En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una maravillosa versión de la escena final del acto I, il faut nos séparer, de la ópera Werther de Jules Massenet. La versión corre a cargo de Victoria de los Ángeles, Nicolai, Gedda y la Orquesta de París dirigida por el maestro Georges Prêtre y dicha grabación se encuentra disponible en el sello EMI (ref 62630). Werther, joven poeta, se encuentra en el jardín de la casa en donde reside su enamorada Charlotte, la hija del magistrado. Pese a que Charlotte está comprometida con Albert, Werther declara su amor a la joven bajo un romántico cielo de luna llena. Es entonces cuando la joven confiesa que juró a su madre, en su lecho de muerte, casarse con Albert, quien también se encuentra en la casa. Werther, desconsolado, se da cuenta de que su amor es asunto imposible y canta esta conmovedora aria que pone fin al acto I de la ópera. Escrita en cuatro actos y con libreto de Blau, Milliet y Hartmann sobre una novela de Goethe, Werther se estrenó, en versión alemana, en Viena el 16 de febrero de 1892. Es considerada, tras Manon, la obra maestra de Massenet. La ópera destaca por su exquisito gusto y por la habilidad del autor y de los libretistas en contar una extensa historia de la forma más escueta posible. La obra consta de amplios fragmentos que se ven salpicados de arias que son el punto culminante de las escenas, todo ello sin caer en un excesivo sentimentalismo y con aire de profunda melancolía y sensualidad general. La ópera, pilar del romanticismo escénico acaba de manera trágica, con el protagonista suicidándose mediante una pistola que le da su amada. En un principio, esta ópera fue rechazada en París porque se mostraba demasiado triste y depresiva para la Ópera Cómica (y también porque un reciente incendio había paralizado la actividad de dicho coliseo), por lo que su estreno, en versión alemana, tuvo lugar en Viena. Para ciertos especialistas, esta ópera de Massenet tiene muchos puntos de contacto con Tristán e Isolda de Wagner, tanto en el apasionado argumento como en la elaboración siguiendo los patrones de una música del todo continua, con uso de distintos leitmotivs y la adaptación de la música a cada palabra. Werther también es considerada como un interesante ejemplo de ópera entre la tradición y la modernidad.
Si bien la ópera francesa asumió una personalidad distintiva durante el siglo XIX con la grand opèra, producciones líricas con escenarios recargados y estructuradas en cinco actos, también tuvo su propia reacción con la opèra comique y la opereta. Pese a la prominencia de compositores como Meyerbeer, Spontini y Auber, a mediados del siglo XIX la grand opèra comenzó a perder popularidad y ya en los umbrales del siglo XX todas las producciones de estos autores fueron desapareciendo de los escenarios. En 1858, Napoleón III estuvo a punto de ser asesinado en el escenario de la rue Peletier, edificio que albergaba la Ópera de París tras el incendio de la sala del Palais Royale en 1763. Fue entonces cuando Napoleón III ordenó que se construyera un edificio más grande en el corazón de París. De esta forma, en 1875, y con Napoleón III ya derrocado, abrió sus puertas el enorme edificio concebido por Charles Garnier, que pronto se convirtió en punto de encuentro de lo mejor de París. Pero otros teatros habían conseguido escapar de las férreas normas impuestas por la Ópera de París y, así, el Teatro Italiano fue el preferido de compositores como Rossini, Bellini y Donizetti, mientras que el Teatro Lírico fue el primero en presentar las óperas de Gounod y la primera ópera conocida de Bizet, Los pescadores de perlas, mientras que su hoy mundialmente conocida Carmen inauguró la Ópera Cómica, junto con Manon de Massenet. Estos tres compositores, Gounod, Bizet y Massenet, aceleraron el desvanecimiento de la grand opèra al separarse del espectacular marco histórico y acercarse a un drama mucho más íntimo. También adoptaron melodías de inconfundible lirismo italiano, toda vez que estos compositores pasaron largos períodos en Italia luego de haber ganado el Premio de Roma. Finalmente, bajo la tardía influencia de Wagner, la ópera francesa comenzó a despojarse de su tinte neoitaliano. Con Werther, Massenet asumió un gran riesgo, ya que Tristán e Isolda de Wagner había redefinido el amor trágico y los franceses tuvieron que competir con las grandes obras del romanticismo alemán. Lo paradójico fue que Werther, tras ser rechazada en la Ópera Cómica, fue presentada en Viena, obteniendo un caluroso recibimiento y considerándose una ópera no demasiado francesa.
Jules Massenet nació el 12 de mayo de 1842 en Montaud, Loira, en el seno de una familia en donde su madre, antigua protegida de la duquesa de Angulema, presentaba una gran afición por las artes en general y por la música en particular. De esta forma, y tras recibir de su madre la primera formación musical, Massenet accedió en 1851 al Conservatorio de París, en donde estudió piano armonía y composición bajo la tutela de los profesores Savard, Reber y Ambroise Thomas obteniendo el primer premio de piano en 1859 y el Gran Premio de Roma en 1863 por la cantata David Rizzio. A ello le siguió una época de numerosos viajes por Italia, Alemania, Austria y Hungría en los que Massenet recogió numerosos temas que posteriormente fueron utilizados. Si bien en un primer momento Massenet pareció circunscribirse al ámbito orquestal, el teatro era lo que realmente le atraía. De esta forma, en 1877 se representa una ópera suya, El rey de Lahore, con la que obtiene un moderado éxito y en la que se evidencia cierta influencia de su amigo Bizet. Pero es en 1884 cuando Massenet obtiene un verdadero triunfo con Manon que se ve confirmado un par de años después con Thaïs. Aceptado por el gran público y demostrando una gran maestría para la escena, en 1878 Massenet accede al Instituto y es nombrado profesor de composición en el Conservatorio de París, cargo del que dimite en 1896 luego de haber formado a toda una joven escuela francesa. Con una capacidad de trabajo encomiable, Massenet compone hasta un total de 25 óperas, aparte de ballets, oratorios, cantatas y obras orquestales y pianísticas. Admirado por su amabilidad y meticulosidad, Massenet rehuyó de las fiestas y se centró en la vida familiar, sabiendo desarrollar el talento de sus discípulos sin imponer su propia personalidad artística. Aquejado de una enfermedad cancerígena, Massenet falleció el 13 de agosto de 1912 en París a la edad de 70 años.
Pedagogo admirable y poco severo, Jules Massenet está considerado como el heredero artístico de Gounod. Conocedor de los gustos del público, Massenet tuvo la virtud de asimilar los métodos de Wagner en base a una personal utilización de los leitmotivs y a una declamación que sigue de cerca el ritmo de la palabra natural. Pese a que a veces se le reprocha ser un compositor excesivamente sentimental y en ocasiones edulcorado, lo cierto es que Massenet fue un excelente músico que dominó como pocos la representación escénica, el conocimiento profundo de la voz humana y la técnica de la instrumentación. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a su figura.
Me uno con gusto y júbilo a este merecido homenaje al gran Massenet, amigo y hermano Leiter.
Bellísimo es el ‘Il faut nous séparer’ y bellísima es en su totalidad el Werther massenetiano. Quizás de todas las obras de Goethe el Werther sea la más adecuada para los tablados operísticos. Hace muy poco disfruté (y lo hice verdaderamente) de la ópera ‘Mignon’ de Ambroise Thomas, el maestro de Jules Massenet, que lleva a la escena fragmentos tomados de aquí y de allá del ciclo goethiano de Guillermo Meister. Aunque disfruté enormemente de esta ópera me pregunté si había manera cabal de llevar a escena a Goethe. Me respondí que Jules Massenet lo hizo como su maestro no.
Oscura y poca escuchada queda una ingente cantidad de obras de Massenet, de Gounod y de Thomas. Fueron ellos, me parece, los que intenetaron fundir desde la ópera los dos grandes Romanticismos, el alemán y el francés.
Agradecido quedo, amigo y hermano, por este bellísimo Guiño dominical.
Tuyo afectísimo
En efecto, maestro Otto, esos tres compositores que citas al final fueron los que trataron de aproximar el nuevo concepto integral wagneriano (a su manera, claro está) a la ópera francesa. En cuanto a Werther, creo que fue meritorio por parte de los libretistas condensar todo el ingente material en un texto muy ensamblado para ponerle música.
Celebro mucho que te haya gustado, amigo y hermano
LEITER