El mundo musical norteamericano se apoyó preferentemente, en lo relativo a directores de orquesta, en aquellos maestros centroeuropeos que se vieron obligados a emigrar al Nuevo Continente cuando el nacionalsocialismo extendió sus dominios en Austria y Checoslovaquia. Leonard Bernstein fue el primer caso eminente de un director de orquesta norteamericano que accedía a los puestos más altos de los EEUU. En Alemania, con la excepción de Furtwängler y Clemens Krauss, casi toda la élite de grandes directores decidió emigrar y acabó acudiendo en su práctica totalidad a los EEUU con suerte dispar. Mientras que maestros como Bruno Walter pudieron desarrollar allí una extraordinaria actividad artística otros, como Otto Klemperer, apenas tuvieron el éxito esperado. En algunos casos, a determinados directores no se les colocó en los puestos más adecuados en consonancia con sus acreditados conocimientos, como pudo ser el caso de Alexander von Zemlinsky, muerto en el exilio norteamericano en 1942 y casi totalmente olvidado. Entre aquellos que sí tuvieron fortuna en los EEUU se encontró Hans Wilhelm Steinberg, un director que acabó por nacionalizarse norteamericano y cambiando su nombre por una versión más natural y adaptada a su destino de emigrante, William Steinberg.
Hans Wilhelm Steinberg nació el 1 de agosto de 1899 en Colonia, Alemania, y ya desde muy niño mostró una especial inquietud por todo lo relacionado con la música hasta el punto de formar una pequeña orquesta con coro a los trece años con la que dirigió sus primeras obras. Con amplios conocimientos adquiridos para la práctica del piano y del violín, Steinberg ingresó más tarde en el Conservatorio de Colonia para estudiar dirección bajo la tutela de Hermann Abendroth, graduándose en 1919 y conquistando el Premio Wüllner de dirección. Seguidamente, Steinberg se colocó como segundo violinista en la Orquesta de Colonia para poco después ser fulminantemente despedido de la misma al burlarse de su maestro titular, Otto Klemperer, durante una broma en la que fue sorprendido in fraganti. Poco después de aquel anecdótico incidente, el mismo Klemperer decidió llevarse a su bromista pupilo como asistente — sin sueldo alguno — hasta que en 1924 fue promocionado como principal director de la Orquesta de Colonia. Un año después, Steinberg se convertiría en director de la Ópera Alemana de Praga hasta 1929, fecha en la que se incorporó a la Ópera de Frankfurt en calidad de director musical. Allí Steinberg destacó con claridad por encima del que había sido su predecesor, Clemens Krauss, director acostumbrado a la opulencia y los bríos externos. Por esas mismas fechas Steinberg pasó a ser un director muy requerido en la Ópera de Berlín y, gracias en parte a las elogiosas críticas dirigidas hacia su persona por un entonces joven Theodor W. Adorno, fue convirtiéndose en una respetada figura de la vida musical alemana a pesar de no poseer el carisma de un gran virtuoso del podio.
Como consecuencia del advenimiento de los nazis en 1933, Steinberg fue despedido de su cargo en la Ópera de Frankfurt aunque se le permitió dirigir la Liga Cultural Judía, llegando a ser su director principal en la sección berlinesa de esta institución. Con todo, Steinberg decidió abandonar Alemania en 1936 para dirigirse hacia Palestina como director de la orquesta recientemente creada allí por su colega Bronislaw Huberman. En aquellas tierras Steinberg causó una enorme y grata impresión en Toscanini, quien le invitó posteriormente a dirigir en EEUU a la Orquesta Sinfónica de la NBC. El mítico director italiano debió descubrir en Steinberg a una personalidad musical del todo afín como músico de precisión y sin duda alienado en la objetivista escuela de fidelidad a la partitura abanderada en aquellos días por el maestro de Parma. Desde junio de 1938 hasta finales de 1940, Steinberg fue el director asistente de la Orquesta de la NBC en sustitución de Artur Rodzinski. Más tarde, y con la ayuda de otros colegas como Fritz Busch, Steinberg comenzó a ampliar sus compromisos en EEUU y, luego de dirigir a las más prestigiosas formaciones de allí, fue nombrado principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de San Francisco entre 1944 y 1948. De igual manera, de 1945 a 1953 se unió a la Orquesta Sinfónica de Buffalo por recomendación de Toscanini, formación en la que incorporó a numerosos profesores procedentes de Europa. El buen nombre adquirido por Steinberg en Buffalo facultó que en 1952 se le ofreciera la dirección de la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, agrupación que bajo su mandato se convirtió en una de las mejores orquestas norteamericanas del segundo nivel tras las Big Five (Chicago, Boston, Filadelfia, Cleveland y Nueva York). Steinberg permaneció al frente de dicha orquesta hasta el fin de sus días, aunque alternó esta labor con la director invitado de la Orquesta Filarmónica de Londres (1958-1960), de la Orquesta Filarmónica de Nueva York (1966-1968) y de la Orquesta Sinfónica de Boston, formación esta última de la que fue director titular entre 1969 y 1972, aunque ya aquejado de severos problemas de salud. Por otra parte, a Steinberg sólo le pudo ver en Alemania en contadas ocasiones tras finalizar la guerra. A partir de 1972 se vio obligado a reducir al máximo sus actuaciones por su delicado estado de salud. Finalmente, el 16 de mayo de 1978 Steinberg falleció en Nueva York a la edad de 78 años.
Si bien William Steinberg nunca formó parte del star-system de la dirección orquestal, con su nombramiento como director en Boston en 1969 se convirtió en uno de los directores de orquesta más poderosos de América. Su estilo de dirección, sobrio y sencillo a un tiempo, reflejaba un moderado control gestual nunca dado a gratuitas exhibiciones. «Cuanto más se mueven otros directores sobre el podio, más quieto permanezco yo» solía comentar. Steinberg tuvo como referentes en el mundo de la dirección a Klemperer y Toscani; del primero supo asimilar su pasión por la música contemporánea mientras que del segundo la perspectiva literalista de las interpretaciones. Su repertorio fue muy amplio, abarcando desde los compositores del primer romanticismo hasta los modernistas, con especial atención a la música anglosajona. Además, fue un excepcional intérprete de la música de los grandes sinfonistas alemanes como Beethoven, Brahms, Bruckner y Mahler. Durante los últimos años de su carrera corrió el rumor de que Steinberg se había quedado sordo debido a que sus lecturas parecían carecer de inspiración, circunstancia que tal vez fue debida a los complicados problema de salud que llegó a padecer más que a una presumible sordera. Un tanto maltratado por algunos influyentes críticos musicales de Boston y Nueva York, Steinberg nunca fue capaz de ser reconocido como una estrella de la dirección, en buena parte, por su desprecio hacia la crítica y su escasa predisposición a las entrevistas (a pesar de ello, Steinberg tiene su estrella en el famoso Paseo de la Fama de Hollywood).
De entre la producción discográfica debida a William Steinberg podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra comentada): Sinfonías nºs 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 de Beethoven dirigiendo la Sinfónica de Pittsburgh (COMMAND CLASSIC diversas referencias); Sinfonía nº1 de Brahms dirigiendo la Sinfónica de Pittsburgh (EMI 67101); Sinfonía nº3 de Brahms dirigiendo la Sinfónica de Pittsburgh (COMMAND CLASSIC 11015); Concierto para violín de Chaikovski, junto a Bronislaw Huberman y dirigiendo la Orquesta Staatskapelle de Berlín (PEARL 9332); Concierto para piano nº1 de Chopin, junto a Alexandre Brailowsky y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de RCA VICTOR (HMV 1015); Concierto para violín de Glazunov, junto a Nathan Milstein y dirigiendo la Sinfónica de Pittsburgh (EMI 67250); Sinfonía Matías el pintor de Hindemith dirigiendo la Sinfónica de Boston (DG 423241); Los planetas de Hoslt dirigiendo la Sinfónica de Boston (DG 419475); Sinfonía Española de Lalo, junto a Jascha Heifetz y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de RCA VICTOR (RCA 61753); Concierto para piano nº2 de Rachmaninov, junto a William Kapell y dirigiendo la Orquesta Robin Hood de Filadelfia (RCA 68992); y, finalmente, Introducción y Rondó caprichoso de Saint-Saëns, junto a Jascha Heifetz y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de RCA VICTOR (RCA 61753). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.
En cuanto a Beethoven se refiere, Steinberg recoge muchísimo el estilo de Toscanini, principalmente en la sexta sinfonía -bien interpretada pero con un riguroso academicismo que no siempre le viene bien a la inspiración de la Pastoral. Sin llegar al extremo del maestro de Parma, Steinberg parece bucear al interior de la partitura, como buscando la exactitud que le otorgue perfección a la música beethoveniana en todas sus líneas melódicas, aunque sin llegar al pulimiento absoluto y dejando un espacio reudcido para que fluya alguna que otra expresión libre del sentimiento del director, esto es, lo humano, excepción hecha repito, de la Sinfonía Pastoral (vaya que suena un poco dura).
En Brahms y Holst le percibo más espontáneo aunque se precipite en algunos pasajes; pero en términos generales resulta más apacible en sus tempos, sin duda -como dice Leiter- en consonancia con la admiración que profesaba hacia Klemperer y me atrevería a decir (aunque puede sonar inconsecuente) con alguna influencia del rutilante Leonard Bernstein, director norteamericano por excelencia y de marcada presencia en la vida musical de los E.E.U.U. Sería un contrasentido que los músicos presentes en ese país no le siguieran en alguna forma.
Otro aspecto: la vida musical norteamericana le debe todo a los directores que durante los años 30 emigraron hacia el Nuevo Mundo. Un pléyade de directores llevaron su estilo a esas tierras, nutriendo el ambiente musical de allí, e impregnándolo del impulso vital cultural alemán, que rápidamente fue transformado y ajustado al sentir americano. Es mi creencia que poco hablaríamos hoy de las orquestas de dicho país, si no fuera por la presencia de innumerables directores en su mayoría germanos, que allí dejaron su huella.
QUERIDOS CONTERTURLIOS Y VISITANTES DE BLUES: COMO UN INEVITABLE DEBER DE SOLIDARIDAD, MANIFIESTO A TODOS USTEDES QUE NUESTRO BUEN AMIGO Y ANFITRIÓN LEITER, ESTARÁ AUSENTE UNOS CUANTOS DÍAS DE ESTE ESPACIO EN RAZÓN DE ALGUNOS QUEBRANTOS DE SALUD QUE EXIGEN MUCHO REPOSO Y TRANQUILIDAD. EN CUALQUIER MOMENTO EMPERO, ESTARÁ PLENAMENTE RESTABLECIDO Y PRESTO A CONTESTAR TODOS VUESTROS COMENTARIOS COMO LO HA HECHO SIEMPRE: CON AMABILIDAD Y RESPETO, PERO SOBRETODO MUCHO CONOCIMIENTO DE LOS TEMAS AQUÍ TRATADOS.
Un saludo a todos y pronta recuperación al amigo y hermano Leiter.
Voy a decir lo siguiente, ya que siempre está permitido soñar. Sin yo fuera director de orquesta de verdad, que no lo soy, eligiría sin ninguna duda un asistente como Steinberg.Me sentaría detrás de él, o estaría de pie a su lado, para que vaya ensayando tal como dirige. Me parecería perfecto, estaría inmensamente feliz. Y luego me subiría al podio, me sentaría (siempre he soñado dirigir sentado) y diría a la orquesta: Ahora lo sabeis todo, todo está en su sitio. Y si me permitis, señores, vamos a empezar con la música. Que delicia poder hacer música con una orquesta así preparada !! A Bruno Walter le pasó de verdad…Cuando su amigo Toscanini falleció, se le pidió dirigir la sinfonía eroica con la orquesta de Toscanini. La orquesta estaba preparada, tras años de trabajo con el maestro italiano. Estaba como los motores de una Rolls Royce nueva. Y Walter hizo lo suyo, una eroica de Walter con esta orquesta ! El resultado fue algo increible del cual un CD aún da testimonio, para mi es la interpretación más grande de la sinfonía que más me hubiera gustado dirigir, el encuentro entre la perfección técnica y la poesía infinita. Volviendo a Steinberg: el asistente perfecto !
Todos mis deseos de recuperación para mi amigo Leiter.
Un abrazo
Todo lo anterior corrobora mi afrimación -eso creo- sobre la enorme influencia que ejercieron los europeos en el ámbito musical de los E.E.U.U. Sin la masiva migración de aquellos, tal vez la historia habría sido otra para estos.
Lo creo sinceramente. En alguna oportunidad, antes de su triste y trágica muerte, el gran tenor Fritz Wunderlich había manifestado que los norteamericanos debían aprender de los europeos -especialmente de Alemania- y no a la inversa. Pocos días despúes se produjo el terrible accidente que le quitó la vida, pero sus palábras aún hoy tienen plena vigencia, así como su instrumental voz.
No he escuchado esa interpretación de la Eroica, pero sí que me gustaría. Los pergaminos de un director de la talla de Walter, que dirige una orquesta entrenada por Toscanini, no puede dejar nada distinto a la grandeza…Además hablamos de Beethoven.
Un saludo.
Tengo que comprar el CD otra vez y lo tengo previsto. Hay que comprarlo fuera de España. Debido a que Toscanini acababa de morir la orquesta se llamaba «Symphony of the Air»,es así como hay que buscarlo y está disponible en Fnac.com (no .es). Merece la pena !