Según la opinión de muchos especialistas, el hecho de que la música antigua cada vez se cultive y escuche más obedece primordialmente al escaso interés que despierta la música contemporánea. En consecuencia, el problema de que en qué punto puede enfrentarse la conciencia artística moderna a la decadencia se convierte más en una cuestión de estrategia que de principios. La conciencia de la historia es esencialmente una postura del siglo XIX, cuando la reanimación de La Pasión según San Mateo de Bach por Mendelssohn no fue sino una consecuencia de las necesidades de una burguesía propicia a adquirir prestigio a base de hacer suyas obras maestras notorias. Sin embargo, y hasta bien entrado el siglo XX, imperaba la costumbre de acoplar la música del pasado a las costumbres receptivas en boga. Esto significó, en el caso de las grandes obras corales de Bach y Haendel, la utilización de enormes masas orquestales y también de una serie de dudosas adaptaciones y abreviaturas. A partir de los años veinte de la pasada centuria, las numerosas formaciones de música de cámara demostraron que una incorporación de música antigua a la actividad normal no era precisamente lo más adecuado. Tanto Vivaldi como Haendel, Monteverdi y Bach requerían de modos interpretativos diferentes a la instrumentación desarrollada y perfeccionada para la ejecución de la música del siglo XIX. Si bien Karl Münchinger fue uno de los precursores más activos por ahondar en la música antigua, fue Nikolaus Harnoncourt quien procedió en este tema con un rigor del todo novedoso que sirvió de apertura para horizontes mucho más amplios. Es más, Harnoncourt intentó trasladar las experiencias adquiridas con la música barroca a las obras clásicas y del temprano Romanticismo. Sin lugar a dudas, Nikolaus Harnoncourt es uno de los directores más peculiares y significativos de nuestro tiempo.
Nikolaus de la Fontaine und d´Harnoncourt-Unverzagt nació el 6 de diciembre de 1929 en Berlín, Alemania, y en el seno de una familia procedente de la alta nobleza de Luxemburgo-Lorena. Su padre, que había escrito una opereta a los catorce años, era ingeniero de minas y más tarde fue nombrado Consejero de Cultura en Estiria. De esta forma, Harnoncourt pasó sus primeros años en Graz para posteriormente estudiar música en Viena. Especializado en el violoncelo, Harnoncourt ingresó como ejecutante de dicho instrumento en la Orquesta Sinfónica de Viena en 1952 y permaneció en la plantilla de la formación hasta 1969. Sin embargo, en 1953 fundó junto con su esposa Alice el Concentus Musicus de Viena, una formación destinada a la interpretación de música renacentista y barroca que sólo a partir de 1957 empezó a tocar con instrumentos originales. En un principio, esta agrupación se concentró fundamentalmente en la actividad discográfica y su presencia ante el público era más bien rara. Durante los años setenta del pasado siglo, el nombre de Harnoncourt se hizo famoso principalmente en relación con dos actividades: Por un lado, la sucesiva interpretación completa de las cantatas litúrgicas de Bach junto a Gustav Leonhardt; por otro, la interpretación de las óperas de Monteverdi en el Teatro de la Ópera de Zurich con escenografía de Jean-Pierre Ponnelle y que supusieron una verdadera renovación en una música que hasta ese momento sólo era interpretada con criterios conformes al Romanticismo. Harnoncourt demostró que el errático y extraño sonido de los instrumentos antiguos era capaz de llegar con más intensidad al público que cualquier acercamiento de la partitura al gusto más corriente. Consiguiendo un sonido tan alejado de lo habitual por medio de instrumentos originales, Harnoncourt representó un correctivo del todo eficaz para la anquilosada práctica habitual de dicha música. Al lado de esta labor, Harnoncourt se reveló como una de las mayores autoridades docentes en materia de instrumentación original mediante las clases impartidas en el Mozarteum de Salzburgo.
A partir de la década de los ochenta, la actividad de Harnoncourt se centró principalmente en la producción y grabación de los más importantes títulos operísticos mozartianos al frente de la Ópera de Viena. También retornó con frecuencia a la Ópera de Zurich para llevar a cabo ejemplares lecturas de obras del primer Romanticismo (e incluso de Verdi). Sin comprometerse formalmente con ninguna orquesta o centro operístico, Harnoncourt ha desarrollado su actividad de investigación al frente de los tres mejores conjuntos sinfónicos europeos (Concertgebouw de Amsterdam, Filarmónica de Berlín y, especialmente, la Filarmónica de Viena, conjunto del que puede afirmarse que Harnoncourt ha sido uno de sus directores encubiertamente titulares en los últimos tiempos). En 1985 fue fundado el Festival de Estiria para servir de vínculo entre Harnoncourt y su residencia habitual de Graz. Sus producciones de música de Schumann, Wagner, Verdi, Bizet y Offenbach han sido alabadas por la crítica, aunque su mayor éxito fue una representación integral del Idomeneo mozartiano en 2008 que fue considerada como un acontecimiento musical que sólo se da cada cien años (según la crónica entusiasta del Frankfurter Runschau). Con una especial vinculación al frente de la Orquesta de Cámara de Europa, la designación de Harnoncourt como director de los tradicionales Conciertos de Año Nuevo en Viena en las ediciones de 2001 y 2003 provocó tantas adhesiones como rechazos, aunque su labor sólo pudo ser considerada como de excelente. En la actualidad, Harnoncourt pasa por ser el mayor explorador de la música y una de las personalidades más eminentes, respetadas y distinguidas del panorama musical de nuestros tiempos.
Nikolaus Harnoncourt es sin lugar a dudas uno de los directores más significativos de la actualidad y sus lecturas destacan por su sentido incisivo y por una magistral intención de dar relieve a los contrastes en la búsqueda de una nueva expresividad. Su estilo de dirección es tan firme como seguro, valiéndose de una gesticulación integral que a veces roza la sensata locura en una fijación visual del todo obsesiva. Como intérprete de Bach, Harnoncourt logró elaborar un discurso musical dinámico y afiligranado que contrastó con el estilo monumental y lineal de las interpretaciones precedentes. Su labor como director de las óperas de Monteverdi sólo puede ser considerada como de histórica y concienzuda, llegando a adoctrinar a los miembros de la Orquesta de la Ópera de Zurich en la ejecución de instrumentos originales. Pero si existe un nombre que se encuentra especialmente ligado a la figura de Harnoncourt, ese no es otro que el de Mozart. Los perfiles de la conducción mozartiana de Harnoncourt son duros, afilados, cortantes y en cierto modo incluso ásperos. Parece como si Harnoncourt quisiera subrayar lo meramente ideológico en la embellecida imagen de Mozart y lo que, en la visión habitual queda silenciado por una perfección aparente, se convierte en su caso en una impulsiva energía que busca la fibra más profunda.
Como investigador y escritor de la música, Harnoncourt cae en una cierta contradicción frente a su práctica directiva. Se ve al mismo tiempo como el salvador y pionero de una interpretación supuestamente inamovible y como reflejo espontáneo de una práctica a veces artísticamente estéril. Estas supuestas contradicciones se desvanecen si se tiene en cuenta que la erudición de Harnoncourt sirve sobre todo para apoyar una musicalidad práctica apasionada e impulsiva. Lo que verdaderamente impacta del modo de dirección de Harnoncourt no es una mayor y más refinada fidelidad fanática a las obras, sino una determinada negación de las formas de lectura, posiciones y condiciones preexistentes. No deja de ser un contrasentido que, desde su posición aristocrática, se vislumbre una y otra vez a un músico del todo revolucionario. Y, pese a su casi sagrada fidelidad al texto escrito, Harnoncourt se resuelve por una subjetividad interpretativa que irradia sobre el podio merced a su tensa y enérgica forma de dirigir.
Figura indiscutible de la moderna dirección orquestal, Harnoncourt es a día de hoy un maestro respetado incluso por quienes en su momento se opusieron con fuerza a sus interpretaciones con criterios históricos. Harnoncourt ha sido un revolucionario tranquilo que se trazó, décadas atrás, un camino a seguir y por el que ha discurrido de una forma imperturbable, al principio en solitario y hoy con multitud de seguidores. Supo ir mucho más lejos de la música barroca y representó una amenaza para ciertas vacas sagradas de la interpretación cuando decidió explorar la música de Mozart y Beethoven. Vetado en un principio por Karajan — director por el que siempre mostró una especial admiración — en los Festivales de Salzburgo, Harnoncourt acabó conquistando al selecto público salzburgués mediante unas versiones operísticas de Mozart difícilmente superables y cargadas de renovación. De apariencia distante y severa, Harnoncourt nunca se ha considerado un garante de las interpretaciones auténticas, sino más bien un antidogmático por naturaleza y un invocador de la revolución permanente capaz de cambiar de opinión: –«Estoy vivo, luego mañana tal vez pueda pensar en algo que no se me ocurrió ayer…»— Se quiera reconocer o no, Harnoncourt fue un director inicialmente muy cuestionado por sus revolucionarios experimentos pero que en la actualidad cuenta con una innumerable legión de maestros modernos que tratan de aplicar el mismo tipo de postulados interpretativos.
De entre el legado discográfico debido a Nikolaus Harnoncourt podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Edición completa de las Cantatas de Bach, junto a Gustav Leonhardt, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 407420 — caja con 60 CD´s); La Pasión según San Mateo de Bach, junto a Esswood, Sutcliffe, Rogers y Ridderbusch, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 42509); La Pasión según San Juan de Bach, junto a Egmond y Equiluz, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 4696444); las 4 Suites para orquesta de Bach dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 92174); los 6 Conciertos de Brandenburgo de Bach dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 77611); la integral sinfónica de Beethoven dirigiendo la Orquesta de Cámara de Europa (TELDEC 46452 — integral sinfónica); los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Pierre-Laurent Aimard y dirigiendo la Orquesta de Cámara de Europa (TELDEC 47334); Fidelio de Beethoven, junto a Bonney, Seiffert, Skovhus y Leiferkus, y dirigiendo la Orquesta de Cámara de Europa (TELDEC 94560); la integral sinfónica de Brahms dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TELDEC 13136 — integral sinfónica); Requiem Alemán de Brahms, junto a Hampson y Kühmeier, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (RCA 72066); Sinfonía nº9 de Bruckner dirigiendo la Filarmónica de Viena (RCA 54332); El duende del agua de Dvorak dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (TELDEC 25254); El Mesías de Haendel, junto a Larsson, Schade, Tachezi y Finley, y dirigiendo el Concentus Musicus (HARMONIA MUNDI 72039); Belshazzar de Haendel, junto a Tear, Palmer, Lehane y Van der Bilt, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 102752); selección de oberturas de Haendel dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 97988); selección de Sinfonías de Haydn dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (WARNER 63061 — caja con 5 CD´s); Orlando Paladino de Haydn, junto a Gerhaher, Petibon, Schade y Güra, y dirigiendo el Concentus Musicus (HARMONIA MUNDI 73370); La noche de Walpurgis de Mendelssohn, junto a Remmert, Hampson, Pape y Heilmann, y dirigiendo la Orquesta de Cámara de Europa (TELDEC 1748822); L´Orfeo de Monteverdi, junto a Kozma, Equiliuz, Van Egmond y Berberian, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 42494); Il ritorno d´Ulisse in patria de Monteverdi, junto a Genovesi, Lerer, Equiluz y Esswood, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 42496); L´Incoronazione de Poppea de Monteverdi, junto a Berberian, Esswood, Equiluz y Hansmann, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 42547); Vespro de la beata vergine de Monteverdi, junto a Hampson, Equiluz, Palmer y Marshall, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 92629); Così fan tutte de Mozart, junto a Bartoli, Baltsa, Nichiteanu y Widmer, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Zurich (ARTHAUS MUSIK 100013); El rapto del serrallo de Mozart, junto a Gamlich, Schreier, Salminen y Reichmann, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Zurich (TELDEC 242643); Las bodas de Figaro de Mozart, junto a Netrebko, Boesch, Ringelhahn y Skovhus, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 987502); Don Giovanni de Mozart, junto a Widmer, Rey, Bartoli y Polgar, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Zurich (ARTHAUS MUSIK 100329); La clemenza di Tito de Mozart, junto a Murray, Ziegler, Polgar y Grabowski, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Zurich (TELDEC 90857); selección de Sinfonías de Mozart dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (WARNER 6682882); Concierto para piano nº23 de Mozart, junto a Friedrich Gulda y dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (APEX 89091); los 5 Conciertos para violín de Mozart, junto a Gidon Kremer y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 453043); Requiem de Mozart, junto a Yakar, Wenkel, Equiluz y Holl, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 242911); La bella Helena de Offenbach, junto a Widmer, Chausson, Kasarova y Vogel, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Zurich (KULTUR VIDEO 2082); The Fairy Queen de Purcell, junto a Bonney, Chance, Dale y Moore, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 97684); Dido y Eneas de Purcell, junto a Esswood, Murray, Scharinger y Gardow, y dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 93686); la integral sinfónica de Schubert dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (WARNER 4623232 — integral sinfónica); Sinfonía nº4 de Schumann dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TELDEC 94543); Concierto para violín de Schumann, junto a Gidon Kremer y dirigiendo la Orquesta de Cámara de Europa (TELDEC 90696); Escenas de Fausto de Goethe de Schumann, junto a Güra, Erdmann, Doss y Jellema, y dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (RCO 9001); selección de polkas y valses de Johann Strauss dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 474250); Obertura de Die Fledermaus de Johann Strauss dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (TELDEC 759383); selección de Conciertos de Telemann dirigiendo el Concentus Musicus (APEX 4605232); Aida de Verdi, junto a Gallardo, Borodina, Hampson y La Scola, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (TELDEC 85402); Requiem de Verdi, junto a Schade, Mei, D´Arcangelo y Fink, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (RCA 61244); selección de Conciertos de Vivaldi dirigiendo el Concentus Musicus (TELDEC 91851); y, finalmente, El cazador furtivo de Von Weber, junto a Cachemaille, Holzmair, Orgonasova y Schäfer, y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TELDEC 97758). Enlazamos también a este interesantísimo documento sobre un ensayo de Harnoncourt con la Orquesta Simón Bolívar realmente estupendo y ameno: Magistral Harnoncourt (y con la atenta presencia de Gustavo Dudamel). Nuestro humilde homenaje a este sensacional director de orquesta.
El problema con Harnoncourt es que partimos de una base más bien sólida: se trata de un auténtico musico, y además de un conocedor de la tradición. Esto le otorgó ciertos momentos de indudable musicalidad. Harnoncourt nunca ha sido y nunca será unos de estos ingleses pasta de té que no tienen ni rumbo ni norte ni raices ni nada a parte el titulo de Sir que les ha sido otorgado por gesticular malamente frente a las orquestas.Harnoncourt, el, sabe mucho…quien conoce y maneja la gnosis mozarciana percibe perfectamente que Harnoncourt sabe, que su formación le llevó hasta poder sentarse en determinados salones y sillones desde donde hubiera podido aprender a resplandecer. Pero no lo hizo, y nunca lo hará….por traidor y por degenerado? Algunos dirían que si, a mi me basta decir que su espíritu es fundamentalmente anti tradicional y que si dijeran esto de mi me daría ganas de esconderme hasta el final de los tiempos. Como puede uno llegar a esto? Ya que no se puede decir lo de «padre perdónalos, que no saben lo que hacen». No, no se puede decir esto, ya que él sabe, y lo hace. Es lo totalmente opuesto al joven Carlos Kleiber o al joven Karajan, éstos entendieron la tradición como algo que se tiene que mover, que tiene que ir hacia adelante, pero de ningun modo se hubieran elegido a si mismos hasta caer en la perdida de sentido. Harnoncourt ha llegado hasta perder sentido, inventando cosas que no van a ningun sitio e introduciendo detalles interpretativos de malísimo gusto. Su Praga es horrenda, su Don Giovanni es horrendo. Nunca llegaré a entender este tipo de fenómenos culturales…
Harnoncourt es el director que más dudas me plantea, no por considerarlo un indigno exponente de la batuta, más sí por lo que podría llamarse la «irregularidad» de sus rendiciones: él es un «a veces sí, a veces no», y cuando se impone el «no», resulta fatal para el oído y el gusto, un verdadero ataque a la fibra más sensible del mismo.
Gran investigador sin duda; súbdito de La Tradición que empero en ocasiones se aparta de ella al sentirla bajo un ropaje muy subjetivo, antes que universal. De allí que su Brahms sea la cosa más peculiar que haya escuchado. Las Danzas Húngaras -no se cómo lo logró- resultan semejantes a un tren bala que por falta de recursos está siendo movido con leña. Reduce a tal punto el tempo, que uno se sorprende ante el primer acorde. Suena como un pasteleo tan repleto de azúcar, que sólo aguardo el té de las cinco de la tarde para complementar. Me es difícil entender cómo mediante esos movimientos convulsos y casi caricaturescos, la dinámica de la partitura sin perderse, alcanza niveles tan lentos. Curioso cuando menos, aunque no del todo malo. Contradictorio sí.
Ahora bien: me uno a los que alabaron sus Conciertos de Año Nuevo en Viena. Hizo un gran trabajo, sin ser como para salir a tirar cohetes. Pero fue agradable y fiel a las obras, muy bonito aunque con un estilo poco solemne.
Y si el Maestro Monielou dice que el Don Giovanni y la Sinfonía Praga bajo la batuta de Harnoncourt, resultan horrendos, yo le añadiría el Oratorio de Navidad de Bach. Hasta el día de hoy me sigue pareciendo espantosa su versión, ni para arriba ni para abajo, ni para adelante o para atrás. Un verdadero desastre sonoro que rompió con toda la elocuencia de Bach, que en cada obra coral ha dejado un emocionante himno de alabanza que contagia y literalmente «pone a cantar» junto con la música. Aquí no; por supuesto lo digo con sumo respeto hacia Harnoncourt, pero aquello más pareció el «Oraterio» al voceador de periódicos y revistas: un tempo descontrolado, timbales estridentes, cantantes vociferando…¡Un magnífico mercado persa! –Pero no todo su Bach es así; hay trabajos muy interesantes, que quede claro.
Pero como no todo puede ser malo, su Monteverdi sí es digno de admiración. Allí sí que ha comprendido el espíritu de la música de ese tiempo tan impregnado de la transición entre el Renacimiento y el Barroco musical. Evoca el «sentido» con suma fidelidad y es en dicho campo donde mejor puede uno apreciar sus calidades artísticas, con sumo equilibrio y perfecto conocimiento.
Irregularidad, definitivamente. No malo. Sólo son inquietudes mías.
Mi fuerte abrazo Jean François y Leiter.
Que falla que hallan suprimido algunos videos de youtube, tenia muchas ansias de ver la version de «la pasion segun san mateo», (aunque afortunadamente encontre fragmentos)
y moria de ganas por verlo dirigir la orquesta Simon Bolivar.
Hace como seis meses, le envíe un correo privado a Joaquín Matus (Quinoff) preguntándole acerca de su opinión sobre Harnoncourt y más o menos vino a coincidir con todos vosotros… Y conmigo. Yo a Harnoncourt le defino como «explorador» de la música, pero como le ocurre a todos los exploradores, un día dan con la vía o el sendereo correcto y otro simplemente se pierden en la espesura de la jungla. Yo creo que Harnoncourt trata en ocasiones de buscar un tesoro que sólo existe en el plano de su imaginación. O, dicho de otra manera, el tesoro lo tiene delante de sus narices y no se da cuenta de ello. Y ello condiciona a que Harnoncourt sea el paradigma de director IRREGULAR, capaz de lo mejor y de lo peor.
Fijaos lo que me ocurrió hace unos años: Visionaba un documental en UNITEL CLASSICA que alternaba imágenes campestres con la interpretación en vivo de la Novena de Schubert por Harnoncourt. La lectura de Harnoncourt me pareció modélica, con pequeños detalles de buen gusto y una fluidez admirable. Un día después, en el mismo canal, vuelven a ofrecer la Novena por Harnoncourt en una versión en directo mucho más moderna (creo recordar que con la Wiener). Aquella versión me pareció HORROROSA y, como dice Jean François, llena de matices que sólo están en la cabeza del director y que sonaban realmente mal. En apenas 24 horas comprobé la cara y la cruz de este director. Lo único positivo que tiene esto es que nunca sabes en un concierto con que Harnoncourt te vas a encontrar. Utilizando un símil taurino, es como sacar una entrada para ver al jerezano Rafael de Paula. Puede que esa tarde te pongas a llorar al ver parase el mundo con unos capotazos de ensueño… Pero también es muy probable que ese día el diestro acabe en comisaría tras los tres avisos de rigor… Yo creo que en Harnoncourt influye mucho también su variable estado emocional a la hora de ofrecer un concierto.
El tema de la supresión de vídeos en YouTube es un asunto de difícil solución. Si para el lector resulta una puñeta encontrarse con que algún vídeo de su interés ha sido suprimido, imaginaos lo que supone para el autor de la entrada… (A veces me tiro toda una tarde entera buscando y armando enlaces)
Un fuerte abrazo, Iván, Jean François y Camilo
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