Algunas tardes me encuentro
con los rostros de una infancia añorada
bajo cielos de nostalgia exiliada
e ilusión que llevo dentro
cuando de azul se viste mi morada.

¡Qué lejano es el recuerdo!
Si la distancia deseo recorrer
del camino enmarcado en el ayer
y, de ti… Ya no me acuerdo
sino como una flor de amanecer.

¿Por qué me odiaron tus ojos?
Si quebrando los dedos de mi mano
en la ardiente terraza del verano
me transformaste en despojos
que los perros devoraron en vano.

¿Por qué tu ocre despedida?
Cuando mi única ansiedad fue tu amor
perdido entre las grietas del dolor
que abrió de nuevo tu herida
salpicando con sangre mi pudor.

¿Por qué me negaste mi anhelo
de poblar tu sombra en la eternidad
y vivir con tu vida en libertad,
enterrando mi consuelo,
bajo un manantial de felicidad?

 

De la colección PÓRTICO DE IMPRESIONES (Diciembre-abril 2007)