* Nacido el 13 de septiembre de 1874 en Viena
* Fallecido el 13 de julio de 1951 en Los Ángeles
Hijo de una modesta familia judía, su temprana vocación musical hubo de satisfacerse de una forma ciertamente autodidacta, ya que, huérfano de padre desde muy niño, se vio obligado a sostener económicamente a la familia en su condición de hermano mayor. A pesar de la precariedad en la que vivía su familia, Arnold recibió algunas lecciones de Oscar Adler y del director-compositor Alexander von Zemlinsky. Pero el resto de su formación estuvo condicionado por la pobreza de su familia y, así, el estudio del piano fue realmente anecdótico en sus primeros años de juventud debido a que no podía costearse clases particulares. Interesado por el arte desde muy joven, Schönberg empero se vio obligado a trabajar en un banco, ocupación que alternaba con sus autodidactas estudios y sus primeros apuntes compositivos. Mediante Zemlinsky, Schönberg pudo darse a conocer paulatinamente en los ambientes musicales de Viena y, consecuentemente, abandonó su trabajo como aprendiz de empleado de banca para asumir la dirección de distintas sociedades corales, llegando incluso a ocupar el puesto de maestro de coro en Stockerau. Como muestra de agradecimiento a su maestro Zemlinsky, Schönberg contrajo matrimonio con una hija de éste, Mathilde, en octubre de 1901. Un año después, Schönberg estrena La noche transfigurada, un sexteto de cuerdas que compuso precisamente en honor a Mathilde en 1899 y que fue recibido con cierto escepticismo por la ausencia de un centro tonal estable. Con todo, Schönberg se fue haciendo un nombre como profesor de armonía y composición hasta el punto de que fue reclamado por el mismísimo Richard Strauss para que impartiera clases de armonía en el Conservatorio Stern de Berlín, actividad que duró tan sólo un año debido a que Schönberg regresó a Viena, en donde entabla una muy estrecha relación y colaboración con Gustav Mahler. En 1904, Schönberg es uno de los cofundadores de la Sociedad de Compositores y, entre sus alumnos, destacan dos jóvenes con extraordinario talento: Alban Berg y Anton Webern. Zemlinsky colabora en el estreno del Cuarteto de cuerdas nº1 en re menor, obra que fue muy bien acogida en la Sociedad de Amigos de la Música de Viena en 1905. De cualquier manera, y sin menospreciar las clases de composición de Zemlinsky, Schönberg siempre consideró que había aprendido mucho más del estudio pormenorizado de las grandes partituras de Bach, Mozart, Brahms, Wagner y Mahler.
A partir de estreno de esta obra, Schönberg muestra una gran capacidad creativa y de esta manera estrena su Cuarteto nº2 en 1908, obra que estuvo dedicada a su mujer (Quien, al parecer, se había convertido en una muy «buena amiga» de su vecino Richard Gerstl) y su Sinfonía de Cámara, también en 1908. Dos años más tarde, Schönberg ve rechazada su solicitud de ocupar una cátedra de composición en la Academia de Viena y regresa a Berlín de nuevo como docente del Conservatorio Stern. En 1911 se producen dos hechos muy significativos en la trayectoria artística del compositor: Por un lado concluye la serie de Gurrelieder, un ciclo de canciones de dimensiones colosales que se encuentra muy influenciado por la música de Mahler y que fue estrenado por completo en Viena en 1913; y por otro lado, publica su excepcional Tratado de Armonía, una de las mejores obras escritas sobre dicha materia y uno de los libros más importantes de toda la literatura musical del siglo XX. Un año después estrena en Berlín el ciclo de canciones Pierrot lunaire, obra claramente atonal — que no dodecafónica — y cantada en estilo Sprechsttime. En 1915, Schönberg es llamado a filas y se enrola como oficial de reserva. Apenas intervino en la contienda mundial y sólo fue nuevamente llamado a filas en 1917, ejerciendo sus deberes militares en una capilla castrense.
Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, Schönberg funda en Viena la Sociedad para Ejecuciones Musicales Privadas, cuya misión fue la de ofrecer obras nuevas de diversos compositores así como propios trabajos de Schönberg y su grupo. Dicha institución perdura incluso hoy en día. También en 1917 Schönberg arregló para orquesta de cuerdas La noche transfigurada, versión que es la más popular e interpretada en la actualidad. Pero el año decisivo de Schönberg y de buena parte de la historia musical del siglo XX se produce en 1923, cuando el compositor austríaco publica Método de composición con doce sonidos, una técnica de composición inédita hasta entonces que revolucionó el mundo musical y que, con sus diferentes variantes, fue el santo y seña de la llamada Segunda Escuela de Viena abanderada por Schönberg y por sus discípulos Alban Berg y Anton Webern. La dodecafonía es algo de lo que casi todo el mundo ha oído hablar en algún momento aunque pocos son los que realmente comprenden en qué consiste dicha técnica. Vamos a tratar de explicarlo: La técnica dodecafónica, en un intento de reducirlo a su más elemental expresión, consiste en que el compositor ordena los doce sonidos de la gama cromática en lo que se llama una serie. Ésta puede ser leída tal cual y de esta forma la tenemos en su estado original. Pero también puede ser leída a partir de cada uno de los doce grados que la componen y así la tendremos transpuesta doce veces. Y también puede ser leída al revés, con lo que tendremos una retrogradación. Y, cómo no, también puede ser leída de forma inversa, esto es, leyendo sus intervalos ascendentes como descendentes y viceversa, y en este caso obtendremos una inversión. Ahí no acaba todo: Esas retrogradaciones e inversiones pueden ser igualmente transpuestas doce veces. De esta forma, una serie de doce sonidos presenta innumerables posibilidades de expansión, pero… Existe una regla de oro: Preferiblemente han de utilizarse los doce sonidos en cada serie y, aunque pueden repetirse, no lo pueden hacer hacia atrás dentro de una misma serie. Todos los sonidos de la serie presentan IGUAL IMPORTANCIA y hay que evitar la creación de falsas polaridades resultantes de la existencia de repeticiones o de insistencias sobre una de ellas. El dodecafonismo está directamente relacionado con el clásico contrapunto, por lo que la novedad del sistema no venía dada por su uso abstracto, sino más bien por estar al servicio de una mentalidad y sensibilidad distintas. Tal vez, sirva este enlace para aclarar algo más este concepto. Pero 1923 también significó la muerte de la esposa del compositor, Mathilde, aunque un año después Schönberg contrajo de nuevo matrimonio con la hija de su alumno Rudolf Kolisch. Con todo, la nueva y original técnica compositiva de Schönberg — el mismo declaró que, con este invento, la música alemana conservaría la primacía artística por otros mil años — tardó en imponerse. Sin embargo, en 1925 Schönberg fue seleccionado por la Academia de las Artes de Prusia para impartir los cursos de maestría en composición. La obra emblemática del autor para mostrar las consecuencias de su nueva metodología compositiva fueron las Variaciones para orquesta, compuestas entre 1926 y 1928. Tres años después presenta sus Piezas para piano, Op. 33a y 33b. Pero la situación de Schönberg se volvió del todo insostenible por su condición de judío con la ascensión de los nazis al poder. En 1933 fue apartado de su cargo en la Academia Prusiana y un mes después, y luego de volver a profesar la fe judía, Schönberg partió para los EEUU.
Luego de pasar algo más de un año entre Boston y Nueva York, Schönberg fue nombrado profesor de composición en la Universidad de California de Los Ángeles, entidad en la que alcanzó un prestigio casi mítico y que supuso una verdadera meca de peregrinación para miles de estudiantes de música de todo el mundo. No deja de resultar curioso que, pese a vivir a escasa distancia de Stravinski, un compositor del que recibió muchas influencias — tantas como el propio Stravinski asimiló también de Schönberg — los dos compositores hicieron todo lo posible por evitarse (Una cierta leyenda urbana hace referencia a que, durante una cena en la que ambos coincidieron, Stravinski acabó borracho del todo — algo que no dejaba de ser habitual en él durante sus primeros años en América — y lanzando veladas críticas contra el austríaco). Sea como fuere, en EEUU Schönberg completó su Cuarteto nº4 y compuso además, en 1936 su Concierto para violín (Diabólicamente complicado para el solista) y en 1942, su Concierto para piano. Por desgracia, y pese a escribir cuatro extraordinarios libros teóricos, Schönberg dejó inconclusa su magistral ópera Moses und Aron, obra que arrancó como ópera en 1930 — anteriormente la había concebido como oratorio en 1928 — y cuyo tercer acto quedó sin terminar. La ópera se estrenó póstumamente en Zurich el 6 de junio de 1957. Schönberg se adaptó perfectamente al modo de vida norteamericano — fue un apasionado del tenis y al mismo tiempo un «negado» para la moda: Su estrafalario modo de vestir, combinando con escaso acierto los más chillones tonos, provocaba la contenida rechifla de colegas y alumnos — y su vida transcurrió sin mayores problemas desde que en 1940 decidió nacionalizarse norteamericano. En 1949 recibió de nuevo el certificado de ciudadanía del gobierno austríaco, algo a lo que no prestó mucha atención. Tras un infarto sufrido en 1946, sus facultades se vieron algo mermadas. Como no podía ser de otra manera, Schönberg falleció el 13 de julio de 1951 en Los Ángeles (A lo largo de toda su vida, Schönberg sintió auténtico pavor al número 13. La obsesión llegó hasta tal punto que llegó a quitar una de las dos letras «a» de Aaron para evitar que esta ópera tuviera una cifra de trece letras. Por supuesto, también nació en un día trece)
Schönberg es posiblemente el compositor que más polémicas y malentendidos ha desatado a lo largo de todo el siglo XX. Su música rompió con el pasado pero, paradójicamente, él siempre se consideró parte de la tradición alemana y entendió la ruptura tonal como un paso inevitable hacia el progreso. A lo largo de su trayectoria creativa, Schönberg siempre se mostró inquieto e insatisfecho, rozando los límites del experimento. Nunca creó dos obras similares y su gran objetivo fue expresar mediantes sonidos la emoción pura. Sustituyó las tonalidades y escalas ordinarias por una estructura continuamente cambiante en la que cada sonido tenía la misma importancia. Mientras que sus admiradores llamaban a esta técnica «atonalidad», el sorprendido público la consideraba la mayor de las pesadillas posibles… Pero Schönberg también fue uno de los mejores maestros de composición de su época, tanto en Viena como en los EEUU. Tal vez por ello, es algo así como un compositor de compositores, más admirado por músicos profesionales que por los simples amantes de la música sin mayores conocimientos técnicos. Su música, aunque al principio suene caótica o desordenada, está construida en base a una lógica del todo honesta y, mediante repetidas audiciones, se presenta tan poderosa como cambiante. Influido por compositores como Bach y Mahler, la propia influencia de Schönberg resultó determinante a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX, bien a través de la enseñanza, bien mediante la adopción del serialismo a ambos lados del Atlántico. Para quien esto escribe, Schönberg ha sido uno de los más grandes genios de toda la historia de la música, un compositor absolutamente imprescindible para penetrar en los nuevos rumbos que adquirió la música desde la ya lejana fecha de 1923.
OBRAS
– 4 Óperas, destacando Moses und Aron
– Oratorio, La escalera de Jacob
– Noche Transfigurada, sexteto posteriormente adaptado a orquesta de cuerdas
– Peleas y Melisanda
– Variaciones para orquesta
– 5 Piezas para orquesta
– 2 Sinfonías de cámara
– Otras obras orquestales
– Concierto para piano
– Concierto para violín
– Gurrelieder
– Pierrot lunaire
– Oda a Napoleón
– Un superviviente en Varsovia
– Una docena más de obras corales y vocales
– 4 Cuartetos de cuerda, destacando el nº3
– Serenata, Suite y otras obras de cámara
– Suite y varias piezas para piano
– 30 Lieder
Magnífico como todo lo que publicas, Leiter.
Yo quisiera resaltar a Schönberg como crítico musical muy interesante, y varios de sus escritos están recopilados bajo el título STYLE AND IDEA.
Dentro de ellos el que a mí más me interesa es el titulado BRAHMS THE PROGRESSIVE, el cual ha generado cantidades de comentarios a lo largo de los años.
En español pueden verse una serie de escritos sobre Schönberg y Brahms presentados recientemente en un ciclo de la Fundación Juan March, en
http://www.march.es/Recursos_Web/Culturales/Documentos/Conciertos/CC664.pdf
Tengo la Fundación Juan March a tiro de piedra de mi domicilio. Veré si durante estos días de frío intenso — mi mayor enemigo ahora debido al tratamiento que sigo y que me deja destemplado del todo — puedo escaparme hacia la misma.
Tienes razón, Gustavo: Schönberg fue uno de los mayores defensores de Brahms. Ya sólo por eso merece mi absoluta y total admiración.
Un abrazo, Gustavo
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en sus últimos años alguien le preguntó a schoenberg
porqué ya no escribía música como «noche transfigurada», a lo que el compositor respondió que lo seguía haciendo, pero que nadie se daba cuenta…
Y es que tampoco nadie escuchaba la música de Schönberg…
Un abrazo, Hugo
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Que genial, tenía ganas de meterle mano a Schoenberg, tu artículo será una excelente base.
Mi cultura musical es escasa y se centra en los clásicos de siempre, llegando al siglo XX parece diluirse en un mar de compositores llamados difíles para los novatos. Desconozco otros casos, en el mío no es así, quizás es complicado al no haber secuencias de sonidos conocidas y se siente uno algo despistado.
Para «enfrentarme» a estos sonidos he hecho algo diferente, nada.
Los sonidos vuelan unos detrás de otros y se posan en la tela formando imágenes cambiantes de colores evanescentes, trazos gruesos, formas sin forma, colores sin límite.
Me parece ver la representación de esta época de cambios acelerados, de lejanía cercana, de información para sordos, donde todo parece tambalearse, resbaladiza, huidiza. El caos aparente, el orden invisible.
Schönberg es un compositor realmente complicado y no sólo para profanos. Tú último párrafo es una buena llave maestra para entrar en su música. Pero recuerda que ese tipo de música es desnuda. No valen evocaciones románticas de ningún tipo. Es la música por la música.
Te noto inspiradísima, querida Zarza. Son todo un lujo tus comentarios.
Besos
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Me parece que Schönberg junto con Picasso, Braque y Joyce, entre otros, inician un nuevo régimen de sensibilidad de las formas en que solía acercarse a las artes el aficionado, el crítico y el artista mismo. Quizás el olvido de la perspectiva sea equivalente a la adopción de los doce tonos, en todo caso, su función es Apertura…
Gracias por la informadísima entrada, Maese Leiter, me he quedado atónito con muchas de las obras a las que nos enlazas.
Me ha resultado inmensamente atractiva el Oratorio «La Escalera de Jacob» ¿puedes recomendarme alguna versión discográfica de la misma?
Como una petición especial, querido amigo ¿podrías proyectar para la sección de Análisis Musical algunos fragmentos de la grandiosa ópera inconclusa «Moses und Aron»? Mucho agradecería si fueses mi Cicerón en esta obra en particular.
Fascinante la anécdota, por cierto, del terror por el número 13 que padecía Schönberg que le lleva a mutilar una «a» a Aaron para que cuadre en el dodecafonismo por aversión al tridecafonismo…
Fuerte abrazo a ti y a todos los parroquianos.
Sobre La escalera de Jacob tienes la versiones de Pierre Boulez dirigiendo la Sinfónica de la BBC (SONY Ref 48462) y la de Micharl Gielen con la Sinfónica de la Radio del Sudeste Alemán (HÄNSSLER CLASSIC Ref 93015). Preferible la primera versión.
Complicado lo que pides sobre Moses und Aron. Ya veremos qué se puede hacer, maestro Otto.
Un abrazo, admirado amigo y maestro
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