El celebre cuadro de Delacroix, La libertad guiando al pueblo
Indice de contenido
Vamos en esta ocasión a analizar la pintura – La libertad guiando al pueblo – del que posiblemente, Eugène Delacroix, haya sido uno de esos inconformes artistas a los que gusta de asumir cualquier género pictórico, consciente de un innato talento y de un gran dominio técnico. Delacroix trató cualquier temática, desde la religiosa a la esencialmente alegórica y mitológica que suele dominar en sus grandes composiciones. Pero, sin ningún género de dudas, su predilección por los temas históricos, especialmente por las grandes batallas de la Edad Media y de los tiempos más modernos, le sitúa entre los más grandes maestros de esta temática.
Ante todo, Delacroix fue un hombre instruido en los clásicos cánones del humanismo, circunstancia que conllevó una intelectual predisposición por la literatura y muy concretamente por el teatro inglés; de esta forma, tanto Shakespeare como Byron serán fuente inagotable de inspiración en numerosos dibujos y pinturas. Y ya en otro vértice, Delacroix también se revela como un excepcional retratista y un no menos extraordinario pintor de paisajes, con un magnífico tratamiento específico de las flores y de las naturalezas muertas.
Características del lienzo
* Óleo sobre lienzo
* 260 x 325 Cms
* Realizado en 1830
* Ubicado en el Museo del Louvre
Prestigioso dibujante, ninguna técnica fue extraña al talento de Delacroix, quien afirmaba que la naturaleza no era sino un diccionario. Empleó tanto la mina de plomo como la pluma y el lavado, la acuarela y el pastel. Como grabador, y como no podía ser de otra manera, empleó la litografía, procedimiento muy en boga entre los románticos. Y es en este terreno donde Delacroix adquiere una relevancia que le coloca, con todo merecimiento, entre los más grandes grabadores de su tiempo.
Su obra conjuga de manera armoniosa la influencia de los grandes maestros del pasado con un temperamento innovador que confirma a Delacroix como el último de los grandes clásicos y el primero de los modernos. Y tampoco podemos olvidar que Delacroix destacó igualmente como un notable escritor cuyas ideas y opiniones quedaron reflejadas en su famoso Diario.
La complejidad del genio de Delacroix tiende fundamentalmente hacia una irresistible fuerza imaginativa que es la base misma del proceso de creación. De igual manera, similar es asimismo su concepción estética, en donde la inspiración clásica — muchos de sus temas surgen de la Antigüedad greco-romana — se mezcla con ese peculiar gusto romántico por todo lo relacionado con la Edad Media.
Si en lo referente a la composición alterna entre el dinamismo barroco y el equilibrio rítmico, la técnica, por el contrario, es resueltamente romántica e incluso pre impresionista: Su pincelada es libre y atrevida, siendo el color un medio de expresión esencial que modela las masas en la sombra y en la luz, sin que ninguna línea arbitraria venga a definirlas. Con todo, no podemos encasillar a Delacroix como estrictamente clásico o romántico; su genio supera todo tipo de restricciones y, aunque se muestre un tanto prisionero de su siglo, enseguida conseguirá liberarse hacia un nivel de mayor universalidad. Pese a que en ocasiones se ha llegado a criticar su velado tradicionalismo, Delacroix en absoluto fue un pintor clasificable como imitador: Muy al contrario, sus audacias pictóricas y la osadía de invención a la que le condujo su imaginación le sitúa en el nacimiento de una gran parte de la pintura moderna, desde los impresionistas hasta nuestros días.
En 1825, Delacroix viajó hasta Inglaterra para conocer más de cerca la pintura de ese país. En el transcurso de ese viaje, el artista no sólo estudió el arte pictórico, sino que además manifestó un vivo interés por las representaciones teatrales.
Con posterioridad a este viaje, Delacroix adquiere su mayor relieve como pintor histórico e incluso literario. De ahí que no sea en absoluto arriesgado afirmar que su célebre cuadro que hoy comentamos, La libertad guiando al pueblo,
Consecuentemente aúne teatralidad, historia y cierta épica literaria. Expuesto en el Salón de París en 1831, la obra está inspirada en las revolucionarias jornadas de julio de 1830.
El propio artista escribe: –«He emprendido un tema moderno, una barricada. Se trata de una corpulenta mujer de sólidas mamas, ágil y que camina a pasos largos… Ya que no he luchado por la patria, al menos pintaré para ella»–
El cuadro causó sensación en París y la imagen se ha convertido en un icono del espíritu revolucionario. La obra fue adquirida por Luis Felipe de Orleans — quien precisamente llegó al poder tras la revolución de julio de 1830 — para conmemorar el aniversario de su ascenso al trono, aunque hizo todo lo posible para que no fuese vista por el pueblo por temor a que su contemplación encendiera los ánimos… El óleo combina el reportaje descarnado con la alegoría, logrando unos efectos del todo monumentales.
Análisis
El lugar y la época quedan perfectamente reflejados: A lo lejos se ve Notre Dame y los personajes van vestidos en función de su clase (El niño desarrapado de la derecha simboliza el poder del pueblo llano).
La alegórica figura de la libertad que cruza la escena con la bandera tricolor en alto escandalizó en su época porque, en vez de personificar una belleza idealizada, la brillante pincelada muestra a una mujer de verdad, medio desnuda e incluso sucia, que camina entre los cadáveres como queriendo expresar que la «libertad» puede traer su propia opresión. El cuadro está bañado por potentes focos de unas luces del todo irreales que confieren al mismo una enorme dosis de teatralidad. Ello se acentúa también por los vigorosos y atrevidos contrastes cromáticos que parecen interactuar entre las propias figuras de la escena, más que en el conjunto en sí.
Es indudable que en este portentoso cuadro se aprecia la evolución de Delacroix hacia el enfoque más sereno de sus últimas y más conseguidas obras, donde el pintor estudia cada vez más sutilmente el papel de los colores para dar una sensación de realidad o transmitir un mensaje. Este uso del color influyó de manera notoria en los impresionistas y en otros artistas de diversas vanguardias, desde Renoir y Seurat hasta Picasso.
Notable genealogía:
(La paleta: objeto generalmente de madera o de vidrio donde el Maestro prepara sus mezclas cromáticas y ‘configura’ la atmósfera general tonal y donde a priori ‘atempera’ su obra. El cuadro bien temperado comienza en la paleta.)
Para un pintor la paleta de un gran Maestro es siempre motivo de estudio: qué relaciones cromáticas existen entre las diversas partes o cómo se obtuvo este o aquél efecto tonal, por medio de qué procedimientos, de qué veladuras, de qué yuxtaposiciones matéricas y de qué verdaccios; en una palabra en la configuración de la paleta se halla una parte, y quizás si uno está receptivo, revelador, del drama de la pintura: el color y sus relaciones complementarias y lumínicas. Ahora bien, Delacroix poseyó en su propio taller la paleta donde Peter Paul Rubens preparaba sus mezclas (hay que agregar ciertamente que en la paleta de Rubens con toda seguridad también habían mezclas de Van Dyck y de Jordaens). Más tarde las paletas de ambos, de Eugene Delacroix y de P.P. Rubens, fueron a dar a las manos privilagiadas de E. Degas ¿hermosa genealogía no lo crees así, amigo Leiter?
¿Qué vió Delacroix en la paleta de Rubens? Pues nada más y nada menos que a Tiziano y a todo el arte del alto Renacimiento, allí, acrisolado por el genio de Rubens, condensado por su mirada y su inaudita sensibilidad. La «sombra de color» es una cualidad que aparece en muchas pinturas, sobre todo de Tiziano, en donde la penumbra es una masa de colores y vibraciones, esta «sombra» no está hecha de pardos, ni de tierras, sino de la sumatoria física, casi total, de los colores, no mezclados sino dispuestos en pinceladas cortas una junta a otra. De esta summa de color física, (contrario a la mezcla óptica que da como resultado el blanco [Newton]) se obtienen las llamadas penubra y antumbra cromáticas y, cabe decir, esta «sombra de color» será decisiva para las experimentaciones impresionistas, sobre todo las de Seurat y Monet.
La Sombra de color es la modalidad que Delacroix tomó como heredad de las paleta de Rubens que condensa la casi totalidad del Renacimiento. Vaya genealogía!!!
En mi opinión (y esta es estrictamente opinión de gusto obtenida a partir de mis propias conclusiones en mi trabajo plástico, por lo cuál no quieren ni buscan ningún tipo de dogma) hay un Delacroix maravilloso y esplendente en las acuarelas, quizá menos pirotécnico pero tal vez, no lo sé, más inmediato y condensado. Delacroix dibujante concita todo tipo de admiraciones en las que por supuesto me incluyo, recordemos ‘El artista de la vida moderna’ de Baudelaire que es la Oda a Delacroix de parte del genial poeta que lo admiró muchísimo. Pienso, por último, que el gran pintor francés del romanticismo pudo ser otro, no Delacroix, de no haberse sucedido las cosas de la manera fatal en que se sucedieron: la prematura muerte del pintor Theodore Gericault -una frase artística fatalmente inconclusa- entregó la estafeta a Delacroix quién sin duda, como bien lo señalas, es uno de los Grandes Maestros de la pintura de todos los tiempos y recibió con dignidad las dos estafetas: la paleta de Rubens y el solio de Gericault.
Disculpa la longitud de mi comentario, amigo Leiter, vengo saliendo de días de mucho ajetreo y no había tenido tiempo de escribir en tu espléndido Bar. Ya comentaré tus anteriores entradas que me había perdido.
Te abrazo, amigo
«prestigioso dibujante»: ¿ingres o delacroix como dibujante? ambos en la zona de ruptura entre clacisismo y romanticismo
dificilísima elección leiter, al menos para mi…
como dicen ustedes los españoles, picasso -eximio dibujante el también- tenía un rollo con ingres.-
Me ha parecido corto tu sensacional comentario, Otto, toda una estupenda exhibición de tu conocimiento sobre el tema. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que Gericault fue tal vez el verdadero referente del Romanticismo, pero como muy bien dices, su prematura muerte provocó que su testigo fuese recogido por Delacroix. Aparte de lo que señalas, yo también veo en la pintura de Delacroix el germen del realismo de Courbet y Corot, sobre todo a la hora de abordar esos contrastes cromáticos que otorgaban vida a las zonas de penumbra o sombreadas.
No veo una decisión estrictamente excluyente, Hugo, entre el dibujo de Ingres o el de Delacroix. A mi humilde juicio, Ingres fue mejor dibujante pero como pintor me deja un tanto frío. Su «Apoteosis de Homero» me parece un cuadro bastante amanerado y gélido. Para mí, quien verdaderamente se alza en esa ruptura — aunque yo no observo una ruptura tan traumática — entre clasicismo y romanticismo es Delacroix, aunque también metería a algún inglés en este «paquete».
Yo creo que la expresión a la que te refieres es que «tenía buen rollo» con Ingres… Bueno. Y también con Velázquez… Genios como Picasso eran capaces de asimilar lo mejor de todos, aunque no de firmar estampitas como otro excelente dibujante español de cuyo nombre no quiero acordarme por parecerme un pésimo y comercial pintor… Pese a sus místicos bigotes. Y no digo más.
Un abrazo, amigos
LEITER
concuerdo totalmente leiter con tu juicio sobre las calidades de dibujante de ese hombre de bigotes de de cuyo nombre no quieres acordarte…
a mediados de los 80 se hizo aquí en baires una exposición donde entre otras obras suyas se expusieron pequeños trabajos suyos al lápiz y a la tinta magníficos!!!
no se si en europa se habla de un dibujante húngaro que vivió muchos años en argentina y luego regresó a su país, y era admirado por picasso: lajos szalay
Esa libertad guiando al pueblo parece una mujer y sin embargo qué poco sacó la mujer de la Revolución Francesa. Una vez más se perdió una maravillosa ocasión.
La condición humana es terrible.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Algunos dicen que quien está a la derecha de Marianne es el mismo Delacroix. Si mal no recuerdo había escuchado que él tomó parte en la revuelta del 30′, aunque su papel no fue ciertamente destacable. Lo suyo no era el levantamiento….
Iván, has tocado un tema que me provocó enormes dudas a la hora de armar la entrada: Efectivamente, algunas fuentes afirman que el señor del sombrero es un autorretrato de Delacroix. Pero hay un dato realmente curioso. Al parecer, según otras versiones, en París existía el rumor de que Delacroix era hijo de Talleyrand — se parecían asombrosamente — y al hilo de ello, como representante burgués, Delacroix lo introdujo en el cuadro. De cualquier manera, y ante mis dudas, decidí no incluir nada al respecto en la entrada. A ver si alguien nos ofrece explicaciones adicionales sobre este tema.
Szalay no es muy conocido por aquí pero sí que había oído hablar de él. No me extraña nada que fuese admirado por Picasso, ya que algunos de sus dibujos presentan notables parecidos.
Y en muchos aspectos las mujeres siguen todavía igual, Gato; basta con leer ciertos informes en los que se señala que son todavía discriminadas en ciertos trabajos similares a los de los varones y por los que cobran un sueldo realmente inferior. Y no digamos el bajo porcentaje de mujeres que ocupan puestos directivos en las empresas. Por desgracia, el tema parece ir para largo.
Un abrazo, Hugo, Gato e Iván.
LEITER
Cada día me sorprende más el amigo Otto. Impresionante despliegue de conocimiento. Enhorabuena.
Todos los clientes habituales de este Bar son un orgullo.
Sólo me deja duda el concepto de «Libertad»: porqué cuando ella guía al pueblo, siempre hay cadáveres y armas presentes?
Tengo en mente muchas cosas para el Bar: hay entradas donde no me he expresado según mi deseo y estoy en duda con eso. Ya vendrá una invasión de ideas, por supuesto con tu venía mi amigo Leiter.
A propósito, cómo va tu salud? Debes cuidarte mucho. No te perdonaría que te sintierás mal y yo aquí a miles de kms sin poder ayudarte.
Gran saludo.
Otto nos sorprende a todos por el magnífico despliegue intelectual exhibido en sus comentarios. Esta casa se honra con su presencia.
Creo que Delacroix alertaba de los excesos que podría conllevar la libertad, una simple y velada advertencia.
Esta es tu casa también, Iván, y no tienes que solicitar venia para nada. Al revés, deseo que escribas todo cuanto quieras. No te cortes en absoluto, buen amigo. Sabes que aquí eres siempre bien recibido.
Mi salud… Nada, un simple problemilla que espero se solucione el próximo día 28 de abril, cuando me extirpen y analicen ese bulto raro que me salió en la espalda. Mi amigo, el doctor Morales, ya me ha pedido también que le tenga informado al respecto. Y, bueno, un hermano mío también es médico. Estoy bien protegido.
Un abrazo, Iván
LEITER
Huy, amigos míos: la sangre se me agolpa en las mejillas y me sonrojo. Soy yo quién se siente honrado por haber sido aceptado por ustedes: y ahora me siento como en casa, Leiter, Iván, amigos…
Les mando un abrazo que comunique mucha amistad y Leiter, espero que tu problemilla de salud se solucione y que toda la buena fortuna de este mundo sea para ti…
Disculpenme si en estos días no me hallo tan participativo en este maravilloso Bar como de costumbre: por descuido varias actividades se me juntaron y ahora, saturado, debo cumplir con todas ellas con una enorme deuda de sueño…