algún desajuste al final, con un crescendo un tanto precipitado en donde primero realza cuerdas y luego trata de equilibrar la dinámica en las maderas, pero no observo tampoco mayores problemas si comparamos esto con versiones más modernas. Yo percibo que todo suena más o menos en su sitio. Anticipación mental versus intuitiva. Bueno, pero yo ya no llego hasta lan lejos aunque entiendo lo que quiere expresar.
Hombre, claro que ciertas cuestiones no pueden aprenderse teóricamente en una clase de dirección. Pero al referirme a Schmidt-Isserstedt, quiero remarcar que una buena formación ayuda que esos aspectos luego se puedan entender mejor. Yo recuerdo haber visto a un director español ahogar el final de las Danzas Polovtsianas de Borodin a golpe de timbalazo. Sin duda, no tuvo la formación de Schmidt-Isserstedt… Vamos, eso pienso. A veces, uno se emociona y… ¡Vivan los fuegos artificiales! Nuestra propia naturaleza es así de vulnerable. Se necesita ser muy germánico para no dejarse llevar por los excesos. A no ser que uno se suba a un podio tras haberse fumado un porro o bebido una botella de Chivas, ja, ja.
Cada vez me quedo más sorprendido con la sabiduría de sus comentarios, Jean François. No sabe cómo le agradezco todo lo que, personalmente, estoy aprendiendo de usted.
Mi admirado abrazo, buen amigo
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