En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una delicada lectura de Viviane, poema sinfónico, Op. 5, del compositor francés Ernest Chausson. La versión del enlace se corresponde con una interpretación llevada a cabo por la Orquesta Sinfónica de Basilea bajo la batuta de Armin Jordan y dicha grabación se encuentra disponible en el sello APEX (ref 749518). La pieza, finamente estructurada e instrumentada, presenta una introducción de inconfundible estilo franckiano, con toques de trompas y una amplia frase posterior confiada a la cuerda con esporádicas apariciones de violín solista. Tras una llamada de la trompeta, el clima se encrespa para dar paso a un breve interludio de la cuerda grave que no logra atemperar un ánimo cada vez más creciente al que acaba por domesticar la trompa. La obra concluye entre intensos cromatismos con serena placidez. Compuesta a finales de 1882, Viviane se estrenó el 31 de marzo de 1883 en la Sociedad Nacional de Música de París bajo la dirección de Edouard Colonne. Fue reorquestada en 1887 y está basada en una leyenda de la Tabla Redonda. La partitura recoge cromatismos propios de Wagner con un estilo precozmente impresionista y lírico, preconizando ya otros poemas posteriores de mayor madurez.
En 1872, César Franck fue nombrado profesor de órgano del Conservatorio de París y en torno a su figura se formó un grupo de seguidores, procedentes en su mayoría de la Schola Cantorum, que extendieron la manera musical de su maestro guardando siempre una escéptica distancia con Debussy. Aquello alumnos — la pandilla de Franck — procedían generalmente de clases elevadas (Castillon, uno de ellos, era vizconde) y miraban al resto de los alumnos del Conservatorio con cierto desprecio, lo que provocó mucho resentimiento y algunas palabras desaprobadoras del propio secretario del Conservatorio: En este centro tenemos a un profesor de órgano que convierte sus clases en una teórica de composición… Pero no se hizo nada para modificar la situación. Franck, como uno de los pioneros de la forma cíclica, exhortaba a sus alumnos a que modulasen para que no permaneciesen mucho tiempo en la misma tonalidad. Con todo, la música de Franck no fue muy ejecutada en su tiempo y tras la muerte del compositor en 1890 pocos dudaban de su nula supervivencia. Sin embargo, ocurrió justamente lo contrario gracias a esa escuela de seguidores. Entre ellos, Guillaume Lekeu (1870-1894) y Alexis Castillon (1838-1873) fallecieron antes de llegar a la madurez. Henri Duparc (1848-1933) parecía el más dotado de todos pero sufrió un colapso mental y nunca volvió a escribir una sola nota más pese a vivir luego casi medio siglo. Vincent D´Indy (1851-1931) fue el mayor difusor de la obra de Franck pero de su vasta producción apenas sobreviven piezas de repertorio en la actualidad. Tal vez, Ernest Chausson fue el mejor compositor de todo aquel grupo.
Ernest Amédée Chausson nació el 20 de enero de 1855 en París en el seno de una familia de un acaudalado constructor. Con profesor privado desde niño, Chausson finalizó sus estudios de Derecho en 1877 pero nunca ejerció dicha profesión. En 1880 accede al Conservatorio de París para estudiar con Massenet y Franck, abandonando al primero de ellos por sentirse un tanto frustrado. Luego de tres años en donde traba amistad con los autores anteriormentes citados — e incluso con Debussy, cuyos comienzos favoreció — Chausson comenzó a componer. Para ello, se compró una casa en el Boulevard des Courcelles y la convirtió en uno de los centros artísticos de París. Allí concurrieron pintores, músicos, escritores e intelectuales que en todo momento fueron protegidos por Chausson. En 1892 asiste a Bayreuth y desde entonces la influencia de Wagner resulta manifiesta en toda su obra. Como Chausson no tenía problemas de dinero, podía trabajar cuándo y dónde lo deseara, pasándose a veces días o incluso semanas para dar forma a un solo compás. Por eso mismo su producción no es muy extensa. La década de los años noventa del siglo XIX supone la aparición de sus principales obras, destacando una ambiciosa ópera concluida en 1895 y de inconfundible sesgo wagneriano que sin embargo no figura en ningún repertorio en la actualidad. Con grandes proyectos en su mente, la fatalidad se cruzó en el destino de Chausson. El 10 de junio de 1899, Chausson se encontraba pedaleando sobre una bicicleta en un parque de su propiedad en Limay cuando perdió el control de la misma y se estrelló contra una pared, muriendo en el acto. Chausson sólo tenía 44 años y su carrera anunciaba en aquellos momentos un brillante porvenir.
Chausson, una vez que se dedicó profesionalmente a la música, tuvo como virtud la de introducir las nuevas vías trazadas por Wagner y Franck. Sus obras son de corte muy tradicional pero utilizando un lenguaje claro y rebuscado, con delicadas disonancias y sutiles modulaciones que crean un clima muy personal y poético. Su obra suele reflejar los rasgos de un soñador melancólico con gran poder evocador. Una vez que se accede a su música, resulta ciertamente difícil no sustraerse al encanto de la misma. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a su figura.