MAURICE ANDRÉ

Maurice André nació en Alès, cerca de Nîmes, el 21 de mayo de 1933

 Es posible que muy poca gente tenga conciencia de hasta qué punto constituyó una novedad o una insólita rareza que un trompetista destacase en una sala de conciertos. Después de la Segunda Guerra Mundial, un virtuoso de la trompeta debía promocionarse forzosamente en campos de la música ligera o del jazz, toda vez que este noble instrumento carecía de un repertorio clásico suficientemente amplio como para nutrir una vocación de solista. Tanto el auge de la música barroca como el desarrollo de la industria fonográfica vino a completar un tanto esta carencia; aunque todo ello hubiera sido imposible de no haber existido instrumentistas de contrastada calidad y dispuestos a elevar la trompeta al mismo nivel que el resto de instrumentos solistas de la orquesta. El pionero de todos ellos fue Maurice André.

Maurice André nació en Alès, cerca de Nîmes, el 21 de mayo de 1933, en el seno de una familia trabajadora en la cuenca minera del río Gard. El padre de Maurice tocaba la trompeta en sus ratos libres en la banda del pueblo, con lo que el pequeño Maurice se aficionó y acostumbró al peculiar timbre de este instrumento desde su más tierna infancia. Si bien a los catorce años Maurice también comenzó a trabajar en la mina, alternó dicha labor con las clases de música que le dio su primer profesor, monsieur Barthélémy, un trompetista que se había graduado en París y que volvió a su pueblo ante la falta de oportunidades en la capital francesa. En 1951, y siguiendo los consejos de su profesor, André empezó a estudiar con Raimond Sabarich, profesor de trompeta y corneta en el Conservatorio de París, quien consiguió que un año después su alumno fuese admitido en el citado Conservatorio. Allí, André se inició en el estudio del cornetín, un instrumento en plena decadencia pero fundamental y necesario para la iniciación de los futuros trompetistas. André se resolvió como un magnífico estudiante y ya en el primer año consiguió el Premier Prix del Conservatorio en cornetín, galardón que revalidaría al año siguiente en la especialidad de trompeta.

Antes de promocionarse como solista, André se vio obligado a colaborar como trompetista en algunas de las mejores orquestas de París. Así, en 1953 (Con sólo 20 años) y por un espacio de ocho años, fue contratado como trompeta solista de la Orquesta Filarmónica de la Radio Televisión Francesa, aunque también colaboró para la prestigiosa Orquesta de los Conciertos Lamoureux. En 1955 ganó el primer premio del Concurso Internacional de Ginebra y graba sus primeros discos de música barroca. En 1962 es nombrado profesor de trompeta en el Conservatorio de París y un año más tarde logra el primer premio en el prestigioso Concurso de Munich, hecho determinante que le impulsó a una reconocida carrera internacional y a la grabación de muchos discos. Efectivamente, a partir de 1963 André empieza a promocionarse en giras de conciertos, principalmente en Alemania, donde es requerido por directores de la talla de Herbert von Karajan, Karl Böhm o Karl Richter. Pero también es solicitado por las mejores formaciones del resto de Europa, de la URSS, de Norteamérica y Japón, con lo que su nombre empieza a ser mundialmente reconocido como el del trompetista más importante de su tiempo. También desde aquellos años, inicia una puntual colaboración con las organistas Marie-Claire Alain y Hedwig Bilgram (La conjunción entre trompeta y órgano desarrolla una sonoridad óptima para el repertorio, ya sea barroco o más moderno). Desde entonces, Maurice André ha venido desarrollando una exitosa trayectoria basada una triple vía en la que se conjugan los conciertos y recitales, la pedagogía y la difusión del instrumento. Quien esto escribe tuvo la oportunidad de charlar brevemente con el maestro André tras un concierto ofrecido en el Teatro Real de Madrid a mediados de los años ochenta. No tengo palabras para describir el derroche de humanidad y simpatía que transmitía el maestro, a tono con su gruesa figura. Pero aún más impactante resultó su actuación, uno de los más memorables acontecimientos musicales vividos por mí jamás. Tras la interpretación del Concierto de Hummel y de una adaptación para trompeta del Concierto de óboe de Marcello, Maurice André sacó una trompeta diminuta y nos regaló una propina a solo que erizó los pelos de la concurrencia. Aquella noche se pararon los relojes en el Teatro Real…

Maurice André, como probablemente hubiera definido Quevedo, es «una trompeta pegada a un hombre». André ha llegado hasta el límite de lo verosímil a la hora de adaptar sus características físicas al instrumento. Así, hace muchos años que llegó a modificar la forma de su embocadura en el sentido de aumentar el grosor de una parte del borde en donde encuentra su apoyo el labio superior. El músico ha confesado que se unta los labios con mantequilla antes de acostarse para lograr una mejor vibración sonora en la trompeta… Incluso, cuando los dientes incisivos superiores se le fueron separando por la edad, recurrió a los servicios de un reputado odontólogo que le «rellenó» los espacios interdentales. Con un extraordinario sentido del humor, André comentaba que aquello no era muy estético, pero sí del todo eficaz. El maestro utiliza trompetas fabricadas por la casa Selmer (De la cual es también asesor) y se sirve, además de las clásicas trompetas afinadas en Si bemol y Do, de un cornetín en Si bemol y de un bugle también afinado en Si bemol. Pero quizás su modelo de trompeta más famoso sea una trompeta sobreaguda, tipo piccolo, de cuatro pistones, fabricada por la casa Selmer siguiendo sus instrucciones, y de la que se sirve para interpretar a Bach. Pero Maurice André, en su faceta de pedagogo, también ha implantado un renovado método de aprendizaje que fundamentalmente evita el vibrato excesivamente ostensible y propone el uso de pequeñas trompetas más modernas en Mi bemol y Si bemol para los repertorios con tesituras más comprometidas. Para André, un trompetista, dados los rigores físicos que requiere el instrumento, ha de llevar una vida saludable, sana y equilibrada en donde no hay que abusar del alcohol y en donde conviene dormir lo suficiente. Para André, la preparación de una jornada de estudio de aproximadamente una hora de duración consiste, en primer lugar, de realizar ejercicios con la embocadura solamente, sin prestar demasiada atención al sonido producido, para descongestionar los músculos faciales y los labios; seguidamente, y sin ejercer presión sobre la embocadura, ejecutar rápidas escalas y arpegios; luego, seguir con esas mismas escalas y arpegios de manera más lenta y ligada, procurando obtener una sonoridad óptima; finalmente, atacar intervalos cada vez más amplios y complejos en legato y luego en staccato. Según André, todo aspirante a trompetista ha de estudiar un mínimo de cinco horas diarias y la prueba de que el cuerpo resiste a la hora de ofrecer una pieza es tocarla hasta cuatro veces en el mismo día (Algo realmente extenuante. André ha llegado a practicar en el interior de una sauna con su trompeta para fortalecer la resistencia física). Desgraciadamente, el 26 de febrero de 2012 Maurice André falleció en su residencia de Bayona a los 78 años de edad.

Dentro de la notable producción discográfica llevada a cabo por Maurice André podemos destacar las siguientes obras: La transcripción para trompeta de los Conciertos Op. 7 y Op. 9 de Albinoni, acompañado por la English Chamber y la Orquesta de Cámara de Württenberg dirigidas respectivamente por Charles Mackerras y Jörg Faerber (EMI); la integral de los Conciertos de Brandemburgo de Bach, acompañado de I Musici (ERATO); el Concierto para trompeta de Haydn, acompañado por la Filarmónica de Londres dirigida por Jesús López-Cobos (ERATO); el Concierto para trompeta de Hummel, acompañado por la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan (EMI); la adaptación para trompeta del Concierto para óboe de Marcello, acompañado por la Filarmónica de Londres dirigida por Jesús López-Cobos (ERATO); el Concierto para trompeta de Leopold Mozart, acompañado por la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan (EMI); el Concierto para trompeta en fa menor de Telemann, acompañado por la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan (EMI); y los Conciertos para trompeta de Vivaldi, acompañado por la Orchestra de Chambre Paillard (ERATO). Nuestro humilde homenaje al que posiblemente sea el mejor y más completo trompetista de la llamada música clásic