En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el arranque de la Sinfonía nº4 de Roberto Gerhard, compositor nacido en Tarragona aunque posteriormente nacionalizado británico. Pese a que en el vídeo no se indica nada, la versión que se ofrece corresponde a una lectura debida a Sir Colin Davis dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la BBC. Esta grabación se encuentra disponible en el sello LYRITA (Ref 274). Escrita en 1966 por encargo de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, la Sinfonía nº4 de Gerhard se estrenó ese mismo año por la formación comandataria dirigida por William Steinberg. En esta obra el virtuosismo orquestal de Gerhard llega al límite y con la misma cierra su labor compositiva sinfónica. En este fragmento podemos escuchar la gran sensibilidad poética del autor que de vez en cuando se ve interrumpida por diversos clusters orquestales, unas obsesivas intervenciones de la percusión que se atenúan dentro del entramado de la cuerda. La sinfonía es una verdadera obra maestra desde cualquier punto de vista y por ello recomendamos encarecidamente la audición completa de la misma siguiendo los vídeos marcados como nº2 y 3.

 La Generación del 27, dentro del ámbito musical, fue denominada como Generación de la República y muchos autores tienden a dividirla entre los subgrupos de Madrid y Barcelona. Todos los integrantes de aquella generación reconocieron el magisterio de Falla y si bien no se puede decir que trataron de imitarle, lo cierto es que su música influirá de manera decisiva. Además, todos trataron de cumplir con la labor que Falla inició y que no fue otra que asimilar la música española a la internacionalidad de su tiempo sin olvidar las raíces. Casi unánimemente toman como modelo de vanguardia a Stravinski, aunque también en algún caso a Schönberg. Este grupo no desdeñó del todo el neoclasicismo y admiró sobremanera a Ravel y a otros franceses del Grupo de los Seis o de la Escuela de Arcueil. Compositores como Ernesto Halffter, Rodolfo Halffter, Julián Bautista, Fernando Remacha o Salvador Bacarisse fueron algunos de sus mejores exponentes. Pero, visto con la perspectiva de hoy, la máxima figura musical de la Generación de la República y quizás el compositor español más notable del siglo XX, tras Manuel de Falla, fue Roberto Gerhard.

 Roberto Gerhard nació en Valls, Tarragona, el 25 de septiembre de 1896 en el seno de una familia de origen suizo. Pese a que los padres deseaban que el chico se dedicara a la carrera comercial, la inclinación musical del futuro compositor resultó del todo ineludible y en 1915 estudia composición en Barcelona con Pedrell y Granados. De 1923 a 1928 fue discípulo de Schönberg en Viena y Berlín para luego regresar a Barcelona y ser nombrado, en 1931, profesor de la Escola Normal de la Generalitat y, un año más tarde, director de la sección musical de la Biblioteca de Catalunya. Allí permanece hasta el estallido de la Guerra Civil — llegó a ser también nombrado miembro del Consejo de Música de la II República — y en 1939 parte para Inglaterra becado por el King´s Collage de Cambridge. En 1941 estrena el ballet Don Quijote y seis años después la ópera La dueña. En 1952 comienza una producción sinfónica que culmina en 1966 con el estreno de la Cuarta Sinfonía. Ya en 1960, Gerhard adquiere la nacionalidad británica y, pese a que en Inglaterra se le considera un músico inglés a todos los efectos, nunca se desvinculó de la música española y de las influencias de Pedrell y Falla. Gerhard falleció en Cambridge el 5 de enero de 1970. Su música, poco conocida en España hasta mediados de los años ochenta, ha ido adquiriendo con el paso de los años una merecida reputación.

 Son varias las características que definen el personal estilo de Gerhard. Una de ellas es su obsesiva fascinación por las resonancias del piano, algo inseparable del interés mostrado por la sección de percusión entendida como un todo. La obtención de nuevas sonoridades, nuevos timbres y la experimentación con fuentes de sonido poco explotadas, como las electrónicas, le acuciaba; lo mismo que el estudio de las complejas relaciones existentes entre sonido y número, entre altura y duración. Gerhard asumió el sistema dodecafónico — fue su introductor en España — recreándolo acorde con sus necesidades. En algunos momentos llegó a establecer una división de la serie básica, que quedaba así ordenada de una manera muy singular y flexible. Todo ello unido a una permanente preocupación por el ritmo, por la pulsación profunda de la música cuyo proceso de tensión y relajación aparece íntimamente ligado a la claridad o densidad de las texturas. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a este fabuloso compositor.