Rumanía es uno de los países de Europa Oriental cuya tradición musical, aun sin envidiar a la del resto de sus vecinos, no ha adquirido las mismas cotas de popularidad que las de aquéllos. Este país no tuvo un papel destacado en el mundo de la música culta hasta la aparición de Enescu y la siguiente generación de músicos rumanos como Tiberiu Olah, Stefan Nicolescu, Anatol Vieru y Aurel Stroe. A nivel interpretativo, muchos de los solistas más relevantes nacidos en aquella tierra — George Georgescu, Valentin Gheorghiu, Clara Haskil, Dinu Lipati, Radu Lupu, Silvia Marcovici… — se vieron obligados a emigrar para alcanzar una mínima proyección internacional que, en ciertos casos, alcanzó niveles del todo extraordinarios. Las más veteranas orquestas rumanas — la Orquesta Filarmónica de Craiova, la Orquesta Filarmónica Georges Enescu y la Orquesta Nacional de la Radio de Rumania — nunca llegaron a alcanzar niveles de trascendencia fuera de su propio país y, de igual manera que con los solistas, los directores rumanos se vieron obligados a salir del país para afrontar sus carreras artísticas. De entre los nombres de la dirección orquestal más importantes surgidos en Rumanía — Otto Ackermann, Ionel Perlea, Constantin Silvestri… — sobresalió por encima de todos la imponente figura de Sergiu Celibidache, uno de los mejores y más admirados maestros de la dirección de toda la historia. Pero también existió otro Sergiu, en este caso apellidado Comissiona, que con el tiempo se afianzó más que dignamente tras la brillante estela de su compatriota y tocayo.
Sergiu Comissiona nació el 16 de junio de 1928 en Bucarest, Rumanía, en el seno de una familia de músicos y comenzó sus estudios de violín a la edad de cinco años en el Conservatorio de Bucarest bajo la tutela de los profesores Silvestri y Linderberg. Todavía en edad adolescente, Comissiona fue contratado como violinista en el Cuarteto de la Radio de Bucarest hasta que a los diecisiete años debuta como director invitado en la Orquesta de la Ópera del Estado Rumano, institución en la que ejercería como director titular entre 1955 y 1959 tras haber obtenido el primer premio en el Concurso Internacional de Directores de Besançon. Animado por sus orígenes judíos y por la asfixiante situación política, en 1959 Comissiona abandonó para siempre Rumanía para instalarse en Israel, país del que no tardó en adquirir la ciudadanía. Ése mismo año tomó el mando de la Orquesta Sinfónica de Haifa hasta 1966 y fundó además la Orquesta de Cámara de Israel, formación que lideraría hasta 1967. Un año más tarde, y luego de haber debutado con la Orquesta de Filadelfia, Comissiona partió para los EEUU aunque no por ello dejó de realizar una completísima labor en Europa, sirviendo como director titular de la Orquesta Sinfónica de Göteborg, en relevo de Alberto Erede, entre 1967 y 1973, y de la Orquesta Sinfónica del Ulster entre 1967 y 1968. Director permanentemente invitado por el Covent Garden durante toda la década de los años sesenta, Comissiona fue nombrado en 1968 director titular de la Orquesta Sinfónica de Baltimore sucediendo a Peter Herman Adler y permaneciendo en el cargo hasta 1984. Nacionalizado norteamericano desde 1976, su trabajo en Baltimore se vio complementado con la dirección de la American Symphony Orchestra de Nueva York entre 1977 y 1982. A partir de la década de los años ochenta, Comissiona fue uno de los directores más dinámicos y solicitados del panorama musical internacional. Ya en 1982, Comissiona se comprometió doblemente como director titular, sucediendo a Jean Fournet, de la Orquesta Filarmónica de la Radio Holandesa Hilversum hasta 1989, y como director musical, relevando a Lawrence Foster, de la Orquesta Sinfónica de Houston. Estos cargos se sumaron a su nombramiento como director estable en 1987 de la New York City Opera.
Considerado como uno de los mejores educadores de orquestas del mundo, Comissiona prosiguió su largo peregrinaje mundial a lo largo de la siguiente década de los años noventa: A su nombramiento como director titular de la Orquesta Sinfónica de Vancouver a partir de 1991 y de la Orquesta Filarmónica de Helsinki un año antes, Comissiona acabó también aceptando en 1990 la titularidad de la Orquesta Sinfónicas de RTVE en sustitución de Enrique García Asensio. Comissiona debutó como titular de la orquesta el 1 de noviembre de 1990 con un concierto de abono celebrado en el Teatro Monumental que incluía piezas de Vaughan-Williams, Beethoven y Brahms y que fue muy bien recibido por la crítica. Momentos antes del concierto, el maestro rumano declaró en una entrevista: –”Noto que hay buena voluntad entre los músicos y mi obligación es que el grupo vaya superándose en calidad. La orquesta debe moverse y participar en la vida musical madrileña. Debe tocar en los barrios, por ejemplo, o programar los ensayos generales con carácter educativo. También tenemos la idea de realizar conciertos para familias, en los que los padres traigan a sus hijos, y los hijos a sus padres, a escuchar obras populares, divertidas, incluso música de cine o programas centrados en temas como los pájaros en la música. Hace poco hice en Helsinki, con gran éxito, un concierto dedicado a las tormentas”– La temporada transcurrió con más altos que bajos (entre estos, una horrorosa versión de la Sinfonía 41 de Mozart). El 11 de abril se pone fin al primer abono con una más que aceptable versión de la Novena de Beethoven. El primer concierto de la siguiente temporada, celebrado el 1 de noviembre de 1991, presenta una obra de la compositora francesa Sophie Leclerc, Syzygies, que fue galardonada con el Premio Reina Sofía de Composición y que asimismo fue recibida con pitos y pataleos por parte de un público muy enojado ante la sorpresiva cara de Comissiona. El 6 de diciembre del mismo año, y en sintonía con los actos del bicentenario del fallecimiento de Mozart, Comissiona ofrece una magnífica versión del Requiem en donde al final del concierto se depositaron unas flores sobre la partitura, con un público emocionado y en pie. La temporada de 1992/93 se inició con un concierto celebrado el 22 de octubre con obras de Lalo, Falla y Prokofiev y que auguró muy buenas vibraciones de cara al transcurrir de la temporada que finalmente resultó más que aceptable, con un Comissiona plenamente asentado en la formación orquestal. Las cuatro siguientes temporadas fueron las de la afirmación de un director sensible que obtuvo grandes éxitos en algunos momentos puntuales y que mejoró sustancialmente el eterno problema de sonido que lastraba la orquesta desde casi sus orígenes. El 5 de febrero de 1998 Comissiona anuncia su próximo abandono de la titularidad de la formación con estas palabras: –”Tengo los cabellos muy blancos y ha llegado el momento de dar paso a un director más joven que aporte savia nueva a la orquesta. Estoy muy contento del trabajo que hemos realizado juntos, pero creo que ha llegado el momento de la renovación. Ojalá que mi sustituto aproveche el buen momento del conjunto”– Tras su marcha en 1998, no fueron pocos los aficionados y músicos profesionales que añoraron su paso por el podio de la orquesta española.
Desde el año 2000 y una vez que hubo abandonado su cargo en Vancouver, Comissiona mantuvo una estrecha vinculación con la Asian Youth Orchestra y con la Orquesta de la Universidad del Sur de California, mostrando en ambas instituciones su profundo compromiso con la pedagogía musical. En este apartado, Comissiona fue también el adalid de la creación del Concurso de Jóvenes Directores de Baltimore. Nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, Doctor honoris causa del Conservatorio de Boston y miembro de Real Academia Sueca de la Música, Comissiona falleció el 5 de marzo de 2005 en un hotel de Oklahoma como consecuencia de un infarto de miocardio momentos después de haber dirigido un concierto. Su muerte causó una honda impresión en todo el mundo musical y especialmente en el colectivo de los directores de orquesta, en donde Comissiona era una de las personalidades más queridas y respetadas por sus colegas de profesión.
Director trotamundos y todo-terreno, Sergiu Comissiona fue una de las personalidades musicales más estimadas y apreciadas del mundo musical a lo largo de la segunda mitad del siglo XX por su maestría a la hora de sacar lo mejor de cada orquesta. Solicitado por numerosas formaciones merced a su contrastada solvencia, Comissiona se caracterizó por unas interpretaciones ricas, ardientes y plenas de expresividad dentro de un repertorio lo suficientemente extenso como para no encasillarse en período concreto alguno. Su paso por la Orquesta Sinfónica de RTVE resultó notable y, según la opinión de muchos especialistas, fue el mejor director titular de dicha formación a lo largo de su historia. Poseedor de un admirable sentido de la musicalidad, Comissiona se involucró a fondo en todas las orquestas a las que hubo de dirigir y participó de una manera más que activa en los principales acontecimientos musicales de aquellos países en donde tuvieron la fortuna de contar con sus servicios. Hombre amable, sensible y de trato muy cordial — así lo puede certificar quien esto escribe — Comissiona nunca alcanzó el nivel de primerísima figura de la dirección orquestal tal vez porque siempre se negó asociarse a orquestas de contrastada relevancia pese a que no le faltaron las ofertas. Entendió la dirección orquestal como un acto de pedagogía y se sintió mucho más a gusto en formaciones de medio nivel a las que supo extraer sus mejores virtudes. Asiduo de los estudios de grabación, su no adscripción a ningún sello determinado también dificultó un tanto la difusión de sus registros. Desde su triste fallecimiento a los 76 años de edad, su figura ha subido muchísimos enteros entre la memoria de los aficionados más exigentes.
De entre la producción discográfica debida a Sergiu Comissiona podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Rapsodia Sueca nº1 de Alfven dirigiendo la Sinfónica de Baltimore (CBC 5166); Obertura de El corsario de Berlioz dirigiendo la Sinfónica de Baltimore (grabación de referencia desconocida); Concierto para violoncelo de Boccherini, junto a Simca Heled y dirigiendo la OSRTVE (sello RTVE); Rapsodia rumana nº1 de Enescu dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Vancouver (CBC 5166); Pedro y el lobo de Prokofiev dirigiendo la OSRTVE (sello RTVE); y, finalmente, Concierto para la mano izquierda de Ravel, junto a Leon Fleisher y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baltimore (VANGUARD 1614). Nuestro humilde homenaje a este magnífico director de orquesta.