
Roger Norrington
Directores de orquesta, Roger Norrington
Roger Norrington nació en Oxford, Reino Unido, el 16 de marzo de 1934 y es hijo del que fue famoso editor y presidente del Trinity Collage de Oxford, Sir Arthur Norrington. Inició sus estudios musicales en el Royal Collage of Music de Londres bajo la dirección de Sir Adrian Boult luego de haberse graduado como lector de inglés en el Clare College de Cambridge. A lo largo de la década de los sesenta desarrolla su carrera como tenor y en 1962 funda el Heinrich Schütz Choir, entidad con la que toma parte en numerosos festivales. De 1969 a 1984 es nombrado director de la Ópera de Kent y también actúa como director invitado en otros teatros, como el Sadler´s Wells y el Covent Garden.
Desde 1975 dirige el London Baroque Ensemble y un año después inicia una intensa colaboración con la Orquesta de la Residencia de La Haya. Un paso decisivo en su carrera se produce en 1978, cuando funda los London Classical Players, una organización especializada en interpretar música siguiendo los criterios históricos de cada obra. Con esta formación — de la que muchos de sus miembros pertenecían también a otras formaciones de cámara inglesas — Norrington realiza una extensa y polémica actividad discográfica que abarca desde Purcell hasta incluso Wagner. La formación se disolvió definitivamente en 1997. En 1985 Norrington fue nombrado director de la Bournemouth Sinfonietta, puesto que abandonó en 1989 para un año más tarde hacerse cargo en calidad de director invitado de la neoyorquina Orquesta de Cámara de St. Luke´s. En la actualidad, y desde 1998, Norrington es director principal de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart y presidente del Coro Filarmónico de Londres. Norrington también ha dirigido ópera en Italia y en el Festival de Salzburgo. En 1981 fue nombrado Cavaliere de la República Italiana y en 1990 Caballero de la Orden del Imperio Británico.
Roger Norrington es un director peculiar que no deja a indiferente a nadie. Sus célebres grabaciones de las sinfonías de Beethoven, con una instrumentación de época, una ausencia casi total del vibrato y unos tempi inusualmente veloces, han provocado tanta admiración como rechazo. Siendo verdaderamente polémicas estas versiones, sin embargo no se le puede reprochar a Norrington su nueva forma de ofrecer unas lecturas que se apartan diametralmente de las pesadas y decimonónicas versiones de otras batutas consideradas como sagradas. Su Mahler llegó a ser considerado como «idiota y estúpido» por algún sector de la crítica inglesa y no digamos alguna particular lectura de Bruckner. Sea como fuere, Norrington parece moverse mejor en el Barroco y Clasicismo, con unas chispeantes, dinámicas y frescas versiones de Haydn y algunas lecturas de Mozart de auténtica antología.
Otro aspecto que causa verdadera polémica en Norrington es su peculiar y desenfadada manera de dirigir la orquesta. Norrington suele dibujar la línea melódica con ambas manos y en ocasiones alterna dicho esbozo con solemnes marcados rítmicos. Pero además, Norrington utiliza una gesticulación cómplice y del todo heterodoxa, no ya sólo con los miembros de la orquesta sino, incluso, con el público. Recuerdo alguna actuación suya en Salzburgo en donde hacía las delicias del respetable menos hermético a base de dar la cara a la fila de butacas y teatralizar jocosamente la línea discursiva de la sinfonía de Haydn que estaba interpretando, en una especie de dictado mímico a las sugerencias de la música. A todo ello, la música sonaba extraordinariamente bien. Para Norrington, el arte de dirigir una orquesta no es un acto en absoluto trascendente, sino todo lo contrario: Supone un motivo para disfrutar, pasárselo bien y para dejar caer alguna nota que evidencia un excelente sentido del humor personal.
Os dejo los enlaces de algunas versiones de Bach, Beethoven, Brahms, Chaikovski, Haendel, Haydn, Mendelssohn, Mozart y Wagner ofrecidas por Sir Roger Norrington para que los lectores de esta casa puedan juzgar por sí mismos. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a este peculiar y simpatiquísimo director de orquesta.
Que gozada!.
Acabo de ver el enlace dirigiendo a Haydn en el Andante de la S101 y menuda juerga. Me encanta la forma de dirigir. Por supuesto que la música a veces es una fiesta y como tal hay que tratarla, siempre me ha parecido raro eso de estar sentado en una butaca con cara circunspecta escuchando y viendo una interpretación que para más inri está pensada para bailar.
En cualquier caso, como director festivo es la caña, me gustaría escuchar o ver algo de como maneja algo más solemne, esta manera tiene sus limitaciones como las tiene su contraria.
De momento sigamos con la fiesta Norrington que para Cuaresma queda mucho y entonces habrá que llamar a Kna :-D.
Pues no he encontrado otros vídeos de Norrington aún más curiosos. Hace poco le vi en el canal UNITEL CLASSICA en un concierto celebrado en la Mozarteum de Salzburgo y era para morirse de risa. Dirigió una sinfonía temprana de Mozart casi de cara al público durante toda la ejecución y explicando con humorísticos gestos lo que sentía al escuchar la música. Un tipo muy peculiar, la verdad.
Besos, Zarza
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Pues como dice Zarza, «qué gozada!». Muy cierto. Norrington tiene un aspecto muy simpático y un desenfado para dirigir que uno se siente contagiado de optimismo al verle. Qué bueno que en ocasiones se despoje de la batuta; de lo contrario, el ojo de alguno de los profesores de la orquesta puede resultar fuera de la cuenca.
Cuando activé el enlace de la Novena de Beethoven, al comienzo me extrañé por la velocidad con la que ejecuta la partitura; luego me aocstumbré y sonó muy bien. Es que eso de acostumbrar el oído a las lecturas de tipos «tan malos» como Karajan, Böhm, Fricsay, Celibidache…Sin embargo me asalta una duda: qué le hace pensar a cualquier Músico, que cuando ejecuta una obra empleando instrumentos originales de la época, el tempo es necesariamente más veloz, como dando latigazos en los fortissimos? Lo pregunto porque Sir John Elliot Gardiner hizo un ejercicio similar con las Nueve Sinfonías de Beethoven y la tendencia a acelerar es igual -dígase no obstante, que Gardiner es un genial Director, dueño de una elegancia y una presencia por antonomasia para pararse a dirigir orquestas.
Dispongo de una versión de la Novena que data de 1929 y la dirige Oskar Fried, también acelerando el tempo.
Debo decir que Norrington es ideal para dirigir las obras del período barroco. Sin duda es muy bueno allí. Suena muy, muy bien en el período clasico. A Mozart lo volvió una fiesta con La Flauta Mágica. Con Haydn en «Die Uhr» me dio la sensación que «barroquizó» una obra del Clasicismo. Sí, sí, se escucha como una pieza del Barroco, por esa velocidad que le imprime.
Me resultó un tanto extraña la lectura que hizo de la Primera Sinfonía de Brahms; allí nuevamente aceleró y me parece que la obra de Brahms no se presta para interpretarla así. Le resta inspiración.
Y en Wagner…NO. El preludio de Tristán e Isolda está dotado de una carga emotiva y un dramatismo muy poderosos y profundos, que evocan la personalidad de Tristán y su amor siempre tenso hacia Isolda, amor que la orquesta subraya bien con solemnidad, bien con apasionamiento, bien con «obstinación» si así puede describirse. Norrington despoja la obra de esos caracteres tan propios de la mejor ópera de la Historia, con lo que el sentido de la misma se pierde, haciendo de la partitura una página sin vida. Es muy delicado aventurarse a dirigir Wagner ignorando justamente aquello que lo hace Wagner…por eso prefiero quedarme con los «malos» de siempre: Karajan, Böhm, Knappertsbusch…
Al margen de eso, Norrington es sensacional, un deleite observarlo y escucharle dirigir. Sobretodo, creo que como Ser Humano debe ser muy cálido y afable, siempre dispuesto a dar una sonrisa sincera.
Que así sea; la Música es Vida!
Tempo, tempo! Abrazos Leiter.
Los tempi suelen ser más rápidos en las versiones originales debido a que las cuerdas no suelen excederse con el vibrato. De todas formas, como ya comentamos en otra entrada, el tema de los tempi de Beethoven es ciertamente complicado. Hasta el propio compositor rectificó sus propias anotaciones metronómicas.
Coincido totalmente contigo en que Norrington es muy interesante para lecturas de Haydn, Mozart o el primer Beethoven. Para Brahms prefiero la tradición interpretativa romántica. Y de Wagner, pues tú lo has dicho con toda claridad. De todas formas, hay que reconocer cierta valentía para dirigir así a Wagner. Es su concepción del todo respetable, aunque a muchos no nos convenza lo más mínimo.
Conozco a un colega que estudió con Norrington y me confirma que es un tipo realmente encantador y nada presuntuoso.
Un abrazo, amigo Iván.
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Acabo de oir las sinfonias de Beethoven y la verdad ….. son las mejores versiones que he oido. Y vaya que he oido muchas, es mi compositor preferido, pero jamás como las de el. También harnoncourt sacó unas tocadas con orquesta de cámara increibles. Este tipo ha abierto una forma distinta de ver -oir mas bien. a Beethoven. Se oyen raro, pero al mismo tiempo increible esas sinfonias, nos acostumbrarona un beethoven ruidoso y estridente y siento que no es la idea, lo quieren tocar como mahler o wagner, su música da para eso y mas, pero prácticamente es clásico y debe saber interpretarse. Beethoven componía para el futuro, sabía que su música se oiría mejor con instrumentos más modernos que ya comenzaban a diseñarse con la corriente sinfónica que estaba construyendo, y aun sordo lo sabia, de ahí su grandeza,, como nadie contribuyó a mejorar los instrumentos. Estoy consiguierndo las de gardiner y las de hogwood, se me hace increible que estos tipos 100% barrocos se animen a tocar a Beethoven, eso es lo que tiene este compositor, se interpreta, y jamás lo habia oido asi. Bien por NORRINGTON