Riccardo Chailly nació el 20 de febrero de 1953 en Milán
En 1986, Bernard Haitink comunicó a la Orquesta del Concertgebouw su decisión de aceptar la oferta brindada por el Covent Garden de Londres para ser su director musical.
Sinfonias Completas ( Ricardo Chailly)
Haitink sabía de sobra que, con esta decisión, iba a resultar imposible continuar al frente de una formación holandesa a la que había dirigido como titular desde 1959. Haitink no anunció su dimisión, ya que esperaba que se pudiera llegar a una solución de compromiso mediante su nombramiento como director emérito. Sin embargo, los profesores del Concertgebouw forzaron la dimisión de Haitink y decidieron contratar a Riccardo Chailly como su nuevo director titular. Las reflexiones de Haitink sobre el director italiano fueron del todo sombrías ante el temor de que las peculiaridades interpretativas de Chailly terminasen por hacer saltar por los aires el minucioso aparato sonoro obtenido por Haitink en Amsterdam durante tantos años. Los comienzos de Chailly con el Concertgebouw fueron realmente tormentosos: Los músicos le reprocharon abiertamente durante los ensayos su gusto por la música contemporánea. Pero Chailly no se dejó intimidar y poco a poco fue metiéndose en el bolsillo a la práctica totalidad de los profesores de la orquesta. Tanto fue así que en el año 2004, Chailly fue nombrado director emérito de la formación holandesa tras haber renunciado a la prórroga de su contrato. Chailly consiguió en dieciséis años lo que no pudo su antecesor Haitink en casi treinta. Hoy en día, la Orquesta del Concertgebouw pasa por ser la mejor formación del mundo en opinión de multitud de especialistas.
Riccardo Chailly nació el 20 de febrero de 1953 en Milán, Italia, en el seno de una familia en donde el padre, Luciano, era un reputado compositor. Precisamente fue su padre el encargado de impartirle sus primeras lecciones musicales antes de matricularse en el Conservatorio de Milán, institución en donde estudió con Franco Caracciolo. Más tarde Chailly se trasladó hasta Perugia para formarse con Pietro Guarino y posteriormente, en 1972, en Siena para recibir cursos de dirección orquestal por parte de Franco Ferrara. Durante esta etapa, Chailly alternó su formación con la práctica de la batería en una banda de rhythm and blues. En 1973, con apenas veinte años de edad, Claudio Abbado lo recluta como asistente suyo en La Scala luego de haber debutado con un sensacional triunfo como director en el Teatro Nuovo de Milán. Aquellos años en Milán resultaron decisivos para Chailly, quien empezó a gozar de un inestimable reconocimiento como director al tiempo que fue contratado como director invitado por diversos coliseos operísticos europeos. Comenzó entonces una serie de giras por Europa y América, especializándose en el repertorio operístico, y dirigiendo en centros tan relevantes como la Ópera Lírica de Chicago, el Covent Garden, la Ópera de San Francisco y La Scala, donde realiza su debut oficial en 1978. De igual manera, su fulgurante trayectoria artística también le lleva a dirigir como invitado a las más prestigiosas agrupaciones orquestales del mundo. En 1982, Chailly es nombrado director titular de la Orquesta RIAS de Berlín (actual Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín) tras un largo período en que dicha formación se hallaba huérfana de titular tras la salida de Lorin Maazel en 1975. Chailly se mantuvo en el cargo hasta 1989, alternando esta labor con la de principal director invitado de la Orquesta Filarmónica de Londres (1983-1986) y con la dirección del Teatro Comunal de Bolonia (1986-1993). De esta manera, con una edad cercana a los treinta años, Chailly se convertía en una de las personalidades más relevantes del panorama musical internacional.
Con todo, el espaldarazo definitivo a su brillante progresión musical se produjo en 1988, año en que Chailly, de manera un tanto sorprendente, fue el director elegido para sustituir a Bernard Haitink al frente de la prestigiosa Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam. Tras unos comienzos un tanto titubeantes, Chailly se asentó en dicha formación merced a sus brillantes ciclos de Bruckner y Mahler así como por ampliar el repertorio de la formación holandesa mediante la continua programación de música contemporánea. Chailly, el primer director no holandés en estar al frente del Concertgebouw, se mantuvo en el puesto hasta 2004, año en que fue nombrado director emérito de la formación tras rechazar una oferta de ampliación de su contrato. Un año más tarde, Chailly aceptó la titularidad de la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig en sustitución de Herbert Blomstedt, cargo que aún mantiene en la actualidad. Con esta prestigiosa formación, una de las más importantes de Alemania, Chailly había mantenido una estrecha vinculación desde 1985, año en el que fue invitado por Herbert von Karajan para dirigir la misma en el Festival de Salzburgo. Ese mismo año de 2005, Chailly también fue designado director musical de la Ópera de Leipzig aunque acabó renunciando en 2008 al no haber sido consultado en la contratación de su director asistente. Chailly también fue el primer director titular de la Orquesta Sinfónica Giuseppe Verdi de Milán entre 1999 y 2005, siendo en la actualidad director laureado de la misma. Artista exclusivo del sello discográfico DECCA desde hace unos años, Chailly posee la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Italiana y es Caballero de la Orden del León Holandesa.
Director muy controvertido en sus principios — no pocos le consideraban un segunda fila — Riccardo Chailly fue cambiando paulatinamente la consideración de muchos críticos hasta el punto de ser unánimemente reconocido como uno de los más eminentes directores de la actualidad. Su estilo de dirección es muy dinámico y con una gran presencia sobre el podio pese a no contar con una altura física considerable. Uno de sus grandes aciertos como director es la gran adaptación del sonido orquestal hacia las necesidades de cada compositor, evitando caer en un manierismo interpretativo común a todas las partituras. Director del todo comprometido con la música contemporánea, Chailly ha sabido introducir la misma de una manera muy equilibrada en sus programas y con ello se ha ganado el respeto y la admiración tanto de crítica como de público. Como tantos otros directores, Chailly comenzó en el mundo de la ópera para poco a poco ir centrándose en el repertorio sinfónico, apartado en donde encontró un campo mucho más abierto para la exploración artística.
Músico poco convencional, Riccardo Chailly es un director acostumbrado a realizar extensas y extenuantes giras internacionales con diversas orquestas en las que apenas se concede un solo día de descanso. Al poco de reinaugurarse el Teatro Real de Madrid como sede de ópera, se rumoreó hasta la saciedad que Chailly podría ser el director elegido para dicha institución. Por desgracia, el maestro milanés rechazó la oferta alegando sus múltiples compromisos artísticos. Gran amigo personal y admirador de Carlo Maria Giulini, no obstante la relación de Chailly con otros directores compatriotas no ha sido del todo significativa y sus enfrentamientos con Riccardo Muti son de sobra conocidos pese a haber sido negados en todo momento por ambos. Peor aún ha sido su relación con Bernard Haitink, su antecesor en el Concertgebouw, personalidad a la que el director italiano no ha dudado en calificar como de maleducado y con problemas de índole freudiana. Artista inteligente, despierto y cultivado (llegó a aprender a la perfección la difícil lengua holandesa para poder comunicarse mejor con los profesores del Concertgebouw), Chailly se muestra como una persona muy dialogante, cordial y entrañable, como así pudo atestiguar quien esto escribe tras haber asistido como privilegiado espectador a una entrevista realizada en el Teatro Real de Madrid en junio de 1988 luego de haber ofrecido un brillante concierto al frente de la Orquesta del Concertgebouw.
De entre la producción discográfica debida a Riccardo Chailly podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Oratorio de Navidad de Bach, junto a Lattke, Sampson, Lehmkuhl y Wolff, y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (DECCA 1498902); Sinfonía nº9 de Beethoven dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (Vídeo de referencia desconocida); Sinfonía para ocho voces y orquesta de Berio dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 4258322); los 2 Conciertos para piano de Brahms, junto a Nelson Freire y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (DECCA 658802); la integral sinfónica de Bruckner dirigiendo la Orquesta RIAS de Berlín y la Orquesta del Concertgebouw (DECCA distintas referencias); Concierto para violín de Dvorak, junto a Kyung-Wha Chung y dirigiendo la Orquesta RIAS de Berlín (Vídeo de referencia desconocida); Elegía para violoncelo y orquesta de Fauré, junto a Lynn Harrell y dirigiendo la Orquesta RIAS de Berlín (DECCA 414387); Rhapsody in Blue de Gershwin, junto a Stefano Bollani y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (DECCA 1531102); Andrea Chénier de Giordano, junto a Pavarotti, Caballé, Krause y Cuenod, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (DECCA 410117); las 5 Kammermusik de Hindemith dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 473722); Concierto para violoncelo de Lalo, junto a Lynn Harrell y dirigiendo la Orquesta RIAS de Berlín (DECCA 414387); Sinfonía Fausto de Liszt dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 436359); la integral sinfónica de Mahler dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 482702 — integral sinfónica en 12 CD´s); Sinfonía nº3 de Mendelssohn dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (DECCA 1328002); Sinfonía Turangalila de Messiaen dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 436626); Carmina Burana de Orff dirigiendo la Orquesta Sinfónica RIAS de Berlín (DECCA 4117022); Manon Lescaut de Puccini, junto a Te Kanawa, Mateuzzi, Tajo y Carreras, y dirigiendo la Orquesta el Teatro de Bolonia (DECCA 460750); Turandot de Puccini, junto a Caballé, Pavarotti, Duesing y Jones, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de San Francisco (GALA 534); Concierto para piano nº3 de Rachmaninov, junto a Martha Argerich y dirigiendo la Orquesta RIAS de Berlín (PHILIPS 464732); El barbero de Sevilla de Rossini, junto a Nucci, Ramey, Horne y Dara, y dirigiendo la Orquesta de La Scala (SONY 7527362); Pequeña Misa de Rossini, junto a Pendachanska, Secco, Palazzi y Custer, y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (EUROARTS 2057428); selección de Oberturas de Rossini dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (DECCA 443850); Gurrelieder de Schönberg, junto a Dunn, Jerusalem, Fassbaender y Becht, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica RIAS de Berlín (DECCA 430321); la integral sinfónica de Schumann dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (DECCA 1068902 — integral sinfónica en 2 CD´s); Concierto para piano de Schumann, junto a Martha Argerich y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (EUROARTS 2055494); selección de piezas orquestales de Shostakovich dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 433702); selección de obras orquestales de Varèse dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 460208); Aida de Verdi, junto a Urmana, Alagna, Komlosi y Giuseppini, y dirigiendo la Orquesta de La Scala (DECCA 1069209); Don Carlo de Verdi, junto a Villazón, Lloyd, Croft y Urmana, y dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (OPUS ARTE 933); I vespri siciliani de Verdi, junto a Fontana, Dunn, Nucci y Luchetti, y dirigiendo la Orquesta del Teatro de Bolonia (KULTUR 2845); Macbeth de Verdi, junto a Verrett, Nucci, Ramey y Luchetti, y dirigiendo la Orquesta del Teatro de Bolonia (DG 1040309); Rigoletto de Verdi, junto a Gruberova, Pavarotti, Wixell y Furlanetto, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 658109); y, finalmente, Un ballo in maschera de Verdi, junto a Taigi, Pisapia, Vassallo y You, y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (EUROARTS 2055108). Nuestro humilde homenaje a este extraordinario director de orquesta.
Chailly es un director peculiar. Es cierto que nunca fue considerado como uno de los grandes. De hecho, el primero en minusvalorar sus cualidades como músico fue su padre, creyendo que nunca sería capaz de triunfar (al parecer, el problema era que su padre quería hacerle un buen compositor, pero a Chailly nunca le interesó mucho la composición). Pero pese a las dudas que siempre ha despertado, ahí está él, superando todas ellas, con sus innegables logros y sobresaliendo actualmente como uno de los más importantes directores de su generación. Aún su padre tuvo que reconocer que estaba equivocado respecto a él acerca de que nunca triunfaría.
Pero eso no significa que sus interpretaciones sean del gusto de todos ni unánimamente recibidas. Es un compositor todo-terreno, ciertamente: lo mismo interpreta a Bruckner que saca un disco con las Suites de Jazz de Shostakovich (excelente). Y lo cierto que es capaz de brillar en cada estilo (aunque no le veo dirigiendo a Haydn o Mozart). Su versión de los Gurrelieder de Schoenberg me parece fantástica y su Stravinsky también es excelente. En la Consagración de la Primavera (con la orquesta de Cleveland) quizá no logra transmitir todo el salvajismo de la partitura (como Monteaux), pero en ella se comprueba algo en lo que Chailly siempre ha destacado: la atención a cada detalle sonoro (aún el más insignificante) y que con Chailly siempre se perciben con claridad.
Por otro lado, no se puede considerar un intérprete apegado al tradicionalismo. Su integral de Schumann con la Gewandhaus tiene la particularidad de usar las ediciones que sobre la orquestación realizara Gustav Mahler, quien al parecer en sus ratos libres no sólo se dedicaba a componer monumentales sinfonías, sino que encontraba tiempo para «enmendarle la plana» a Schumann, Schubert, Wagner e incluso a Beethoven. Así que es una integral que siempre escucho con gusto, con el placer además de tratar de buscar «las siete diferencias». Pero en cuanto a Schumann, sin ser Chailly malo, siempre regreso a Sinopoli, Kubelik o Szell.
Recientemente ha sacado una integral de Beethoven con su orquesta de la Gewandhaus. No he escuchado aún nada de ella, pero como no podía ser menos tratándose de Chailly, ha resultado polémica, básicamente porque ha rehuido toda visión romántica y decimonónica de las sinfonías de Beethoven y ha buscado todo lo contrario: ceñirse lo máximo posible a las indicaciones metronómicas y dinámicas del genio de Bonn. Se tratan, al parecer de algunos, de unas sinfonías más cercanas a la visión de Solti o incluso Toscanini, que de Fürtwangler o Böhm. Pero tratándose de Chailly, no creo que sean malas versiones. Quizá sea un director controvertido y polémico, pero nunca es mediocre. Habrá que darlas una oportunidad.
Saludos.