Sinfonía Nº5 en do menor, Op. 67, de Ludwig Van Beethoven
La fogosa e imperial interpretación de Herbert von Karajan y una orquesta — Creo que es la Filarmónica de Berlín — de los dos primeros movimientos de la Sinfonía Nº5 en do menor, Op. 67, de Ludwig Van Beethoven (El vídeo fue suprimido un año después por una reclamación de la Berliner. Pues que se lo coman con patatas).
El sonido es poderoso, brillante y la versión del maestro, a juzgar por su trascendente gesticulación, resulta decididamente conmovedora. Si nos fijamos en los comentarios — En inglés — que acompañan al vídeo del enlace (Basta con bajar un poquito la pantalla con el ratón) observamos como en algunos de ellos se afirma: La mejor pieza de música jamás escrita, o bien, absoluta obra maestra, y también, genial Karajan. Efectivamente, la orquesta suena de locura pero… ¿Está REALMENTE Karajan interpretando a Beethoven? Lo dudo.
Esta sinfonía de Beethoven está originalmente escrita para: Dos flautas, flauta piccolo, dos óboes, dos clarinetes, dos fagots, contrafagot, dos trompas, dos trompetas en Do, tres trombones, timbales y sección de cuerda. Conviene aclarar que la flauta piccolo, el contrafagot y los tres trombones sólo intervienen en el último movimiento de dicha sinfonía.
Observemos con atención las imágenes del vídeo: Ya pronto uno se da cuenta del excesivo número de instrumentos de cuerda de hay en esa orquesta para una interpretación de esta sinfonía. Parecen, grosso modo, doblar en cantidad a lo que se correspondería con una interpretación fidedigna según la partitura que, si bien no indica la cantidad exacta de instrumentistas de cuerda requeridos, se atiene obviamente a las normas dictadas en los tratados de orquestación.
Pero ahí no acaba todo. En un momento de la imagen (Minuto 2: 05 del vídeo) se pueden ap
reciar hasta… ¡Ocho trompas! y, si forzamos un poco la vista hacia arriba, contamos seis trombones.
En el minuto 3: 20 de la cinta, aunque ya hemos mencionado la excesiva cantidad de los instrumentos de cuerda, cuento hasta doce violoncelos, si la vista no me falla ¡Tremendo!
Minuto 3: 44 del vídeo: Observamos en la imagen tres óboes — Y la mano cortada del ejecutante de un cuarto –, cuatro flautas traveseras, cuatro fagots — Y el contrafagot aparcado a un lado, para ser utilizado en el último movimiento, como ya comenté antes — Llegamos al minuto 6: 40 del vídeo (Parece que estamos más bien retransmitiendo un partido de fútbol) y… ¡Voilá! Tenemos un plano completo de la orquesta donde se confirman todas nuestras sospechas: Por encima de la línea de flautas se aprecian cuatro clarinetistas; Y por encima de la también insólita línea de ocho trompas, vemos cuatro trompetistas, a la izquierda, y cuatro trombonistas, a la derecha. Con los timbales, parece que el suntuoso de Karajan se ha cortado y no ha decidido también doblarlos…
Una interpretación musical no es mejor que otra por el hecho de que «suene» más alto de volumen; en muchos conciertos a los que he asistido he podido escuchar los deliciosos diálogos de gente primeriza en estas lides: –«La orquesta suena muy bien pero más bajito que en casa, ¿Verdad?» —.
Sobra decir que esta inocente frase está enteramente disculpada ya que nadie tiene el deber de conocer los fundamentos de una partitura ni sus más elementales reglas de orquestación para ser interpretada. Lo que no admite ningún tipo de disculpa es que un maestro de la talla y categoría de Karajan recurra a estos artificiosos recursos para provocar una mayor sensación de fortaleza interpretativa a oídos de los espectadores más profanos.
Con razón se podrá afirmar que toda la música del clasicismo, y una gran parte del período barroco, se suele interpretar con conjuntos instrumentales mucho más amplios que los que requiere la idea original del compositor, amén de la originalidad de los instrumentos. Muchas formaciones orquestales de hoy en día están especializadas en tocar con «instrumentos originales» y con la precisa cantidad de los mismos en virtud a la obra ejecutada.
La orquesta del período romántico trajo consigo que muchas de las obras clásicas pasaran a ejecutarse bajo esta nueva dimensión sinfónica con lo que parece perderse algo fundamental de su espíritu original. Aunque también es cierto que, debido a la grandeza de la música en sí y nuestra propia educación auditiva, nos parezca hoy en día raro escuchar a Bach o Mozart interpretado de la misma forma en que dichos compositores tuvieron la oportunidad de escuchar sus propias obras. Este es un tema polémico sobre el que abundan las opiniones de todo tipo, unas a favor y otras en contra, aunque el convencionalismo interpretativo parece haberse impuesto a la hora de tocar a Bach como si hubiese vivido a principios del siglo XIX. Poco puedo yo aportar al respecto; pero lo que ya me parece tremendo es ¡DOBLAR TODA UNA ORQUESTA! para interpretar a Beethoven.
Por lo tanto, adoptemos cierta prudencia a la hora de percibir eso que los críticos llaman «Sonido Karajan» quién, dicho sea de paso y, a pesar de esta tropelía interpretativa, fue un director extraordinario.
Llevas razón, Leiter, eso es falsear y hacer trampas.
La expresión «sonido Karajan», ideada en principio para halagar al director, de inmediato se vuelve en su contra porque la música tiene que sonar a su creador, no tanto al intérprete. Si una sinfonía concreta suena a Karajan es que no suena a Beethoven o a Mozart. O suena menos a ellos.
Es igual que abusar de las especias. Al final todas las comidas saben a lo mismo.
Por otra parte, este artificio revela un evidente egocentrismo en el carácter de Karajan, poco compatible con la humildad que debe tener un director al acercarse a una pieza musical escrita por otro.
Yo entiendo que cada director le dé su propio matiz a una obra, pero no hasta el punto de despojarla, apropiarse de ella y traicionarla, que es lo que hace Karajan.
Además, con tanta trompeta y tanta fanfarria se pierden los matices y se acaba haciendo más ruido que música. No sé si me explico.
Te explicas perfectamente, Ángel, y además estoy al cien por cien de acuerdo en el contenido de tu comentario.
El ejemplo que has puesto de las especias me parece magnífico y muy ilustrativo para el caso. Karajan fue un gran director, sin duda, pero estas «alegrías» orquestales no hacían sino prostituir aún más la obra a interpretar.
Por cierto, hablando de directores peculiares que se apropian de una obra, algún día comentaremos en esta sección las particularidades de un antiguo y polémico director, Leopold Stokowsky.
Un abrazo, Ángel
LEITER
Sin saber de música nada, se os entiende. Fenomenal comentario Angelico.
Ángel es mucho Ángel… ¡Ya me gustaría a mí presumir de primo, Miguel!
Un abrazo, fenómeno
LEITER
Se ha utilizado un lenguaje inapropiado en esta entrada, calificando negativamente la memoria de un hombre, más que de un director.
FALSEAR?!?!
TRAMPOSO?!?!
ARTIFICIAL?!?!
EGÓLATRA (Aunque lo fuera)?!?!
LADRÓN DE OBRAS?!?!
TRAIDOR?!?!
FANFARRÓN?!?!
RUIDOSO?!?!
PROSTITUCIÓN?1?!
Como Hombre y como Ciudadano, HERBERT VON KARAJAN era y sigue siendo un ejemplo a seguir. Correcto, pulcro, educado, disciplinado como nadie, de un estilo de vida elevadamente intachable, honesto, vertical…Nada que ver con el tipo de hombre tan frecuente hoy día, que se complace en su popia decadencia moral y espiritual, glorificando submundos de vicios, malas maneras y pensamientos inferiores.
Y precisamente todas sus virtudes, Karajan las tradujo en sus interpretaciones, en este caso con Beethoven.
Y yo que admiro esta interpretación de la Quinta Sinfonía, como la mejor que Karajan hiciera para el video!
Si Karajan no es Beethoven en estado puro, entonces no se qué lo es. He perdido toda mi vida escuchando y comprendiendo a Beethoven.
Y si razonamos como se ha hecho aquí (aunque tiempo ha pasado ya de esta entrada), entonces debemos ir a insultar a Leonard Bernstein por atreverse a cambiar «FREUDE» por «FREIHEIT» en la Novena Sinfonía de Beethoven, en el memorable concierto del 25 de diciembre de 1989, como parte de las celebraciones por la caída del Muro de Berlín. Eso sería, como se ha dicho aquí, «apropiarse de la obra», «falsearla» y demás calificativos ya referidos.
Y con el respeto de Leonard, pero él sí que tenía rasgos de personalidad y comportamiento que podrían descalificarse y reprocharse en un momento determinado. Sin embargo, a nadie le importa.
Porqué a Karajan si se le da con un palo por la cabeza, por todo lo que hizo?
El que su forma de dirigir no gustase a algunos, es cosa diferente. PERO NADIE LOGRA SUSTRAERSE A LA MAGIA DE HERBERT VON KARAJAN.
Muchachos, lo siento pero debía decirlo y perdonad si me he mostrado demasiado duro o vehemente.
No hay nada que perdonar, amigo Iván. Has expresado tu opinión de la misma forma en que lo han hecho los autores de los comentarios precedentes al tuyo, con total libertad.
Haciendo uso de esa misma libertad, y como autor de la entrada, estimo del todo injustas tus apreciaciones al respecto. Yo, ni he pretendido faltar al respeto a ese director — ¿Qué otra cosa me lo hubiera impedido si realmente ese fuera mi deseo? — ni mucho menos el contenido de la entrada presupone un ataque personal hacia Herbert von Karajan. Eso sólo está en tu imaginación, Iván, y te ruego vuelvas a leer la entrada tranquilamente para que te apercibas de que estoy en lo cierto. Lo único que aquí se ha puesto en tela de juicio es el HECHO OBJETIVO de que los efectivos orquestales empleados por Karajan en esta interpretación son excesivos para lo que la obra requiere, tal y como consta en la primera página de la partitura autógtrafa. Si el propio Beethoven dispuso en la partitura dos flautas y dos óboes, por poner un ejemplo, esa obra se ha de ejecutar con dos flautas y dos óboes, a menos que uno quiera ser más papista que el Papa. Karajan dobla la orquesta, así de sencillo. Si a la gente le gusta, estupendo. Pero entonces que se sepa que ESO NO FUE LO QUE BEETHOVEN ESCRIBIÓ. Y precisamente es eso a lo que yo me he referido en la entrada, con pruebas más que evidentes que pueden ser visionadas sin ninguna dificultad en el vídeo del enlace. Ahora bien, que de ese contenido, exclusivamente referido a la circunstancia aquí puesta en cuestión, se quieran extraer conclusiones como las derivadas de las palabras escritas en mayúscula que encabezan tu comentario, me parece ciertamente precipitado.
Sabida, Iván, es tu absoluta y reverencial pasión hacia el maestro Karajan, muy similar a la que yo pueda tener por Furtwängler, Celibidache o Carlos Kleiber. En mi humilde opinión, la admiración hacia un personaje nunca ha de rebasar los límites de la objetividad, ya que en ese caso nuestras opiniones bien pueden quedar un tanto desvirtuadas por una ineludible carencia de ecuanimidad al respecto.
Todos los artistas que aparecen reseñados en este bar virtual de copas me merecen el mayor de los respetos con independencia de que sienta mayor o menor afinidad hacia ellos. En ocasiones, puedo gastar alguna inocente broma, comentar algún chascarrillo o armar alguna frase humorística con la única y sincera pretensión de provocar una sonrisa. Como cualquier artista, todos los aquí mencionados son susceptibles de ser sometidos a un juicio crítico siempre referido a su labor profesional. Los temas personales sólo nos ocupan en cuanto que a por la trascendencia del personaje a tratar tengan una relevante importancia y un no menor interés en el aspecto documental e histórico. Llegar a ser director de orquesta, concertista de piano, solista de violín, etc. está al alcance de unos pocos elegidos cuya capacidad de trabajo y sacrificio, sumada al propio talento, no merece sino admiración y respeto.
Un abrazo, Iván.
LEITER
Claro amigo, yo te comprendo lo que la entrada ha querido significar, ni más faltaba. Pero lo que llamo la atención es el empleo de expresiones que, como bien dices tú, pueden llevar a la imaginación a suponer cosas que tú, ni ninguno de nuestros comentaristas han querido decir. A lo que me refiero es a lo siguiente: supón que una persona no versada en estos temas, se topa con estas opiniones…puede formarse un juicio errado de la crítica que se le está haciendo al músico. Es una situación análoga, creo yo, a lo que sucede con esas películas que hemos comentado en otras ocasiones, en las que personajes como Mozart son ridiculizados con actuaciones inapropiadas, que desdibujan al personaje de marras. Bien es sabido que Mozart no tenía inconvenientes en partirse a carcajadas, pero caricaturizarlo como se hizo en «Amadeus» resulta inapropiado y confunde al espectador que por vez primera se acerca a él. Nosotros sabemos cómo era; el neófito no. Nosotros nos entendemos nuestras ideas; aquel que no conoce, se confunde con ellas.
Por supuesto Leiter, reitero que yo se lo que tú y nuestro amigo Ángel han deseado opinar, es desde todo punto de vida respetable y enriquecedor escuchar las críticas que se hagan. Pero expresiones como «hacerle trampa», «falsear», «prostituir» no quedan bien en personas cultas como vosotros que tienen el legítimo deseo de compartir conocimientos, ya que las mismas se prestan para interpretaciones de diversa índole, que nada tienen que ver con el fin perseguido. Por el contrario, pueden causar una idea errada a aquel que, de un sólo golpe se encuentra con ellas.
Qué Karajan dobla la orquesta? Sin duda alguna. Tu bien lo dices, es un HECHO OBJETIVO indiscutible. Que eso no lo dijo o lo autorizó Beethoven? Con seguridad. Fíjate en lo siguiente: recientemente dijimos que Bruno Walter excedía los límites de la orquesta para interpretar a Mozart, pero eso no nos llevó a decir que el Maestro le estuviera «haciendo trampas» o «falseando» la Música. De ninguna manera. Las opiniones vertidas allí indicaban ese HECHO OBJETIVO, llamando la atención sobre él y opinando que eso puede estar bien, puede estar mal, o tan sólo es indiferente. Era el concepto musical de Bruno Walter.
Te doy otro ejemplo. Celibidache, como bien sabes, odiaba los discos y se negaba a grabar sus conciertos por considerar que eso era «Música enlatada» y sustentaba su idea. Qué pasaría si ante eso yo opinara de la siguiente manera: «qué torpe Celibidache, era una idiotez de su parte no hacer uso de esa tecnología»…NO POR DIOS! Antes que expresarme así de Celi, prefiero cortarme la lengua y despedazarla en partes tan minúsculas que ni los microorganismos podrían encontrarla. No, yo me limitaría a opinar sobre si estaba bien o mal que Celi nos privara de disfrutar de su batuta en discos. En el caso de Karajan es igual.
También comprendo lo que quieres decirme sobre la probabilidad que mi opinión sobre Karajan esté subjetivizada por la embriaguez de mi reverencia a él. Tienes toda la razón en alertarme sobre eso y no desearía yo que mi mente no pudiera alejarse del personaje para construir ideas objetivas. Al contrario, hay cosas que me dedico a criticárselas, como su obstinación por dirigir desde el teclado la Música Barroca sin tener estilo para ello, o una puesta en escena de la Tetralogía de Wagner para el Festival de Pascua (no se la entendí en absoluto), la interpretación de la Novena de Beethoven en diciembre de 1977 que no salió bien a mi juicio, en fin.
Deseo excusarme de corazón si mi tono fue agresivo o desestimatorio de vuestras opiniones. Creedme que no fue esa mi intención, sino alertar sobre la inconveniencia de utilizar ciertas expresiones en una opinión. La crítica por vosotros hecha, en el sentido que Karajan sobredimensiona la orquesta es válida porque eso era lo que hacía. Eso era así y no de otra manera.
Todo comentario que vosotros hagáis, ya lo he dicho en otras ocasiones, es inmensamente ilustrativo y, si yo quisiera presumir de conocimientos, sin duda sois autores reconocidísimos de ese saber, por cuanto contribuyen notoriamente a la formación del mismo.
No me resta más que enviar un abrazo fraternal.
Queda dicho y aclarado, Iván. Sólo me atribuyo la expresión «prostituir». Las otras a las que aludes no han sido dichas por mí. De cualquier manera, te quedarías «helado» de leer algunas expresiones que se dan en la crítica discográfica española… Aquí, de veras, somos incluso me atrevería a decir que indulgentes pese a que ciertas expresiones, más bien coloquiales, puedan sugerir lo contrario.
Un par de apuntes sólo: Bruno Walter interpretaba así a Mozart porque esa era la manera habitual y genérica de hacerlo, aunque Walter aún incluyera mayores efectivos. Pero hay un dato: Mozart no daba instrucciones muy precisas sobre la instrumentación requerida. Es más, en algunas sinfonías habla de un par de violines, una viola, un cello y un contrabajo. Por contra, a Karajan se le criticó «a priori», sabiendo que esos recursos empleados no se ajustaban en absoluto a lo señalado de manera clara y precisa por Beethoven. El problema radica en que Karajan no se limita a añadir unos cuantos instrumentistas de más, sino que DOBLA toda la orquesta, sección de cuerda incluida. Por otra parte, la decisión de Celibidache de no grabar nunca he visto que sea motivo de crítica. Fue su decisión y punto. Quizás fue ese uno de los grandes motivos por los que nunca quiso vincularse a una de las llamadas orquestas grandes.
Sea como fuere, te garantizo que no es nuestro ánimo criticar de manera destructiva a los artistas que por aquí deambulan. Eso no significa que no me parezcan del todo acertadas tus aseveraciones al respecto. Tomamos nota y procuraremos mejorar, Iván.
Un fuerte abrazo, buen amigo
LEITER